Modi pierde su aura de pol¨ªtico imbatible en la India al quedar por primera vez en minor¨ªa parlamentaria
El desempleo juvenil, la desigualdad y el discurso religioso divisivo explican el varapalo electoral del primer ministro indio, que tendr¨¢ que pactar con otros partidos para gobernar
Cuando el primer ministro indio, Narendra Modi, se subi¨® el martes por la noche al escenario para proclamarse vencedor en las mayores elecciones del planeta, y anunciar la formaci¨®n de su tercer Gobierno consecutivo, no hubo en su discurso ni una palabra de autocr¨ªtica. Por el camino, sin embargo, se hab¨ªa dejado en las urnas su aura de dirigente fuerte, magn¨¦tico e imbatible. La sacudida ha sido considerable, un mensaje directo de la ciudadan¨ªa a quien siempre, desde sus tiempos de ministro principal de Gujarat (2001-2014), ha gobernado sin necesidad de pactos.
Por primera vez en su carrera pol¨ªtica, Modi, de 73 a?os, tendr¨¢ que dirigir un Gobierno con su partido en minor¨ªa en la Lok Sabha (la C¨¢mara baja, que ser¨¢ la encargada de investirle); el apoyo de sus socios de coalici¨®n, que han asegurado este mi¨¦rcoles que estar¨¢n a su lado, ser¨¢ necesario, y podr¨ªan hacerle tambalear en cualquier momento; tendr¨¢, adem¨¢s, a una oposici¨®n crecida y en fase de recuperaci¨®n pis¨¢ndole los talones y haciendo marcaje al hombre. ¡°La victoria de hoy es la victoria de la mayor democracia del mundo¡±, asegur¨® Modi en el discurso. Quiz¨¢ en esas palabras estuviera impl¨ªcita la autocr¨ªtica.
El Gobierno ¡°Modi 3.0¡å, como lo ha bautizado en campa?a, ser¨¢, por un lado, hist¨®rico, porque lo convertir¨¢, cuando preste juramento ¡ªeste s¨¢bado, seg¨²n avanza la prensa india¡ª en el primer l¨ªder que se coloca por tercera vez consecutiva al frente del pa¨ªs desde los tiempos de Jawaharlal Nehru, primer jefe de Gobierno tras la independencia. Por otro lado, el mandato se prev¨¦ muy distinto al de la ¨²ltima d¨¦cada, caracterizada por la creciente polarizaci¨®n del pa¨ªs y el laminado de la oposici¨®n, la sociedad civil, y los medios de comunicaci¨®n, hostigados de forma creciente, adem¨¢s del uso partidista de los organismos del Estado, seg¨²n denuncian organizaciones internacionales.
En los pr¨®ximos cinco a?os de este nuevo Modi con las alas recortadas, un pol¨ªtico veterano que ha saboreado por primera vez el regusto de la mortalidad en las urnas, tendr¨¢ que hacer frente al pulso que le echar¨¢n los sectores que han sido silenciados; y eso incluye las voces cr¨ªticas dentro de su propio partido, y las previsibles turbulencias con sus socios de Gobierno.
El varapalo para Modi es el reflejo de numerosas din¨¢micas que la prensa india y los analistas y acad¨¦micos tratan de desentra?ar en esta jornada de resaca inesperada. Estas van desde el esfuerzo de uni¨®n de toda la oposici¨®n con una coalici¨®n de m¨¢s de 20 partidos, y su estrategia electoral, a un voto de castigo por el elevado desempleo, la rampante desigualdad, la falta de perspectivas de la juventud, y el uso de un discurso religioso divisivo.
Su partido, el gobernante Bharatiya Janata Party (BJP, Partido Popular Indio), ha sido el m¨¢s votado (36,5% de las papeletas) y el que m¨¢s esca?os (240) ocupar¨¢ en la C¨¢mara, pero se ha dejado m¨¢s de 60 asientos por el camino, y queda lejos de sumar la mitad m¨¢s uno de los 543 sitios en juego. Su tasa de victoria por cada esca?o al que ha presentado un candidato ¡ªuno de los indicadores que destaca el diario Hindustan Times¡ª ha sufrido una debacle, pasando de casi el 70% en 2019 al 54% en 2024.
Junto a sus socios de Gobierno de la Alianza Democr¨¢tica Nacional, cuyo historial voluble no augura una lealtad absoluta al Ejecutivo, los sondeos a pie de urna le atribu¨ªan hasta cerca de 400 esca?os. Este era el objetivo que tambi¨¦n se hab¨ªa fijado Modi. La realidad ha sido mucho m¨¢s tozuda.
¡°Ser¨¢ primer ministro, pero de una coalici¨®n con partidos con capacidad de veto¡±, dice Sushant Singh, profesor en Yale e investigador del Center for Policy Research, un instituto con sede en Delhi. Ser¨¢ un l¨ªder pol¨ªtico ¡°flojo y disminuido¡±, a?ade. Con su autoridad reducida de forma dr¨¢stica, augura un quinquenio con ¡°m¨¢s preguntas, m¨¢s tensiones, m¨¢s presiones y un pulso mayor¡± por parte de todos los actores: su partido, sus socios de coalici¨®n, la oposici¨®n de la alianza India, que capitanea el Partido del Congreso, y las propias instituciones del pa¨ªs.
