Hablan los funcionarios despedidos por Musk: ¡°Me siento traicionado por mi pa¨ªs¡±
Los afectados denuncian ¡°caos¡± y ¡°arbitrariedad¡± en el plan de recortes de Trump y advierten de que la purga pone en peligro el liderazgo cient¨ªfico de Estados Unidos o la prevenci¨®n de la pr¨®xima pandemia
El correo electr¨®nico lleg¨® a las 19.06 del s¨¢bado, pero estaba fechado el d¨ªa anterior, as¨ª que K. Waye, funcionaria de los Centros para el Control y la Prevenci¨®n de Enfermedades (CDC), es una de los miles de trabajadores federales de Estados Unidos que el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) de Elon Musk despidi¨® el 14 de febrero, como parte de lo que en Washington ya se conoce como la ¡°masacre del D¨ªa de San Valent¨ªn¡±.
La carta adu...
El correo electr¨®nico lleg¨® a las 19.06 del s¨¢bado, pero estaba fechado el d¨ªa anterior, as¨ª que K. Waye, funcionaria de los Centros para el Control y la Prevenci¨®n de Enfermedades (CDC), es una de los miles de trabajadores federales de Estados Unidos que el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) de Elon Musk despidi¨® el 14 de febrero, como parte de lo que en Washington ya se conoce como la ¡°masacre del D¨ªa de San Valent¨ªn¡±.
La carta aduc¨ªa como razones para el despido que su ¡°habilidad¡±, su ¡°conocimiento¡± y sus ¡°aptitudes¡± no eran satisfactorios, y defin¨ªa su ¡°desempe?o¡± como ¡°inadecuado¡±. Tambi¨¦n la inclu¨ªa en el saco de los ¡°empleados en periodo de prueba¡± porque, aunque Waye lleva una d¨¦cada en la Administraci¨®n estadounidense, cambi¨® de trabajo ¨Dy de agencia¨D en agosto pasado, y eso puso t¨¦cnicamente su contador a cero. En teor¨ªa, el nuevo puesto era un premio, supon¨ªa un ascenso y m¨¢s sueldo, y ella, experta en Sanidad P¨²blica con experiencia en la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, siempre quiso estar en la CDC. En la pr¨¢ctica, aquella promoci¨®n ha acabado siendo su condena, porque en la cruzada del DOGE ¡°contra la burocracia¡±, Musk ha empezado por los m¨¢s d¨¦biles: los empleados que sobre el papel llevan menos de dos a?os en sus puestos y no tienen los mismos derechos que los fijos.
Waye tiene una hija de ocho a?os y est¨¢ divorciada. Se acaba de comprar una casa en un tranquilo pueblo de Maryland, a una hora de Washington, no lejos de donde creci¨® como la hija de un diplom¨¢tico senegal¨¦s. All¨ª, en un sal¨®n con cajas de mudanza a¨²n por abrir cont¨® su historia el viernes pasado. Dice que ahora no sabe c¨®mo va a pagar la casa. Pero lo peor es que padece una enfermedad autoinmune cr¨®nica que, ¡°si no se controla correctamente, es peligrosa¡±. ¡°Un simple catarro puede ser un asunto de vida o muerte¡±, explica. Tiene que ir al m¨¦dico constantemente y, estando en el paro y sin seguro de salud, tampoco sabe c¨®mo afrontar¨¢ ese gasto. ¡°Nunca pens¨¦ que algo as¨ª me podr¨ªa suceder¡±.
El ahora presidente, Donald Trump, hizo campa?a con la promesa de ¡°desmantelar el Estado profundo¡± y recuperar el control sobre las agencias federales independientes para ponerlas al servicio de su revoluci¨®n conservadora. Para ello reclut¨® al hombre m¨¢s rico del mundo, al que le ha pedido ejecutar recortes con los que ahorrar un bill¨®n de d¨®lares. Musk y sus empleados, un pu?ado de j¨®venes de ¨ªmpetu iconoclasta, han logrado la congelaci¨®n de miles de millones de d¨®lares en subvenciones y programas federales y avanzan en su asalto al empleo p¨²blico agencia por agencia.
