Un gazat¨ª muerto y da?os menores en Israel: los efectos visibles del ataque iran¨ª
El palestino que falleci¨® por el impacto de los restos de un misil recibe sepultura en Jeric¨® (Cisjordania). ¡°El estruendo fue tremendo¡±, recuerda un vecino de la zona de Tel Aviv donde cay¨® un cohete
En su peor ofensiva contra Israel, Ir¨¢n solo caus¨® el martes un muerto y no es un ciudadano israel¨ª. Se trata de un palestino que ha sido enterrado este mi¨¦rcoles en Jeric¨® (Cisjordania ocupada). La poblaci¨®n israel¨ª agradece una vez m¨¢s la eficacia de su sistema antia¨¦reo. Algunos ciudadanos acuden aliviados a presenciar los restos del ataque, llevado a cabo con unos 180 misiles, la mayor¨ªa interceptados. Se les ve por los alrededores de Tel Aviv o cerca del mar Muerto.
Mientras Sameh Khadr Hassan al Asali, un trabajador de 38 a?os originario de Gaza, recibe sepultura en Cisjordania, Ori, israel¨ª de 24 a?os, cambia el turismo de playa por el turismo b¨¦lico cerca de su casa en el ¨¢rea metropolitana de Tel Aviv, la mayor ciudad del pa¨ªs. El ataque ordenado por las autoridades de Teher¨¢n oblig¨® a cancelar el vuelo de este joven a Tailandia. Se han esfumado unas vacaciones largamente preparadas tras terminar la universidad hace un par de meses. En la ma?ana del mi¨¦rcoles, a falta de algo mejor que hacer, Ori pasea de la mano de su novia, Hily, de 21 a?os, en torno a la zona de Herzliya, donde impact¨® uno de los cohetes. Ambos observan el gran cr¨¢ter ya cubierto de tierra, los coches da?ados y, de vez en cuando, levantan el m¨®vil para autorretratarse.
Por segunda vez en menos de medio a?o, Ir¨¢n ha vuelto a atacar a su mayor enemigo: Israel. La ofensiva de esta ocasi¨®n es la mayor lanzada nunca por Ir¨¢n. El n¨²mero de proyectiles disparados esta vez es menor que el de la madrugada del pasado 13 de abril, d¨ªa en que tambi¨¦n emplearon drones, aunque Teher¨¢n ha empleado ahora misiles bal¨ªsticos m¨¢s r¨¢pidos y dif¨ªciles de interceptar. De hecho, varios de ellos, o restos de las defensas antia¨¦reas locales que trataban de interceptarlos, consiguieron impactar en bases a¨¦reas militares del pa¨ªs sin causar v¨ªctimas o da?os en armamento e infraestructura cr¨ªtica, seg¨²n un comunicado que citan medios locales.
Ori se encontraba en su casa de Ramat Hasharon, a unos tres kil¨®metros de donde cay¨® el proyectil en Herzliya, cuando saltaron las sirenas que pusieron en guardia pr¨¢cticamente a los 10 millones de habitantes del pa¨ªs. Se refugi¨® en la habitaci¨®n de seguridad, una estancia reforzada de la que disponen muchas viviendas en Israel. Era la hora en que casi ten¨ªa que irse al aeropuerto para emprender su viaje a Tailandia. ¡°El estruendo fue tremendo. Pasamos miedo¡±, se?ala. Pero, al mismo tiempo, mientras observa la escena del ataque solo con algunas p¨¦rdidas materiales, expresa su orgullo por la eficacia del sistema de defensa israel¨ª.
La avenida por la que pasea con su pareja, en una zona industrial con edificios y carreteras en obras, se ha convertido en lugar de peregrinaje y atrae a otros visitantes, que deambulan casi siempre tomando fotos o v¨ªdeos. ¡°No tenemos miedo¡±, comenta Yosi, de 40 a?os, delante de uno de los veh¨ªculos que han salido peor parados. ¡°Hay que matarlos a todos. No nos queda otra¡±, zanja, sin concretar qui¨¦nes son esos con los que hay que acabar.
Tambi¨¦n llegan reporteros de distintos medios internacionales, que preguntan a los vecinos o hacen referencia en sus entradillas ante la c¨¢mara al objetivo que supuestamente estaban buscando golpear los iran¨ªes: la sede del Mosad, los servicios secretos israel¨ªes en el exterior, a los que se les atribuyen muchos de los ataques que su pa¨ªs lleva a cabo en el extranjero.
Algunas referencias de Google Maps y p¨¢ginas web sit¨²an una sede de esa agencia a unos 400 metros del lugar del impacto. En la misma avenida, m¨¢s cerca todav¨ªa de ese edificio, unos operarios realizan reparaciones en lo que aparenta ser otro impacto de misil, pero no permiten a los curiosos detenerse ni reconocen que en ese punto cayera otro de los cohetes. Otros lugares alcanzados fueron una escuela cerca de Ashkelon y un restaurante en Tel Aviv.
Zonas urbanas o militares
El r¨¦gimen de Teher¨¢n considera una humillaci¨®n para Israel, que, por vez primera, sus misiles hayan logrado impactar en zonas urbanas o militares. Para ciudadanos como Ori, todo lo contrario. Esbozando una amplia sonrisa, destaca que no ha pasado nada, que no hay que lamentar da?os de importancia. Pero, aunque la mayor ofensiva iran¨ª no ha logrado matar a ning¨²n israel¨ª, s¨ª ha acabado con la vida de un palestino. Ya en el bombardeo de abril las v¨ªctimas en Israel fueron casi nulas. Solo unos fragmentos impactaron en la vivienda de una familia beduina en el desierto del Neguev causando heridas graves a una ni?a que permaneci¨® varios meses hospitalizada.
Esta vez, Sameh Khadr Hassan al Asali, que viv¨ªa refugiado en Cisjordania desde que comenz¨® la guerra hace un a?o, ha perdido la vida en el acto tras recibir el impacto de parte de un proyectil. Ocurri¨® en el exterior de las instalaciones conde se encuentra acogido desde que, el pasado octubre, la contienda le pillara como a cientos de gazat¨ªes fuera de la Franja. Su muerte, en el pueblo de Nueima, a las afueras de Jeric¨®, fue tambi¨¦n confirmada por fuentes oficiales palestinas citadas por la agencia Wafa. Un v¨ªdeo publicado en redes sociales muestra el momento en el que un gran trozo de misil cae directo sobre Al Asali mientras transita por una calle. A unos metros, dos hombres contemplan la escena mientras se ponen a salvo junto a un muro.
En el lado israel¨ª, el ataque que mat¨® a ese gazat¨ª casi ha quedado en an¨¦cdota, aunque las autoridades han prometido responder a Ir¨¢n. Dos decenas de obreros de la construcci¨®n chinos llegan con sus bicicletas al lugar donde impact¨® el misil en Heziliya. Tambi¨¦n ellos se sienten atra¨ªdos por la curiosidad. Se asoman a los veh¨ªculos afectados por la onda expansiva y golpeados por la metralla. Llama la atenci¨®n el manto de tierra que cubre a algunos de ellos. La imagen es tentadora para llev¨¢rsela de recuerdo, como hacen algunos de estos trabajadores con sus tel¨¦fonos m¨®viles antes de seguir dando pedales.
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