Francia en su hora de la verdad: Le Pen, s¨ª o no
Los franceses deciden este domingo en las legislativas cu¨¢nto poder dar a la extrema derecha, m¨¢s fuerte que nunca. ?C¨®mo han llegado a este punto? ?Y qu¨¦ les espera?
Han sido d¨¦cadas de ascenso imparable de la extrema derecha en Francia, y ahora llega la hora de la verdad. Los franceses deciden en las elecciones legislativas de este domingo si dan el poder al Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen. Despu¨¦s de a?os en los que cada elecci¨®n se planteaba como una consulta sobre el presidente Emmanuel Macron, el refer¨¦ndum ahora es otro: Le Pen, ?s¨ª o no?
La respuesta a esta pregunta la determinar¨¢ el n¨²mero de diputados que el RN obtenga en la Asamblea Nacional. Ser¨¢ afirmativa si son suficientes para designar primer ministro a Jordan Bardella, el delf¨ªn de Le Pen, y formar un Gobierno. Para ello necesitar¨¢n una mayor¨ªa absoluta que parece complicarse despu¨¦s de que el centro y la izquierda formasen esta semana un cord¨®n sanitario ante la segunda vuelta.
Si los lepenistas se quedan lejos de la mayor¨ªa, en torno a los 200 diputados o algo menos (la absoluta est¨¢ en 289 esca?os), como contemplan los sondeos, habr¨¢n conseguido igualmente el mejor resultado de su historia. El resto de partidos deber¨¢ buscar entonces soluciones imaginativas, como una gran coalici¨®n anti-RN, en un pa¨ªs sin pr¨¢ctica en el arte del compromiso y la coalici¨®n.
Francia afronta, sea cual sea el resultado, otra pregunta. ?C¨®mo se ha llegado a este punto que aboca a Francia, gane quien gane, a una situaci¨®n in¨¦dita en el r¨¦gimen constitucional de la V Rep¨²blica? Y, ?c¨®mo deshacer el nudo?
¡°?Pero si Francia es as¨ª!¡±, replica la historiadora y psicoanalista ?lisabeth Roudinesco. ¡°No es en absoluto un pa¨ªs tranquilo. Es el pa¨ªs de las revoluciones, el pa¨ªs de los contrastes absolutos, como dijo el historiador Fernand Braudel¡±.
En v¨ªsperas de este 7 de julio, que ofrecer¨¢ una foto precisa de d¨®nde est¨¢ Francia, EL PA?S ha conversado con cinco intelectuales que llevan d¨¦cadas pensando y repensando las pasiones y demonios franceses: la ¡°fiebre hexagonal¡± que da t¨ªtulo a uno de los ensayos del historiador Michel Winock.
¡°Hoy vivimos una crisis en nuestro funcionamiento pol¨ªtico debido a dos factores concurrentes¡±, dice Winock, te¨®rico de las grandes crisis que desde la Revoluci¨®n de 1789 han jalonado la historia francesa. ¡°Un factor es el hundimiento de los partidos de gobierno de derechas, Los Republicanos, y de izquierdas, el Partido Socialista. El otro es la subida del nacionalpopulismo, el Reagrupamiento Nacional. Habr¨¢ que esperar a la segunda vuelta de las legislativas para saber si Francia ha entrado en una gran crisis.¡±
Las legislativas culminan para el RN un proceso cuyo origen puede fijarse en 1972, cuando Jean-Marie Le Pen y un pu?ado de excolaboracionistas con la Alemania nazi y veteranos de la guerra de Argelia fundan el Frente Nacional (FN). O en los a?os ochenta, cuando aquel grupo de marginales gana los primeros esca?os en el Parlamento Europeo o en la Asamblea Nacional. O en 2002, cuando Le Pen causa conmoci¨®n al clasificarse por sorpresa a la segunda vuelta de las presidenciales. O en 2011, cuando su hija, Marine, toma las riendas del FN, expulsa a Jean-Marie, cambia el nombre del partido, lo saca del rinc¨®n de los apestados ideol¨®gicos y lo normaliza.
¡°Toda mi vida pol¨ªtica, toda mi vida adulta la habr¨¦ vivido al ritmo de este estribillo, esta mala canci¨®n que nos ha acunado y que nos ha confundido diciendo ¡®sube, sube, sube¡¯, como una ola¡±, dice el historiador Patrick Boucheron, profesor del Colegio de Francia, fundado en 1530 por Francisco I. ¡°Ahora la ola es muy alta¡±.
