Las ¨²ltimas v¨ªctimas de Gaza: 7.000 palestinos bajo escombros, abandonados o desaparecidos
Los ataques de Israel y la falta de equipos de emergencia impiden rescatar, recoger y enterrar a miles de personas fallecidas o sin localizar m¨¢s all¨¢ de la lista de casi 29.000 muertos oficiales
Asaad Oroq, Bahaa Oroq, Raghad Saleh Farwaneh, Israa Ola Saleh Farwaneh, Saleh Rahaf Ahmed Qanita, Refaat Alareer¡ Miles de hombres, mujeres y ni?os engrosan la lista de las que pueden ser consideradas las ¨²ltimas v¨ªctimas de la guerra en Gaza. Son aquellas cuyos cuerpos no han sido recuperados o localizados. Las que llevan semanas o meses pudri¨¦ndose debajo de los escombros de los edificios bombardeados por el ej¨¦rcito de Israel. Las que est¨¢n abandonadas en calles y carreteras, a veces comidas por animales hambrientos all¨ª donde las tropas impiden el acceso. Las que se han evaporado sin dejar rastro¡
El n¨²mero que ofrece el cuerpo de Defensa Civil, encargado de los rescates, apoyado por instituciones como la Media Luna Roja, es, al menos, de 7.000. Son los muertos y desaparecidos no registrados, los que quedan fuera de los casi 29.000 oficiales contabilizados por las autoridades sanitarias de la Franja, en manos de las autoridades de Ham¨¢s.
Ahmed Omar Farawaneh, de 26 a?os, es el ¨²nico superviviente de su familia. Cuenta que la vida le iba bien al frente de una empresa de marketing digital en Gaza, desde donde trabajaba con compa?¨ªas de Arabia Saud¨ª. Dos d¨ªas antes del 7 de octubre, cuando Ham¨¢s mat¨® a unos 1.200 israel¨ªes marcando el comienzo de la guerra, hab¨ªa viajado a una conferencia en Suiza. Fue en torno al mediod¨ªa del d¨ªa 15 cuando fue alertado de un ataque y empez¨® a tratar de contactar con su familia, pero no fue posible. Horas despu¨¦s supo que su casa hab¨ªa sido bombardeada y que todos hab¨ªan muerto.
¡°Perd¨ª a 16 miembros de mi familia, entre ellos a mi madre y a mi padre, exdecano de la Facultad de Medicina de la Universidad Isl¨¢mica. Tambi¨¦n mis hermanas Aya e Isra, con sus maridos e hijos. Y mi hermano, Abdulaziz, con su mujer e hijos. Todos eran civiles y la mayor¨ªa de los m¨¢rtires [forma de referirse a los que fallecen en el conflicto], ni?os¡±, detalla. ¡°A tres de mis sobrinos no pudimos encontrarlos ni enterrarlos. Son Raghad Saleh Farawaneh, de 14 a?os; Israa Ola Saleh Farawaneh, de ocho; Saleh Rahaf Ahmed Qanita, de nueve¡å, lamenta Farawaneh, que espera en Turqu¨ªa el final de la guerra. Su testimonio, como el resto de la decena recabados para este reportaje a lo largo de dos semanas por los problemas de comunicaci¨®n con Gaza, llega a trav¨¦s de mensajes escritos y de voz al tel¨¦fono.
¡°Se trata de un asunto espinoso y complicado. Desde el comienzo de la guerra los n¨²meros no dejan de crecer de manera dram¨¢tica cada d¨ªa, aunque tratamos de dar lo mejor de nosotros para sacar todos los cuerpos de entre los escombros¡±, comenta Mahmud Bassal, portavoz del servicio de Defensa Civil de Gaza, cuyos efectivos y equipos se han visto muy mermados en estos m¨¢s de cuatro meses de contienda. A veces, la ¨²nica soluci¨®n es escribir los nombres de los que no han podido ser rescatados con espray sobre las piedras para marcar el lugar y facilitar as¨ª las tareas de recuperarlos el d¨ªa que sea posible.
¡°El 20 de diciembre, el ej¨¦rcito de Israel bombardeo nuestra casa familiar y perd¨ª a 21 personas: mi madre, tres hermanos, sus mujeres y sus hijos e hijas. Durante 10 d¨ªas trataron de extraer los cuerpos, pero no fue posible en el caso de mi hermano Asaad, un empleado p¨²blico de 45 a?os, y su hijo Bahaa, estudiante universitario de 23 a?os que se iba a casar este verano¡±, cuenta el periodista gazat¨ª Abdulrrahim Oroq, que reside desde hace ocho a?os en Estambul. ¡°A falta de miembros de los equipos de rescate y de herramientas, vecinos y familiares fueron los encargados de ayudar a recuperar a los muertos, algunos de ellos ya descompuestos y sin poder identificarlos. Los enterraron en un campo de f¨²tbol pr¨®ximo a Sheik Radwan, el barrio donde vivimos en la ciudad de Gaza¡±, a?ade.
