Los sindicatos franceses convierten el Primero de Mayo en otra ¡°hist¨®rica¡± protesta contra Macron
Los agentes sociales elevan la cifra de manifestantes a 2,3 millones, mientras el Gobierno la rebaja a 780.000. Par¨ªs, Rennes, Nantes y Lyon registran incidentes
A los franceses es muy complicado quitarles algo que consideran un derecho adquirido. Incluso cuando ya se lo has quitado. Por eso, a pesar de que la reforma de las pensiones, la que alarga la edad de jubilaci¨®n de 62 a 64 a?os, fue promulgada el 15 de abril pasado, los sindicatos franceses no se dan por vencidos. Y decidieron convertir este Primero de Mayo en una ¡°hist¨®rica¡± protesta callejera, la decimotercera en contra de la reforma y de Macron. Lo han logrado. Seg¨²n ellos, han salido a la calle m¨¢s de 2,3 millones de personas, repartidas en las m¨¢s de 300 marchas convocadas a lo largo de todo el pa¨ªs. Se trata de una de las cifras m¨¢s abultadas de esta ronda de protestas, aunque queda lejos del r¨¦cord de 3,5 millones contabilizado en dos de las jornadas de marzo. Pese a que el Ministerio del Interior rebaja el n¨²mero a 780.000 manifestantes, es m¨¢s que en ning¨²n otro Primero de Mayo desde hace mucho.
En Par¨ªs, la manifestaci¨®n, que reuni¨® seg¨²n los sindicatos a m¨¢s de 500.000 personas (112.000 seg¨²n Interior) se desarroll¨® con incidentes y enfrentamientos entre los grupos extremistas de izquierda denominados black block y la polic¨ªa. En la plaza de la Naci¨®n, donde finaliz¨® la marcha, se multiplicaron las carreras policiales, las cargas, los golpes, las detenciones y los lanzamientos de gases lacrim¨®genos y de chorros de agua. Ardieron, al menos, un aparcamiento de bicicletas municipales entero y varios contenedores. Un incendio lleg¨® a afectar peligrosamente a la fachada de un edificio y los bomberos tuvieron que emplearse a fondo. La polic¨ªa denunci¨® un herido grave entre sus antidisturbios por quemaduras de c¨®ctel molotov. En Marsella un grupo de 200 personas entraron en el hotel Intercontinental y fueron luego desalojados r¨¢pidamente por la polic¨ªa. En Lyon los extremistas se enfrentaron a la polic¨ªa en el puente de la Guilloti¨¨re lanz¨¢ndoles fuegos de artificio. Tambi¨¦n se produjeron incidentes graves en Nantes, Rennes y Angers. La protesta pol¨ªtica, pues, no ha bajado de intensidad. Pero la violencia tampoco.
La convocatoria sindical ten¨ªa algo de parad¨®jico y hasta cierto punto melanc¨®lico: es cierto que por primera vez desde 2009, las ocho principales fuerzas sindicales francesas acuden unidas a un Primero de Mayo. Tambi¨¦n es cierto que, despu¨¦s de perder influencia durante la crisis de los chalecos amarillos, en los ¨²ltimos meses los sindicatos han recuperado el aliento. Pero tambi¨¦n lo es que, en verdad, la batalla parece perdida: Macron, a pesar de la oposici¨®n, de su bajo nivel de aprobaci¨®n y su mermada popularidad, aprob¨® por decreto la reforma. Esta fue avalada por el Consejo Constitucional el 14 de abril y, previsiblemente, entrar¨¢ en vigor en oto?o.
Esto no basta para abatir a Laurent Mervaille, de 47 a?os, sindicalista de la Confederaci¨®n General del Trabajo (CGT) que, poco antes de que comenzara la marcha parisina, consideraba, simplemente, ¡°que no todo est¨¢ perdido¡±. ¡°Es complicado, pero esto no es un r¨¦gimen realista, aqu¨ª no tenemos un rey, aunque Macron se comporte como uno. Ya se han dado casos de leyes que han sido revocadas. Y si lo de hoy no basta, pues seguiremos¡±. ?C¨®mo? ¡°Pues con acciones m¨¢s radicales. Yo trabajo en el sector de la electricidad. Podemos hacer cortes de electricidad. Es algo que ya hemos hecho y que volveremos a hacer¡±.
M¨¢s resignada ¡ªtal vez m¨¢s realista¡ª es Isabelle Tanion, de 51 a?os, dirigente sindical de la Confederaci¨®n Francesa Democr¨¢tica del Trabajo (CFDT): ¡°Es una reforma injusta, aunque no ilegal. Lo que es cierto es que no podemos estar cada 15 d¨ªas manifest¨¢ndonos. No podemos tener el pa¨ªs paralizado. Hay otras cosas sobre las que discutir con el Gobierno¡±. Otros miembros de este sindicato ya son conscientes de que la reforma ser¨¢ efectiva en septiembre. ¡°Pero hay que venir aqu¨ª por una cuesti¨®n de honor, para que se vea que no nos gusta¡±, explica David Florestan, de 62 a?os, que trabaja en el sector de la restauraci¨®n.
