El templo hind¨² de Ram, s¨ªmbolo del poder electoral de Modi en la India
El santuario, construido sobre las ruinas de una mezquita, fue inaugurado en enero por el primer ministro, despertando el fervor entre los votantes del gobernante BJP de cara a los comicios que han finalizado este s¨¢bado
Antes de entrar al templo de Ram, en la ciudad de Ayodhya (Uttar Pradesh), es obligatorio descalzarse, despojarse de m¨®viles, mochilas, c¨¢maras de fotos y cualquier aparato electr¨®nico y fundirse con el r¨ªo colorido de gente que asciende hacia la entrada. A mediod¨ªa rondan los 40?C y el suelo, bajo el sol abrasador, corta como cuchillas en las plantas desnudas de los pies. Tras atravesar los arcos de seguridad, golpea la primera imagen del complejo, levantado en una piedra arenosa de tonos rosados. Los feligreses reci¨¦n llegados alzan los brazos y exclaman: ¡°?Gloria al dios Ram!¡±. A continuaci¨®n, dos puertas lacadas en oro, con el relieve de unos elefantes, dan acceso a la c¨¢mara interior, que alberga la estatua de una de las deidades que mayor devoci¨®n despierta en la India. ¡°?Gloria a Ram!¡±, gritan de nuevo los visitantes ante el ¨ªdolo. Decenas de personas se agolpan para admirarlo. Los hind¨²es creen que este es el punto exacto de su nacimiento. La figura es de color negro, ha sido decorada con joyas y coronas de flores, tiene un rostro inescrutable.
El templo, reci¨¦n inaugurado y a¨²n en construcci¨®n, hunde sus ra¨ªces en una espiral de sangrientos conflictos religiosos. La edificaci¨®n del nuevo santuario hind¨² comenz¨® en 2020, tras una controvertida decisi¨®n del Tribunal Supremo. El alto tribunal permiti¨® que se erigiera el templo de Ram sobre el emplazamiento de la antigua mezquita de Babri Masjid, del siglo XVI, que fue demolida en 1992 por una turba de radicales hinduistas. Su destrucci¨®n desat¨® un estallido de violencia entre comunidades que dej¨® unos 2.000 muertos en todo el pa¨ªs, la mayor¨ªa de ellos musulmanes.
En enero de este a?o, el primer ministro, Narendra Modi, lider¨® la consagraci¨®n del recinto en un acto al que asistieron 7.000 invitados, incluyendo a celebridades de Bollywood, deportistas destacados, magnates de los negocios y l¨ªderes espirituales. La oposici¨®n critic¨® al Gobierno por romper con el secularismo que exige la constituci¨®n y azuzar el peligroso avispero de la divisi¨®n sectaria con fines electorales. Los comicios estaban a la vuelta de la esquina y la recuperaci¨®n del templo de Ram ha sido una de las grandes batallas del gobernante Bharatiya Janata Party (BJP). La inauguraci¨®n sirvi¨® casi como pistoletazo de salida del mayor y m¨¢s largo proceso electoral del planeta.
Las rondas de votaciones, a las que estaban convocadas 970 millones de personas, arrancaron el 19 de abril y han concluido este s¨¢bado. A ¨²ltima hora de la jornada (hora de la Espa?a peninsular) se divulgaron las encuestas a pie de urna que daban a los aliados de Modi m¨¢s de dos tercios de los esca?os del Parlamento ((superando los 350 de 543 asientos). La oposici¨®n, que ha cuestionado las encuestas, se mover¨ªa entre los 125 y los 182 esca?os. ¡°Los ciudadanos de India han votado en n¨²mero r¨¦cord para reelegir al Gobierno¡±, ha celebrado el presidente Modi en redes sociales. Los resultados no se conocer¨¢n hasta el martes.
Para muchos de sus votantes, la inauguraci¨®n del templo ha sido determinante. En su interior, la pol¨ªtica y la religi¨®n parecen fundirse. Cuando uno pregunta a los visitantes qui¨¦n esperan que gane las elecciones, no titubean. ¡°Narendra Modi¡±, replica uno se?alando hacia el santuario. ¡°Este lugar pertenece a los hind¨²es¡±, a?aden Jyoti Gupta, de 30 a?os, y su marido, Rahul, de 35. ¡°Todos los indios estamos contentos¡±. Han venido al templo para celebrar el cumplea?os de Jyoti. Votaron hace unos d¨ªas: a Modi. Y confiesan su agradecimiento al BJP por haber impulsado la recuperaci¨®n. ¡°Nadie m¨¢s podr¨ªa haberlo logrado¡±.
