El imposible regreso a casa de miles de desplazados por la guerra en Ucrania
Los ataques del ej¨¦rcito ruso en J¨¢rkov obligan a evacuar a m¨¢s de 13.000 personas desde mayo. La b¨²squeda de vivienda y empleo son dos de las mayores preocupaciones de sus nuevas vidas. Al menos 3,6 millones han tenido que dejar sus hogares por la invasi¨®n
El olor a pimientos tiernos inunda la habitaci¨®n de Ludmila Kostenko. Ha puesto a remojo al menos una docena en una palangana que descansa sobre una repisa. ¡°Voy a hacerlos al horno, rellenos de carne picada¡±, dice ilusionada. Desde el 10 de mayo, esta campesina de 57 a?os, su marido y su perrita Jengibre ocupan uno de los dormitorios de una antigua residencia de estudiantes de las afueras de J¨¢rkov convertida por las autoridades en refugio temporal para los desplazados por la guerra como ella, que aquel d¨ªa tuvo que dejar Vovchansk Jutori, su pueblo natal. Los ¨²ltimos ataques del ej¨¦rcito ruso en esta provincia del noreste de Ucrania, fronteriza con Rusia, han obligado a evacuar a m¨¢s de 13.000 personas desde mayo. La cifra de ucranios que viven desplazados internamente lejos de sus hogares por la ofensiva a gran escala que Rusia comenz¨® en Ucrania en febrero de 2022 son al menos 3,6 millones, seg¨²n el Ministerio de Pol¨ªtica Social. Y sube a m¨¢s de cinco millones si se tienen en cuenta a quienes se movieron a otras zonas del pa¨ªs a partir de la invasi¨®n rusa de la regi¨®n de Donb¨¢s, en el este, iniciada en 2014.
Kostenko ha intentado convertir su habit¨¢culo en un hogar, aunque por tama?o casi parezca m¨¢s un trastero que un dormitorio. Al menos dispone de amplias ventanas, que ocupan toda una pared bajo la que est¨¢n dos camitas individuales entre las que apenas queda espacio para pasar. ¡°El 10 de mayo mi marido y yo decidimos irnos. Esa noche hubo un bombardeo que dej¨® todo en llamas. Mi casa ha sido destruida por un misil, pero fue el 1 de junio; ya no est¨¢bamos, gracias a Dios¡±, relata. ¡°Solo me pude llevar cosas b¨¢sicas: la tele, el calentador de agua, ropa y cuatro cosas m¨¢s¡±, lamenta. Los cobertores bordados de las sillas, algunos utensilios de cocina y un par de cuadros de santos ortodoxos son los objetos que le quedan de su casa.
La situaci¨®n en la provincia se deterior¨® en mayo debido a una nueva ofensiva terrestre de las fuerzas rusas que oblig¨® a la evacuaci¨®n de las comunidades cercanas al frente hacia la capital, J¨¢rkov, aunque aqu¨ª tambi¨¦n se producen ataques que destruyen viviendas y dejan v¨ªctimas mortales y damnificados. Esta ciudad, con 1,2 millones de habitantes antes de la invasi¨®n, es la segunda del pa¨ªs y alberga a unos 200.000 desplazados.
Quienes pierden su hogar son alojados en residencias o antiguos edificios p¨²blicos como colegios o centros de salud reconvertidos, e incluso en ciudades modulares. Muchos de ellos, como los Kostenko, no pueden volver a sus casas porque han sido destruidas o han quedado muy da?adas. La mayor¨ªa huy¨® con unas pocas pertenencias, y son muy vulnerables porque se trata principalmente personas mayores y familias con ni?os. En sus nuevas circunstancias se enfrentan a la dificultad de encontrar una vivienda y un empleo. Y todo ello sumado al da?o psicol¨®gico que implica vivir bajo las bombas.
