Cuando los pol¨ªticos eligen a sus votantes, y no al rev¨¦s: as¨ª funciona el ¡®gerrymandering¡¯ en Estados Unidos

El reci¨¦n creado distrito electoral TX-22, que rodea Houston por el oeste y por el sur, solo existe en la cabeza de los legisladores republicanos que lo dibujaron. En las tres dimensiones, resulta de mezclar casi todo el condado de Fort Bend, un lugar diverso y din¨¢mico, con otros dos de mayor¨ªa blanca y la d¨¦cima parte de poblaci¨®n: Wharton y Matagorda. La demarcaci¨®n imaginaria, que completa por el este un trozo de Brazoria, presenta una forma abierta a interpretaciones, pero que podr¨ªa asemejarse a la de un rev¨®lver cuyo ca?¨®n hubieran recortado.

Aunque quienes lo dise?aron han recortado en realidad otra cosa: el poder de las minor¨ªas que han convertido en los ¨²ltimos a?os a Fort Bend en la comunidad m¨¢s multirracial del pa¨ªs y en un verdadero experimento demogr¨¢fico. La poblaci¨®n del condado se divide en partes casi iguales en cuatro: blancos (que hace solo tres d¨¦cadas representaban el 70%), negros, asi¨¢ticos y latinos. Con el nuevo mapa, el distrito electoral queda, tras mover sus fronteras, as¨ª: los blancos (que en Texas suelen votar republicano) son mayor¨ªa, con un 54%, y hay un 23% de hispanos, un 11% de afroamericanos y un 10% de asi¨¢ticos. De esa manera, ser¨¢ casi imposible que ning¨²n miembro de los tres ¨²ltimos grupos salga elegido en los pr¨®ximos 10 a?os para la C¨¢mara de Representantes. La primera consecuencia se dejar¨¢ sentir en las legislativas del pr¨®ximo martes; todo indica que el exsheriff republicano Troy Nehls, autor de un libro en el que defiende la teor¨ªa, que se ha demostrado falsa, de que a Donald Trump le robaron las elecciones de 2020, renovar¨¢ su cargo de congresista en Washington.

El TX-22 es uno de los ejemplos m¨¢s extremos de gerrymandering, una pr¨¢ctica genuinamente estadounidense poco democr¨¢tica que llevan d¨¦cadas perfeccionando en Texas. El punto de partida es noble. Cada 10 a?os se actualiza el censo estadounidense, y cuando eso sucede, se redistribuyen los 435 esca?os del Congreso federal, una cantidad finita que qued¨® congelada en 1929 y que se ha quedado a todas luces corta para representar a los casi 332 millones de habitantes de Estados Unidos. Los Estados que ganan poblaci¨®n crecen en asientos, y viceversa.

En el censo de 2020, seis Estados perdieron uno de sus asientos, y otros cinco aumentaron su representaci¨®n. El ¨²nico que sum¨® dos fue Texas (hasta 38), porque en 10 a?os gan¨® cuatro millones de residentes. Y dentro del Estado de la Estrella Solitaria, destaca el estir¨®n de Fort Bend. Quienes se mudan aqu¨ª valoran las oportunidades de trabajo, la benigna meteorolog¨ªa, la calidad de las escuelas y de los hospitales, el relativamente bajo precio de la tierra y un espacio para construir que la desregulaci¨®n inmobiliaria hace parecer infinito.

El 95% de esos nuevos tejanos pertenece a una minor¨ªa racial, pero el nuevo mapa se saca de la manga tres distritos donde los blancos son mayor¨ªa. ¡°Es la perpetuaci¨®n de un sistema injusto a expensas de las comunidades que est¨¢n impulsando el crecimiento econ¨®mico y poblacional del Estado¡±, dice Yurij Rudensky, abogado de la organizaci¨®n no partidista Brennan Center for Justice.

El dibujo de los mapas electorales se hace a todos los niveles de gobierno: nacional, estatal, regional y local. En algunos Estados, como California o M¨ªchigan, la encargada de ese proceso es una comisi¨®n independiente, pero en la mayor¨ªa son los partidos que dominan las C¨¢maras estatales o los condados los que los dibujan para favorecer sus intereses. En el caso de Texas, ese partido es el republicano desde hace dos d¨¦cadas, en parte porque para eso sirve todo esto: para perpetuarse en el poder. Los dem¨®cratas tambi¨¦n han demostrado una s¨®lida afici¨®n por el gerrymandering en lugares como Nueva York, donde sus ¨²ltimos dise?os acabaron desafiados en los tribunales.

