Dejad todo partidismo, europe¨ªstas que entr¨¢is
El nuevo escenario complica la construcci¨®n europea. Las formaciones europe¨ªstas deben aparcar c¨¢lculos sectarios y poner por delante el inter¨¦s del proyecto com¨²n
La Uni¨®n Europea afronta desaf¨ªos existenciales que requerir¨¢n en los pr¨®ximos a?os un enorme esfuerzo de adaptaci¨®n del proyecto com¨²n al turbulento panorama contempor¨¢neo. Los equilibrios pol¨ªticos que, seg¨²n las primeras proyecciones, salen de las elecciones europeas complican una tarea ya de por s¨ª ardua. Si los resultados definitivos confirman el escenario de las proyecciones, la nueva legislatura estar¨¢ marcada por dos factores problem¨¢ticos para la construcci¨®n europea: un avance de la heterog¨¦nea galaxia de las fuerzas ultraderechistas nacionalistas; y los brutales varapalos sufridos por los l¨ªderes en el poder en Berl¨ªn y Par¨ªs, las fuerzas motrices clave. El cuerpo de la UE ve su baricentro desplazarse hacia una derecha euroesc¨¦ptica y sus dos mayores patas nacionales tambalearse.
Ambos son problemas serios. Ninguno, no obstante, es insuperable.
En clave paneuropea, no puede minusvalorarse lo que el voto ultra supone. Hay diferencias, y muy grandes, entre los partidos que van bajo esa etiqueta, pero es obvio que en gran medida es un voto de rechazo o escepticismo hacia el rumbo de la integraci¨®n europea, de disgusto con el sistema. Es grave, y ser¨¢ duro revertir esa din¨¢mica. La soluci¨®n no es aceptar las tesis de sus l¨ªderes, sino reducir motivos de malestar de sus votantes.
En cualquier caso, a pesar del auge ultra, seg¨²n las proyecciones, la coalici¨®n europe¨ªsta tradicional ¡ªpopulares, socialdem¨®cratas y liberales¡ª retiene una mayor¨ªa en la Euroc¨¢mara. El problema es que se perfila como demasiado ajustada a la vista del historial de los grupos, que no suelen votar compactos. La mayor parte de las veces esos desv¨ªos no corresponden a grandes dilemas de principios, sino a peque?os c¨¢lculos partidistas. En cualquier caso, sigue habiendo el grupo de los verdes como refuerzo que ensancha la base europe¨ªsta.
Lo que hace falta es que las formaciones europe¨ªstas abandonen mezquinos c¨¢lculos partidistas y con nobleza de ¨¢nimo converjan, con mutuas concesiones, en nombre del mayor inter¨¦s de la construcci¨®n com¨²n. Esto convoca a los populares a no buscar alianzas ni a coquetear con los ultras. Y, a los otros, a reciprocar reconociendo su primac¨ªa electoral, dando pasos atr¨¢s que no crucen l¨ªneas rojas. Hay margen. A diferencia de tantos escenarios nacionales emponzo?ados, polarizados hasta la medula, en Europa esto es posible. Los puentes no est¨¢n rotos. Solo hace falta usarlos con altura de miras.
En cuanto al debilitamiento de los dos grandes centros de poder nacional, el golpe es duro. Se perfila la perspectiva de tener dos l¨ªderes malheridos en Alemania y Francia. La que ya era una relaci¨®n poco fluida tiene visos de tornarse m¨¢s compleja todav¨ªa por la desesperaci¨®n pol¨ªtica de las dos partes. La convocatoria de legislativas anticipadas a?ade incertidumbre. Pero, de nuevo, el problema no es insuperable. Le Pen no est¨¢ en el El¨ªseo, ni Alternativa para Alemania en la canciller¨ªa. Con la voluntad adecuada, hay margen para conseguir acuerdos.
El diagn¨®stico es claro: la UE no est¨¢ bien preparada para el mundo actual. Tiene d¨¦ficit de seguridad y de competitividad. Es demasiado dependiente, fr¨¢gil, lenta en reaccionar. Algunos creen que la respuesta es la Europa de las naciones, frenar o incluso revertir la integraci¨®n. Otros creen que la soluci¨®n es m¨¢s uni¨®n. Estos deber¨ªan dejarse de partidismos, c¨¢lculos de vuelo gallin¨¢ceo y buscar compromisos con quienes comparten la idea que es la piedra de toque. Es que son mayor¨ªa.
En la puerta de entrada de la Euroc¨¢mara en esta legislatura deber¨ªan grabar una inscripci¨®n: ¡°dejad todo partidismo, europe¨ªstas que entr¨¢is¡±. De lo contrario, tal vez, en un futuro no lejano aparecer¨ªa la que estaba en la puerta del b¨¢ratro de Dante: ¡°dejad toda esperanza¡±.
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