Singh ve dos factores principales para el castigo en las urnas. Por un lado, est¨¢n las pol¨ªticas econ¨®micas por las que ha optado Modi, de las que se han aprovechado principalmente los grandes magnates, pero sin que los beneficios hayan calado en las clases m¨¢s desfavorecidas, asoladas por el desempleo (entre los j¨®venes supera el 45%, seg¨²n el Centre for Monitoring Indian Economy, un instituto de pensamiento) y el alza de los precios (el arroz, un producto b¨¢sico, ha subido por encima del 14% en el ¨²ltimo a?o, seg¨²n datos oficiales). ¡°India es un pa¨ªs tan desigual como Sud¨¢frica¡±, subraya este analista.
El otro factor, muy vinculado, tiene que ver con una de las estrategias electorales que ha explotado la oposici¨®n. La cabeza visible del Partido del Congreso, Rahul Gandhi, se ha pasado la campa?a acompa?ado de un libro de la Constituci¨®n india que mostraba en cada mitin. Ha acusado a Modi de querer alterar, entre otras cosas, las reservas constitucionales establecidas para discriminar de forma positiva a las capas sociales m¨¢s desfavorecidas. Estas dos cuestiones ¡ªla econom¨ªa, la Constituci¨®n¡ª combinadas se encuentran detr¨¢s del fin de una era, seg¨²n Singh, que identifica buena parte del voto fugitivo de Modi con la gente pobre, agr¨ªcola y rural, muchos procedentes de las minor¨ªas religiosas, en especial la musulmana, y de las castas m¨¢s bajas.
Es muy probable que en la ca¨ªda no hayan ayudado ni el pasado de Modi ni el lenguaje duro que ha empleado en la campa?a. Muchos en la India siguen teniendo en mente los disturbios de Gujarat de 2002: cuando era ministro principal de este Estado, un brote de violencia entre musulmanes e hind¨²es se sald¨® con la muerte de m¨¢s de un millar de personas, la mayor¨ªa de fe isl¨¢mica; las cr¨ªticas por su inacci¨®n le persiguen desde entonces (en 2023, un documental de la BBC sobre el asunto fue prohibido en la India).
Su visi¨®n de una naci¨®n hinduista, en l¨ªnea con los postulados de la Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), una organizaci¨®n extremista vinculada al BJP, tambi¨¦n han chocado con la idea secular del pa¨ªs, consagrada en la Constituci¨®n. En esta campa?a, el propio Modi ha llegado a afirmar que su existencia tiene un sentido divino: ¡°Estoy convencido de que Dios me ha enviado con un prop¨®sito, y cuando ese prop¨®sito haya terminado, mi trabajo habr¨¢ concluido¡±. Tambi¨¦n ha intensificado su lenguaje divisivo contra los musulmanes: los llam¨® ¡°infiltrados¡±; asegur¨® que el partido del Congreso tratar¨ªa de confiscar el oro y las joyas de las mujeres hind¨²es; y que la oposici¨®n distribuir¨ªa la riqueza del pa¨ªs entre los musulmanes. Varios votantes, entrevistados a lo largo de la ¨²ltima semana, han expresado su rechazo a unos ¡°discursos sesgados¡± hacia una determinada comunidad religiosa.
El gran varapalo del partido de Modi ha tenido lugar en los tres Estados m¨¢s poblados de la India, Uttar Pradesh, Maharashtra y Bengala Occidental: en ellos, el BJP solo ha ganado 57 asientos de los 170 en disputa, casi la mitad que en 2019; la coalici¨®n opositora, en cambio, ha m¨¢s que duplicado los suyos, pasando de los 42 a los 100. En Uttar Pradesh, un vasto territorio rural y eminentemente agr¨ªcola, con m¨¢s de 240 millones de personas, el partido m¨¢s votado ha sido el Samajwadi Party (Partido Socialista), una de las formaciones fuertes de la alianza opositora. Su l¨ªder se ha enfocado en expandir la base electoral entre las castas m¨¢s bajas y las minor¨ªas religiosas, y ha centrado la campa?a en el desempleo juvenil y los cambios constitucionales.
En Uttar Pradesh se ubica el que quiz¨¢ sea uno de los s¨ªmbolos de la derrota de Modi: el templo de Ram. Este santuario hind¨², levantado en la ciudad de Ayodhya, sobre una antigua mezquita demolida por integristas religiosos en los noventa, fue inaugurado por el primer ministro en enero. El acto funcion¨® casi como la apertura de la campa?a electoral, y elev¨® el estatus del l¨ªder entre sus seguidores m¨¢s fervorosos. Para otros fue un paso m¨¢s en el camino de la divisi¨®n. El martes se confirm¨® que el candidato del BJP perdi¨® su esca?o en esta circunscripci¨®n frente al aspirante socialista de la coalici¨®n opositora: Awadhesh Prasad, un pol¨ªtico salido del escalaf¨®n m¨¢s bajo de las castas.
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