Matt Gaetz, el trumpista ¡°nacido para la pelea¡± que puso en jaque al Capitolio
El representante por Florida, miembro del ala m¨¢s dura del Partido Republicano, ha demostrado en sus seis a?os en Washington el mismo af¨¢n por buscar los focos que la pelea
Durante la tensa sesi¨®n que el martes acab¨® con el cese de Kevin McCarthy, primer presidente en los 234 a?os de historia de la C¨¢mara de Representantes que pierde la confianza del Congreso, los 210 miembros del Partido Republicano leales al congresista californiano cortaron el paso hasta en tres ocasiones a Matt Gaetz, el traidor que forz¨® la moci¨®n de censura que acab¨® con su l¨ªder.
Sus compa?eros de filas no quer¨ªan que usara ninguno de los micr¨®fonos de la bancada situada a la derecha del hemiciclo, hasta los topes en un d¨ªa hist¨®rico. As¨ª que Gaetz, congresista por el primer distrito de Florida, el rinc¨®n m¨¢s oriental del Estado, un trozo de tierra en torno a Pensacola y que es casi Alabama, tuvo que usar el podio de los dem¨®cratas para defenderse durante una hora de los ataques de los suyos y justificar un movimiento que ha hecho que su partido pierda hasta nuevo aviso la capacidad de llevar la iniciativa legislativa en Washington.
Los dem¨®cratas sentados alrededor de Gaetz, que pronto confirmaron que pensaban dejar caer a McCarthy, asist¨ªan al espect¨¢culo, tal vez lamentando la prohibici¨®n de comer en tan solemne lugar: m¨¢s de uno habr¨ªa sacado las palomitas para contemplar c¨®mo se despedazaban en directo sus rivales, pese a que disfrutan de una magra mayor¨ªa en la C¨¢mara baja obtenida en las legislativas del pasado noviembre. En su ¨²ltima intervenci¨®n, Gaetz, ya al final del vuelo kamikaze que sumi¨® en el caos al Congreso y aboc¨® al pa¨ªs a la par¨¢lisis legislativa, se gir¨® para dirigirse a la bancada dem¨®crata. Les dijo: ¡°Washington debe cambiar. Tenemos que romper con las inercias. Defender¨¦ esto desde cualquier lugar de esta sala y tambi¨¦n desde cualquier esquina de Estados Unidos¡±.
Nacido para la pelea
Sus ataques a los ¡°lobbies y los intereses especiales¡± que ¡°se apropian¡± de la pol¨ªtica estadounidense, as¨ª como la ret¨®rica, entre populista y antisistema, result¨® seguramente familiar a los observadores de la pol¨ªtica estadounidense desde, al menos, los tiempos del Tea Party, movimiento de principios de la d¨¦cada pasada que hoy cabe contemplar como el canario en la mina de la radicalizaci¨®n de una porci¨®n del Partido Republicano, antes de que llegara Donald Trump e hiciera el resto. Que Gaetz, fiel seguidor del expresidente, se siente c¨®modo en ese discurso provocador queda claro ya desde su biograf¨ªa en X, antes Twitter. En esa moderna tarjeta de visita se define como ¡°un tipo de Florida, nacido para la pelea¡±.
Tiene 41 a?os y es congresista desde 2017. Hijo de pol¨ªtico, fue parlamentario estatal en la capital de Florida, Tallahassee, antes de aterrizar en Washington, donde se ha caracterizado por buscar con el mismo af¨¢n los focos que la pelea. Recibi¨® cr¨ªticas por invitar al Congreso a un negacionista del Holocausto; ha defendido las teor¨ªas sin fundamento del robo de las elecciones de 2020 en las que Trump a¨²n sigue insistiendo; y se ha enfrentado a una investigaci¨®n del Comit¨¦ de ?tica del Congreso por las acusaciones de haber mantenido relaciones sexuales con una menor ¨Dacusaciones que no han desembocado en un procesamiento penal¨D. Tambi¨¦n, por haber consumido drogas ilegales; porque supuestamente comparti¨® im¨¢genes o v¨ªdeos inconvenientes en la C¨¢mara de Representantes; y porque us¨® dinero de su campa?a para s¨ª mismo o acept¨® regalos que contraven¨ªan las reglas de la instituci¨®n.
McCarthy declar¨® el martes despu¨¦s de ser expulsado que la cruzada personal de Gaetz contra ¨¦l obedece, m¨¢s que a las quijotescas aspiraciones de limpiar Washington (el grito de guerra trumpista ¡±drain the swamp¡±, drenar la ci¨¦naga), al hecho de que ¨¦l no haya hecho lo suficiente como speaker para bloquear esas pesquisas. Por la noche, Gaetz desminti¨® en Fox News esas acusaciones.
Cuando tras la victoria electoral ajustada en las ¨²ltimas elecciones legislativas, McCarthy se postul¨® como candidato a suceder a la dem¨®crata Nancy Pelosi en la presidencia del Congreso, el aspirante se enfrent¨® a una rebeli¨®n del ala m¨¢s dura de su partido, liderada, entre otros, por Gaetz. Ese grupo de d¨ªscolos de extrema derecha, asociados en torno al denominado Caucus de la Libertad (que en Washington tambi¨¦n se conoce con el sobrenombre del Caucus Disfuncional), obligaron a que la C¨¢mara votara hasta en 15 ocasiones para elegirlo.
Por el camino, los ultras arrancaron tambi¨¦n compromisos como el que ha acabado con el sue?o largamente acariciado por McCarthy de convertirse en la tercera autoridad del pa¨ªs, puesto del que lo apearon el martes. Entre otras concesiones, acept¨® que una moci¨®n de censura pudiera ser promovida por un solo congresista, lo que ha permitido a Gaetz acabar a la primera ocasi¨®n con su mandato. Lo hizo en protesta por el pacto del s¨¢bado pasado con los dem¨®cratas para evitar un cierre parcial del Gobierno estadounidense hasta el 17 de noviembre.
La iniciativa de Gaetz no solo ha marcado un precedente y lo ha enfrentado definitivamente a su partido. Tambi¨¦n ha resucitado un fantasma, que recorri¨® la C¨¢mara de Representantes para aquellos estudiantes de la historia que creen que si esta no se repite, al menos acostumbra a rimar. Cuando el presidente dem¨®crata Harry Truman (1945-1953) perdi¨® el control del Congreso en las elecciones intermedias de 1946, esa derrota le permiti¨® al menos ganar las presidenciales de dos a?os despu¨¦s, apoyado en el hecho de que sus rivales, peleados internamente, no fueron capaces de sacar gran cosa adelante. Los bautiz¨® en la campa?a como esos ¡°republicanos-que-no-hacen-nada [Do-Nothing-Republicans]¡±.
El partido conservador ha dado la impresi¨®n de ser una formaci¨®n consumida en luchas intestinas desde que hace nueve meses McCarthy result¨® elegido presidente. Es un personaje realmente tr¨¢gico: tal vez nadie en la memoria reciente de Estados Unidos ansi¨® tanto ser speaker del Congreso, y, desde luego, muy pocos (en realidad: solo dos, el ¨²ltimo, hace 147 a?os) duraron menos que ¨¦l. Los republicanos no solo siguen siendo incapaces de sacudirse la sombra de Trump, sino tampoco de aprovechar la oportunidad de gobernar y, de paso, hacer oposici¨®n a Biden con el margen que le concedieron los electores en la C¨¢mara (que no en el Senado, controlado por los dem¨®cratas).
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