Primero ofrecieron un plan de bajas incentivadas al que se acogieron unos 75.000 funcionarios, seg¨²n la Oficina de Administraci¨®n de Personal. Despu¨¦s continuaron echando a los que estaban en periodo de prueba. No existen cifras oficiales de cu¨¢ntos de ellos han sido cesados, aunque en marzo de 2024 unos 220.000 empleados federales llevaban menos de un a?o en sus puestos. Este s¨¢bado, el DOGE fue un paso m¨¢s all¨¢, con el env¨ªo a los funcionarios que a¨²n conservan su trabajo de un correo electr¨®nico en el que les piden que respondan contando en qu¨¦ emplearon el tiempo la semana pasada. Si no lo hacen en las pr¨®ximas 48 horas, se exponen a ser despedidos.
En total, hay algo m¨¢s de tres millones de empleados p¨²blicos en Estados Unidos y, aunque no lo parezca escuchando la airada ret¨®rica del Partido Republicano contra Washington ¨Del lugar geogr¨¢fico y la idea del Gobierno que la capital encarna¨D, m¨¢s del 80% se reparte por todo el pa¨ªs, desde Huntsville (Alabama), ciudad consagrada a la NASA, a Ann Arbor (M¨ªchigan), donde el Departamento de Asuntos de los Veteranos tiene un hospital. En ¨¦l trabajaba, hasta el pasado 13 de febrero, Andrew Lennox.
Lennox, de 35 a?os, sirvi¨® en el cuerpo de marines durante una d¨¦cada, entre otros destinos, en Siria, Afganist¨¢n e Irak. Al volver a casa pas¨® por varios empleos, hasta que le sali¨® el que acaba de perder, donde se sent¨ªa ¡°como en familia¡± y, ¡°de nuevo, feliz por servir¡± a su pa¨ªs. Tambi¨¦n lo despidieron por e-mail. La carta dec¨ªa que, ¡°visto su desempe?o¡±, ¡°no es de inter¨¦s p¨²blico¡± que contin¨²e en su puesto. ¡°Nunca escuch¨¦ eso cuando estaba en Afganist¨¢n, defendiendo los ideales americanos de verdad y justicia. Me siento traicionado¡±, dec¨ªa esta semana en una entrevista telef¨®nica.
Su ejemplo, como el de Waye, prueba que las decisiones del DOGE no se est¨¢n tomando de forma individualizada, seg¨²n Alden Group, bufete de Washington especializado en empleo p¨²blico. Tambi¨¦n, la inconsistencia del argumento del desempe?o insatisfactorio: en el caso de Lennox, que solo llevaba dos meses en el puesto, no pudo dar tiempo a un examen de sus capacidades. Waye, por su parte, mostr¨® durante la entrevista una evaluaci¨®n, fechada el 17 de enero, en la que sus superiores certificaron que en el periodo estudiado ¡°obtuvo resultados mejores de los esperados¡±. ¡°Recib¨ª un sobresaliente¡±, dijo, se?alando la nota (un 4,33 sobre 5), ¡°como, por otra parte, todas las veces anteriores desde que empec¨¦ en la Administraci¨®n¡±.
Ni la Casa Blanca ni el DOGE respondieron a un e-mail con las peguntas de EL PA?S sobre la aparente contradicci¨®n de aducir ¡°bajo rendimiento¡± para echar a empleados bien valorados por sus superiores. Tampoco a si los despidos se deciden caso por caso, o a qu¨¦ criterios se siguen a la hora de confeccionar las listas.
Entre tanto, la arbitrariedad y la opacidad del plan de Musk, la sensaci¨®n de que cualquiera puede ser el siguiente mientras las agencias van cayendo como fichas de un domin¨® y los constantes ataques desde hace meses de Trump a los funcionarios est¨¢n pasando factura a los empleados federales estadounidenses.
Temor a represalias
En las ¨²ltimas semanas, este diario ha hablado con una quincena de los que a¨²n conservan su trabajo y que pidieron hacerlo de forma an¨®nima para evitar posibles represalias. Muchos ven cierta l¨®gica a la idea de aligerar la Administraci¨®n, pero critican los ¡°modos inhumanos¡±, el ¡°caos¡± y la ¡°falta de criterio¡±, as¨ª como la imagen distorsionada que se est¨¢ dando de ellos, que olvida el ¡°sacrificio¡± que han hecho por su pa¨ªs. Dicen que est¨¢n ¡°desmoralizados¡± y que sienten ¡°miedo¡± y ¡°ansiedad¡± por si en cualquier momento llega la temida carta. Una funcionaria cont¨® que ¡°hab¨ªa perdido varios kilos debido a los nervios¡±. Algunos llevaban sin ¨¦xito semanas buscando trabajo en el sector privado, y un tipo que s¨ª lo ha logrado describi¨® la sensaci¨®n de emprender un nuevo rumbo profesional ¡°como la de quien se sube al ¨²ltimo avi¨®n antes de la evacuaci¨®n de Vietnam¡±. Otra, jubilada justo a tiempo, explic¨® que sent¨ªa ¡°la culpa del superviviente¡±.