En el centro de acogida en el que viven Kostenko y su esposo residen en total 182 personas ¨Dla mayor¨ªa ancianos o madres con sus hijos, pues muchos hombres est¨¢n sirviendo en el ej¨¦rcito¨D, cuatro gatos y la perra Jengibre. No disponen de grandes lujos en este feo y viejo edificio de seis pisos sin ascensor y tintes sovi¨¦ticos, pero al menos no est¨¢n en la calle. Viktoriia Tiutiunnik, trabajadora del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur) que gu¨ªa la visita, indica que se les proporciona alojamiento mientras dure la guerra y, una vez que acabe, entre tres y seis meses m¨¢s. La pintura carcomida por la humedad, la carpinter¨ªa desgastada y la falta de iluminaci¨®n se compensan con los electrodom¨¦sticos nuevos de las dos cocinas que hay por cada planta. El Gobierno paga las facturas de los suministros y la Organizaci¨®n Internacional de las Migraciones (OIM) y Acnur colaboran con los arreglos. ¡°Poco a poco se van renovando espacios¡±, alega Tiutiunnik.
La gran necesidad de alojamientos oblig¨® a habilitar, en los inicios de la invasi¨®n, espacios que no siempre cumpl¨ªan los requisitos m¨ªnimos de confort y que adem¨¢s eran solo una soluci¨®n temporal, ya que hay escasez de viviendas permanentes, o las que hay est¨¢n en pueblos alejados donde no abundan las oportunidades de empleo. Estos problemas obligan a muchos a alquilar, lo que consume una gran parte de sus ingresos, y todo ello ha llevado a que muchos sean reacios a mudarse. ¡°La gran mayor¨ªa desea permanecer con familiares, en viviendas de alquiler o en campamentos colectivos en J¨¢rkov y no alejarse m¨¢s de sus hogares para poder regresar cuando la situaci¨®n lo permita¡±, asegura Tiutiunnyk, que tambi¨¦n es una desplazada procedente de Lugansk.
Los datos del Ministerio de Reintegraci¨®n de inicios de 2024 indican que el Estado ha alojado a 54.610 personas y que quedaban 22.474 plazas vacantes, pero alega que esta brecha se debe a que no todos recurren al Estado para conseguir vivienda.
Mikola Goga, de 75 a?os, no pierde la sonrisa. Apoyado en su bast¨®n, relata c¨®mo fue la huida de su pueblo, tambi¨¦n Vovchansk Jutori, el pasado 12 de mayo. ¡°Ca¨ªan bombas aqu¨ª y all¨¢¡±, dice sin perder el buen humor. ¡°Cuando la cosa se puso peor, pedimos la evacuaci¨®n a las autoridades y nos llevaron a un centro de tr¨¢nsito¡±, dice, en referencia a las instalaciones habilitadas por el Gobierno para registrar desplazados y darles una primera ayuda de emergencia. ¡°En los primeros momentos, estaba muy asustado, no sab¨ªa qu¨¦ hacer; lo m¨¢s importante ha sido la ayuda econ¨®mica que nos han dado, estoy muy agradecido¡±, dice Goga.
Las ayudas para viviendas son de 2.000 grivnas (unos 45 euros) mensuales durante seis meses, 3.000 (en torno a 67 euros) si es una persona con discapacidad o tiene ni?os a su cargo. En 2023, m¨¢s de 2,5 millones de desplazados internos recibieron asistencia para la vivienda, para cuyo pago se asignaron 73.300 millones de grivnas (1.650 millones de euros) del presupuesto estatal.
Adem¨¢s de la subvenci¨®n para viviendas, Goga ha solicitado otra asistencia de 10.800 grivnas (240 euros) que proporciona Acnur en un pago ¨²nico, y de las que se han beneficiado unas 368.000 personas desde 2022. Tambi¨¦n recibieron un kit de higiene, mantas y comida no perecedera, as¨ª como asistencia legal y psicosocial. La agencia de la ONU estima que 14,6 millones de personas necesitan asistencia humanitaria y servicios de protecci¨®n; alrededor del 40% de la poblaci¨®n ucrania.
Goga y su esposa, sin embargo, no est¨¢n en un centro de acogida, sino que han alquilado un apartamento. Su casa, pr¨¢cticamente no existe, pues un misil cay¨® en el tejado. ¡°Unos d¨ªas despu¨¦s volv¨ª con mi hijo y con un vecino y no pude recuperar casi nada, solo unos abrigos¡±, lamenta este pensionista, exguardia de fronteras.
