Tareck El Aissami, el dirigente chavista que agrand¨® su poder a la sombra de PDVSA
La renuncia del ministro de Petr¨®leo por un esc¨¢ndalo de corrupci¨®n en la compa?¨ªa estatal llega despu¨¦s de a?os de ascenso. El pol¨ªtico es uno de los arietes del v¨ªnculo venezolano con Ir¨¢n y Siria y uno de los responsables del acercamiento de Caracas a Turqu¨ªa
Era hasta ahora uno de los dirigentes m¨¢s poderosos del Gobierno de Nicol¨¢s Maduro. El lunes renunci¨® como consecuencia de una investigaci¨®n por corrupci¨®n en las entra?as de la petrolera estatal venezolana, PDVSA. Tareck El Aissami Madah, ministro de Petr¨®leo desde abril de 2020, asegur¨® que se pon¨ªa a disposici¨®n del presidente para apoyarle en su ¡°cruzada contra los antivalores¡±. Pero la detenci¨®n de varios altos cargos vinculados a ¨¦l sugieren un cambio en los equilibrios de poder en la c¨²pula chavista. El ya exministro comenz¨® a militar en la izquierda radical desde los a?os noventa, cuando era dirigente estudiantil de la Universidad de Los Andes (ULA), una de las de mayor tradici¨®n en el pa¨ªs.
Durante sus estudios, El Aissami se hizo amigo de uno de sus profesores, Ad¨¢n Ch¨¢vez, hermano del expresidente Hugo Ch¨¢vez y tambi¨¦n militante pol¨ªtico, y a trav¨¦s de ¨¦l ingres¨® a las corrientes iniciales del chavismo. De la ULA egres¨® como abogado experto en criminal¨ªstica. Lleg¨® a estar al frente de la Federaci¨®n de Centros Universitarios del pa¨ªs. Segundo de cinco hermanos, el pol¨ªtico est¨¢ casado y con dos hijos. Algunos de sus ancestros tuvieron cercan¨ªas con el Gobierno del partido Baaz, nacionalista, panarabista, laico y revolucionario, que ha ejercido de forma tutelar el poder en Siria desde 1964 hasta hoy. Shibli Al Ayssami, su t¨ªo abuelo, lleg¨® a ser vicepresidente de Siria a mediados de los a?os sesenta.
Tareck El Aissami, de 48 a?os, era un dirigente relativamente desconocido hasta el a?o 2008, cuando fue nombrado Ministro de Relaciones Interiores y Justicia por Ch¨¢vez antes de ocupar el viceministerio de Seguridad Ciudadana. Antes, en 2005, hab¨ªa sido parlamentario del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) por M¨¦rida, su Estado natal.
Para entender la confianza que las m¨¢ximas autoridades chavistas depositaron en ¨¦l, solo hay que remontarse a uno de sus cometidos. Fue el exmandatrario en persona que confi¨® al crimin¨®logo El Aissami una estrategia ambiciosa para enfrentar el grave aumento de la delincuencia y los homicidios de aquel entonces. Adem¨¢s, el joven dirigente tuvo una inusualmente longeva presencia en el Gabinete: en esos cuatro a?os su despacho llev¨® a prisi¨®n a varios capos colombianos escondidos en Venezuela, cre¨® la Polic¨ªa Nacional Bolivariana (PNB) y fund¨® su instituci¨®n rectora, la novel Universidad Experimental de la Seguridad. El Aissami fue tambi¨¦n uno de los funcionarios chavistas involucrados en la ruptura de relaciones entre Venezuela y la DEA, que se produjo en 2007.
La estrategia de El Aissami contra el hampa, a pesar de estos esfuerzos, result¨® en un fracaso. Aument¨® el n¨²mero de homicidios, de armas ilegales y de personas armadas, adem¨¢s del trasiego de armas de guerra para el crimen organizado, los secuestros y la violencia en las c¨¢rceles. El desborde delictivo se convertir¨ªa en una de las grandes m¨¢culas de la gesti¨®n chavista.
Sibilino, temido, poco dado a declarar, con fama de radical, El Aissami fue abri¨¦ndose paso como un cuadro emergente revolucionario. Con el portaviones electoral del comandante Ch¨¢vez qued¨® electo como gobernador del Estado Aragua en 2012, un cargo que ocup¨® hasta el a?o 2016. En este tiempo tomaron aliento y poder de fuego las llamadas megabandas, grupos de hampones con armas largas organizados en escuadrones de 30 personas, en muchos caminos y pueblos de Venezuela.
La llegada de Nicol¨¢s Maduro al poder permiti¨® a El Aissami aumentar su ¨¢mbito de poder e influencia m¨¢s all¨¢ de los asuntos de seguridad ciudadana. En torno a su persona gravitaba un entorno de empresarios de origen ¨¢rabe que logr¨® posicionarse en el mapa econ¨®mico del pa¨ªs en plena gestaci¨®n del ¨¦xodo de millones de venezolanos. En este tiempo ha tenido una posici¨®n decidida en favor de una apertura oficial hacia el sector privado, y sobre su figura se han cobijado varios empresarios emergentes chavistas y no chavistas.
Cuando la crisis social y pol¨ªtica se agrav¨® y comenz¨® el declive en la popularidad del chavismo, sobre El Aissami se difundieron historias en torno a historias de corrupci¨®n. En 2019, la Corte Federal de Manhattan emiti¨® una sentencia en la cual se le acusa de narcotr¨¢fico, junto al empresario Samarck L¨®pez. El Departamento del Tesoro le har¨ªa despu¨¦s se?alamientos similares. El Servicio de Inmigraci¨®n y Control de Aduanas de Estados Unidos estableci¨® m¨¢s tarde una recompensa por su captura. El Aissami respondi¨® que estas acusaciones, viniendo de Estados Unidos, representaban para ¨¦l un honor, y afirm¨® tener ¡°la moral revolucionaria intacta¡±.
Los v¨ªnculos pol¨ªticos que el r¨¦gimen de Maduro tiene con Ir¨¢n, y con el tambi¨¦n islamista y chiita partido Hezbollah, muy cercanos desde los tiempos de Hugo Ch¨¢vez, tienen en El Assami a uno de sus embajadores e interlocutores naturales. Tambi¨¦n en la aproximaci¨®n comercial y pol¨ªtica con la Turqu¨ªa de Recep Erdogan. Estas relaciones personales y pol¨ªticas, necesarias para conseguir rutas alternas para comercializar el petr¨®leo venezolano en un contexto de sanciones internacionales, le iban a servir de enorme utilidad en su nueva misi¨®n frente a PDVSA. Hasta este lunes, cuando un operativo sin precedentes ha llevado a la detenci¨®n de dos figuras cercanas a ¨¦l: Joselit Ram¨ªrez, superintendente nacional de Criptoactivos, un organismo p¨²blico que gestiona los fondos de la industria petrolera, cada vez m¨¢s escasos, a trav¨¦s de operaciones con criptomonedas, y el diputado Hugbel Roa.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.