Tambi¨¦n compartieron su preocupaci¨®n por c¨®mo pueden afectar ¡°recortes hechos a la carrera¡± a asuntos como el liderazgo cient¨ªfico de Estados Unidos; la prevenci¨®n de la pr¨®xima pandemia; la gesti¨®n de los parques nacionales ¨Dcuyo servicio ha perdido m¨¢s de mil efectivos poco antes del inicio de su temporada alta¨D; y hasta la seguridad nacional: el despido de 300 empleados que velaban por las armas nucleares hizo saltar todas las alarmas esta semana y hubo que readmitirlos a toda prisa. El problema fue que, como les hab¨ªan cortado el acceso al mail, no hab¨ªa manera de contactar con muchos de ellos.
Doug Wilson, uno de los empleados suspendidos por DOGE como primer paso para la previsible eliminaci¨®n de la Oficina para la Protecci¨®n Financiera del Consumidor (CPFB), creada tras la crisis financiera de 2008, advirti¨® el mi¨¦rcoles en una manifestaci¨®n frente a la sede en Washington de Space X, una de las empresas de Musk, que desde hace tres semanas ¡°nadie est¨¢ haciendo¡± el trabajo para el que lo hab¨ªan contratado: ¡°vigilar los abusos de los bancos y otras instituciones financieras¡±, y evitar que otro batacazo econ¨®mico como aquel se repita.
En algunas ¨¢reas, como la de ayuda humanitaria, el da?o ya est¨¢ hecho. En una de las primeras decisiones del DOGE, la Agencia Estadounidense para la Cooperaci¨®n al Desarrollo (USAID) orden¨® a sus 2.200 funcionarios que dejaran lo que estaban haciendo y cancel¨® sus actividades, en una decisi¨®n de incalculable impacto global, que afecta desde a programas vitales en pa¨ªses en conflicto hasta a la financiaci¨®n de medios latinoamericanos dependientes de las subvenciones. Tambi¨¦n exigieron a los contratistas que trabajan sobre el terreno que volvieran inmediatamente.
Entre otras consecuencias, unas 400 personas del Departamento de Salud Global que no estaban en plantilla acabaron en la calle y sin derecho a indemnizaci¨®n. Una de ellas, Mar¨ªa A. Carrasco, sostiene, en conversaci¨®n telef¨®nica, que en USAID ¨Dagencia que Musk ha definido como una ¡°bola de gusanos¡±, llena de ¡°liberales radicales¡±¨D ¡°no hab¨ªa despilfarro¡±, y lamenta que se est¨¦n tomando decisiones ¡°graves sin contar con los expertos¡±. Para probarlo, recurre al recorte de 10 millones de d¨®lares de un programa de circuncisi¨®n voluntaria en Mozambique, una de las iniciativas a las que el DOGE aludi¨® para ejemplificar la supuesta corrupci¨®n en el uso del ¡°dinero de los contribuyentes estadounidenses¡±. ¡°Lo que no dicen, porque no lo saben o porque no lo quieren saber, es que la ciencia ha demostrado desde principios de los dosmiles que la circuncisi¨®n reduce el riesgo de contagio de VIH en un 60%¡±, explica esta trabajadora despedida.
La cuenta del DOGE en X, red social que tambi¨¦n es propiedad de Musk, ofrece, junto a una web de dise?o siniestro reci¨¦n creada, ejemplos sin contexto como ese para demostrar los avances en su lucha por recortar el gasto y el poder del entramado de entidades federales independientes, muchas de ellas creadas en tiempos del New Deal de Roosevelt y a las que es habitual referirse, por el batiburrillo de sus siglas, como las ¡°agencias de la sopa de letras¡±. En una entrevista conjunta con Trump en Fox News, el empresario ¨Dque goza de un acceso sin precedentes a informaci¨®n confidencial de la misma Administraci¨®n con la que sus empresas privadas hacen suculentos negocios¨D advirti¨® este martes que, ¡°si la burocracia se opone a la voluntad del pueblo e impide que el presidente ponga en pr¨¢ctica lo que el pueblo quiere¡±, entonces Estados Unidos es ¡°una burocracia y no una democracia¡±.