¡°Esta pr¨¢ctica perversa permite a los pol¨ªticos escoger a sus electores, y no al rev¨¦s¡±, resumi¨® gr¨¢ficamente esta semana en una conversaci¨®n con EL PA?S Jamie Raskin (Maryland), uno de los congresistas dem¨®cratas m¨¢s carism¨¢ticos de Washington. No es ese su ¨²nico efecto perverso: el gerrymandering tambi¨¦n silencia la voz de millones de estadounidenses y, en otro c¨ªrculo vicioso, los desincentiva a implicarse pol¨ªticamente porque no se reconocen en sus representantes. Por ¨²ltimo, abona los extremismos. Cuando desaparece la competencia, se esfuma tambi¨¦n la necesidad de asumir compromisos para buscar consensos.

Tras su redise?o, el mapa de Texas ha quedado dividido en distritos que cumplen con las normas cuantitativas, pero, o bien adquieren formas imposibles, como el 15, que es un largo pasillo de tierra de norte a sur, o bien rebanan unidades l¨®gicas de convivencia como una ciudad. Es el caso de Denton, cerca de Dallas, cuya poblaci¨®n ha quedado repartida en dos. Quedarse mirando un rato ese mapa de colores recuerda a aquel juego infantil que consiste en adivinar qu¨¦ formas de animales imitan las nubes.

En Fort Bend, adem¨¢s de frustrar las aspiraciones de las minor¨ªas, la operaci¨®n tambi¨¦n ha mutilado las opciones del Partido Dem¨®crata. La psic¨®loga infantil Jennifer Cant¨², activista contra el gerrymandering en sus ratos libres, mostr¨® el mi¨¦rcoles pasado en una taquer¨ªa de Rosenberg, uno de los n¨²cleos urbanos del condado, una aplicaci¨®n que permite comprobar el antes y el despu¨¦s. Con el ¨²ltimo mapa del TX-22 dibujado en 2010, Donald Trump consigui¨® el 49,7% de los votos en 2020, frente al 48,8% de Joe Biden. Con el nuevo, la diferencia ser¨ªa de 57,3% a 41,2%.

¡°En 2018 [los republicanos] vieron que logramos algunas victorias importantes. Pensaron que era una casualidad. Dos a?os despu¨¦s se dieron cuenta de que no lo era y entonces echaron mano de todas estas t¨¢cticas de supresi¨®n de voto¡±, dijo Cynthia Ginyard, jefa del Partido Dem¨®crata de Fort Bend. Mary Charles, simpatizante latina del Partido Republicano, cuya organizaci¨®n local no respondi¨® a los mensajes de este diario, explic¨® a las puertas de un colegio electoral que ¡°los dos partidos son culpables [del gerrymandering]¡±, y que los dem¨®cratas ¡°mejor har¨ªan dej¨¢ndose de excusas¡±. ¡°Perder¨¢n las elecciones, pero no por eso, sino por el desastre de [Joe] Biden¡±. Ginyard, por su parte, admiti¨® que ¡°en el muy improbable caso¡± de que su partido lograra el control de las c¨¢maras estatales tambi¨¦n practicar¨ªa el gerrymandering. ¡°Aunque lo har¨ªamos m¨¢s humanamente. Esos tipos son despiadados¡±.

Lo que m¨¢s irrita a Cant¨² es que ¡°Fort Bend tiene suficiente poblaci¨®n para haberse constituido como un distrito electoral¡±. La ley exige que el dise?o no discrimine a las minor¨ªas, que sea geogr¨¢ficamente compacto, que se pueda caminar de una punta a otra y que respete las ¡°comunidades de inter¨¦s¡±. ¡°Esto ¨²ltimo casi nunca lo cumplen¡±, a?adi¨® la activista, que considera que el gerrymandering ¡°va m¨¢s all¨¢ del juego pol¨ªtico¡±. ¡°Afecta a la vida de las personas. Influye en cosas como que funcionen las farolas de tu calle o lo lejos que quedar¨¢ el hospital de tu casa. Si tus representantes te dan por ganado, no se preocupar¨¢n de tenerte contento. Podr¨¢n dedicarse a chuparse el pulgar sin que peligre su puesto¡±.

Despu¨¦s de comer, Cant¨² condujo su coche hasta el parking de un colegio electoral para mostrar los efectos del gerrymandering en directo. Iba en busca de dos de los pocos candidatos que pertenecen a una minor¨ªa entre las decenas que concurren en estas elecciones. Juli Mathew busca su renovaci¨®n como juez del condado tras convertirse en 2018 en la primera india en lograrlo en Estados Unidos (conf¨ªa en sus posibiliddes: cree que ¡°muchas republicanas cambiar¨¢n el sentido de su voto la sentencia del aborto¡±). Stephen Longoria, por su parte, es el ¨²nico latino que se presenta por el Partido Dem¨®crata (de nuevo, en la carrera judicial). All¨ª tambi¨¦n estaba Eugene Howard, presidente de la rama local de la NAACP, organizaci¨®n centenaria que defiende a la comunidad negra. Asegur¨® que ¡°los blancos quieren convertir Fort Bend en Sud¨¢frica 2.0; un lugar en el que el 40% domina al 60%¡±. ¡°Est¨¢n preocupados por si, cuando seamos mayor¨ªa, pensamos hacer con ellos lo que hicieron con nosotros¡±, a?adi¨®.

