Muere a los 96 a?os Ethel Kennedy, la ¨²ltima superviviente del reino de Camelot
La viuda de Robert F. y madre del excandidato presidencial independiente de igual nombre vivi¨® tragedias como el asesinato de su esposo y la muerte prematura de dos de sus hijos
Ethel Kennedy, la ¨²ltima representante de la ¨¦poca dorada de los Kennedy como la ¨²nica dinast¨ªa de EE UU, ha muerto este jueves a los 96 a?os, seg¨²n anunci¨® su nieto, Joseph Kennedy III, mediante una publicaci¨®n en las redes sociales. Defensora de los derechos humanos, fue una cat¨®lica confesa que logr¨® sobreponerse al asesinato de su marido, Robert F. Kennedy, en 1968 y a la muerte prematura de dos de sus 11 hijos gracias a la fe y la reciedumbre irlandesa del clan del que formaba parte.
¡°Anunciamos con nuestros corazones llenos de amor el fallecimiento de nuestra incre¨ªble abuela, Ethel Kennedy, por complicaciones relacionadas con el derrame cerebral que sufri¨® la semana pasada¡±, ha informado el nieto en la red social X (antes Twitter). ¡°En todo momento, la historia de Ethel fue la historia de Estados Unidos¡±, ha glosado su figura el presidente Joe Biden.
Ethel Kennedy trat¨® de continuar la obra de su marido con la fundaci¨®n del centro de derechos humanos que lleva su nombre. Compa?era del fiscal general durante su frustrada carrera pol¨ªtica ¡ªsiempre en las filas dem¨®cratas, la marca pol¨ªtica de la familia de la que abjur¨® su hijo Robert F. Kennedy al presentarse a la Casa Blanca como independiente, para luego apoyar la candidatura de Donald Trump¡ª, acompa?¨® tambi¨¦n sus ¨²ltimos minutos mientras yac¨ªa en la cocina de un hotel, mortalmente herido por la bala de un pistolero. Tras el asesinato de su hermano, el presidente John F. Kennedy, cinco a?os antes, la maldici¨®n de los Kennedy se extend¨ªa con una mancha de sangre, pero Ethel Kennedy, ¡°matriarca de optimismo y coraje moral, emblema de resistencia y servicio¡± en palabras de Biden, fue ¡°una columna vertebral de acero¡± tanto para la familia como para millones de estadounidenses, identificados hipn¨®ticamente con el poder y el drama de la familia.
Tras la ¡°estremecedora muerte¡± de Robert F. Kennedy, a?ade el comunicado de Biden, ¡°Ethel mostr¨® a toda nuestra naci¨®n un camino a seguir, convirtiendo el dolor en prop¨®sito y continuando su marcha hacia los derechos civiles y la justicia social, el fin de la pobreza en casa y la consecuci¨®n de la paz en el extranjero¡±. Cuando Biden perdi¨® en un accidente a su primera esposa y su hija peque?a, cuatro a?os m¨¢s tarde, recuerda c¨®mo Ethel Kennedy se convirti¨® en un punto de apoyo para ¨¦l y para sus dos hijos hu¨¦rfanos. ¡°Nos ense?¨® a canalizar el dolor al servicio de un bien mayor¡±.
Las palabras de Biden, con ser ciertas, omiten un dato fundamental: al igual que los Kennedy, Ethel Skakel ¡ªsu nombre de soltera¡ª proven¨ªa de una familia, adem¨¢s de cat¨®lica, rica, un ambiente privilegiado en el que le result¨® f¨¢cil conocer en 1945 a Bobby por mediaci¨®n de Jean, su futura cu?ada y compa?era suya en una exclusiva universidad de Nueva York, durante un viaje de esqu¨ª. Kennedy sal¨ªa por entonces con la hermana de Ethel, pero en 1950 acab¨® cas¨¢ndose con ella. La joven esposa encaj¨® bien en el clan Kennedy porque proced¨ªa de los mismos ambientes, aunque su familia era republicana.
Desde su mansi¨®n de Hickory Hill a las afueras de Washington, un verdadero anexo de Camelot ¡ªnombre que recibi¨® la Administraci¨®n de presidente John F. Kennedy¡ª, Robert y Ethel se convirtieron en un centro de poder en sordina, con fiestas a las que acud¨ªan pol¨ªticos, pero tambi¨¦n celebridades de la vida social y el mundo del espect¨¢culo, desde Judy Garland hasta el Beatle John Lennon o Harry Belafonte. ¡°Hickory Hill era el centro social m¨¢s animado de Washington¡±, escribi¨® Arthur M. Schlesinger en Robert Kennedy y su ¨¦poca. ¡°Era muy dif¨ªcil resistirse a sus fiestas¡±.