El hombre ofrece su relato de huida en una de las salas de un espacio multiservicio donde le han citado para recoger unos vales de supermercado. El centro ha sido creado por la ONG ucrania Right to Protection con el apoyo de Acnur y el Ayuntamiento de J¨¢rkov, y est¨¢ ubicada en un recinto subterr¨¢neo para que sea seguro acudir incluso durante las alertas a¨¦reas.
La responsable del centro, Ksenia Tumanovska, enumera los servicios que se han centralizado aqu¨ª: consulta legal y psicol¨®gica, ayuda para la b¨²squeda de empleo, asistencia para pedir la jubilaci¨®n, gesti¨®n de ayudas econ¨®micas¡ ¡°El m¨¢s demandado es la asistencia legal para restaurar documentos perdidos, como pasaportes, escrituras de propiedad de vivienda o certificados de que la vivienda ha sufrido da?os por la guerra, ya que las autoridades hacen informes de las casas destruidas para luego recibir una compensaci¨®n¡±, explica. El segundo, el dinero en efectivo de emergencia. Una encuesta de la OIM hall¨® que las necesidades m¨¢s acuciantes de los desplazados internos son dinero en efectivo y ayuda financiera (56%), bancos de energ¨ªa (7%) y combustible s¨®lido para calefacci¨®n (6%). Por otra parte, el 44% de los desplazados internos declara que sus ingresos solo cubren un poco o nada sus necesidades, seg¨²n otra encuesta de Acnur.
Empleos inalcanzables
Desplazarse implica, en muchas ocasiones, perder el empleo. Bien porque tu lugar de vida tambi¨¦n era el de tu trabajo, como es el caso de innumerables granjeros que se han quedado sin sus tierras, bien porque al marchar a una ciudad m¨¢s segura, pero m¨¢s lejana, se hace imposible mantener el puesto de trabajo.
En Vovchansk, Ludmila Kostenko y su marido trabajaron toda la vida como granjeros. ¡°Ahora no somos nada, y el futuro es incierto porque somos mayores, aunque mi marido intentar¨¢ encontrar algo¡±, lamenta. La mujer llora. Recuerda su granja, sus animales, las flores y el huerto. Esta campesina naci¨®, se cas¨® y construy¨® su granja en el mismo lugar, del que no hab¨ªa salido hasta ahora. Deb¨ªa tener buena mano con el jard¨ªn; en dos meses ha hecho brotar media docena de plantas en unas sencillas botellas de pl¨¢stico que ahora son maceteros. Ese min¨²sculo vergel y un p¨®ster gigantesco de margaritas amarillas que cubre una de las paredes le ayudan a sentirse un poco menos extra?a.
El Gobierno ofrece reembolsos de impuestos a los empleadores que contraten a desplazados y el Servicio Estatal de Empleo ofrece cursos gratuitos de reciclaje profesional. Las ONG tambi¨¦n dan asistencia legal y asesor¨ªa, pero a la hora de la verdad, ni una cosa ni la otra sirven a personas como el matrimonio Kostenko, al borde de la jubilaci¨®n y sin conocimientos de nada m¨¢s que cultivar un campo. Al final, el 40% de los desplazados internos en edad de trabajar se encuentran desempleados, seg¨²n el Ministerio de Pol¨ªtica Social.
¡°Estar aqu¨ª de invitado est¨¢ bien, pero la casa es la casa. Todo el mundo volver¨¢ cuando acabe la guerra¡±, asegura Mikola Goga con expresi¨®n risue?a. No lo lleva igual de bien Ludmila Kostenko, que llora de nuevo al preguntarle qu¨¦ le ayudar¨ªa. ¡°Que pare la guerra¡±, susurra entre l¨¢grimas. ¡°Toda mi vida ha cambiado porque todo lo que amaba estaba en mi casa¡±. Su ¨²nico y mayor deseo, afirma, es volver a su hogar.
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