El naufragio de Mike Lynch: auge y ca¨ªda del ¡°Bill Gates brit¨¢nico¡±
El empresario, fallecido al hundirse su yate en la costa siciliana y cuyo cuerpo fue recuperado el jueves, logr¨® sobrevivir 12 a?os de batalla judicial y fue absuelto por un jurado
El destino puede burlarse hasta de las met¨¢foras. Y si la vida de Mike Lynch (Ilford, 59 a?os) fue un tornado de ¨¦xitos empresariales, enriquecimiento descomunal, popularidad pol¨ªtica, ca¨ªda en desgracia, humillante extradici¨®n a Estados Unidos y larga batalla judicial ¡ªlogr¨® sobrevivir a todos ellos¡ª, la muerte le sorprendi¨® cuando un tornado real hundi¨® su yate frente a las costas de Sicilia. Su cad¨¢ver fue recuperado este jueves, cuatro d¨ªas despu¨¦s del accidente.
A finales de julio, el fundador de la compa?¨ªa brit¨¢nica de software para empresas Autonomy posaba en el sal¨®n de su casa, en el acaudalado barrio londinense de Chelsea, para el diario Sunday Times. Mostraba a la c¨¢mara una sonrisa a¨²n desconfiada, mes y medio despu¨¦s de que un jurado de California le absolviera de una bater¨ªa de 15 acusaciones de fraude, falseamiento de cuentas y asociaci¨®n il¨ªcita para la comisi¨®n de un delito. Lynch, entregado por el Gobierno brit¨¢nico a las autoridades estadounidenses en mayo del a?o pasado, pas¨® 13 meses en San Francisco bajo arresto domiciliario, acompa?ado de su perro Faucet, un pastor de las islas Shetland, y de los polic¨ªas federales que lo custodiaban.
Despu¨¦s de gastar 27 millones de euros en abogados, hacer frente a un juicio de 12 semanas, e incluso asumir el riesgo de subir al estrado y responder a las preguntas de los fiscales, el 6 de junio Lynch oy¨® del miembro portavoz del jurado las palabras m¨¢gicas: ¡°No culpable¡±. Los agentes que le acompa?aban se retiraron, despu¨¦s de desconectar el grillete electr¨®nico de control amarrado a su tobillo. Las autoridades judiciales le devolvieron la fianza de 90 millones de euros que entreg¨® para garantizar que no intentar¨ªa escaparse. ¡°Cuando escuchas ese veredicto, es como si saltaras a otra dimensi¨®n¡±, explicaba el empresario durante la entrevista al Times. ¡°Si todo esto hubiera salido mal, habr¨ªa supuesto el final de mi vida¡±. Se enfrentaba a una petici¨®n de c¨¢rcel de 25 a?os.
La batalla contra HP
Las historias de superaci¨®n personal son igual de luminosas que de sombr¨ªas. El mismo hijo de inmigrantes irlandeses en Inglaterra, cuyo primer trabajo fue limpiar los suelos de un hospital hasta lograr una beca en la Universidad de Cambridge, puede ser tambi¨¦n el ejecutivo ¡°brusco y dictatorial¡± con sus empleados ¡°que espera siempre que las cosas se hagan a su manera¡±, como le defini¨® un juez del Tribunal Superior de Londres.
Lynch se especializ¨® en la universidad en procesamiento de se?ales, un modo de detectar patrones espec¨ªficos en enormes cantidades de datos electr¨®nicos. Los primeros pasos que conducir¨ªan a los sofisticados sistemas actuales de b¨²squeda y de inteligencia artificial. En 1996 lanz¨® su empresa Autonomy. Quince a?os despu¨¦s, era la compa?¨ªa tecnol¨®gica con mayor capitalizaci¨®n burs¨¢til de Londres. Empleaba a 2.000 personas a lo largo de 20 pa¨ªses. Contrataban su software clientes como AT&T, BNP Paribas o el fondo de inversi¨®n BlackRock.
El Reino Unido, un pa¨ªs ya entonces desindustrializado y volcado en el sector servicios, necesitaba su propio h¨¦roe nacional de la nueva revoluci¨®n tecnol¨®gica y lo encontr¨® en Lynch, al que bautizaron como el ¡°Bill Gates brit¨¢nico¡±. El primer ministro conservador, David Cameron, incorpor¨® al popular empresario a su Consejo de Ciencia y Tecnolog¨ªa, la BBC lo sum¨® a su junta como director no ejecutivo y en 2006 recibi¨® la Orden del Imperio Brit¨¢nico por su aportaci¨®n al avance de la industria brit¨¢nica.
