El ej¨¦rcito del Reino Unido levanta la prohibici¨®n de que los soldados puedan llevar barba
El rey Carlos III, jefe de las Fuerzas Armadas, da su permiso a la nueva norma. El corte deber¨¢ ser ¡°limpio y aseado¡± y estar¨¢ sujeto a revisi¨®n permanente. No se permiten patillas o perillas
Hasta este jueves, solo el sargento pionero, el miembro de la compa?¨ªa de Infanter¨ªa del Ej¨¦rcito brit¨¢nico que avanzaba por delante del resto, con su mandil y su hacha para desbrozar el camino, pod¨ªa llevar barba. Entre otras cosas, porque tambi¨¦n era el herrero de la compa?¨ªa, y el vello facial le proteg¨ªa del calor de la forja. En algunas instituciones del Reino Unido, las cosas cambian a su ritmo. A partir de ahora, y una vez lograda la autorizaci¨®n del rey Carlos III, jefe de las Fuerzas Armadas, los soldados del ej¨¦rcito podr¨¢n, como muchos hombres de su generaci¨®n, llevar barba.
No se permitir¨¢n patillas escandalosas, ni perillas, ni tintes llamativos. La barba deber¨¢ ser completa, rasurada a la altura de los p¨®mulos y que no se extienda por el cuello. Es decir, ¡°aseada¡±, y sujeta a constante revisi¨®n.
¡°Nos ha llevado algo m¨¢s de lo esperado poder sacar adelante esta medida, por todos los intereses implicados en el asunto, incluido Su Majestad el Rey, nuestros pol¨ªticos y nuestros aliados¡±, ha explicado el suboficial mayor de primera clase, Paul Carney, en un v¨ªdeo de cuatro minutos difundido este jueves entre la tropa. ¡°El jefe del Estado Mayor ha tenido en cuenta vuestras opiniones, y ha decidido cambiar la normativa referente a la apariencia, por lo que oficiales y soldados podr¨¢n llevar barba¡±, ha anunciado.
El Real Ej¨¦rcito del Aire (la RAF, en sus siglas en ingl¨¦s) y la Marina Real (Royal Navy) permiten desde hace a?os barbas y bigotes entre sus miembros. ¡°?C¨®mo puede ser que tengamos serios problemas para reclutar personal, y mantengamos de un modo arbitrario esta prohibici¨®n?¡±, se lleg¨® a quejar el a?o pasado el ministro de Defensa, Grant Shapps, en una entrevista en la que calific¨® de ¡°rid¨ªcula¡± la medida y pidi¨® la ¡°modernizaci¨®n¡± del ej¨¦rcito.
En rigor, el sargento pionero no era la ¨²nica excepci¨®n. Los sijs, musulmanes o rastafaris, que han cumplido papeles fundamentales en la historia militar del Imperio Brit¨¢nico, pod¨ªan mantener sus barbas y mostachos, siempre que no interfirieran en su eficacia operativa o supusieran problemas de salud o higiene.
El debate sobre la barba en el ej¨¦rcito se arrastraba desde hac¨ªa muchos a?os, y ha estado sujeto a excepciones hist¨®ricas o personales. Durante la Guerra de Crimea, a mediados del XIX, el bigote y la barba se convirtieron en s¨ªmbolo de valent¨ªa y resistencia, hasta el punto de que la sociedad brit¨¢nica civil quiso copiar la moda. Durante un breve tiempo, el bigote lleg¨® a ser obligatorio.
El pr¨ªncipe Enrique decidi¨® no despojarse de la barba durante la ceremonia de boda con Meghan Markle, a pesar de que visti¨® el uniforme militar. Hubo que justificar la decisi¨®n con la excusa de que ya no era realmente un oficial en situaci¨®n de servicio.
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