M¨¢s de 10 meses sin ver la luz del sol
Elvis Tgnabou, rescatado en el Mediterr¨¢neo en 2018, relata su cruda experiencia en Libia en manos de unos hombres armados que pidieron por ¨¦l 5.000 euros que nadie pag¨®
Me llamo Elvis, soy de Burkina Faso y hace siete a?os tom¨¦ la decisi¨®n que me cambi¨® la vida. Vengo de una familia en la que las cosas nunca fueron f¨¢ciles. Mi padre muri¨® y mi abuelo, que se hizo cargo de nosotros, fue asesinado en un atentado terrorista. Empezamos a tener muchos problemas y con 20 a?os me fui de mi pa¨ªs, aunque nunca tuve la intenci¨®n de irme a Europa.
Muchos j¨®venes del ?frica subsahariana emigraban al norte para hacer dinero. Se iban dos, tres, cuatro, cinco a?os y les sal¨ªa bien. Volv¨ªan a sus pa¨ªses y montaban negocios con el dinero que hab¨ªan ganado. Antes de que estallase la guerra, Libia era un buen destino porque hab¨ªa bastante trabajo en la construcci¨®n y se pagaba bien. As¨ª que yo cog¨ª mi mochila sin avisar a mi familia y me fui a la aventura.
Llegu¨¦ a N¨ªger en buses, pero a partir de Agadez, la ¨²ltima ciudad nigerina antes de adentrarse en el S¨¢hara, los viajes se hacen en veh¨ªculos pick-up que controlan las mafias. Entre los traficantes hay gente y buena y mala, aquellos que te cobran y te llevan a tu destino y aquellos que nunca te llevar¨¢n o incluso te secuestrar¨¢n.
Mi viaje de N¨ªger a Libia dur¨® tres semanas. Yo tuve suerte porque es bastante com¨²n que la gente muera en ese trayecto, porque el todoterreno se queda sin combustible, porque se aver¨ªa o se pierde, porque te caes y no paran por ti¡ El coche me dej¨® en Sabha, all¨ª encontr¨¦ una casa donde alojarme y un trabajo en la construcci¨®n.
Trabaj¨¦ durante un mes, m¨¢s o menos, hasta que un d¨ªa aparecieron cinco coches de los que se bajaron varios hombres armados. Empezaron a disparar al aire, nos ordenaron que nos tumb¨¢semos en el suelo con las manos en la espalda. Es decir, nos estaban secuestrando. A dos chicos los mataron a tiros cuando intentaron escapar. Al resto, nos encerraron. Para liberarnos nos dijeron que ten¨ªamos que pagar, que contact¨¢semos con nuestras familias para que enviasen 5.000 euros por cada uno de nosotros. Si no, morir¨ªamos.
Yo no quise llamar a mi familia porque sab¨ªa que mi madre no ten¨ªa ese dinero y tampoco quise hacerla sufrir. Solo llam¨¦ despu¨¦s de muchos meses y sufrimientos en esa c¨¢rcel porque quise decirle d¨®nde estaba; por si al final me mor¨ªa, que no tuviesen que buscarme. Mi madre intent¨® conseguir ese dinero de todas las formas posibles, pero yo no entend¨ªa que hubiese que pagar esa cantidad: si yo hubiese tenido en alg¨²n momento 5.000 euros nunca habr¨ªa salido de mi pa¨ªs.
Pas¨¦ m¨¢s 10 meses en esa c¨¢rcel sin ver la luz del sol, vi a mucha gente morir de sed, de hambre, de golpes, de quemaduras¡ Yo estaba muy herido; a¨²n tengo las cicatrices, pero sobreviv¨ª.
Mi gran suerte fue que un d¨ªa esos mafiosos armados hicieron como una fiesta en la c¨¢rcel. Colapsaron despu¨¦s de beber y drogarse y se olvidaron de cerrar con llave las puertas de nuestras celdas. Algunos chicos se dieron cuenta, dieron la voz de alarma y organizamos una gran fuga. Los guardias, drogados y borrachos, no pod¨ªan controlar nada. Aun as¨ª, hubo prisioneros que no pudieron huir porque ten¨ªan huesos rotos o heridas; no s¨¦ qu¨¦ les pas¨® despu¨¦s.
Yo no ten¨ªa mucha fuerza para correr bien y no ten¨ªa ni idea de ad¨®nde ir. Hasta que un se?or que se llamaba Mahamad me par¨® y me pregunt¨® ad¨®nde iba. El hombre me llev¨® a su casa, me permiti¨® ducharme, cambiarme de ropa y empez¨® a curar todas mis heridas. Me dio una habitaci¨®n y com¨ªamos todos juntos. Cuando la familia sal¨ªa, yo me quedaba en casa porque a¨²n no ten¨ªa la fuerza necesaria para hacer nada. Empec¨¦ a recuperarme un mes despu¨¦s y volv¨ª poco a poco a la vida normal y a ayudarle con sus huertos. Viv¨ª con ¨¦l un a?o hasta que un d¨ªa me dijo que quer¨ªa irse a Egipto con su mujer y sus hijos, y me pregunt¨® qu¨¦ quer¨ªa hacer yo.
Yo le cont¨¦ que no pensaba volver a mi pa¨ªs en ese momento, pero que quer¨ªa ir a Argelia a trabajar. Mahamad me recomend¨® marcharme a Europa, porque me ir¨ªa mucho mejor. Me asegur¨® que me ayudar¨ªa a cruzar el Mediterr¨¢neo hacia Italia, y lo hizo. Era junio de 2018.
Esper¨¦ dos semanas cerca de la playa, el d¨ªa que salimos ¨¦ramos bastantes, unas 60 personas, con mujeres y ni?os. Pasamos varias horas en el mar hasta que nos encontr¨® el barco Open Arms. Al principio cre¨ªmos que eran los mafiosos que interceptan las barcas y que nos devolver¨ªan a Libia, otra vez para secuestrarnos, encerrarnos y pedirnos dinero.
Desembarcamos en Barcelona cuatro d¨ªas despu¨¦s y nos recibieron de una manera que no pod¨ªamos imaginar. Pero ped¨ª asilo y el Gobierno me lo deneg¨®, despu¨¦s de dos a?os y medio de espera, diciendo que mi situaci¨®n no era pol¨ªtica, sino econ¨®mica. Y cuando me lo denegaron, lo perd¨ª todo: el permiso de residencia, el trabajo que ten¨ªa en una panader¨ªa y los cursos que estaba haciendo mientras trabajaba. Casi un a?o despu¨¦s, demostrando todo lo que hab¨ªa trabajado de forma regular, consegu¨ª por fin un permiso de residencia y, despu¨¦s, otro trabajo en una f¨¢brica donde estoy hasta hoy.
Ahora me siento bien, pero no le recomendar¨ªa esta aventura a nadie.
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