Severodonetsk, destrucci¨®n y ¨¦xodo en la Ucrania tomada por Rusia: ¡°La ciudad era maravillosa, ahora casi no hay vida¡±
EL PA?S viaja a la zona controlada por tropas rusas desde hace m¨¢s de un a?o. Los pocos habitantes que quedan tratan de retomar sus vidas con el constante ruido de la artiller¨ªa del frente
Tras los muros del santuario de Lesnaya Dacha se encuentran las tumbas de casi 400 personas, todos ellos civiles fallecidos en la batalla del a?o pasado por la ciudad de Severodonetsk, en la provincia ucrania de Lugansk. El silencio de aquel bosque de sepulturas lo rompe el estruendo de las constantes explosiones que llegan de detr¨¢s de la colina donde se alza la ciudad gemela de Lisichansk, que hace frontera con el estancado frente. Y en aquel cementerio no se observa ninguna corona de flores con los colores de la bandera rusa, a diferencia de otros camposantos que lindan con el camino a aquel territorio desde la regi¨®n rusa de B¨¦lgorod. All¨ª, algunos ramos con la tricolor despiden a los vecinos que sirvieron en su ofensiva sobre Ucrania.
La mayor parte de la regi¨®n de Lugansk fue arrebatada a Ucrania en la guerra de Donb¨¢s de 2014 y 2015, aunque su anexi¨®n sobre el papel por Rusia el pasado a?o no la reconocen ni siquiera ¡ªsalvo Siria y Corea del Norte¡ª los socios del Kremlin, como China y la India, que reclaman restaurar la integridad territorial de Ucrania. Ello explica que la destrucci¨®n aparezca de forma s¨²bita poco antes de llegar a la demarcaci¨®n con la siguiente regi¨®n ucrania, J¨¢rkov. All¨ª los frondosos bosques son sucedidos por un campo ennegrecido por las cenizas y los miles de troncos arrancados durante la batalla en febrero de 2022, y una sucesi¨®n de casitas y f¨¢bricas destruidas anticipa la entrada a Severodonetsk, donde no se ve un alma en unas calles reducidas a escombros.
¡°La ciudad era maravillosa, ahora pr¨¢cticamente no hay vida. Solo ancianos y discapacitados. Eso es todo¡±, lamenta Andr¨¦i, un hombre de 64 a?os que perdi¨® una pierna durante los combates por Severodonetsk desde marzo a junio del pasado a?o. ¡°Ech¨¦ una mano durante los bombardeos, llevaba pan y medicinas en bicicleta. Fui herido y los rusos me llevaron a Lugansk, donde me amputaron la pierna¡±, explica en su peque?o puesto del mercado central donde vende cigarrillos electr¨®nicos.
Parte de la familia de Andr¨¦i, incluida su nieta, vive ahora en Alemania y no cree que regresen nunca. ¡°Es una l¨¢stima. Bueno, imagino que cada uno elige su propio destino¡±, suspira con amargura. En Severodonetsk viv¨ªan m¨¢s de 105.000 personas antes de la guerra, aunque se quedaron unas 8.000 durante la batalla, ¡°los que no pudieron huir¡±, el mantra que repite todo el mundo, y actualmente son 32.000, seg¨²n la administraci¨®n impuesta por el Kremlin en la ciudad.
Salvo el centro, donde hay algo de vida, el resto de la ciudad est¨¢ vac¨ªa. Sus jruschiovk§Ñ, los tradicionales bloques prefabricados sovi¨¦ticos de cinco pisos que poblaron todas las ciudades de la URSS, est¨¢n destrozados y muchos de ellos minados, y cuando anochece y comienza el toque de queda, apenas tres o cuatro luces iluminan sus decenas de ventanas.
¡°Es como un circo. Sal de las calles centrales. En ellas est¨¢ todo genial, pero m¨¢s all¨¢ todo est¨¢ destruido, roto¡±, deplora Andr¨¦i, aunque sus dardos tambi¨¦n llegan a Kiev y Europa. ¡°Lo estropearon todo con nosotros, los rusoparlantes. Entiendo ucranio, escribo ucranio, pero no me obligues a hablar en ucranio. Amo el idioma, es hermoso, pero no es necesario venir aqu¨ª y obligar a nadie a hablarlo¡±, subraya el hombre, quien echa de menos los tiempos sovi¨¦ticos, cuando a¨²n exist¨ªa una boyante industria qu¨ªmica. ¡°Europa lo pasar¨¢ mal sin Rusia, los americanos os est¨¢n enga?ando. Puede que Espa?a no sufra en invierno, pero el resto s¨ª¡±, advierte Andr¨¦i tras lamentar que tampoco esperan tener calefacci¨®n en la ciudad ¡°por segundo invierno consecutivo¡±.
