Los choques entre polic¨ªa y manifestantes contra la guerra en Gaza se extienden en las universidades de EE UU
Una serie de altercados violentos entre propalestinos y proisrael¨ªes en la Universidad de California, en Los ?ngeles, provocan la intervenci¨®n de las fuerzas del orden, mientras la protesta se desplaza del este al oeste del pa¨ªs
Desde el 18 de abril, la bandera de Palestina ondea de este a oeste en diferentes universidades de EE UU. La movilizaci¨®n estudiantil en solidaridad con Gaza, que se ha saldado hasta el momento con un millar de detenidos en m¨¢s de 25 campus de al menos 21 Estados, se est¨¢ haciendo un hueco en los libros de historia junto a las masivas protestas contra la guerra de Vietnam, a finales de los sesenta. El desalojo policial de dos acampadas (entre ellas la de Columbia) y un encierro en dos campus de Nueva York, en la noche del martes, con un total de 300 detenciones, no parece haber disuadido a los manifestantes; tampoco la amenaza de suspensi¨®n acad¨¦mica e incluso de expulsi¨®n para quienes participen en las concentraciones. Al contrario, los ¨¢nimos de estudiantes y activistas enfrentados entre s¨ª y con las fuerzas del orden parecen cada vez m¨¢s crispados, como demuestran las escenas de violencia vividas durante esta madrugada en el campus de la Universidad de California (UCLA) en Los ?ngeles.
El foco de atenci¨®n se ha desviado en los ¨²ltimos d¨ªas de este a oeste: de la calma tensa en Columbia, donde la junta de gobierno ha pedido a la polic¨ªa que permanezca hasta al menos el 17 de mayo para garantizar el orden, al campus de la UCLA, donde violentos choques entre manifestantes propalestinos y proisrael¨ªes, con lluvia de objetos y de golpes, obligaron a intervenir a la polic¨ªa horas despu¨¦s de que el rectorado declarara ilegal la acampada. El empleo de la fuerza es moneda diaria, como recuerda la actuaci¨®n de los state troopers, los polic¨ªas estatales desplegados por el gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, para reprimir las concentraciones en el campus de Austin, la ¨²ltima este mismo martes. Se trata de los mismos agentes estatales que, denuncian muchos en las redes sociales, no intervinieron a tiempo de detener la matanza en el colegio de Uvalde, hace ahora un a?o. La v¨ªspera la tensi¨®n agit¨® tambi¨¦n la universidad estatal de Portland (Oreg¨®n) y el campus de Chapel Hill de la Universidad de Carolina del Norte, y los de Tulane (Nueva Orleans) y Arizona. Solo la universidad de Brown recuper¨® la calma sin intervenci¨®n policial, despu¨¦s de que decenas de estudiantes acordaran levantar las tiendas.
Desde el 18 de abril, cuando el desalojo policial del primer campamento de estudiantes en Columbia prendi¨® la mecha de las protestas en todo el pa¨ªs, la movilizaci¨®n sacude EE UU como una corriente el¨¦ctrica de alto voltaje tanto para la presidencia de Joe Biden, por la probable sangr¨ªa de votos entre los j¨®venes por el apoyo militar de Washington a Israel, como para las juntas de gobierno de los prestigiosos centros de la Ivy League, que dependen de la financiaci¨®n de los donantes. A apenas dos semanas de las tradicionales ceremonias de graduaci¨®n, el Departamento de Polic¨ªa de Nueva York (NYPD, en sus siglas inglesas), el mayor del pa¨ªs, tiene previsto desplegar entre 15 y 20 agentes en el campus de Columbia, ¡°para mantener el orden y garantizar que no se vuelvan a levantar los campamentos¡±, como pide la carta enviada por la rectora, Minouche Shafik. Tambi¨¦n por carta, el rectorado hab¨ªa solicitado en la noche del martes la intervenci¨®n policial para limpiar el campus, dado que la polic¨ªa no puede intervenir por derecho. ¡°No hemos tenido otra opci¨®n¡±, explicaba la rectora en la misiva, en las ant¨ªpodas de las disculpas que pidi¨® tras recurrir igualmente a la polic¨ªa para evacuar el primer campamento.