De fondo, se escucha el ruido incesante de las obras. Dos inmensas gr¨²as dominan la escena. Los muros est¨¢n cubiertos de andamios. Hay trabajadores con casco amarillo por todas partes. ¡°No est¨¢bamos contentos con un templo isl¨¢mico aqu¨ª¡±, dice uno de ellos. Otro cuenta que a menudo los visitantes tratan de tocarles los pies. ¡°Creen que estamos bendecidos¡±. Se ven maestros artesanos tallando sin descanso los relieves de las columnas: formas geom¨¦tricas, motivos florales, los dioses Ram, Shiva y Hanuman sobre la piedra tra¨ªda de la provincia de Rajast¨¢n.
El templo, que recibe entre 100.000 y 150.000 visitantes diarios, ha disparado el turismo religioso en una ciudad de 2,5 millones de habitantes. Las calles junto al lugar de culto son un hervidero donde predomina el tono azafr¨¢n del hinduismo; se mezclan los vendedores de estampas de Ram, el tr¨¢fico endemoniado de motos y rickshaw, los monos que trepan por las cornisas. Entre las callejuelas se ve tambi¨¦n pobreza descarnada, ni?os que se ba?an con el agua de las bombas y chuchos bebiendo de charcos putrefactos. Pero el desarrollo ligado al turismo salta a la vista. Hay hoteles que huelen a pintura fresca, se acaban de inaugurar la estaci¨®n de tren y el nuevo aeropuerto. Ya en el vuelo procedente de Delhi se percibe el aire de festividad religiosa. ¡°?Gloria a Ram!¡±, gritan los pasajeros al despegar y al aterrizar. Seg¨²n uno de los viajeros, el doctor Vishal Mishra, de 44 a?os: ¡°Rama es el s¨ªmbolo de Bharat¡±, dice usando el top¨®nimo de India que promueven los nacionalistas hind¨²es. Es votante del BJP.
La promoci¨®n de la agenda hinduista del partido gobernante no ha sido pac¨ªfica. Durante la d¨¦cada de Modi en el poder, organizaciones de derechos humanos han denunciado un creciente hostigamiento de las minor¨ªas en un pa¨ªs donde el 80% de la poblaci¨®n es hind¨², y los musulmanes, que suman 172 millones de personas, son un 14,2%. ¡°Funcionarios del gobierno, dirigentes pol¨ªticos y simpatizantes del BJP ¡ªel partido pol¨ªtico gobernante a nivel federal¡ª abogaron impunemente por el odio y la violencia contra las minor¨ªas religiosas, en particular los musulmanes, lo que supuso un aumento de los delitos motivados por el odio¡±, reitera Amnist¨ªa Internacional en su informe sobre 2023. Los retrocesos en el estado de derecho han sido uno de los puntos sobre los que ha gravitado la estrategia electoral de la oposici¨®n, encabezada por el Partido del Congreso. Sus l¨ªderes han acusado al BJP de buscar una mayor¨ªa suficiente como para eliminar la palabra ¡°secular¡± de la Constituci¨®n ¡ªalgo que este partido ha negado¡ª.
Los choques en torno al templo se remontan a 1949, cuando un grupo de creyentes hind¨²es colocaron esculturas de su fe en el interior de la mezquita. Las autoridades decretaron el cierre del templo isl¨¢mico y desde entonces, los musulmanes nunca han tenido permiso para entrar. A los hind¨²es, en cambio, se les ha autorizado entrar para alimentar a su dios: estos cre¨ªan que llevaba siglos hambriento. Santosh Ji Maharaj, de 53 a?os, uno de los sacerdotes del templo de Ram, comenz¨® a darle de comer en 1992, cuando fue nombrado para el puesto, seg¨²n recuerda sentado en la cama, en su casa. Ese mismo a?o tuvo lugar la demolici¨®n, que vivi¨® como testigo directo: cuenta c¨®mo se encarg¨® de rescatar las esculturas de su fe antes de que pudieran ser da?adas. Su relato deja entender que aquello fue un acto organizado en el que la batuta la llevaban miembros de Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), una organizaci¨®n extremista vinculada al BJP. ¡°Vinieron con la intenci¨®n de demoler la mezquita o morir¡±, dice.
Tras el derribo, ambas comunidades interpusieron numerosas demandas por la posesi¨®n del lugar. En 2019 el Supremo confi¨® el lugar en exclusiva a los hind¨²es y orden¨® al Estado que concediera un emplazamiento alternativo en Ayodhya a la comunidad musulmana. La mezquita se construye estos d¨ªas a 35 kil¨®metros, tan lejos que muchos musulmanes no quieren saber nada de ella.