¡°Espero que est¨¦n en el para¨ªso¡±
¡°Espero que est¨¦n en el para¨ªso¡±, anhela Ibrahim Bahjat abu Dan, vecino del campo de refugiados de Bureij, en el centro del enclave palestino, que result¨® herido en el bombardeo de su vivienda y de otras adyacentes donde habitaban otros familiares. ¡°Fue una tortura, porque los muertos sab¨ªamos que estaban muertos, pero los vivos no los pod¨ªamos sacar¡±, explica al tiempo que recuerda a algunas de las v¨ªctimas, como su primo Maher y su hija. ¡°Quedaron cuatro cad¨¢veres entre los escombros. Estuvieron all¨ª mucho tiempo porque hab¨ªa muchos bombardeos y no ten¨ªamos medios suficientes. Era una zona muy peligrosa. A algunos los sacaron ya descompuestos tras 20 d¨ªas, cuando yo estaba todav¨ªa en el hospital¡±, recuerda.
¡°Hay cad¨¢veres entre los escombros y tirados en la calle. No pod¨ªa ir nadie a salvarlos, ni la Cruz Roja, ni la Media Luna Roja¡ Cuando alguien se acerca las fuerzas de ocupaci¨®n les disparan. (¡) No respetan a nuestros muertos, que est¨¢n ah¨ª tirados como perros. No podemos enterrarlos y no sabemos qu¨¦ hacer. A algunos se los acaban comiendo los perros o los animales¡±, lamenta Majid Shakur, uno de cuyos hermanos, Ahmed, de seis a?os, se qued¨® bajo los cascotes en la localidad meridional de Jan Yunis, escenario de intensos ataques israel¨ªes desde hace semanas.
Entre las v¨ªctimas mortales cuyos cuerpos no se han recuperado se encuentra el profesor Refaat Alareer, entrevistado por EL PA?S unas semanas antes de que el ej¨¦rcito israel¨ª lo matara el 6 de diciembre junto a un hermano, una hermana y cuatro hijos de esta en la ciudad de Gaza.
Los bombardeos han da?ado buena parte de los equipos con los que trabajan los servicios de emergencia, especialmente las excavadoras, ¡°la principal herramienta que disponemos para extraer a los muertos de entre los cascotes¡±, comenta Mahmud Bassal. ¡°Es como si los israel¨ªes nos estuvieran mandando el mensaje de que no recuperemos los cuerpos de nuestra gente de ah¨ª abajo¡±, agrega.
La guerra ha sacudido la inmensa mayor¨ªa de los 365 kil¨®metros cuadrados de Gaza. M¨¢s del 80% de la poblaci¨®n de 2,3 millones de habitantes, que sufre da?os superiores a las de otros conflictos como los de Ucrania, Siria o Irak, vive desplazada. Los c¨¢lculos apuntan a que al menos la mitad de los edificios, entre el 50% y el 61%, est¨¢n destruidos o da?ados por los ataques israel¨ªes, seg¨²n un an¨¢lisis publicado por la cadena BBC basado en informaci¨®n obtenida v¨ªa sat¨¦lite.
¡°Un bombardeo produce una destrucci¨®n mucho mayor de la de un terremoto¡±, se?ala Antonio Nogales, presidente de Bomberos Unidos Sin Fronteras (BUSF), consciente de que en el enclave palestino es dif¨ªcil estos d¨ªas proceder a un rescate y desescombro sistem¨¢tico por medio de especialistas, algo ¡°muy delicado¡±. Con experiencia en numerosas cat¨¢strofes, insiste en que las primeras 72 horas son claves para rescatar a las personas con vida, ¡°pero obviamente no con palas, picos, palancas y azadas¡±, que, adem¨¢s de las manos, es lo que m¨¢s se emplea estos d¨ªas en Gaza.
Grupos de rescate como el suyo, explica, suelen emplear ¡°equipos de perforaci¨®n, martillos y taladros percutores, cojinetes, neum¨¢ticos de elevaci¨®n¡ una serie de herramientas que entiendo que all¨ª habr¨¢ pocas y no se podr¨¢n utilizar muchas de ellas porque son el¨¦ctricas y se alimentan con generadores que est¨¢n alimentados con combustible¡±, muy escaso. Nogales tambi¨¦n alude a la necesidad de unidades caninas, tanto para localizar a personas vivas como muertas. Las excavadoras, esa herramienta esencial para el cuerpo de Defensa civil de Gaza estos d¨ªas, carecen de precisi¨®n y no se suelen emplear cuando lo que se pretende es liberar a personas vivas.
Algunos logran sobrevivir a los bombardeos y narran c¨®mo fue estar sepultados. ¡°La sensaci¨®n es como de estar ya muerta, de que nadie va a poder llegar hasta donde est¨¢s, que nadie va a salvarte. Pero lo peor es que te sacan y que queda gente debajo de los escombros¡±, relata Samaher Badwan, una mujer que recuerda c¨®mo dej¨® atr¨¢s a cinco chicas y un chico cuando lograron extraerla de un edificio de cinco plantas atacado en Deir al Balah, en la zona media de la Franja.
Las verdaderas cifras de esas v¨ªctimas no se van a conocer hasta despu¨¦s de la guerra, entiende el portavoz del cuerpo de Defensa Civil. En medio del caos reinante, con decenas de miles de familias rotas por los desplazamientos forzosos y los ataques de Israel, Mahmud Bassal y los gazat¨ªes se aferran a una ¨²ltima esperanza: que ese familiar al que no encuentran siga con vida en alg¨²n sitio. En la mayor¨ªa de los casos entienden que ser¨¢ ya imposible. En su testimonio afloran nombres de familias como los Al Goul, con 84 muertos despu¨¦s del bombardeo de su edificio de cinco plantas. ¡°Historias desgarradoras entre cifras enormes¡±, deplora Bassal.
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