La C¨¢mara de Representantes, una bomba de relojer¨ªa
El problema principal que afronta Kevin McCarthy en los pr¨®ximos d¨ªas es que su mayor¨ªa depende de un grupo de entre seis y 20 congresistas que est¨¢n m¨¢s interesados en el griter¨ªo y la propaganda que en la aprobaci¨®n de medidas legislativas
La elecci¨®n de Kevin McCarthy como presidente de la C¨¢mara de Representantes de Estados Unidos en la madrugada del s¨¢bado, tras 15 rondas de votaciones (algo inusitado desde antes de la Guerra Civil) ha confirmado las sospechas de aquellos que pronosticaban que la nueva mayor¨ªa republicana elegida tras las elecciones del pasado noviembre iba a tener serias dificultades para gobernar.
El problema principal que afronta el nuevo presidente de la C¨¢mara en los pr¨®ximos d¨ªas y semanas es que su mayor¨ªa depende de un grupo de entre seis y 20 congresistas que, lisa y llanamente, est¨¢n m¨¢s interesados en el griter¨ªo y la propaganda que en la aprobaci¨®n de medidas legislativas. ?ste es un dilema que ya afligi¨® a sus dos antecesores republicanos inmediatos, John Boehner y Paul Ryan, pero estos dispon¨ªan de entre una decena y una veintena de votos m¨¢s de margen que McCarthy. Si a ello le unimos que el nuevo speaker necesitar¨¢ cooperar con un Senado dem¨®crata cuyas prioridades legislativas son opuestas a las suyas, la consecuencia es predecible: la par¨¢lisis legislativa total, sustituida por comisiones de investigaci¨®n que generen mucho ruido medi¨¢tico.
Ahora bien, el problema es que hay leyes que deben ser aprobadas ineludiblemente. Existen al menos dos escenarios peligrosos que se van a producir en los pr¨®ximos meses: el primero es el denominado ¡°cierre del Gobierno de Estados Unidos¡± (la suspensi¨®n de la prestaci¨®n de los servicios p¨²blicos no esenciales por falta de aprobaci¨®n de los presupuestos federales). Esto es algo que ha ocurrido de manera recurrente en los ¨²ltimos 40 a?os, aunque su duraci¨®n y su impacto econ¨®mico han sido relativamente limitados hasta ahora.
Pero el escenario verdaderamente peligroso es el segundo: en torno al verano de 2023 hay que aprobar la ¡°elevaci¨®n del techo de deuda de Estados Unidos¡± (el denominado debt ceiling), un l¨ªmite legislativo sobre la cantidad de deuda nacional en la que puede incurrir el Tesoro de los Estados Unidos, que limita la cantidad de dinero que el Gobierno federal puede pagar por la deuda que ya tom¨® prestada (una norma singularmente obtusa que s¨®lo existe en Estados Unidos y Dinamarca).
La consecuencia de no elevar el techo de deuda ser¨ªa la suspensi¨®n de pagos por parte del Gobierno de Estados Unidos, el hundimiento de las bolsas a una escala muy superior a lo ocurrido cuando las mayor¨ªas republicanas en la C¨¢mara amenazaron a Obama con no votar la subida del techo de deuda en 2011 y 2013 y una segunda Gran Recesi¨®n mundial similar a la de 2008-2009.
Una vez m¨¢s, el problema es que la mayor¨ªa de los republicanos (no s¨®lo los rebeldes de esta semana) quieren usar esa votaci¨®n como moneda de cambio de una serie de recortes masivos en el gasto p¨²blico (Seguridad Social, Medicare, Medicaid, Defensa) que provocar¨ªan, a su vez, una recesi¨®n. La Administraci¨®n Biden jam¨¢s consentir¨¢ a los mismos e intentar¨¢ aprobar la elevaci¨®n del techo de deuda con la ayuda de los elementos menos extremistas republicanos, algo nada seguro pero que, de producirse, provocar¨ªa seguramente tambi¨¦n la ca¨ªda de McCarthy a manos de sus correligionarios.
Pedro Soriano Mendiara, abogado y colaborador de Agenda P¨²blica.
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