El asesinato de un fiscal desconcierta al Gobierno de Ecuador en plena guerra contra el crimen
Los operativos contra las bandas de polic¨ªa y ej¨¦rcito quedan empa?ados por el asesinato a plena luz del d¨ªa de uno de los investigadores anticorrupci¨®n m¨¢s relevantes del pa¨ªs. La polic¨ªa ha detenido a dos supuestos implicados
El Gobierno de Daniel Noboa hab¨ªa logrado en los ¨²ltimos tres d¨ªas apaciguar moment¨¢neamente Ecuador, al menos en su forma m¨¢s visible. Es verdad que las morgues contin¨²an llenas de cad¨¢veres con disparos en la cabeza, descuartizados y decapitados, pero tambi¨¦n que el ej¨¦rcito ha logrado pacificar Guayaquil, la ciudad m¨¢s golpeada por la violencia. La gente ha regresado a las calles, los coches vuelven a circular por las carreteras. Los negocios han vuelto a subir las persianas, aunque sea hasta las 11 de la noche, la hora del toque de queda. Las autoridades han retomado el control de las c¨¢rceles sin que se convierta en un derramamiento de sangre. Sin embargo, el asesinato de uno de los principales fiscales del pa¨ªs a plena luz del d¨ªa, sin ning¨²n escolta a su lado, ha desconcertado al Gobierno, que ve c¨®mo las bandas golpean sin miedo a las principales estructuras del Estado. Noboa, que estaba en Miami por el nacimiento de su tercer hijo, no se ha referido al asesinato.
El crimen organizado asesin¨® en agosto del a?o pasado a Fernando Villavicencio, candidato presidencial conocido por investigar los nexos entre las bandas y la pol¨ªtica. Nadie pensaba que los criminales se atrevieran a llegar tan lejos. En el camino han acabado con la vida de alcaldes y concejales. Ahora, la mafia ha redoblado su apuesta al poner en su mira a C¨¦sar Su¨¢rez, conocido fiscal anticorrupci¨®n. Su ¨²ltimo trabajo, pocos d¨ªas antes del asesinato, consisti¨® en entrevistar a los 13 j¨®venes detenidos por asaltar en directo TC Televisi¨®n, una acci¨®n que supuso hace ocho d¨ªas el desencadenante de una ola de violencia. El mensaje mafioso es claro: nadie es intocable.
Ni siquiera el presidente. El edificio en el que vive en Guayaquil ¡ªle pertenece ese y el de al lado, su padre es el hombre m¨¢s rico del pa¨ªs¡ª permanece resguardado por dos docenas de militares apostados frente al malec¨®n, donde corre suave la brisa del mar. Su¨¢rez no contaba con esa suerte. Su ¨²ltima investigaci¨®n trataba de revelar qui¨¦n estaba detr¨¢s del secuestro de los periodistas del canal de televisi¨®n, que se ha adjudicado a la banda de Los Tiguerones, una de las m¨¢s relevantes. Pero hay quien duda de que ese sea el caso que le ha costado la vida. El fiscal puso contra la pared a importantes delincuentes de cuello blanco con el caso Met¨¢stasis, que bucea en la corrupci¨®n de la judicatura, muy presente en el d¨ªa a d¨ªa de los ecuatorianos. A su vez, persigui¨® a los empresarios corruptos que hicieron dinero de manera ilegal con la venta de material a los hospitales durante la pandemia.
Muchos son los sospechosos, pero solo uno ha debido ordenar el crimen. Su¨¢rez recibi¨® m¨¢s de 20 balazos cuando conduc¨ªa un coche blanco por el norte de Guayaquil. Acababa de salir de su oficina, en unas dependencias judiciales, y se dirig¨ªa a un juzgado a celebrar una vista. La polic¨ªa anunci¨® el jueves que detuvo durante la madrugada a dos sospechosos de estar detr¨¢s del crimen, a los que incautaron armas y uniformes de la polic¨ªa de tr¨¢nsito. Al fiscal se le conoc¨ªa por ser incansable, incorruptible. Su asesinato recuerda a los que llevaba a cabo la mafia italiana en los a?os noventa o a los que ocurren actualmente en M¨¦xico, donde el narco lleva enquistado varias d¨¦cadas. La muerte del fiscal revela el poder de las pandillas ecuatorianas, infiltradas en el coraz¨®n del sistema. Golpearon a la pol¨ªtica con el crimen de Villavicencio y retan ahora a la justicia con la muerte de un fiscal de peso. No es el primero. Al menos otros dos fiscales fueron asesinados el a?o pasado en el mismo sitio, Guayaquil.
Las autoridades se han mostrado en¨¦rgicas en la condena. De forma contundente, la fiscal general de la naci¨®n, Diana Salazar, dijo que los trabajadores de la justicia, en vez de detenerse, redoblar¨¢n sus esfuerzos a la hora de combatir el crimen. Ella misma ha sido objeto de amenazas. El a?o pasado recibi¨® llamadas telef¨®nicas amenazantes provenientes de n¨²meros extranjeros. La intimidaci¨®n y el clima de terror tambi¨¦n se impusieron durante las elecciones regionales que se celebraron en 2022, de la que fueron v¨ªctimas candidatos, alcaldes y concejales.
El ministro de Defensa, Giancarlo Loffredo, rechaz¨® ¡°toda forma de violencia¡± y dijo ratificar el compromiso del Gobierno nacional ¡°en apoyar a las instancias de la administraci¨®n de justicia¡±. Vincul¨® el crimen a los operativos que los militares y la polic¨ªa despliegan en todo el pa¨ªs despu¨¦s de que Noboa decretara la conmoci¨®n interna, la asunci¨®n de que va a librar una guerra dentro de sus fronteras contra el crimen organizado, que ya controla jueces, fiscales, polic¨ªas y generales. En tres a?os, en los que las pandillas se han aliado con los carteles de la droga mexicanos, a la mafia le ha llovido dinero al convertir Ecuador en el principal exportador de coca¨ªna del mundo.
El Gobierno ha tratado de transmitir la sensaci¨®n de que su ofensiva est¨¢ siendo un ¨¦xito. Este mi¨¦rcoles ha dado a conocer, como cada d¨ªa, los resultados de la operaci¨®n: 1.975 detenidos por ¡°terrorismo¡±, 55 operaciones contra ¡°grupos terroristas (como han sido denominadas las pandillas), cinco ¡°terroristas¡± abatidos, 32 secuestrados liberados. Inform¨® adem¨¢s sobre la detenci¨®n de un tal Chelo, l¨ªder de una banda, y de un tal Leo, un sicario. Ese informe se hizo p¨²blico por la ma?ana, cuando todav¨ªa el fiscal Su¨¢rez se encontraba entre los vivos. Su muerte, aunque solo sea una, emborrona el despliegue en armas del Gobierno.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.