¡°Los hind¨²es de Bharat no pueden expresar su felicidad con palabras¡±, dice el sacerdote. Denomina el asunto del templo de Ram como ¡°el m¨¢s importante¡± para su comunidad religiosa. ¡°Si algo es de tu padre y te lo quitan, cuando lo recuperas, te pones contento¡±. De ah¨ª su relevancia para muchos electores: el BJP es el partido que m¨¢s ha contribuido a ¡°acelerar¡± la decisi¨®n del Tribunal Supremo, asegura. Cuando se le interroga por las denuncias de las organizaciones de derechos humanos sobre c¨®mo el mensaje de odio de pol¨ªticos y religiosos hind¨²es ha incrementado la violencia en los ¨²ltimos a?os, responde que los hind¨²es han sufrido a¨²n m¨¢s en el pasado. ¡°Ahora que el BJP ha llegado al poder, los musulmanes gangsters han sido puestos bajo control, y puede parecer que son las v¨ªctimas¡±. Santosh Ji Maharaj cree all¨ª donde hay una mayor¨ªa musulmana esta ¡°crea problemas a los hind¨²es¡±. A?ade que en el Cor¨¢n est¨¢ escrito que se ha de matar a los fieles de otras religiones o tratar de convertirlos. Cuando se le cuestiona sobre la exactitud de la cita, comienza a hablar de las disputas entre ramas del islam, y de las llamadas de l¨ªderes espirituales a matar a los infieles. El hinduismo, a?ade, est¨¢ por la labor de abrirse, trata de buscar la felicidad y la armon¨ªa.
La estancia en la que recibe es tambi¨¦n un ejemplo de c¨®mo religi¨®n y pol¨ªtica se abrazan: en las paredes tiene colgadas fotograf¨ªas con un presidente indio, un ministro presidente, un ministro vicepresidente y un gobernador del Estado; todos ellos del BJP. Y asegura que Modi era la persona indicada para liderar la consagraci¨®n. ¡°El primer ministro es tambi¨¦n una especie de sacerdote. Realiza yoga, las oraciones que hace son de los hind¨²es¡±, cuenta el religioso. Tras 500 a?os, se ha resuelto lo que considera la mayor lucha de su fe. ¡°Si ¨¦l no no es la persona indicada para dar el discurso, entonces ?qui¨¦n?¡±. Asemeja a Modi a ¡°un rey¡± de la India.
Iqbal Ansari, de 55 a?os, un ciudadano musulm¨¢n que litig¨® durante a?os para defender el derecho a mantener la mezquita de Babri Masjid en el emplazamiento original, dice que perdieron el caso ¡°sobre la base de la fe¡±. No qued¨® m¨¢s remedio que acatar el veredicto, a?ade. ¡°Nos dimos por vencidos para poder mantener la paz y la diversidad del pa¨ªs¡±. Tambi¨¦n recuerda los actos de violencia de 1992; en Ayodhya fueron asesinadas 12 personas de fe isl¨¢mica que conoc¨ªa, asegura, y numerosas casas de esta comunidad fueron asaltadas e incendiadas.
Su obsesi¨®n, a?ade, ha sido evitar que la espiral violenta se repita. ¡°Nuestra religi¨®n nos ense?a a ser pacientes¡±. Acept¨® ir como invitado a la ceremonia de consagraci¨®n. Muchos le criticaron el gesto. Ansari cree que no hab¨ªa otra opci¨®n en aras de la armon¨ªa social. Habla a menudo de forma cr¨ªptica. Sabe que sus palabras pueden ser malinterpretadas y tensar la situaci¨®n. Tiene las piernas cruzadas sobre el camastro en la entrada de su casa, ubicada en el barrio junto al templo. Tras ¨¦l, colgada en la pared, hay una fotograf¨ªa de la Biblioteca Brit¨¢nica de la mezquita alrededor de 1900, con las tres c¨²pulas redondeadas que ya no existen.
Mohammed Irfan-Ansari, un sastre musulm¨¢n, de 45 a?os, cuya casa, ubicada junto al templo, fue saqueada en 1992, culpa al Gobierno del BJP de destruir ¡°la armon¨ªa y diversidad¡± que sol¨ªan tener. ¡°La situaci¨®n hoy es mucho peor que antes¡±, a?ade, antes de salir corriendo hacia una peque?a mezquita del barrio.
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