Una treintena de pueblos quedan casi desiertos por la tensi¨®n fronteriza entre Israel y L¨ªbano
El Gobierno de Netanyahu responde a la creciente violencia con la evacuaci¨®n de 10.000 vecinos en una regi¨®n cada vez m¨¢s militarizada. La localidad de Kafar Yasif despide en un funeral a la ¨²ltima v¨ªctima israel¨ª
Medio centenar de hombres rodea a los dos hijos de Mufed Sanoono, de 57 a?os, durante su funeral. Se trata del ¨²ltimo civil israel¨ª muerto en medio de la creciente violencia en la frontera que separa el norte de este pa¨ªs de L¨ªbano. ¡°Dios se lo quiso llevar¡±, justifica Ziad, de 27 a?os, hijo menor de esta familia musulmana, durante el ¨²ltimo adi¨®s a su padre en las instalaciones de una mezquita de Kafar Yasif. Un uniformado israel¨ª de 24 a?os muri¨® tambi¨¦n el domingo en la misma regi¨®n en un ataque similar desde el pa¨ªs vecino. Esa muerte eleva a 17 las que se han producido desde el estallido de la guerra entre Israel y Ham¨¢s el 7 de octubre.
Las autoridades israel¨ªes decretaron el lunes la evacuaci¨®n de Shtula, donde perdi¨® la vida Sanoono por un ataque de la guerrilla Hezbol¨¢, y de otras 27 localidades que se encuentran en la zona de dos kil¨®metros que linda con territorio liban¨¦s. En total, unas 10.000 personas a las que el Gobierno ofrece acomodo. EL PA?S comprob¨® en esos lugares que, aunque est¨¢n pr¨¢cticamente vac¨ªos, no han sido evacuados del todo, pese a que, seg¨²n fuentes militares en declaraciones a la radio del ej¨¦rcito, era obligatorio salir antes de la noche del lunes. La zona, sin embargo, s¨ª se encuentra fuertemente militarizada y se observan abundantes movimientos de tropas y de veh¨ªculos del ej¨¦rcito.
El pueblo de Hanita se alza en un promontorio boscoso que forma un perfecto balc¨®n asomado al mar Mediterr¨¢neo y al mar de invernaderos que cubren los cultivos en un paisaje que recuerda al de Almer¨ªa. Un grupo de militares se adentra por una empinada pista forestal monta?a arriba desde esa localidad. Van pertrechados con mochilas y otros equipos en direcci¨®n a la vecina l¨ªnea de demarcaci¨®n entre los dos pa¨ªses. En el pueblo de Shlomi, ubicado monte abajo, Johnny, de 37 a?os, se prepara para dejar su casa y ser realojado junto a su familia atendiendo al plan del Gobierno. En una rotonda pr¨®xima, Teresa, de nacionalidad sudafricana, espera la furgoneta de su empresa para acudir al trabajo. Explica que tanto ella como su marido son conscientes del plan de evacuaci¨®n, pero que nadie, por el momento, les ha obligado a dejar su casa. Algunas de las personas consultadas no han querido dar su apellido ni su edad. Otras, ni su nombre.
Una quincena de kil¨®metros m¨¢s al este, Shani, un militar de 37 a?os, forma parte del ret¨¦n que custodia el acceso a la carretera que lleva a Zarit, donde muri¨® el domingo el soldado de 24 a?os, y a la de Shomera. Shani es copropietario de un restaurante en Tel Aviv, pero el s¨¢bado 7 de octubre, el mismo d¨ªa del mort¨ªfero ataque de Ham¨¢s en territorio israel¨ª, se reincorpor¨® al ej¨¦rcito como reservista. Su socio mantiene el negocio estos d¨ªas en labores humanitarias para ayudar con comida a civiles y militares.
