El fin de la ¡®Fran?afrique¡¯: la epidemia de golpes de Estado entierra una era de influencia francesa en ?frica
La crisis de N¨ªger y Gab¨®n se suman a varios reveses en el continente para la vieja potencia colonial. El presidente Macron busca reformular la relaci¨®n
Aunque no lo parezca, el palacete del n¨²mero 51 de la rue de l¡¯Universit¨¦, en Par¨ªs, es un trozo de ?frica en Francia. El edificio del siglo XVIII figura entre las decenas de propiedades en este pa¨ªs ¡ªdesde los barrios acomodados de la capital hasta la Costa Azul¡ª que adquiri¨® Ali Bongo, presidente depuesto de Gab¨®n. Antes de pasar a manos gabonesas, fue la residencia del modisto Karl Lagerfeld. Es una calle tranquila, a cuatro pasos del Sena. Detr¨¢s del portal azul de madera, ladra un perro. ¡°No, no¡±, responde una voz por el interfono cuando se le pregunta si es posible entrar. El palacete es el s¨ªmbolo de una ¨¦poca sepultada esta semana tras el golpe de Estado que ha derrocado a Bongo. Los Bongo ¡ªAli y su padre, Omar¡ª gobernaron Gab¨®n durante 56 a?os. Cae un clan investigado por corrupci¨®n ¡ªsus 44 propiedades en Francia est¨¢n desde hace a?os en la mirilla de los jueces¡ª y hasta hace poco m¨¢s de una d¨¦cada agasajado por varios presidentes franceses.
Gab¨®n era un basti¨®n de lo que se llam¨® la Fran?afrique, o Franci¨¢frica, la red de intereses pol¨ªticos, econ¨®micos y militares ¡ªa veces inconfesables¡ª que, tras las independencias de los a?os sesenta, Francia teji¨® con las antiguas colonias. Hoy la Fran?afrique est¨¢ tocada de muerte.
No solo por la sucesi¨®n de golpes de Estado, desde 2021, en pa¨ªses que pertenecieron al imperio franc¨¦s. Tambi¨¦n por el sentimiento antifranc¨¦s que ha impulsado algunos golpes. Y la pujanza china y la agitaci¨®n de Rusia con el grupo mercenario Wagner. Y el repliegue militar, decretado por el presidente Emmanuel Macron una d¨¦cada despu¨¦s de la intervenci¨®n en el Sahel. Y la pol¨ªtica del propio Macron, quien dijo en marzo, precisamente en Gab¨®n: ¡°La era de la Fran?afrique ha pasado¡±. Y ahora, en poco m¨¢s de un mes, los golpes de Estado en N¨ªger y Gab¨®n.
¡°Se acab¨® el ?frica postcolonial¡±, resume Fran?ois Heisbourg, consejero del centro de an¨¢lisis Fundaci¨®n para la Investigaci¨®n Estrat¨¦gica. ¡°Esta es la lecci¨®n¡±.
El primero en usar la palabra Fran?afrique fue, al final de la Segunda Guerra Mundial, el periodista Jean Piot. Este era redactor jefe del diario L¡¯Aurore. Se lee en un editorial de agosto de 1945: ¡°Hay algo que debemos preservar a todo precio si no queremos caer definitivamente en el rango de potencia de tercer orden: es la cohesi¨®n del bloque Francia-?frica¡±. Estas palabras resuenan en 2023; se entiende el impacto para Francia de los recientes reveses en ?frica: erosionan su estatus como potencia en el mundo.
El papel de Foccart
Charles de Gaulle lo entendi¨® mientras encabezaba desde Londres y ?frica la Francia libre durante la guerra y, m¨¢s tarde, cuando regres¨® al poder en 1958: las colonias que estaban a punto de independizarse deb¨ªan seguir siendo una palanca para la influencia mundial de Francia. Y qui¨¦n mejor, para ocuparse de ello que un camarada de la resistencia contra los nazis, un hombre de negocios conectado con los servicios secretos: Jacques Foccart.
Foccart era el secretario general de Asuntos africanos y malgaches en la presidencia de la Rep¨²blica. En realidad era mucho m¨¢s, como recuerda el archivista Jean-Pierre Bat, responsable del fondo Foccart en los Archivos Nacionales, en el libro Les r¨¦seaux Foccart (Las redes Foccart). Escribe Bat: ¡°Encarna la parte oscura del gaullismo, desde su pol¨ªtica africana calificada de Fran?afrique hasta sus obras, reales o supuestas, en las cloacas¡±.
¡°Jacques tiene el coraje de ensuciarse las manos¡±, le dijo uno de los colaboradores de Foccart, en 1969, al periodista George Chaffard, en un reportaje que public¨® en Nouvel Observateur y que Bat analiza en su libro. La fuente a?ad¨ªa: ¡°Es gracias a hombres como ¨¦l que nuestra ?frica se mantiene. Y, si no actuamos as¨ª, otros lo har¨ªan contra nosotros. ?C¨®mo cree que proceden los americanos, en el Congo, y los rusos en Nigeria o Egipto?¡± La competici¨®n con Rusia ¡ªy con Estados Unidos¡ª no es nueva.