Presencia militar omnipresente
Nadie habla en p¨²blico en ucranio. El ambiente no invita a hacerlo. Los militares rusos son omnipresentes y un miembro de la administraci¨®n local toma nota de las personas entrevistadas.
La batalla por Severedonetsk entre Rusia y Ucrania ¨Dque defend¨ªa la plaza¨D, comenz¨® en marzo de 2022. ¡°Un tanque ucranio dispar¨® contra mi casa, le molestaba¡±, dice visiblemente emocionado Vlad¨ªmir, de 25 a?os. Decidi¨® quedarse en Severodonetsk pese a que su familia vive en Portugal desde hace siete a?os. Tambi¨¦n reconoce que muchos de sus conocidos han luchado por Ucrania. ¡°Cuando hablamos no lo hacemos desde la pol¨ªtica, sino de persona a persona. Muy poco depende de la gente corriente¡±, afirma tras admitir que esta guerra ha supuesto una ruptura con muchos de los suyos.
Vlad¨ªmir trabaja en las reparaciones, el ¨²nico sector que mantiene activa a la poblaci¨®n de Lugansk. El Kremlin ha invertido much¨ªsimo dinero en los territorios conquistados para ganarse el apoyo de quienes a¨²n quedan all¨ª. Las nuevas carreteras de la regi¨®n son uno de los m¨¢ximos exponentes de esta pol¨ªtica, cuyos efectos se multiplican porque una de las principales quejas de la poblaci¨®n es que Kiev hab¨ªa dejado de invertir en la zona en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas.
¡°Durante 30 a?os no se repar¨® nada. Ni guarder¨ªas, ni escuelas. La casa en la que vivo fue construida en 1980 y nunca hab¨ªa sido renovada. Las tuber¨ªas est¨¢n podridas, todo est¨¢ podrido¡±, dice Svetlana, de 58 a?os, en su tenderete del mercado. Junto a ella trabaja Liudmila, de 68, quien conf¨ªa en las promesas de Rusia: ¡°el presidente Vlad¨ªmir Putin nos dijo que la ciudad ser¨¢ mejor de lo que era¡±. No obstante, admite que es pronto para valorar el apoyo ruso y que las carencias son enormes, adem¨¢s de que faltan medicamentos, ¡°no hay trabajo. Cuando haya, la gente regresar¨¢¡±.
En una de las jruschiovk§Ñ arrasadas malvive Oleg, de 59 a?os. ¡°Quien pudo irse, se fue. Quien no, se escondi¨® en los s¨®tanos¡±, cuenta este hombre solitario. Sin parientes, volvi¨® a su hogar tras la batalla. All¨ª se encontr¨® un bloque totalmente en ruinas con los restos de un tanque ucranio bajo uno de sus arcos. Tras intentar pasar una noche en su hogar, se mud¨® al bajo. ¡°Mi casa estaba en el octavo piso, pero era imposible vivir all¨ª. Se inundaba al llover, algo se quebr¨® por la noche, daba miedo¡±, recuerda. Un par de vecinos tambi¨¦n viven all¨ª ¡°sin agua, luz ni calefacci¨®n¡±.
M¨¢s de media ciudad no es bienvenida
Severodonetsk es gobernada por una autoridad impuesta desde Rusia. El alcalde, Nikol¨¢i Morgunov, fue miembro del prorruso Partido de las Regiones del huido expresidente V¨ªktor Yanuk¨®vich hasta que, en mayo de 2014, se pas¨® al lado separatista ruso. En aquellos tiempos fue edil de Brianka, una ciudad donde actu¨® uno de los batallones prorrusos m¨¢s violentos, el URSS Brianka. Varios de sus miembros denunciaron en Rusia que se cometieron numerosas torturas y asesinatos entre la poblaci¨®n local.
