La guerra tatuada en la piel de los ucranios: banderas, misiles y calaveras
Los dise?os militares, patri¨®ticos o incluso de duelo se extienden entre los que graban con tinta en sus cuerpos la invasi¨®n rusa
¡°Memento mori¡± (recuerda que morir¨¢s). Esta locuci¨®n en lat¨ªn constata lo ef¨ªmero de la existencia, pero, al mismo tiempo, empuja a resistir, a seguir disfrutando de la vida. La frase se ha puesto de moda como tatuaje en Ucrania. Lo han constatado Veronika Kuznetsova, de 22 a?os, y Marina Shevchenko, de la misma edad, en el estudio en el que trabajan en Zaporiyia. Esta ciudad es la capital de una de las regiones donde el ej¨¦rcito local desarrolla estas semanas su contraofensiva frente a los rusos. La tinta ha lucido siempre en la piel de los ucranios, pero la violencia b¨¦lica ha impulsado dise?os que realzan m¨¢s el orgullo de la patria, la muerte, escenas militares o, directamente, armas. En algunos casos, el recurso llega a ser el duelo y el rostro del ser querido acompa?a para siempre a quien lo pierde.
Las dos j¨®venes se?alan que una de las referencias a la contienda que m¨¢s les piden tatuar tambi¨¦n es el choque vivido en la isla de las Serpientes, tomada por tropas del Kremlin el primer d¨ªa de la invasi¨®n. All¨ª, seg¨²n una grabaci¨®n de radio muy popular, los rusos pidieron desde su buque a los ucranios que se rindiesen. Uno de los agentes locales les espet¨®: ¡°Barco ruso, ?que te jodan!¡±. La imagen de un militar ucranio haciendo una peineta al buque enemigo se ha convertido en un s¨ªmbolo del imaginario ucranio. Aparece en camisetas, sellos, tazas¡ Y, de manera indeleble, en la piel de muchos. El propio presidente, Volod¨ªmir Zelenski, hizo p¨²blico un v¨ªdeo este s¨¢bado de una visita suya a la isla con motivo los 500 d¨ªas desde que su hom¨®logo ruso, Vlad¨ªmir Putin, puso en marcha la gran invasi¨®n el 24 de febrero de 2022.
Pero, si hay una piel que sirve bien para comprender la relaci¨®n entre Ucrania, los tatuajes y la guerra, es la de Roman Marchenko, un entrenador de culturismo de 53 a?os. Form¨® parte del Ej¨¦rcito Rojo entre 1988 y 1990, en los estertores de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. ¡°F¨ªjate, nos prepar¨¢bamos para luchar contra los pa¨ªses de la OTAN, como Espa?a y otros. Ahora, queremos pertenecer a ella¡±, comenta entre risas recordando aquel periodo junto a sus compa?eros militares en Mikolaiv, en el sur del pa¨ªs. Marchenko se hizo entonces en su hombro izquierdo un dise?o en honor a la famosa unidad paracaidista sovi¨¦tica, hoy la VDV rusa, cuyos hombres fueron de los primeros en tratar, sin ¨¦xito, de tomar Kiev el a?o pasado.
El entrenador de culturismo, un armario de siete puertas que luce otros dise?os en brazos, pecho y espalda, combati¨® durante 2022 al ej¨¦rcito invasor como integrante de la Brigada Ivan Bohun de las Fuerzas Especiales de Kiev. ?Y qu¨¦ hac¨ªa luchando contra los rusos con un tatuaje que ensalza a los VDV? Pues esa misma pregunta se hac¨ªa ¨¦l, pero no encontraba tiempo para borrarse lo que, con los a?os y la historia, se ha convertido en un recuerdo que considera inapropiado. Finalmente, esta primavera encontr¨® tiempo en un estudio de Zaporiyia, la ciudad donde vive. ¡°No quer¨ªa seguir teniendo restos de la URSS en mi cuerpo. Necesitaba olvidar todo aquello y aparcarlo en el pasado¡±, se?ala. Fue el 24 de abril cuando comenzaron las sesiones para dar un giro a su vida a partir de base de tinta nueva.