Diversidad y miedo
Mufed Sanoono era vecino de Kafar Yasif, una localidad de unos 40.000 habitantes, la inmensa mayor¨ªa de ellos ¨¢rabes israel¨ªes. Kafar Yasif, a una quincena de kil¨®metros de la frontera con L¨ªbano, no se ve afectado por el plan de evacuaci¨®n del Gobierno. Una panader¨ªa del centro refleja bien la diversidad de una poblaci¨®n local repartida entre musulmanes, drusos y cristianos ante la casi ausencia de jud¨ªos. La gerente del local, drusa, atiende un goteo constante de clientes mientras destaca que hay cierto miedo ante los ¨²ltimos incidentes en los montes que jalonan la frontera. ¡°La gente, por precauci¨®n, est¨¢ comprando m¨¢s pan¡±, comenta. Entre los que se llevan grandes bolsas de los redondos panes de pita y dulces de varios tipos, hay mujeres musulmanas o Pieer, un hombre con un rosario colgado al cuello y tatuajes de la Virgen y Jesucristo en el brazo derecho. ¡°S¨ª que tenemos cierto miedo¡±, reconoce una mujer cristiana.
No lejos de esa panader¨ªa, un sal¨®n adyacente a la mezquita de Abu Baker Al Sadek acoge el lunes el ¨²ltimo adi¨®s a Mufed Sanoono. Entre las decenas de presentes es m¨¢s conocido, siguiendo la tradici¨®n, como Abu Basel (el padre de Basel, nombre de su primog¨¦nito). Su entierro tuvo lugar en la tarde del domingo, pocas horas despu¨¦s de que un misil de la guerrilla chi¨ª Hezbol¨¢ alcanzara a este obrero de la construcci¨®n en el pueblo de Shtula y dejara heridos a tres compa?eros. Basel, de 33 a?os, y Ziad, su hermano menor, reciben las condolencias junto a otros familiares. El mayor, sin embargo, lamenta la dejadez de las autoridades ¡ªapenas una llamada de compromiso, detalla¡ª y cree que su padre habr¨ªa tenido otra despedida si hubiera sido jud¨ªo. Ni siquiera, a?ade a su queja, los medios de comunicaci¨®n acudieron al entierro ni al funeral. ¡°Solo t¨²¡±, dice al periodista.
¡°Se fue como cualquier otro d¨ªa a trabajar y, de repente, empezamos a ver en redes sociales que hab¨ªa un muerto de Kafar Yasif en un ataque. Pronto se corri¨® la voz y empezaron a llamarnos¡±, explica Ziad, que prefiere no hablar de cuestiones de seguridad ni de problemas de convivencia entre israel¨ªes musulmanes y jud¨ªos. ¡°Finalmente, encontramos su cuerpo en la c¨¢mara frigor¨ªfica del hospital¡±, concluye.
¡°Nuestra vida vale menos. Eso es as¨ª¡±, asegura Ehab Yahia, de 43 a?os, uno de los asistentes, que, tras 19 a?os en Suecia, regres¨® a Kafar Yasif en febrero. Hay cosas que no han cambiado en todo este tiempo, se?ala, como que a las comunidades de mayor¨ªa ¨¢rabe les cuesta m¨¢s que llegue el dinero del Gobierno para escuelas, actividades infantiles, instalaciones deportivas o para limpieza de calles. ¡°No tengo miedo a decirlo [¡] Y en algunos casos se desv¨ªan partidas para los colonos¡±, m¨¢s de 500.000 israel¨ªes que ocupan amplias zonas de Cisjordania. Se atreve a hablar incluso de ¡°discriminaci¨®n y apartheid¡±, pero pronto pide destacar que no todo es malo, porque ¡°son muchos los que acaban como m¨¦dicos o ingenieros en pa¨ªses europeos¡±. ¡°Pero lo m¨¢s importante es la paz. Tenemos que lograrla, porque aqu¨ª, en esta tierra, hay espacio para que vivamos todos¡±, concluye Ehab Yahia sin arrojar el optimismo por la borda.
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