¡°Los primeros miembros de la administraci¨®n [rusa] se incorporaron en julio del a?o pasado, la situaci¨®n era aterradora. La ciudad hab¨ªa resultado destruida en un 80% (...) no hab¨ªa agua, electricidad ni gas¡±, relata Morgunov en la sede del ayuntamiento, donde a¨²n son visibles las marcas de la metralla y los agujeros de bala. ¡°Adem¨¢s, todav¨ªa hab¨ªa cad¨¢veres insepultos de civiles en las calles, y en los patios hab¨ªa unas 250 tumbas, la gente no pod¨ªa enterrar a los suyos¡±, a?ade.
Morgunov hace hincapi¨¦ en que las fuerzas ucranias bloquearon las calles con coches destruidos y minaron numerosos edificios, y ¡°trataron de asustar¡± a la poblaci¨®n para que abandonase la ciudad ante la inminente batalla entre sus casas. Seg¨²n sus c¨¢lculos, 92 de cada 100 habitantes huyeron, aunque no desea la vuelta de todos.
¡°Hay personas que abandonaron deliberadamente Severodonetsk y se dirigieron a Ucrania. ?Les esperaremos? No. Las personas que viven aqu¨ª hoy, que han regresado, son las que tienen derecho a construir su futuro¡±, advierte Morgunov, y a?ade: ¡°Todos tuvieron la oportunidad de volver, todos tuvieron la oportunidad de no abandonar esta tierra. Algunos se asustaron, algunos se dejaron convencer, algunos cedieron¡±. Morgunov, que acusa al antiguo alcalde ucranio de haber puesto personalmente una mina antitanque en su despacho, estima que m¨¢s de 1.000 civiles murieron durante los combates.
2014, fecha maldita
Los ocho a?os transcurridos desde la guerra de Donb¨¢s han alterado profundamente la situaci¨®n pol¨ªtica de la regi¨®n: cientos de miles de personas proucranias dejaron atr¨¢s sus hogares para marchar a Europa o al oeste del pa¨ªs. Por su parte, gran parte de la poblaci¨®n que se qued¨® ha esperado todos estos a?os su anexi¨®n por Rusia para salir de su limbo legal. Adem¨¢s, suelen situar las protestas de Maid¨¢n de 2014 como el origen de la guerra pese a las fricciones anteriores con Mosc¨² ¡ªincluidas las crisis del gas de 2009 y 2010, y el envenenamiento del l¨ªder proeuropeo V¨ªktor Yuschenko en 2004¡ª.
La ciudad de Lugansk (unos 430.000 habitantes, seg¨²n las autoridades rusas), muy lejos del frente, podr¨ªa pasar por una urbe normal salvo por algunos peque?os detalles, como los gigantescos altavoces de sus alarmas antia¨¦reas. La capital regional bulle de vida, y a diferencia de Severodonetsk, much¨ªsimos ni?os juegan en sus parques.
Para sus habitantes, su fecha fat¨ªdica es el 2 de junio de 2014, cuando un avi¨®n de las fuerzas a¨¦reas de Ucrania bombarde¨® el parque central matando a ocho civiles. ¡°Costaba entender que ¡ªen el aparato¡ª no estuviera la bandera rusa, sino la ucrania. Consideramos aquel d¨ªa el comienzo de la guerra de Ucrania contra la pac¨ªfica Donb¨¢s¡±, cuenta Nikol¨¢i, de 60 a?os, due?o de una tienda de armas de caza junto a su esposa, Tatiana, de 52, que tambi¨¦n result¨® da?ada por un proyectil en otro ataque.
El relato es importante en los dos lados de la guerra. Aunque esta pareja describe la regi¨®n separatista en los ¨²ltimos a?os como ¡°una rep¨²blica bananera¡±, incide en que las milicias locales ¡°solo¡± tomaron la sede local del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) en 2014, a diferencia ¡°del golpe de Maid¨¢n¡±, y apuntan que la irrupci¨®n de militares rusos en Donb¨¢s en abril de aquel a?o, las escaramuzas y la batalla por el aeropuerto de Donetsk de mayo era algo ¡°lejano¡± para ellos. Adem¨¢s, pocos reconocen el rostro de una estatua alzada en el centro de Lugansk en homenaje ¡°a los voluntarios¡±. El militar abrazado por una ni?a no es otro que Dmitri Utkin, el principal comandante de la compa?¨ªa de mercenarios Wagner hasta su muerte este verano junto al rebelde Yevgueni Prigozhin en una cat¨¢strofe a¨¦rea sin aclarar.
