El oscuro mundo que quieren para usted Xi y Putin
Los dos l¨ªderes profundizan en la relaci¨®n bilateral con una nueva reuni¨®n en Pek¨ªn. Buscan un orden mundial que niegue el valor universal de los derechos humanos y la democracia
Este art¨ªculo es un fragmento del bolet¨ªn Apuntes de Geopol¨ªtica, exclusivo para los suscriptores de EL PA?S. Puede apuntarse aqu¨ª
La en¨¦sima reuni¨®n entre Vlad¨ªmir Putin y Xi Jinping ¡ªvan ya m¨¢s de 40¡ª simboliza la voluntad de ambos l¨ªderes de seguir impulsando el acercamiento entre Rusia y China en un mundo marcado por fuertes tensiones entre democracias occidentales y reg¨ªmenes autoritarios orientales. Las relaciones sino-rusas ser¨¢n el tema principal de esta entrega de Apuntes de Geopol¨ªtica.
La convergencia entre las dos potencias tiene como cimentos una serie de denominadores comunes: el rechazo a la primac¨ªa global de EE UU y sus aliados, la paranoia con respecto a presuntos intentos occidentales de desestabilizar sus reg¨ªmenes, un anhelo a que se reconozcan esferas de influencia en sus alrededores.
Estas sinton¨ªas, sin embargo, no excluyen que haya profundas divergencias. La m¨¢s obvia es que Rusia es una potencia revisionista que impugna brutalmente el orden mundial, como vemos en Ucrania, mientras China, al menos hasta ahora, es una potencia reformista, que pretende reconfigurar el orden mundial para que sea m¨¢s conforme a sus intereses, pero sin producir una disrupci¨®n global que alterar¨ªa su camino a la prosperidad, muy vinculado a la estabilidad del marco econ¨®mico y comercial.
Adem¨¢s, es necesario notar la enorme asimetr¨ªa de la relaci¨®n, en la que una Rusia desconectada de Occidente y d¨¦bil necesita desesperadamente a China, mientras para Pek¨ªn el Kremlin es solo un socio de conveniencia.
As¨ª, la visita es parte de un largo camino de acercamiento que, por muchas declaraciones conjuntas, no ha llegado, ni se espera que lo haga, a constituir una verdadera alianza formal. Mi compa?ero Guillermo Abril, corresponsal en Pek¨ªn, ha escrito una cr¨®nica que encuadra bien el marco de la visita:
Pero discrepancias, asimetr¨ªas y suspicacias no pueden llevar a subestimar las convergencias entre ambos y sus posibilidades. La cooperaci¨®n arroja avances reales. Aqu¨ª, una informaci¨®n de Financial Times (en ingl¨¦s, solo para suscriptores) que, entre otras cosas, destaca el considerable crecimiento del comercio bilateral.
Es preciso pues fijarse bien en el orden mundial que quieren China y Rusia. Ellos han publicado varias declaraciones conjuntas que esbozan una visi¨®n com¨²n.
Aqu¨ª, una pieza en la que Guillermo Abril, Javier Cuesta y yo glos¨¢bamos una de ellas:
Pek¨ªn y Mosc¨² sostienen querer un mundo multipolar frente a la unipolaridad que persigue Washington. Un mundo de seguridad para todos frente a alianzas (la OTAN, y bilaterales de Washington con pa¨ªses del indo-pac¨ªfico) que piensan solo en s¨ª mismas. La realidad es m¨¢s compleja.
La multipolaridad de la que hablan es una en la que deben desaparecer democracias y derechos humanos como valores universales. Estos, alegan, no son tales, sino que deben ser conjugados seg¨²n las tradiciones y caracter¨ªsticas de cada pa¨ªs. Es, pues, un multilateralismo que predica la soberan¨ªa absoluta del Estado y la abdicaci¨®n total a todo concepto universalista. Olv¨ªdese usted de la declaraci¨®n de los derechos humanos. Eso, no. Lo que s¨ª deber¨ªa ser universalista son los est¨¢ndares tecnol¨®gicos, eso s¨ª, hechos a medida de la industria china.
China, en concreto, busca ofrecer al resto del mundo un agnosticismo absoluto en cuanto a reg¨ªmenes de gobierno, apostando como valor alternativo por el desarrollo. Claro, a todo el mundo le apetece el desarrollo. ?est¨¢ usted dispuesto a obtenerlo a cambio de ceder libertad? Por ejemplo, ?renunciando a poder decir lo que piensa y al pluralismo pol¨ªtico? ?Compra usted el modelo chino? Elizabeth Economy ha publicado una excelente pieza sobre lo que China persigue en Foreign Affairs (en ingl¨¦s).
Rusia, por su parte, reclama que haya pa¨ªses que, por el mero hecho de situarse en su entorno, renuncien a la libre definici¨®n de su pol¨ªtica exterior. No pueden unirse a una alianza. Si parece que su ciudadan¨ªa lo quiere, no se confunda usted, es porque han sido enga?ados por manipulaciones occidentales. No como la ciudadan¨ªa rusa, que elige libremente, con informaci¨®n transparente, entre propuestas plurales. Pero hay m¨¢s: en todo caso, al margen de alianzas, que hagan el favor los pa¨ªses vecinos de no convertirse en democracias exitosas. A ver si cunde el ejemplo y la ciudadan¨ªa rusa acaba pensando que lo mismo es posible y deseable en su pa¨ªs.
Nada de ello significa que EE UU y el modelo que ha promovido en las ¨²ltimas d¨¦cadas no tenga aut¨¦nticos horrores en su historial. El listado es muy largo: invasiones ilegales, excesos capitalistas nauseabundos, apoyos a golpes de Estado, torturas. No falta casi de nada. Pero basta pronunciar unas pocas palabras para desconfiar con espanto de la propuesta alternativa: Tiananmen; uigures, Liu Xiaobo. O Ucrania, Navalni y Politkvoskaia.
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