La universidad de Columbia se ha despertado este mi¨¦rcoles en silencio, despu¨¦s de que brigadas de trabajadores limpiaran durante la madrugada la explanada principal, donde hasta este martes se levantaban alrededor de 80 tiendas de campa?a, de las aproximadamente 120 que ocupaban el lugar la semana pasada. El desmantelamiento de las carpas y el barrido de cristales y elementos de mobiliario utilizados por los ocupantes del edificio Hamilton Hall para atrincherarse ¡ªmesas met¨¢licas de picnic y sillas de madera¡ª arrojan una imagen parecida a la de la normalidad, pero envasada al vac¨ªo; una calma tensa y ret¨®rica: el acceso al campus sigue restringido al personal de servicios esenciales y a los estudiantes que viven en alguna de las residencias. El sobrevuelo del vasto campus por helic¨®pteros del NYPD, que aturde a los vecinos del barrio desde hace d¨ªas, no ha cesado.
Apoyada en un andador, Mary, con cinco licenciaturas de Columbia y especialista en el Renacimiento italiano, lamentaba poco antes del desalojo los da?os materiales en la que considera su casa: de estudiante, particip¨® en las protestas contra la guerra del Vietnam, en 1968, y hoy, jubilada, acude cada d¨ªa como voluntaria a la biblioteca, que fue cerrada el martes para evitar males mayores. ¡°Columbia es como mi casa y me duele ver que se maltratan sus instalaciones¡±, dec¨ªa junto al edificio ocupado. ¡°Entiendo perfectamente la protesta de los j¨®venes porque por ah¨ª vienen [Donald] Trump y el fascismo, hay que pararlos, pero sus reivindicaciones no van a llegar a ning¨²n sitio, y mucho menos a Tierra Santa: la universidad est¨¢ maniatada por los donantes y hoy tambi¨¦n por los pol¨ªticos¡±, explicaba sobre la amenaza de retirada de fondos por los primeros y las presiones de los segundos. La principal reivindicaci¨®n estudiantil, que Columbia retire sus inversiones de empresas ligadas a Israel, era antes de explicitarse un desider¨¢tum ilusorio: ya en febrero, la junta de gobierno anunci¨® que no ten¨ªa la menor intenci¨®n de hacerlo.
Los campus no son recintos aislados de la ciudad, pues reflejan cuanto bulle en las calles, y viceversa: desde el 7 de octubre, el NYPD ha respondido a unas 1.100 protestas, de un total de 2.400, relacionadas con la guerra en Gaza, seg¨²n ha informado este mi¨¦rcoles el departamento. Casi a diario, puntos neur¨¢lgicos como la Estaci¨®n Central de Nueva York, o el tur¨ªstico puente de Brooklyn, se llenan de manifestantes. En la ocupaci¨®n del edificio de Columbia, rectorado y polic¨ªa ven una mano extranjera, ajena a la comunidad universitaria. Michael, un jubilado que se presenta como ¡°jud¨ªo socialista¡±, esperaba a ¨²ltima hora del martes pegado a su tel¨¦fono m¨®vil que alguno de los atrincherados le abriese una puerta lateral para sumarse al encierro, convencido de que ¡°la polic¨ªa reprimir¨¢ la resistencia pac¨ªfica y tenemos que hacer todo lo posible para evitarlo, no podemos dejar que el poder se salga de nuevo con la suya¡±. ?Qui¨¦n m¨¢s participa en las protestas? Michael se encoge de hombros y responde que alumnos, pero tambi¨¦n ¡°algunos compa?eros de viaje, activistas y militantes de izquierda, hartos de que republicanos y dem¨®cratas sean lo mismo: ?hay alguna diferencia entre ellos en lo relativo a Israel?¡±.
En una protesta convocada hace una semana a las puertas de Columbia por una treintena de asociaciones, en su mayor¨ªa de la comunidad ¨¢rabe y musulmana de la ciudad, pancartas en demanda de un alto el fuego y de una Palestina libre se codeaban con otras que ped¨ªan la liberaci¨®n de presos del Frente Popular para la Liberaci¨®n de Palestina (FPLP), la segunda organizaci¨®n en la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP) despu¨¦s de Fatah, y de orientaci¨®n marxista. La mayor¨ªa de los manifestantes, no obstante, son estudiantes del campus, aunque a juicio de autoridades acad¨¦micas y pol¨ªticas est¨¦n instrumentalizados por intereses espurios para presentarlos como la vanguardia genuina e inocente de las protestas. Las contramanifestaciones proisrael¨ªes, algunas de ellas en defensa de posturas extremas, reciben una menor atenci¨®n medi¨¢tica.
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