Lo cierto es que el gerrymandering, que es casi tan viejo como el experimento estadounidense, estaba ah¨ª mucho antes de que llegara la diversidad. El subterfugio se bautiz¨® a partir de Elbridge Gerry (1744-1814), quinto vicepresidente de Estados Unidos. Para favorecer a un amigo, dibuj¨® un distrito con forma de salamandra (y de ah¨ª la segunda parte del neologismo). ¡°Estudiando el fen¨®meno llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que ya lo usaron los griegos¡±, cont¨® Lydia Ozuna el jueves en su casa de un tranquilo suburbio de Katy, en el extremo norte de TX-22. Fund¨® en 2017 Texans Against Gerrymandering, que lucha contra los efectos del dise?o partidista. ¡°En el Estado tenemos un largo historial de discriminaci¨®n de los hispanos. Cuando yo era chiquita¡±, record¨®, a sus 74 a?os, ¡°viv¨ªamos segregados. Y ahora estos mapas nos quitan otra vez nuestra voz. Mi pap¨¢ sol¨ªa decir que no importa de qu¨¦ partido sean los pol¨ªticos: el resultado siempre va a ser el mismo para nosotros. Y hace poco escuch¨¦ a una activista joven contar que cuando le preguntan si los latinos son dem¨®cratas o republicanos, siempre responde: ¡®Ni una cosa ni la otra: lo que son es pobres¡¯. Cuando tienes que compaginar dos o tres trabajos para vivir es dif¨ªcil implicarse pol¨ªticamente¡±.

Ozuna hab¨ªa preparado un dosier que cuenta la historia de Texas desde los a?os noventa del siglo pasado a trav¨¦s del gerrymandering. Es una historia que se repite: cada vez que cambia la d¨¦cada, se presentan los mapas y llueven las querellas. ¡°El trabajo de una organizaci¨®n como la nuestra empieza realmente ahora¡±, dijo.

Los ¨²ltimos no son una excepci¨®n; tambi¨¦n han acabado en los tribunales con casi una docena de demandas. Aunque ya es demasiado tarde para las elecciones legislativas a punto de celebrarse, que definir¨¢n la agenda y el resto de la legislatura del presidente de Joe Biden. ¡°La sentencia puede tardar uno, dos a?os, o no estar resuelta para cuando llegue el pr¨®ximo censo, es de locos¡±, explic¨® la abogada Deborah Chen, una de las querellantes. Suman 27, entre entidades y particulares.

Chen es miembro de la comunidad de AAPI (siglas en ingl¨¦s que agrupan a los ciudadanos asi¨¢ticos americanos y procedentes de las Islas del Pac¨ªfico), y atendi¨® a EL PA?S en una oficina de Chinatown, al sur de Houston. ¡°En Fort Bend representamos algo m¨¢s del 20% de la poblaci¨®n, pero nos han borrado. En las elecciones de 2020 acariciamos la posibilidad de mandar a uno de los nuestros a Washington [Sri Kulkarni, de origen indio, que perdi¨® por siete puntos frente a Nehls]. Todo apuntaba a que ese sorpasso llegar¨ªa, pero ha quedado invalidado por completo tras la redistribuci¨®n de los distritos¡±. Lo que han hecho con los suyos es una mezcla de las dos tretas m¨¢s habituales del gerrymandering: desgajarlos del distrito en el que estaban (cracking) y empaquetarlos en otros dos (packing), donde sus votos quedan amortizados en entornos dem¨®cratas que dan por perdidos.

M¨¢s all¨¢ de pelear en los tribunales, la soluci¨®n al problema pasar¨ªa por dejar el trabajo a comisiones independientes. ¡°Ese es el objetivo, lograr que los mapas no los dise?en personas cuyo sustento dependa de c¨®mo se dibujen¡±, afirm¨® Ozuna. El congresista Raskin, por su parte, record¨® que los dem¨®cratas introdujeron una norma electoral, la H.R. 1, que bautizaron For the People Act (La ley para el Pueblo), que proh¨ªbe el gerrymandering. Ha sido aprobada dos veces en el Congreso, y las dos veces se estrell¨® en el Senado contra el muro republicano.

En las elecciones del martes se renuevan la C¨¢mara Baja al completo y un tercio de la Alta. Las encuestas indican que, como m¨ªnimo, los dem¨®cratas perder¨¢n la primera, y que el congresista californiano Kevin McCarthy sustituir¨¢ a Nancy Pelosi en su presidencia. McCarthy ha criticado duramente en Fox News el gerrymandering dem¨®crata en Nueva York, pero nadie espera que le conceda una nueva oportunidad a la H.R. 1.

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