Lula y sus ministros emprenden la reconstrucci¨®n mientras abrazan la diversidad de Brasil
El nuevo Gobierno adopta las primeras medidas para revertir el legado de Bolsonaro mientras los gestos inclusivos se multiplican
En un Gobierno plagado de viejas glorias y veteranos, hombres y mujeres que llevan d¨¦cadas en primera l¨ªnea de la pol¨ªtica brasile?a, el discurso inaugural m¨¢s emocionante, el que probablemente ser¨¢ recordado, lo pronunci¨® uno de los pocos ministros novatos. El fil¨®sofo Silvio Almeida, de 46 a?os, un acad¨¦mico que ha aparcado la investigaci¨®n sobre el racismo estructural y la docencia para dirigir el Ministerio de Derechos Humanos. ¡°Perm¨ªtanme que empiece con lo obvio porque fue negado durante los ¨²ltimos cuatro a?os. Trabajadoras y trabajadores de Brasil, exist¨ªs y sois importantes para nosotros; mujeres de Brasil, exist¨ªs y sois importantes para nosotros; hombres y mujeres negros de Brasil, exist¨ªs y sois importantes para nosotros¡¡±, proclam¨® como en una letan¨ªa.
En su poderoso discurso, el ministro mencion¨® a otros colectivos atacados por el ultraderechista Jair Bolsonaro, de 67 a?os: los pueblos ind¨ªgenas, las lesbianas, los gays, los bisexuales, los transexuales, los interexo, los no binarios, los sin techo, las personas con deficiencia, los mayores, los amnistiados, los que pasan hambre¡ las empleadas dom¨¦sticas¡±. Un Brasil despreciado a menudo por Bolsonaro. Almeida toma el relevo de la abogada y pastora evang¨¦lica Damares Alves, que se estren¨® proclamando que ¡°los ni?os van de azul, las ni?as de rosa¡±.
El nuevo Gobierno de Luiz In¨¢cio Lula da Silva, de 77 a?os, comenz¨® su andadura el d¨ªa de A?o Nuevo en ausencia de Bolsonaro que, sin asumir su derrota, viaj¨® a EEUU para evitar entregarle la banda presidencial. Aquella noche Lula firm¨® los primeros decretos y durante los d¨ªas siguientes se han sucedido decisiones sobre las que cimentar la reconstrucci¨®n sobre ¡°las terribles ruinas¡± dejadas por su predecesor, de extrema derecha y empe?ado en desacreditar las instituciones, y una avalancha de gestos para marcar toda la distancia posible con ¨¦l.
Convencido, como dijo en su discurso, de que ¡°no es justo ni correcto pedir paciencia a quien tiene hambre¡±, Lula quiso que su primer decreto garantice que 21 millones de familias seguir¨¢n recibiendo una paga mensual de 600 reales (114 d¨®lares, 108 euros). Una ayuda que retomar¨¢ su nombre original, Bolsa Familia, despu¨¦s de que Bolsonaro la rebautizara porque es la marca m¨¢s potente del Partido de los Trabajadores (PT).
Afrontar la crisis clim¨¢tica es prioridad de este presidente para que Brasil contribuya a salvar el planeta y porque es uno de los principales raseros por el que la comunidad internacional medir¨¢ su gesti¨®n. Encomendar la pol¨ªtica medioambiental a Marina Silva, de 64 a?os, la ministra que a principios de siglo logr¨® que la deforestaci¨®n cayera en picado, es un mensaje pol¨ªtico poderoso. Como crear un Ministerio de los Pueblos Originarios y nombrar a una ind¨ªgena, Sonia Guajajara, de 48 a?os, para que lo dirija. Pero el desaf¨ªo es colosal. No solo para reducir la deforestaci¨®n a cero o construir una bioeconom¨ªa que genere empleos l¨ªcitos en la Amazonia. Y tampoco porque la coyuntura es adversa, con una oposici¨®n que sac¨® el 49% en las elecciones, el mundo golpeado por la guerra de Ucrania o el formidable pulso EEUU-China.
Estos d¨ªas ha llamado la atenci¨®n, el uso del todas, todos y todes en algunas investiduras ministeriales, que hijas haya sido a?adido al tradicional hijos de la patria en el himno o que el Gobierno haya incorporado a la primera diputada negra, Antonieta Barros, al olimpo de los h¨¦roes nacionales. Cambios sencillos, aunque muy simb¨®licos, en un panorama de desaf¨ªos monumentales.