El ¨¦xito del reci¨¦n llegado es a veces la tabla de salvaci¨®n a la que se aferra el que se est¨¢ hundiendo. En Estados Unidos, la empresa de computadoras e impresoras Hewlett Packard (HP), que siempre defendi¨® que fue el verdadero embri¨®n del milagro de Silicon Valley desde un garaje de Palo Alto, se hab¨ªa convertido a finales de la primera d¨¦cada del siglo XXI en un dinosaurio cuyos productos no pod¨ªan competir con los MacBook, AirBook, iPhone y iPad de Apple.
Su director ejecutivo, el alem¨¢n Leo Apotheker, vio el cielo abierto en la empresa de Lynch. HP recuperar¨ªa su gloria con un giro en el negocio. Vender¨ªa software para empresas. La compa?¨ªa adquiri¨® Autonomy en 2011 por 11.700 millones de d¨®lares (10.500 millones de euros), una cantidad que incorporaba un desorbitado recargo del 64% sobre el precio real de la empresa. El empresario brit¨¢nico, padre entonces de dos ni?as de nueve y seis a?os, se convirti¨® de la noche a la ma?ana en uno de los hombres m¨¢s ricos del Reino Unido.
Los accionistas e inversores de HP, sin embargo, rechazaron de plano la adquisici¨®n de la compa?¨ªa. Echaron a Apotheker apenas cinco semanas despu¨¦s del anuncio, y lo sustituyeron por Meg Whitman, una reina de la nueva econom¨ªa tecnol¨®gica de esa era, que acababa de fracasar en su empe?o personal de convertirse en gobernadora de California. Se hab¨ªa gastado en la campa?a 140 millones de d¨®lares (125 millones de euros) de su propio bolsillo. Ten¨ªa hambre de ¨¦xito y pocos escr¨²pulos.
Un a?o despu¨¦s de la compra, Whitman orden¨® una depreciaci¨®n del valor de HP de 8.800 millones de d¨®lares (7.900 millones de euros), y lanz¨® una batalla legal contra Lynch y los tribunales brit¨¢nicos y estadounidenses. Lo acusaba de falseamiento de las cuentas y de haber inflado el valor de Autonomy, en el momento de la venta, en 5.000 millones de d¨®lares (4.500 millones de euros).
La ¡°planta que no se riega bien¡±
El equipo de abogados de HP y los fiscales estadounidenses describieron, a trav¨¦s de millones de documentos, pr¨¢cticas dudosas en la gesti¨®n de Lynch. Como pagar determinados servicios a compa?¨ªas a las que vend¨ªa a continuaci¨®n su software. Es decir, un modo de inflar el negocio y ofrecer un aspecto m¨¢s saneado que el real, seg¨²n la acusaci¨®n. El empresario brit¨¢nico siempre defendi¨® su inocencia, y acus¨® a HP de enrabietarse por una compra mal pagada y peor gestionada. ¡°Pap¨¢ regal¨® una planta a una persona, y esa persona no la reg¨® bien. Por eso se muri¨®, y ahora quieren echarle la culpa a pap¨¢¡±, explic¨® Lynch a su entonces hija de seis a?os, seg¨²n contaba en la reciente entrevista al Sunday Times.
No crey¨® esa versi¨®n en 2022 un juez del Tribunal Superior de Inglaterra y Gales, que ante la tesitura que ¨¦l mismo escribi¨® en la sentencia ¡ª¡°?Fraude a gran escala o interminable caza de brujas?¡±, se pregunt¨®¡ª, opt¨® por condenar a Lynch y a su director financiero, Sushovan Hussain. La entonces ministra brit¨¢nica del Interior, Priti Patel, tom¨® a continuaci¨®n la decisi¨®n extrema de extraditar al empresario, un ciudadano brit¨¢nico, a EE UU.
Las probabilidades de que un jurado estadounidense le absolviera no llegaban al 1%. A¨²n eran menores las de que Lynch acabara muerto, al final de esta larga historia, en el fondo del Mediterr¨¢neo, justo cuando celebraba su resurrecci¨®n.
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