Una acampada de colonos jud¨ªos ante Gaza exige ocupar el enclave y echar a los palestinos
¡°En menos de un a?o¡± se podr¨¢ ver c¨®mo ¡°los ¨¢rabes desaparecen¡± de la Franja, sostiene Daniella Weiss, l¨ªder del movimiento supremacista, en un acto al que se han unido algunos ministros del Gobierno israel¨ª
El derecho internacional no significa nada frente a las leyes de Dios para medio millar de jud¨ªos de todas las edades acampados a las puertas de Gaza, que consideran parte de su tierra prometida. Reclaman su derecho a ocupar la Franja e, incluso, a expulsar a sus habitantes con un discurso supremacista. Cuentan con el apoyo del Gobierno de Israel. Los ministros ultranacionalistas de Seguridad Nacional y Finanzas, Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, respectivamente, que tambi¨¦n son colonos, han visitado la acampada en la tarde del lunes.
Los asistentes al acto a favor de la ocupaci¨®n jud¨ªa de la Franja cuentan con la protecci¨®n del ej¨¦rcito y la polic¨ªa. ¡°En menos de un a?o, ver¨¦is c¨®mo los jud¨ªos vienen a Gaza y c¨®mo los ¨¢rabes desaparecen¡±, asegura, entre la amenaza y el triunfalismo, Daniella Weiss, de 79 a?os y la l¨ªder m¨¢s conocida del movimiento colono israel¨ª, bajo una de las carpas levantadas a unos 3,5 kil¨®metros de la verja fronteriza con Gaza. La misma que cientos de gazat¨ªes liderados por la milicia Ham¨¢s asaltaron el 7 de octubre de 2023 para llevar a cabo en Israel la peor matanza de la historia del pa¨ªs con 1.200 muertos, seg¨²n cifras oficiales.
Ese d¨ªa, los habitantes de Gaza perdieron el derecho a permanecer all¨ª, seg¨²n sostiene Weiss, sancionada por Canad¨¢ el pasado junio por ¡°facilitar, apoyar o financiar¡± la violencia de radicales jud¨ªos contra civiles palestinos en Cisjordania. Su discurso, ampliamente conocido y difundido desde hace d¨¦cadas, alimenta las expectativas de los presentes. Algunos pertenecen a las 700 familias que se han apuntado en la lista para instalarse en el enclave mediterr¨¢neo palestino. En los ¨²ltimos meses, se han dise?ado ya incluso promociones de viviendas.
Desde la acampada, mientras suenan detonaciones de la artiller¨ªa israel¨ª a cada rato, se pueden observar los edificios de la Franja, que son objetivo de los bombardeos desde hace m¨¢s de un a?o. El ej¨¦rcito israel¨ª mantiene estos d¨ªas una dura ofensiva, especialmente en la zona norte. Al menos 32 personas han muerto este lunes en los bombardeos en Gaza, entre ellos, sobre una escuela de la ONU donde se refugian cientos de ciudadanos desplazados.
¡°La tierra de Israel pertenece solo al pueblo israel¨ª¡±, opina Osher Shekalim, parlamentario del Likud, el partido del primer ministro, Benjam¨ªn Netanyahu. Pese a las im¨¢genes y datos difundidos por la ONU, considera ¡°mentira¡± el desastre humanitario causado en Gaza por los ataques de las tropas de ocupaci¨®n israel¨ªes. ¡°Espero que los palestinos desaparezcan¡±, a?ade.
Daniella Weiss ha llegado a organizar durante esta contienda visitas en barco a la costa de la Franja entre sus adeptos para observar la devastaci¨®n de la guerra. ¡°Rezo para poder disfrutar pronto del placer de la costa de Gaza¡±, afirma mientras habla sin ambages de una limpieza ¨¦tnica de la Franja. Alrededor, los m¨¢s peque?os asisten a talleres de manualidades o con animales dom¨¦sticos mientras comen palomitas, perritos calientes y algod¨®n dulce que les ofrecen en diferentes puestos.
Algunos participantes en la iniciativa, promovida por grupos ultraderechistas y ultranacionalistas, son antiguos colonos de la Franja, donde hubo asentamientos jud¨ªos hasta 2005, cuando el entonces primer ministro Ariel Sharon orden¨® la evacuaci¨®n de civiles y de militares. Desde entonces se han sucedido varias guerras en ese escenario, pero ninguna como la actual, con m¨¢s de 42.500 palestinos muertos. Ahora, algunos ultranacionalistas desean volver al enclave, como Avi Farhan, de 78 a?os, que baila dentro de un corro al ritmo de la m¨²sica sosteniendo una bandera israel¨ª y una foto en la que aparece delante de la que fue su casa en los asentamientos de Gush Kativ. A la improvisada pista de baile se une poco despu¨¦s el ministro Ben Gvir.