La econom¨ªa y el derecho al aborto son ejemplos de las enormes dificultades que acechan en el horizonte. El dise?o de la pol¨ªtica econ¨®mica, en sentido amplio, ha quedado en manos de cuatro de los 37 ministros: dos izquierdistas del PT (incluido Fernando Haddad, de 59, en Hacienda) y dos antiguos adversarios del centroderecha liberal: el vicepresidente Geraldo Alkcmin, de 70, en Industria, y la excandidata presidencial Simone Tebet, de 52, en Planificaci¨®n. El cuarteto busca la cuadratura del c¨ªrculo, aumentar el gasto sin descalabrar las cuentas p¨²blicas. Instrumento clave en ese empe?o, la reforma tributaria que prepara Haddad, que contaba asombrado esta semana que el contribuyente puede deducirse los gastos de una operaci¨®n de est¨¦tica en el extranjero. Eso, en un pa¨ªs donde, como Lula record¨® al asumir el cargo, el 5% m¨¢s rico tiene la misma renta que el 95% restante.
En materia de interrupci¨®n del embarazo, poco va a cambiar. Este Gobierno no quiere contrariar a los conservadores, incluido ese tercio de la sociedad que son evang¨¦licos. Mientras la despenalizaci¨®n avanza con fuerza en otros pa¨ªses latinoamericanos, la ministra de la Mujer, Aparecida Gon?alves, una hist¨®rica del PT de 62 a?os, ha reconocido en una entrevista que mejor ni tocar el derecho al aborto. Vista la relaci¨®n de fuerzas en el Congreso, ¡°en cualquier discusi¨®n sobre el aborto, vamos a perder m¨¢s de lo que podamos avanzar (¡) Si es para retroceder, mejor aseguramos lo que est¨¢ garantizado en la ley¡±, declar¨® a Folha de S. Paulo tras asumir el cargo. Ahora el aborto es legal en caso de violaci¨®n, de riesgo para la salud de la mujer y anencefalia. Cada dos d¨ªas muere una brasile?a por complicaciones de un aborto clandestino.
Lula tiene enfrente un Congreso que, por ahora, es hostil y lidera un Gobierno multicolor. Para librar a Brasil de Bolsonaro, construy¨® un frente de pol¨ªticos y partidos con intereses dispares. Ya dec¨ªa el l¨ªder de la izquierda brasile?a en 2010, al final de su segundo mandato, que, ¡°si Jesucristo viniese para ac¨¢, tendr¨ªa que llamar a Judas para hacer una coalici¨®n¡±. Ahora preside un Gabinete con 37 carteras (14 m¨¢s que Bolsonaro) donde conviven nueve partidos, un pu?ado de antiguos y recientes adversarios y una ministra de Turismo, Daniela Carneiro, de 46 a?os, que tuvo relaci¨®n pol¨ªtica con el l¨ªder de un grupo paramilitar de R¨ªo de Janeiro, lo que aqu¨ª llaman milicia. El Ejecutivo defiende a Carneiro en este primer esc¨¢ndalo desvelado por la prensa. Pero Lula ya ha avisado de que ¡°quien cometa errores ser¨¢ invitado a abandonar el Gobierno¡±.
Para neutralizar los primeros roces entre ministros, Lula los ha reunido este viernes en Brasilia. Les ha avisado de que las grandes medidas solo pueden ser anunciadas con su aval expl¨ªcito. Y ha dejado claro que la interlocuci¨®n con el Congreso es vital. ¡°Muchos de vosotros sois resultado de acuerdos pol¨ªticos¡±, les ha dicho a sus ministros ¡ªun tercio de ellos mujeres¡ª, ¡°porque de poco sirve un Gobierno de t¨¦cnicos formados en Harvard y no tener apoyo en la C¨¢mara de Diputados o del Senado¡±.
Durante el medio siglo que Lula lleva en pol¨ªtica, su cintura para negociar ha sido marca de la casa. Le gusta decir que ¨¦l no hace concesiones, sino acuerdos. Y este viernes ha transmitido ese mensaje a su Gabinete: ¡°No hay veto ideol¨®gico ni asunto prohibido sobre el que no se pueda conversar, siempre que sean cosas buenas para el pueblo brasile?o¡±.
El Brasil de Lula ya ha iniciado la reincorporaci¨®n a la CELAC (la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribe?os¡±. Mientras, Bolsonaro se deja ver en Florida haciendo vida de ciudadano de a pie aunque en Twitter e Instagram a¨²n se presenta como presidente de la Rep¨²blica, sembrando confusi¨®n. Los bolsonaristas radicales que siguen acampados frente a los cu¨¢rteles se pelean entre s¨ª y las redes sociales siguen infestadas de noticias falsas. Dos desinformaciones de esta semana ya desmentidas por las agencias de verificaci¨®n: pesan condenas judiciales sobre varios ministros de Lula y el juez del Tribunal Supremo m¨¢s atacado por el bolsonarismo, Alexandre de Moraes, ha ordenado su propia entrada en prisi¨®n. Una idea delirante que como otras inveros¨ªmiles cala en algunas personas.
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