Alfredo Cunha, fot¨®grafo: ¡°La Revoluci¨®n de los Claveles fue pac¨ªfica porque los militares no quer¨ªan matarse unos a otros¡±
El reportero capt¨® algunas de las im¨¢genes que dieron la vuelta al mundo sobre la sublevaci¨®n que derroc¨® la dictadura en Portugal el 25 de Abril de 1974
Hace 49 a?os los portugueses hicieron algo grandioso. Una parte del ej¨¦rcito se sublev¨® para tumbar una longeva dictadura que segu¨ªa aferrada al fantasmag¨®rico sue?o imperial y enviando soldados a matar y morir en ?frica. El pueblo les arrop¨® en la calle y convirti¨® el golpe de Estado en una revoluci¨®n. Puede que una de las revoluciones m¨¢s limpias de la historia, con la excepci¨®n de los cuatro civiles asesinados por la polic¨ªa del r¨¦gimen del Estado Novo. En lugar de violencia y venganza, se cantaron himnos de Jos¨¦ Afonso y se repartieron claveles blancos y rojos. Desde las siete de la ma?ana, Alfredo Cunha (Celorico da Beira, 69 a?os) estaba all¨ª con sus 20 a?os, su c¨¢mara y su trabajo de becario en el peri¨®dico O S¨¦culo. Sus im¨¢genes ayudaron a convertir el 25 de Abril de 1974 en una revoluci¨®n admirada en todo el mundo.
Pregunta. Casi 50 a?os despu¨¦s, ?est¨¢ contento o desilusionado con lo que ocurri¨® despu¨¦s del 25 de Abril?
Respuesta. Estoy satisfecho por la libertad, la democracia, el fin de la guerra y lo felices que fuimos. Estoy muy insatisfecho por la sociedad que hemos creado, la desigualdad, la corrupci¨®n y todo lo negativo que ha ocurrido. No culpo a este Gobierno, creamos un sistema que, en vez de producir riqueza, produce ricos.
P. ?En qu¨¦ momento de aquel d¨ªa fue consciente de que estaba haciendo fotos a la historia?
R. Ten¨ªa 20 a?os. Siempre fui consciente de que aquel d¨ªa iba a llegar. Aquello que tal vez no tuve fue la experiencia de un periodista veterano. Todo lo que hice fue algo na¨ªf, al calor de los acontecimientos, por eso soy muy cr¨ªtico respecto a mis fotograf¨ªas del 25 de Abril.
P. ?No le gustan?
R. Me gustan algunas, pero a veces sue?o que si fuese hoy, habr¨ªa hecho muchas otras cosas.
P. ?Cu¨¢nto tiempo llevaba haciendo fotos period¨ªsticas?
R. Dos a?os. Era un becario en aquel momento.
P. Un becario ante la historia. No es f¨¢cil que eso ocurra.
R. No es f¨¢cil. A continuaci¨®n ocurri¨® otro momento hist¨®rico que yo encar¨¦ de frente y con m¨¢s sabidur¨ªa que el 25 de Abril, que fue la descolonizaci¨®n.
P. ?Cu¨¢nto tiempo estuvo en la calle?
R. Estuve m¨¢s de 24 horas seguidas. Como en la ¨¦poca no hab¨ªa fotos digitales, siempre hac¨ªa intervalos para ir al laboratorio del peri¨®dico, revelar, imprimir y regresar a la calle. Mientras tanto me perd¨ªa muchas cosas que segu¨ªan ocurriendo.
P. ?Le enviaron del peri¨®dico a hacer las fotos?
R. Escuch¨¦ la noticia en la radio. Viv¨ªa en el barrio de Amadora, cerca de Lisboa, cog¨ª el tren y luego al caminar me encontr¨¦ con las primeras personas que ven¨ªan al trabajo y despu¨¦s con los militares. Todav¨ªa no eran las 7.00.
P. Y ah¨ª descubre al capit¨¢n [Fernando Jos¨¦] Salgueiro Maia.
R. Hay una fotograf¨ªa en la que un polic¨ªa le hace un saludo militar a Salgueiro Maia y percib¨ª que era el hombre que mandaba. Ser¨ªan las nueve de la ma?ana.
P. ?Habl¨® con ¨¦l?
R. Muchas veces, pero ah¨ª por primera vez me dijo que estuviese siempre bien visible y cerca de aquellos con los que yo estaba. Hab¨ªa militares en contra [del r¨¦gimen] y militares a favor. Si yo era de los contrarios, me quedaba con ¨¦l. Si estaba a favor, era del otro lado. De cualquier forma estuve visible porque si me escond¨ªa, pod¨ªa ser peligroso.