La ola no surgi¨® de la nada. Porque hay una historia luminosa que a Francia le gusta contar de s¨ª misma: el pa¨ªs de los derechos humanos y de la Ilustraci¨®n. Voltaire, Rousseau, Zola... Pero hay otra historia, la Francia de los intelectuales reaccionarios. Barr¨¨s, Maurras... Lo que Boucheron llama ¡°una historia francesa mucho menos gloriosa¡±. ¡°El racismo¡±, aclara, ¡°desde el punto de vista doctrinal es una historia francesa. El fascismo, desde el punto de vista intelectual, tiene ra¨ªces francesas. Y dir¨ªa tambi¨¦n que la historia colonial pesa mucho hoy y no acabamos de sac¨¢rnosla de encima¡±.
Todo esto confluye en el FN original, pero el RN hoy no es exactamente lo mismo y es mucho m¨¢s. Recoge insatisfacciones acumuladas, viejos resentimientos y, por citar al novelista Michel Houellebecq, ¡°una ampliaci¨®n del campo de batalla¡±, en un pa¨ªs que en 1992 ya estuvo a punto de rechazar la Europa de Maastricht y que en 2005 vot¨® no al tratado constitucional de la UE. La ola, mientras tanto, progresaba.
¡°Hubo un avance pasito a pasito, al que hab¨ªamos acabado acostumbr¨¢ndonos, como si fuese simplemente una disfunci¨®n democr¨¢tica¡±, dice otro de los principales historiadores de esta ¨¦poca, Pierre Rosanvallon, tambi¨¦n del Colegio de Francia. ¡°Pero resulta que no era solo una disfunci¨®n democr¨¢tica. Lo que constatamos con estas elecciones es que el avance del RN est¨¢ ligado a las transformaciones de la sociedad francesa y del mundo pol¨ªtico.¡±
Los partidos y sindicatos dejaron de representar a los ciudadanos. Las clases populares desconectaron de la izquierda socialdem¨®crata. ¡°EL RN¡±, explica Rosanvallon, ¡°fue una especie de recept¨¢culo de las formas de impotencia e insatisfacci¨®n, pero de un modo radical¡±.
Para el ensayista Pascal Bruckner, ¡°este el partido de las v¨ªctimas, de la gente que se cree v¨ªctima¡±. ¡°Y el talento del RN¡±, dice, ¡°consiste en agregar todas las insatisfacciones y decir: ¡®Sois la verdadera Francia, las ¨¦lites se atiborran a vuestra cuenta y nosotros os representamos¡¯. La extrema derecha siempre ha funcionado sobre la base de la victimizaci¨®n. La extrema izquierda, tambi¨¦n¡±.
¡±Los franceses siempre quieren votar en contra: se oponen¡±, diagnostica la soci¨®loga y antiguo miembro del Consejo Constitucional Dominique Schnapper. ¡°So?aron con que la izquierda transformar¨ªa la vida y la izquierda no transform¨® la vida, porque no puede hacerlo.¡±
¡°Antes¡±, contin¨²a Schnapper, ¡°la gente votaba en contra votando comunista. Como el Partido Comunista estaba muy organizado, daba estabilidad a la oposici¨®n. Pero ahora ya no hay Partido Comunista. Tenemos La Francia Insumisa¡±. Se refiere al partido de izquierda radical liderado por Jean-Luc M¨¦lenchon, de quien opina: ¡°No entiendo muy bien el proyecto de M¨¦lenchon, pienso que quiere demoler la Rep¨²blica¡±. Y a?ade, en referencia a los que votan en contra: ¡°Solo les queda, para manifestar su c¨®lera y su descontento, el Reagrupamiento Nacional, con este argumento pasmoso: ¡®Es el ¨²nico que no hemos probado, por tanto, vamos a probarlo¡¯. Lo inquietante es que el d¨ªa que el Frente Nacional [sic] fracase como los dem¨¢s, no s¨¦ qu¨¦ har¨¢n¡±.
Para entender c¨®mo Francia ha llegado a esta situaci¨®n, hay otro factor, m¨¢s inmediato: Emmanuel Macron y la decisi¨®n inesperada hace un mes de disolver la Asamblea Nacional y poner patas arriba el sistema. ¡°Una disoluci¨®n se prepara y se organiza¡±, juzga Schnapper, quien no oculta sus simpat¨ªas con el presidente, ni su decepci¨®n. ¡°No es algo que se haga en cinco minutos¡±.
Pero el problema viene de antes. Podr¨ªa remontarse a la revuelta de los chalecos amarillos en 2018, la Francia de las clases medias empobrecidas en ciudades peque?as. O a 2022: Macron sale reelegido en las presidenciales y en las legislativas de unas semanas despu¨¦s pierde la mayor¨ªa absoluta. Un a?o m¨¢s tarde, la reforma de las pensiones, adoptada por decreto, saca a las calles a centenares de miles de personas. Sostiene Rosanvallon: ¡°El declive del macronismo despu¨¦s de 2022 y la decepci¨®n con el macronismo fueron el carburante que aceler¨® las cosas¡±.