En otra aparici¨®n conjunta en el Despacho Oval, Musk hab¨ªa avisado la semana anterior de que en ese proceso de recortes podr¨ªan producirse ¡°errores¡±, cuando una reportera le pregunt¨® por una supuesta partida de 100 millones de d¨®lares aprobada en tiempos de Joe Biden que el equipo de Trump dijo que hab¨ªa que eliminar porque era para comprar ¡°condones para Gaza¡±. El due?o de Tesla reconoci¨® que eso era un bulo, lo que no impidi¨® que Trump lo haya repetido varias veces.
Adem¨¢s de los fallos y las mentiras (como que hay millones de ciudadanos muertos cobrando su pensi¨®n), en las comunicaciones del DOGE tambi¨¦n se cuelan las exageraciones. Musk y los suyos aseguran haber ahorrado al Gobierno federal 55.000 millones de d¨®lares a base de reducir personal y rescindir contratos, pero un examen llevado a cabo por varios medios estadounidenses de las pruebas aportadas concluy¨® que la cuenta est¨¢ plagada de suposiciones incorrectas, datos obsoletos y errores. Uno de los m¨¢s sonrojantes se refiere a la cancelaci¨®n de un contrato de, seg¨²n el DOGE, 8.000 millones de d¨®lares, cuyo valor real era de ocho millones.
Pese a esos patinazos, Musk goza de la simpat¨ªa de quienes (no solo en EE UU) sospechan por defecto del empleo p¨²blico. En el mundo MAGA (siglas del lema trumpista Make America Great Again, Hacer a Am¨¦rica grande de nuevo), directamente idolatran al empresario. Una multitud lo recibi¨® el jueves en la Conferencia Pol¨ªtica de Acci¨®n Conservadora como a una estrella del rock cuando sali¨® al escenario, despu¨¦s de que el presidente argentino, Javier Milei, le entregara una motosierra (¡°la motosierra de la burocracia¡±) y antes de que el ide¨®logo nacionalpopulista Steve Bannon hiciera algo que pareci¨® un saludo nazi. De las conversaciones con los asistentes a esa convenci¨®n trumpista emergi¨® el retrato de un tipo ¡°extremadamente inteligente¡± que se est¨¢ sacrificando por su pa¨ªs en lugar de vivir la pl¨¢cida vida del hombre m¨¢s rico del mundo. En su intervenci¨®n, Musk asegur¨® que su objetivo es ¡°hacer bien las cosas, pero tambi¨¦n pasarlo en grande¡± con su particular aplicaci¨®n de la doctrina del shock, que el experto en desigualdad Chuck Collins, cr¨ªtico con el magnate sudafricano, compara con su estrategia cuando compr¨® Twitter (ahora X) en 2022 y ech¨® al 75% de la plantilla como ¡°un acto de purificaci¨®n¡±.
De momento, las dudas sobre si los experimentos de Silicon Valley sirven para el Gobierno de Estados Unidos parecen estar pasando factura a la popularidad de Trump. Obtuvo un inequ¨ªvoco triunfo en las urnas tras una campa?a en la que prometi¨® meterle mano a un cuerpo funcionarial ¡°fuera de control¡± y empez¨® su segunda Administraci¨®n batiendo sus propios r¨¦cords con una aprobaci¨®n algo por encima del 50%. Pero un mes despu¨¦s, seg¨²n una encuesta de Ipsos, esta ha ca¨ªdo a un 45%. El sondeo tambi¨¦n preguntaba por Musk: solo un 34% est¨¢ satisfecho con su papel en el Gobierno, el mismo porcentaje que teme que est¨¦ recortando programas gubernamentales esenciales.