Foccart ten¨ªa a hombres suyos en los palacios presidenciales africanos. Tambi¨¦n recurr¨ªa a operaciones clandestinas. Como indicaba Chaffard en el reportaje de 1969, ¡°la voluntad gaullista para ?frica lleva a introducir en el circuito a un contingente de voluntarios franceses de los que se espera que sean lo suficientemente espabilados para controlar la operaci¨®n conforme al El¨ªseo¡±. El periodista citaba a Bob Denard, el mercenario que entre los a?os sesenta y los noventa particip¨® en golpes y guerrillas y acab¨® juzgado en Francia. Fen¨®menos como Wagner y su difunto jefe, Yevgueni Prigozhin, no son nuevos.
El fin de la Guerra Fr¨ªa y la globalizaci¨®n acabaron con aquella Fran?afrique, pero algunas costumbres tardan en morir. En 2009, con Nicolas Sarkozy en el El¨ªseo, un cable diplom¨¢tico de Estados Unidos publicado por Ia organizaci¨®n Wikileaks dec¨ªa que la pol¨ªtica francesa en ?frica era transparente, lo contrario que en la ¨¦poca de Foccart y Denard. Pero matizaba: ¡°Cuando las circunstancias le obligan, y cuando hacerlo responde al inter¨¦s nacional de Francia, esta puede recurrir a maneras m¨¢s opacas asociadas con la Fran?afrique.¡±
El expolio
Macron quiere clausurar para siempre este cap¨ªtulo y reformular la relaci¨®n. Ha hecho gestos como la restituci¨®n de obras de arte expoliadas. Reform¨® el franco CFA, ligado antes al franco franc¨¦s; ahora al euro. Anunci¨® el repliegue militar. Pero los recelos no han desaparecido.
¡°Francia mantiene posiciones reales en sus antiguas colonias¡±, sostiene Amzat Boukari-Yabara, coautor de Une histoire de la Fran?afrique. L¡¯Empire qui ne veut pas mourir (Una historia de la Fran?afrique. El imperio que no quiere morir). ¡°Los pilares de la influencia francesa siguen en pie: el monetario y el militar, y una diplomacia agresiva¡±, argumenta. ¡°Si hay una junta en Birmania o un golpe en Am¨¦rica Latina, no vemos discursos de Francia igual de marciales o violentos. Hay un tratamiento muy colonial de las cuestiones africanas que muestra que el esp¨ªritu y el sistema de la Fran?afrique sigue presente¡±.
Antoine Glaser, autor de Le pi¨¨ge africain de Macron (La trampa africana de Macron) discrepa: ¡°La Fran?afrique fue un periodo hist¨®rico¡±. Y ha terminado. ¡°Si la Fran?afrique estuviese viva¡±, a?ade, ¡°no habr¨ªa estos golpes de Estado¡±. Si la Fran?afrique existiese, Macron habr¨ªa convencido sin problemas a las viejas colonias para que condenasen la invasi¨®n rusa de Ucrania. En tiempos de Foccart, ¡°cuando Francia ten¨ªa un problema en la ONU, los jefes de Estado africanos votaban como un solo hombre a favor de Francia¡±, dice Glaser.
Heisbourg cree que, en el futuro, ¡°el vector de la presencia francesa en ?frica ya no ser¨¢ militar¡±. En el Sahel, Francia ha constatado que, pese a que fueron los pa¨ªses de regi¨®n los que pidieron la intervenci¨®n de 2013, la presencia militar ¡°se ha convertido en un problema pol¨ªtico que ya no podr¨¢ gestionarse¡±.
Francia tiene bases en Senegal, Gab¨®n, Chad, N¨ªger y Yibuti. Ha tenido que abandonar Mal¨ª, Burkina Faso y Rep¨²blica Centroafricana. Peligra por ahora la de N¨ªger, donde gobierna una junta golpista a la que Par¨ªs no reconoce. En Gab¨®n se ha suspendido la cooperaci¨®n militar ¡°a la espera de la que la situaci¨®n pol¨ªtica se clarifique¡±, explic¨® el viernes en Le Figaro el ministro franc¨¦s de los Ej¨¦rcitos, S¨¦bastien Lecornu.
Cuesta pasar p¨¢gina. ¡°Militarmente, estamos presentes desde hace 130 o 140 a?os¡±, recuerda Heisbourg, ¡°y continu¨® despu¨¦s de la descolonizaci¨®n, no es algo superficial¡±. ¡°Cuando hay que deshacer v¨ªnculos hist¨®ricos, es dif¨ªcil¡±, prosigue. Concluye el experto: ¡°La Fran?afrique era neocolonial, era la pol¨ªtica del se?or Foccart, no era una relaci¨®n sana, pero era coherente y ten¨ªa su eficacia. Todo esto comenz¨® a deshilacharse hace unos 25 a?os. El resultado es que no se ha remplazado esta pol¨ªtica por algo nuevo y coherente¡±.
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