La artista Julia Mas fue la encargada de realizar un nuevo dibujo sobre aquel sovi¨¦tico, una tarea que describe como muy complicada. Pero la historia de Marchenko le conmovi¨®. ¡°Es un cliente interesante¡±, describe esta dise?adora cercana a la cuarentena que lleva una d¨¦cada en el oficio. El entrenador luce ahora orgulloso un aguerrido integrante de las Fuerzas Especiales ucranias dotado con todos sus modernos pertrechos. Nada hace imaginar que debajo queda el paracaidista del Ej¨¦rcito Rojo. De propina, una semana antes de realizarse este reportaje en junio, se a?adi¨® en el pecho izquierdo, sobre el coraz¨®n, el tridente del escudo nacional y las espigas que representan a Ucrania como uno de los graneros del mundo.
Mas reconoce que la guerra salpica su trabajo a diario. Le impact¨® tambi¨¦n el tatuaje que realiz¨® hace unos meses sobre el cuerpo de una mujer con la imagen de su marido, que muri¨® combatiendo. Ni ella ni otra viuda que en la regi¨®n de J¨¢rkov opt¨® por otro dise?o de duelo similar han querido hablar para este reportaje. S¨ª lo ha hecho Sergu¨¦i Semenov, de 30 a?os, que con 21, cuando era miembro del batall¨®n Azov, vio morir a cinco compa?eros en un control militar ruso a las afueras de Mariupol. En su memoria, luce en el antebrazo izquierdo un enorme tatuaje multicolor cuya base es un esqueleto. De hecho, todo su cuerpo es un arco¨ªris de tinta, como muestra tras regresar del frente.
Veronika Kuznetsova not¨® cierto miedo en el estudio de Zaporiyia entre sus clientes el a?o pasado a tatuarse motivos que pudieran enfadar a los rusos, sobre todo tras la ca¨ªda de Mariupol. Cuando fue tomada la factor¨ªa metal¨²rgica Azovstal, ¨²ltimo basti¨®n de la resistencia, se difundieron im¨¢genes de los militares invasores ordenando a los prisioneros a desnudarse para, supuestamente, comprobar si llevaban en su cuerpo tatuados motivos nazis, pues Mosc¨² alega que ocupa Ucrania para ¡°desnazificarla¡±. Semenov conoce a quien lleva tatuajes ultras y se pregunta mientras defiende el papel que desempe?aron en Azovstal: ¡°?Acabar con ellos era el significado de la victoria de Mariupol?¡±.
Nastia Korol, una joven que iba para soprano hasta que lleg¨® la invasi¨®n rusa, admite que conocidos suyos se han borrado tatuajes que ella considera ¡°viejos s¨ªmbolos patri¨®ticos que para los rusos son nazis. Los mismos que pueden llevar tambi¨¦n los [mercenarios de la empresa rusa] Wagner¡±, justifica. Al ser preguntada si son s¨ªmbolos nazis, a?ade que tiene algunos amigos ¡°con esos tatuajes, pero que, por supuesto, no defienden matar a jud¨ªos¡±. ¡°Si Ucrania fuera racista no nos estar¨ªa apoyando gente de todo tipo¡±, a?ade. Korol, de 24 a?os, es param¨¦dica voluntaria en el frente y expresa sus sentimientos en forma de tatuajes, todos monocromos. La historia de la guerra, desde aquel primer bombardeo ruso que le pill¨® el a?o pasado en J¨¢rkov, se cuenta empleando su cuerpo como lienzo. Recuerdo de aquel ataque, llama la atenci¨®n un dise?o mitad tibur¨®n, mitad misil. Y va a seguir, a?ade, mientras el conflicto dure, sin olvidar a los compa?eros que han fallecido.