Su figura se ha convertido en el blanco predilecto, por encima de Trump, de las cr¨ªticas de un Partido Dem¨®crata ausente, a¨²n noqueado por la derrota de noviembre, as¨ª como de las organizaciones en defensa de los derechos civiles, que han organizado esta semana decenas de actos de protesta por todo el pa¨ªs. El principal fue una concentraci¨®n el lunes, festivo del D¨ªa de los Presidentes, frente al Capitolio. La convocaron para denunciar tanto el ¡°asalto al poder¡± de alguien (Musk) al que nadie ha votado como las ¡°veleidades mon¨¢rquicas¡± de Trump, y para exigir al Congreso que haga algo para pararles los pies.
DOGE, un ¡°experimento necesario¡±
Para Holman Jenkins, columnista de The Wall Street Journal, tanta ¡°histeria¡±, compartida por ¡°los medios reaccionarios de Washington¡±, es la prueba de que el de Musk es ¡°un experimento necesario¡±. Otro de los articulistas del diario conservador, William McGurn, celebra, por su parte, el ataque a unas agencias federales ¡°creadas para socavar el poder presidencial¡±. Tras el argumento de McGurn, subyace una oscura teor¨ªa juridica (la ¡°teor¨ªa ejecutiva unitaria¡±), alumbrada en tiempos de Reagan y ahora resucitada, que propone una lectura amplia de los poderes presidenciales.
Esta semana, Trump firm¨® un decreto que coloca bajo la supervisi¨®n de la Casa Blanca a las agencias independientes, mientras medios como The New York Times y The Atlantic alertan de la incubaci¨®n de una ¡°crisis constitucional¡± que pone en peligro la separaci¨®n de poderes y agrava la perspectiva de que el presidente no acate las decisiones judiciales en las decenas de procesos iniciados por todo el pa¨ªs para parar su agenda.
¡°Seremos al menos tan persistentes como ellos. Como funcionarios, nuestra naturaleza es resiliente¡±, advierte Alissa Tafti, presidenta de la rama local de la Federaci¨®n Estadounidense de Trabajadores Federales. Es el mayor sindicato de empleados p¨²blicos del pa¨ªs y figura como demandante en varias de las querellas contra las decisiones del DOGE, entre ellas, la que ordena el despido de todos los empleados en periodo de prueba o el decreto que elimina la protecci¨®n que da algo llamado Anexo F ante las resoluciones laborales motivadas pol¨ªticamente. El resultado de esa hiperactiva resistencia en los tribunales es una jungla de casos a los que es dif¨ªcil seguir la pista y cuyas decisiones a veces se contradicen: un d¨ªa los funcionarios celebran la prohibici¨®n judicial a Musk de acceder a los archivos del Departamento del Tesoro y otro, una jueza de Washington rechaza impedir al DOGE el uso los datos de todas las agencias federales, necesario para poder llevar a cabo sus purgas.
La funcionaria de la CDC que recibi¨® una carta de Musk por San Valent¨ªn ha escrito a dos bufetes para sumarse a las demandas colectivas que puedan surgir. No tiene mucha esperanza de que la readmitan, pero no pierde nada por intentarlo, aclara. Se agarra a uno de los dos motivos de apelaci¨®n que el despido se?ala (el otro, el ¡°estatus matrimonial¡±, no le sirve). ¡°Dicen que se puede recurrir si te echaron por una motivaci¨®n pol¨ªtica. Me parece evidente que detr¨¢s de este plan la hay. Trump hizo campa?a a costa de los funcionarios¡±.
Waye ya ha empezado a buscar trabajo, pero tampoco ser¨¢ f¨¢cil: la regi¨®n que rodea a Washington se ha llenado de parados altamente cualificados. ¡°Adem¨¢s, tengo que adaptar mi experiencia en el Gobierno al sector privado¡±, lamenta, ¡°y me temo que la Am¨¦rica corporativa habla un idioma muy distinto¡±.
Parece evidente que el Estados Unidos con el que sue?a su presidente, tambi¨¦n. Este s¨¢bado, Trump volvi¨® a dejarlo claro al elogiar (en may¨²sculas) el ¡°GRAN TRABAJO¡± de Musk en un mensaje en su red social, Truth, en el que dec¨ªa que le gustar¨ªa que el magnate se pusiera ¡°M?S AGRESIVO¡±. Solo as¨ª, conclu¨ªa el republicano, ¡°Am¨¦rica volver¨¢ a ser¡± ¨Dya imaginar¨¢n c¨®mo termina la frase¨D ¡°grande de nuevo¡±