Algunos soldados de hoy eran ni?os en 2014 y su infancia ha estado marcada por la guerra. Yevguenia es una voluntaria rusa que teje redes de camuflaje para el ej¨¦rcito, lo que considera ¡°ayuda humanitaria¡±. Presenta a dos soldados en su tiempo de descanso en Lugansk.
¡°Cada hombre debe defender su patria¡±, dice Andr¨¦i, de 22 a?os y militar desde los 19, cuando se alist¨® bajo la autoproclamada rep¨²blica. El combatiente remonta su decisi¨®n al 26 de julio de 2014, cuando durante el cumplea?os de su abuelo comenz¨® el asalto del aeropuerto junto al que viv¨ªan. ¡°En nuestro pueblo no hab¨ªa ning¨²n soldado y dispararon contra el jard¨ªn de infancia. ?Por qu¨¦?¡±, apunta.
¡°Mucha gente de Lugansk se ha olvidado de la guerra porque ya est¨¢ lejos¡±, admite. ¡°Todo el mundo quiere vivir, todo el mundo tiene miedo¡±, afirma, opini¨®n que comparte su compa?ero, de 34 a?os. ¡°Ucrania no ha existido como tal. Lee la historia. Esto era el Rus de Kiev, la historia se repite¡±, agrega el militar, tambi¨¦n llamado Andr¨¦i, antes de mostrarse pesimista sobre el futuro. ¡°?Qu¨¦ ser¨¢ lo pr¨®ximo? ?Europa contra nosotros?¡±
La conversaci¨®n se limita a conocer sus motivaciones: las leyes rusas persiguen con la c¨¢rcel cualquier difusi¨®n de informaci¨®n que pueda revelar secretos militares y, como ellos dicen, su labor se limita a ¡°sobrevivir y cumplir ¨®rdenes¡±.
Entre Lugansk y Severodonetsk existe un remanso de paz, Shastia, una peque?a ciudad donde los combates fueron breves. All¨ª, en una placita donde a¨²n es visible un cr¨¢ter, dos mujeres pasean con sus hijos. ¡°No hay un motivo para elegir entre vivir en Rusia o en Ucrania. Lo principal para m¨ª es que haya silencio, que mis hijos no escuchen disparos, bombardeos y todo eso; que mis hijos estudien¡±, afirma Yulia, de 34 a?os y vecina de Kramatorsk (ciudad de Donetsk controlada por Ucrania), que aguarda en aquel pueblo junto a su familia a poder regresar a su hogar.
¡°No hemos desecho las maletas (...) Quiero paz, estoy cansada de esto. Esta no es mi casa, lo hemos dejado todo atr¨¢s¡±, a?ade. Tanto ella, como su amiga Yelena, de 37 a?os y tres hijos, tienen pasaportes rusos. ¡°Hay que alimentar a los ni?os, hay que vivir. Con un pasaporte ucranio no puedes conseguir trabajo en ning¨²n lado¡±, apunta Yulia.
Los habitantes de la provincia de Lugansk suelen quejarse de que apenas reciben ayuda humanitaria. ¡°Nos prometieron monta?as de oro, pero recibimos 500 rublos (unos cinco euros) al mes, ?disculpe?¡±, lamenta Oleg entre las ruinas de Severodonetsk, donde sue?a con obtener unas botas nuevas y un m¨®vil para retomar el contacto con sus conocidos, incluso en lado ucranio.
Uno de los puntos donde se entrega ayuda humanitaria es el santuario de Lesnaya Dacha. All¨ª ha llevado algunos recursos Yevgueni. ¡°Necesitan medicamentos y material de construcci¨®n para tapar las ventanas¡±, explica antes de afirmar que los rusos ¡°luchamos por los nuestros, por nuestra lengua¡±.
La iglesia sali¨® indemne de los bombardeos, aunque algunos iconos de su colecci¨®n tienen agujeros de metralla. ¡°Siempre hay una raz¨®n para la guerra¡±, afirma su antigua madre superiora, Liubov Alekseyevna, de 68 a?os, quien culpa directamente a Ucrania de haber provocado el conflicto ¡°con el cierre de sus iglesias¡±. ¡°Siempre caminamos con Dios y siempre ganamos con Dios¡±, asevera suavemente mientras en el aire retumban a lo lejos las explosiones de la artiller¨ªa. Al mirar hacia all¨¢, tras las vallas de la ermita, se alza el bosque de cruces donde yacen cientos de inocentes ¡°m¨¢rtires¡±, como los llama, de esta guerra.
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