A los tatuajes de la bandera nacional con el azul y el amarillo, la espiga de trigo, el mapa de Ucrania o el tridente con el escudo del pa¨ªs, se unen estos d¨ªas motivos m¨¢s estrechamente vinculados al devenir de la guerra. Es el caso del hundimiento del Moskva, buque insignia ruso de la flota del mar Negro que particip¨® en la invasi¨®n de la isla de las Serpientes, o el famoso arma antitanque Javelin, de fabricaci¨®n estadounidense. Una enorme alegor¨ªa de lo que significa la invasi¨®n rusa ocupa la interminable espalda de Oleksandr (no da su apellido), un militar de 30 a?os de casi dos metros. Se tatu¨® a una mujer portando un arma tras ser testigo de los cr¨ªmenes cometidos por los rusos en localidades como Bucha o Makariv, en la regi¨®n de Kiev. A ra¨ªz de aquellos sucesos, decidi¨® no solo tatuarse, sino tambi¨¦n alistarse. Hoy combate en el frente de Zaporiyia.
Avanzada la invasi¨®n, Roman Marchenko, el exintegrante del Ej¨¦rcito Rojo, result¨® herido en la pierna derecha cerca de Balakliia (regi¨®n de J¨¢rkov) por un proyectil de mortero de 120 mil¨ªmetros. Finalmente, acab¨® vi¨¦ndose obligado a abandonar el ej¨¦rcito por motivos de salud entre trombos y lesiones pulmonares. Durante una visita al gimnasio en el que trabaja, muestra otros de los tatuajes que luce. En el hombro derecho, un Jes¨²s Nazareno sobrevive tambi¨¦n desde tiempos sovi¨¦ticos. ¡°Bend¨ªceme y s¨¢lvame¡±, se lee. Ese dibujo religioso es recuerdo de un momento de su vida del que no se siente especialmente orgulloso. ¡°Yo no cre¨ªa en Dios, pero necesitaba de alguna manera acercarme a ¨¦l mientras formaba parte de un grupo criminal¡±, detalla para referirse a la banda de extorsionadores que integraba.
Tres d¨¦cadas despu¨¦s, su vida ha dado un vuelco. Casado en terceras nupcias, con dos hijos y cinco nietos, Marchenko ha emprendido una nueva senda y ha decidido hacerse capell¨¢n militar. ¡°Hace cinco a?os empec¨¦ a creer en Dios y durante la guerra me he ido dando cuenta de que solo ¨¦l puede salvarnos¡±, explica este evang¨¦lico. Tras pasar una serie de cursos, ya ha empezado a vestir de nuevo ocasionalmente el uniforme y acudir al frente a asistir espiritualmente a los militares que participan en la contraofensiva frente a los rusos en la regi¨®n de Zaporiyia.
M¨¢s all¨¢ de esas visitas espor¨¢dicas al frente, el culturismo, disciplina de la que es juez hace m¨¢s de dos d¨¦cadas, ocupa ahora el centro de su vida. Recuerda c¨®mo la invasi¨®n rusa le impidi¨® acudir al campeonato de Europa que se disputaba en Santa Susanna (Barcelona) en 2022. La ley marcial, que impide salir del pa¨ªs a los varones de entre 18 y 60 a?os, sigue pesando sobre ¨¦l todav¨ªa. Mientras tanto, Marchenko sigue convencido de que necesita retirar de su piel cualquier resquicio de tatuajes de la ¨¦poca sovi¨¦tica, como el Cristo, un tigre con un paraca¨ªdas que adorna su espalda o el ¨¢ngel que se asoma desde su pecho derecho. ¡°No los necesito¡±, zanja junto a restos de misiles y otra basura b¨¦lica que se subasta en el gimnasio para recaudar fondos para los militares y que est¨¢n expuestos junto a un ¨¢rbol de Navidad en pleno verano.
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