Tambi¨¦n vivi¨® en Gaza entre 2003 y 2005 Eliyahu Binyamin, de 38 a?os, padre de cinco hijos y uno m¨¢s en camino, que desea fervientemente regresar e instalarse all¨ª junto a su familia. La salida de la Franja fue ¡°un crimen¡±, considera, y ¡°no deber¨ªa haber pasado nunca¡± porque ¡°a partir de ah¨ª, vinieron los problemas, especialmente el 7 de octubre¡±, afirma. Luce pistola al cinto, como muchos de los presentes. Por eso, adem¨¢s de retomar los asentamientos, ¡°hay que mandarlos fuera [a los palestinos de Gaza], porque es en realidad lo que ellos quieren. Darles dinero y que se vayan a otras partes del mundo¡±, a?ade. Su visi¨®n de Israel, que abarcar¨ªa tambi¨¦n Palestina y zonas de L¨ªbano, Siria y Egipto, no permite reconocer los mismos derechos a los ¨¢rabes que se queden bajo el Estado jud¨ªo.
¡°Imagino que nos uniremos en la segunda oleada de familias¡±, comenta sin dudarlo Shira Leff Kreitman, de 31 a?os, llegada desde Estados Unidos y madre de tres hijos. Se instalar¨ªa incluso en una caravana en Gaza y asegura que conoce bien c¨®mo es el enclave palestino, por medio de conocidos que son militares, aunque nunca ha estado all¨ª.
A la acampada acude para prestar su apoyo Malkiel Barhai, de 35 a?os, colono de Eviatar, un pol¨¦mico asentamiento del norte de Cisjordania desalojado varias veces en el que viven 16 familias. Tocado con un sombrero de vaquero, Barhai entiende que las tropas no han limpiado del todo Gaza de ¡°terroristas¡±, por lo que hay que esperar algo. Cree que tras la salida de los jud¨ªos en 2005, perdieron la oportunidad de convivir y desde el 7 de octubre todo ha cambiado y deben irse. Para ¨¦l, son tan israel¨ªes los territorios palestinos de Gaza y Cisjordania como la ciudad de Tel Aviv. Este hombre incluso defiende los asentamientos jud¨ªos en las zonas donde avance el ej¨¦rcito en L¨ªbano.
Lior Amihai, director de la ONG israel¨ª Peace Now, ha escrito una carta al jefe de las Fuerzas Armadas para prevenirle del peligro que entiende supone la iniciativa de los colonos de extrema derecha y el apoyo que reciben de ministros y parlamentarios mientras siguen secuestrados un centenar de rehenes de Ham¨¢s en el enclave.
Weiss presume de que ya han creado ¡°m¨¢s de 330 asentamientos en Judea y Samaria [como se refiere Israel a Cisjordania] y los Altos del Gol¨¢n¡±, zona siria ocupada por el Estado jud¨ªo. Esa es la experiencia sobre la que asientan su deseo de ¡°hacer lo mismo aqu¨ª en Gaza [...]. Los ¨¢rabes han perdido su derecho de permanecer en este lugar sagrado¡±, insiste. Y para ello, reconoce, cuentan con apoyo pol¨ªtico. En los ¨²ltimos meses, dice que la han llamado amigos para que les reserve parcelas en la playa.
Eliyahu Binyamin, como muchos de los presentes, trufa su discurso de constantes referencias religiosas y est¨¢ convencido de que ¡°la gente de Israel no deber¨ªa votar¡±, pues Dios es el ¡°¨²nico l¨ªder¡± al que hay que obedecer. Para ¨¦l, ejercer el derecho al voto es un tr¨¢mite obligatorio, pero desconf¨ªa de los pol¨ªticos y, si hay alguna opci¨®n a la que pueda favorecer, no duda en defender la de la extrema derecha de Ben Gvir y Smotrich. Al ser preguntado por los efectos de los ataques israel¨ªes en la Franja, defiende incluso que el ej¨¦rcito es ¡°misericordioso¡± al avisar a la poblaci¨®n de los bombardeos. Israel ha obligado a centenares de miles de personas a moverse de una punta a otra de la Franja varias veces en medio de ataques. Varios de sus hijos pululan a su alrededor durante la entrevista. Al concluir ya no queda ninguno. ¡°Lo mismo est¨¢n ya dentro de Gaza¡±, bromea.
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