Macron prometi¨® en 2017, al llegar al poder, hacerlo ¡°todo¡± para que ¡°no haya ning¨²n motivo para votar a los extremos¡±. Siete a?os despu¨¦s, y con la extrema derecha con m¨¢s del 33% de votos en la primera vuelta de las legislativas, el 30 de junio, el fracaso es rotundo.
¡°Macron es alguien que no comprende al pueblo¡±, analiza Roudinesco. ¡°Probablemente no comprende Francia. Piensa que con su inteligencia, sus c¨¢lculos, su cultura resolver¨¢ los problemas de la gente. Pero no comprende lo que es lo irracional, el inconsciente. Y no comprende bien esta cosa terrible en Francia: esta ebullici¨®n permanente¡±.
Lo dijo a EL PA?S, unas semanas antes de morir en 2020, el legendario periodista Jean Daniel: ¡±Francia est¨¢ enloquecida y ¨¦l la vuelve m¨¢s loca¡±.
Reflexiona Winock: ¡°Emmanuel Macron se ha vuelto cada vez m¨¢s impopular, por dos motivos. Uno es su personalidad algo mon¨¢rquica, jupiterina, la de un hombre que lo sabe o cree saberlo todo, que no conecta con el pueblo, que encarna a las ¨¦lites, a los que tienen grandes diplomas, a los ricos, a la clase dirigente. El otro motivo es nuestra pr¨¢ctica constitucional, que poco a poco ha dado al presidente un poder excesivo. Todo viene de ¨¦l, todo converge en ¨¦l e, inevitablemente, ¨¦l concentra las decepciones, las frustraciones, las injusticias¡±.
Lo teoriz¨® el propio Macron antes de llegar al poder: la decapitaci¨®n de Luis XVI dej¨® en Francia ¡°un vac¨ªo emocional, imaginario, colectivo¡±. Desde entonces, los franceses han intentado llenar el vac¨ªo. Con Napole¨®n o con De Gaulle y las instituciones presidencialistas de la V Rep¨²blica. ¡°Necesitamos a un rey para cortarle la cabeza¡±, comenta Bruckner. ¡°Es como una repetici¨®n par¨®dica de la Revoluci¨®n Francesa¡±.
?C¨®mo salir de esa? Bruckner cita al poeta rom¨¢ntico H?lderlin: ¡°Ah¨ª donde reside el peligro, tambi¨¦n crece lo que nos salva¡±. ¡°Puede haber un choque salv¨ªfico y que nos demos cuenta de que no somos tan infelices¡±, apunta. Se refiere al secular pesimismo franc¨¦s, la proclividad a recrearse en el declive. ¡°El narcisismo del gemido¡±, dice.
Una victoria del RN, seg¨²n Boucheron, ser¨ªa ¡°catastr¨®fica¡±. No solo por tener a la extrema derecha en el poder, sino porque ¡°Francia tiene una Constituci¨®n, la de la V Rep¨²blica, que autoriza en gran medida el poder autoritario, con muy pocos contrapoderes y sin la cultura parlamentaria de otros pa¨ªses, incluida Espa?a¡±. Ser¨ªa un escenario de ¡°caos pol¨ªtico y social¡±.
El otro escenario, el del hemiciclo sin mayor¨ªas, ¡°ser¨ªa una crisis pol¨ªtica, y le corresponder¨ªa al presidente intentar salir de ella¡±. ¡°Nos encontrar¨ªamos ante un caso de ingobernabilidad¡±, vaticina Winock, ¡°y entonces har¨ªa falta mucha imaginaci¨®n, mucha buena voluntad para encontrar una soluci¨®n, la de un gobierno apoyado por partidos dispares que solo tendr¨ªan en com¨²n el rechazo de la extrema derecha¡±. Otra opci¨®n que Le Pen y M¨¦lenchon han puesto sobre la mesa para romper el bloqueo: la dimisi¨®n de Macron, cuyo mandato no expira hasta 2027.
¡°Si Macron dimite, es una cat¨¢strofe espantosa¡±, dice Schnapper. ¡°Espero que no lo haga, pero no lo excluyo porque como toma las decisiones as¨ª, temerariamente...¡±.
Schnapper piensa a veces en lo que dir¨ªa sobre tal o cual situaci¨®n su padre, el gran pensador liberal Raymond Aron (1905-1983). ¡°?l cre¨ªa en la democracia, y la descomposici¨®n actual de la democracia...¡±, dice sin terminar la frase. Y concluye: ¡°Del mismo modo que me pareci¨® injusto que no hubiese podido ver la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn, porque se le priv¨® de una gran alegr¨ªa, ahora pienso que felizmente est¨¢ muerto para no ver todo esto¡±.
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