P. ?Tuvo miedo en alg¨²n momento?
R. Tuve.
P. ?Pens¨® que aquello podr¨ªa acabar en un ba?o de sangre?
R. Pens¨¦. Cuando comenzaron a dar la orden a los carros de combate para disparar. Eran carros de la II Guerra Mundial. Si alguno disparaba, destru¨ªa el Terreiro do Pa?o [la gran plaza que se abre frente al r¨ªo Tajo en Lisboa] y era un ba?o de sangre. Se dispararon armas ligeras, hubo muertos porque la PIDE [la polic¨ªa de la dictadura] mat¨® a gente, pero afortunadamente los carros pesados nunca dispararon y eso fue la salvaci¨®n. Los militares ten¨ªan conciencia de que si disparaba un tanque de guerra en la ciudad, creaba un cr¨¢ter, el Terreiro do Pa?o desaparec¨ªa y habr¨ªa una gran mortandad. Salgueiro Maia estuvo frente a un tanque al que hab¨ªan ordenado que le disparase, pero el hombre que recibi¨® la orden no la cumpli¨®.
P. La revoluci¨®n triunf¨® de forma pac¨ªfica porque muchos militares desobedecieron ¨®rdenes.
R. Creo que no es solo eso. Hay otro factor muy importante. Todas las personas que estaban all¨ª eran de caballer¨ªa, los que defend¨ªan y los que atacaban, se conoc¨ªan todos y no se quer¨ªan matar unos a otros. Yo creo que fue eso. Y otra cosa tambi¨¦n, el r¨¦gimen estaba podrido, era un edificio pesado sobre unos cimientos podridos, cay¨® por la base.
P. Despu¨¦s del 25 de Abril fue a fotografiar las colonias. ?Por qu¨¦ necesit¨® ir?
R. De repente me pregunt¨¦ qu¨¦ iba a ocurrir en aquellos territorios donde hab¨ªamos hecho una guerra durante 13 a?os. Entonces comenc¨¦ a ir siempre que pod¨ªa a Angola, Mozambique, Guinea Bissau, Santo Tom¨¦ y Pr¨ªncipe y vi a las personas deshacer sus vidas, meterlas en cajas y regresar, mientras en Portugal est¨¢bamos en fiesta. Se comienza a ver el ¨¦xodo de las personas y ah¨ª percib¨ª que era una tragedia. Yo era anticolonialista, pero considero que, cuando estuvimos en una situaci¨®n militar favorable, debimos haber preparado la descolonizaci¨®n. Cuando se hizo, los militares pura y simplemente bajaron las armas y se fueron. Eso cre¨® una tragedia para los que regresaron a Portugal y para los que se quedaron en ?frica. Los que se quedaron vivieron una guerra civil y los que vinieron, vivieron en la miseria.
P. ?La guerra colonial y la descolonizaci¨®n es el gran trauma portugu¨¦s?
R. S¨ª. A¨²n hoy nadie quiere hablar de eso.
P. Los que volvieron se sintieron abandonados.
R. La extrema derecha dice que nosotros no perdimos la guerra. Y no la perdimos en Angola y en Mozambique, pero la perdimos en Guinea Bissau. Adem¨¢s, no se trata de perder la guerra, se trata de perder la historia. Nosotros perdimos la historia, perdimos la oportunidad.
P. ?Le estorb¨® alguna vez para hacer su trabajo el hecho de ser un fotoperiodista con compromiso pol¨ªtico?
R. No. Me considero un fot¨®grafo humanista. Cuando inici¨¦ mi carrera, el ¨²nico sitio donde se pod¨ªa ser un fot¨®grafo humanista era en la prensa de izquierdas y fue el camino que yo escog¨ª. Por lo dem¨¢s, nunca fui militante de ning¨²n partido, aunque tengo amigos en todos. Lo que ocurre es que en el periodismo de aquel momento o estabas en contra o a favor. Yo escog¨ª el bando que me permit¨ªa hacer un periodismo humanista porque viv¨ªa en una zona industrial donde exist¨ªa la mayor miseria de Portugal.
P. ?C¨®mo era su familia?
R. Mi padre era fot¨®grafo comercial y mi abuelo, tambi¨¦n. Mi hermano era juez y mis hermanas eran amas de casa. Ten¨ªa una vida normal. Ten¨ªamos dificultades, todos los portugueses las ten¨ªan. Portugal era un pa¨ªs¡ hay una frase de Salazar que dice: ¡°Somos infelices gracias a Dios¡±. Quiere decir que aqu¨ª vamos viviendo, es una forma muy portuguesa.
P. ?Y no le gusta esa manera de vivir?
R. No, a m¨ª me gusta vivir.
P. Fue el fot¨®grafo oficial de los presidentes M¨¢rio Soares y Ant¨®nio Ramalho Eanes. Eso debe ser muy distinto a estar en la calle. ?Por qu¨¦ quiso hacer esa fotograf¨ªa institucional?
R. Por dinero. Gan¨¢bamos muy poco.
P. ?Encontr¨® diferencias entre ellos?
R. Encontr¨¦ una cosa en com¨²n. Ten¨ªan una idea para el pa¨ªs. M¨¢rio Soares era m¨¢s cosmopolita y europe¨ªsta, pero Ramalho Eanes era un hombre ¨ªntegro. Soares, tambi¨¦n, no necesitaba ser corrupto. Eran hombres que quer¨ªan hacer cualquier cosa para cambiar el pa¨ªs. Me gustaron los dos, cada uno en su estilo. Adoraba a M¨¢rio Soares por sus defectos.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.