Su compa?era, Nadia Vanie, del sector de la limpieza, a?ade: ¡°Adem¨¢s, siempre queda la posibilidad de poder incluir cambios peque?os en algunos de los puntos de la reforma¡±. Estos sindicalistas representan las posturas de sus respectivos sindicatos, los m¨¢s numerosos de Francia: la CFDT, m¨¢s reformista, est¨¢ de acuerdo en levantar el bloqueo al Gobierno y reunirse ya con ¨¦l para discutir de otros asuntos; la CGT, m¨¢s rupturista, a¨²n no ha decidido si acudir¨¢ a las convocatorias gubernamentales o no.
En la misma plaza, Nathalie Hepilko, del sindicato Fuerza Obrera (FO) daba otra raz¨®n para manifestarse a pesar de que sabe que la batalla est¨¢ perdida: ¡°Perdida est¨¢. Pero si no protestamos, si nos dejamos comer el terreno, qui¨¦n sabe a d¨®nde van a llegar. Hay que plantarse aqu¨ª para que no nos lleven m¨¢s lejos¡±.
Poco despu¨¦s la manifestaci¨®n comenz¨® a desfilar por el este de Par¨ªs. A los m¨®viles llegaban las informaciones de los disturbios. Pero el desarrollo general de la marcha fue en su inmensa mayor¨ªa, pac¨ªfico, festivo, con multitud de camiones que animaban con m¨²sica a los participantes. A lo lejos, se divisaba a veces el humo de los incidentes. Parec¨ªan dos manifestaciones distintas sucedidas en dos d¨ªas distintos, en dos ciudades diferentes. Pero, si uno se fijaba un poco, notaba que el paso de la marcha discurr¨ªa por calles que discurr¨ªan entre fachadas llenas de pintadas un par de horas antes (¡±ya decapitamos a Luis XVI, Macron, prep¨¢rate¡±), papeleras quemadas y paradas de autob¨²s destrozadas.
El ministro del Interior, G¨¦rald Darmanin, denunci¨® por la tarde la presencia de 2.000 radicales en Par¨ªs ¡°cuyo objetivo era agredir a los polic¨ªas, quemar edificios y destrozar comercios¡±, y alert¨® sobre la violencia ¡°que cada d¨ªa va a m¨¢s¡±. Diferenci¨®, eso s¨ª, la convocatoria sindical que se desarroll¨® ¡°de manera conveniente¡± y los ¡°extremistas de ultraizquierda cada vez m¨¢s agresivos¡±. Y a?adi¨®: ¡°Sin la polic¨ªa que separa a los extremistas de los que acuden pac¨ªficamente a la protesta, no habr¨ªa manifestaci¨®n¡±. Darmanin inform¨® m¨¢s tarde de que a las nueve de la noche se hab¨ªa detenido al menos a 300 personas, y que 108 polic¨ªas hab¨ªan resultado heridos.
Queda por saber qu¨¦ pasa ahora desde el punto de vista pol¨ªtico. El presidente Emmanuel Macron, desesperado por pasar p¨¢gina, olvidarse de la contestaci¨®n nacional, que dura desde enero, y poder dedicarse a otra cosa, apel¨® dos d¨ªas despu¨¦s de la promulgaci¨®n de la ley, el 17 de abril, en una alocuci¨®n televisada, a darse un plazo de 100 d¨ªas para reencontrarse con los franceses y recobrar la calma en el pa¨ªs. Por lo visto este lunes no lo ha conseguido. Adem¨¢s, el explosivo clima social empieza a afectar a Francia desde el punto de vista econ¨®mico: la agencia de calificaci¨®n Fitch rebaj¨® el pasado 28 de abril la nota al pa¨ªs, dej¨¢ndola en un AA-. Fitch justific¨® la rebaja apelando al ¡°clima pol¨ªtico y a los movimientos sociales (a veces violentos)¡±. Este clima y estos movimientos sociales ¡°constituyen un riesgo para el programa de reformas de Macron¡±, considera la agencia. As¨ª que Macron sigue dentro del laberinto. Tampoco se sabe si la unidad sindical conseguida hasta ahora va a continuar.
Lo que los sindicatos s¨ª tienen a su favor es la opini¨®n p¨²blica. Seg¨²n un sondeo publicado recientemente por el diario Le Figaro, el 65% de los franceses apoya las protestas y un mismo porcentaje confiesa que no escucha al presidente cuando habla por televisi¨®n
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