El asesinato del presidente Kennedy en Dallas en 1963 marc¨® un punto de inflexi¨®n en la familia y precipit¨® la carrera pol¨ªtica de su hermano, y a la postre su triste final. Robert dimiti¨® como fiscal general nueve meses despu¨¦s del magnicidio para presentarse a un esca?o en el Senado por Nueva York. En 1968 decidi¨® buscar la nominaci¨®n presidencial dem¨®crata, pero el 5 de junio de ese a?o, cuando su comitiva abandonaba el Hotel Ambassador de Los ?ngeles tras la celebraci¨®n de su victoria en las cruciales primarias dem¨®cratas, un joven jordano-palestino dispar¨® al candidato, en supuesta venganza por el apoyo de Kennedy a Israel. Sirhan Sirhan, el asesino, permanece en prisi¨®n.
Ethel estaba embarazada de su und¨¦cimo hijo y corri¨® entre la multitud para llegar a su lado y, como una madonna, acunar el cuerpo ex¨¢nime de Robert en el suelo de la cocina del hotel. Arrodillada a su lado, le confort¨® en voz baja mientras intentaba ahuyentar a los fot¨®grafos del lugar. La agon¨ªa se prolong¨® casi un d¨ªa, hasta la madrugada del 6 de junio, cuando el candidato dem¨®crata a la presidencia muri¨®. Los testigos de la vigilia dijeron que Ethel Kennedy nunca perdi¨® la compostura, ni siquiera en el dolor. No fue el ¨²nico mazazo de su vida: adem¨¢s de la muerte de sus padres en un accidente a¨¦reo en 1955 y la de un hermano en un accidente 11 a?os despu¨¦s, fueron las p¨¦rdidas de su hijo David, muerto de sobredosis en 1984, y Michael, en un accidente de esqu¨ª en 1997, las que m¨¢s la debilitaron. Robert F. Kennedy junior tuvo problemas con las drogas y fue detenido por posesi¨®n de hero¨ªna, y su nieta Saoirse ¡ªnombre irland¨¦s, para no perder la tradici¨®n familiar¡ª sucumbi¨® en 2019 a una aparente sobredosis.
Era la cara B de los Kennedy, el reguero de sangre y dolor que parece acompa?ar a la familia como una sombra perpetua. Una leyenda forjada tambi¨¦n a base de muertes violentas: en 2002 el sobrino de Ethel Kennedy, Michael Skakel, fue condenado por el asesinato de una ni?a de 15 a?os casi tres d¨¦cadas antes. El caso se convirti¨® en pasto de una serie de documentales de la televisi¨®n en ese g¨¦nero tan popular en EE UU, el del true crime.
Ethel hizo suyas muchas de las causas defendidas por su difunto marido, entre ellas tambi¨¦n la protecci¨®n del medio ambiente. Entre los proyectos m¨¢s destacados que alent¨® figuran la limpieza de la ribera del r¨ªo Anascostia en Washington y la restauraci¨®n del barrio neoyorquino de Bedford Stuyvesant. Por estos y otros m¨¦ritos, Barack Obama le concedi¨® en 2014 la Medalla Presidencial de la Libertad, la m¨¢s alta condecoraci¨®n del pa¨ªs.
¡°Es un emblema de fe perdurable y esperanza perdurable, incluso en medio de una p¨¦rdida y un dolor inimaginables¡±, dijo Obama en la ceremonia de entrega del galard¨®n. ¡°Como su familia les dir¨¢ (...) con Ethel no se juega¡±, brome¨®, aludiendo a su fuerte car¨¢cter. Preguntada ese mismo a?o en una entrevista en la NBC por qui¨¦n o qu¨¦ hab¨ªa inspirado su labor social y filantr¨®pica, la respuesta fue clara: ¡°Primero Bobby [su marido] y su vida y, por supuesto, Jack¡±, nombre por el que era conocido su cu?ado, el presidente Kennedy. Rory, su hija menor, la retrat¨® en un documental en 2012. Al repasar las tragedias de su vida, se limit¨® a comentar, como resumen de la existencia o qui¨¦n sabe si tambi¨¦n como futuro epitafio: ¡°Nadie tiene un viaje gratis¡± en la vida.
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