La pandemia que (tambi¨¦n) contagi¨® las decisiones de Trump y Biden
El avance del coronavirus en Estados Unidos cambi¨® radicalmente los temas y la forma de hacer campa?a en 2020
El coronavirus lo ha cambiado todo en el mundo y Estados Unidos no ha sido una excepci¨®n. El a?o electoral se vio trastocado por la expansi¨®n de la enfermedad a lo largo y ancho de los 50 Estados del pa¨ªs, hasta contagiar tambi¨¦n las decisiones de las dos campa?as. El virus ha acabado dibujando una l¨ªnea ideol¨®gica y pol¨ªtica entre los candidatos, pero que tambi¨¦n les polariza. No es un misterio que para acudir a un mitin de Donald Trump hay que hacer filas, sin mantener distancias y nadie exige nunca una mascarilla al entrar; mientras que los actos de Joe Biden son pr¨¢cticamente secretos, ¨ªntimos y en algunos solo se puede acceder al recinto en coche, previa invitaci¨®n. Mientras transcurre la votaci¨®n EE UU registra un r¨¦cord de contagios en el tercer rebrote de la enfermedad, unas nueve millones de personas ya se han infectado del coronavirus y m¨¢s de 230.000 han fallecido. La primera econom¨ªa del mundo se encuentra en un momento excepcional en el que, en plena pandemia, tiene la oportunidad de elegir con qui¨¦n sigue el rumbo de un futuro incierto.
El virus ha sido una ficha novedosa en el juego de los argumentarios pol¨ªticos. Donald Trump, como comandante en jefe, jugaba un papel crucial en la responsabilidad de frenar el avance del virus, cuando en marzo el mundo entero contuvo la respiraci¨®n. El presidente minimiz¨® la gravedad de la enfermedad al comienzo. ¡°Es solo una gripe¡±, coment¨® entonces. Se ha sabido meses despu¨¦s que la Casa Blanca estaba al tanto de la complejidad del asunto. Los republicanos construyeron un discurso en el que el uso de la mascarilla y el cierre de las ciudades pod¨ªan entenderse como un acto de represi¨®n. La posici¨®n de Trump, sin embargo, se puso casi todos los d¨ªas a prueba con los testimonios de los cient¨ªficos y expertos. El epidemi¨®logo Anthony Fauci se convirti¨® en el objetivo favorito de sus ataques. Tanto que incluso amenaz¨® con despedirle si repet¨ªa mandato. La difusi¨®n de informaci¨®n falsa ¨Ccomo el uso de la hidroxicloroquina o que la vacuna estar¨ªa lista antes del 3 de noviembre¨C se volvi¨® el discurso recurrente desde uno de los altavoces m¨¢s poderosos del mundo.
La campa?a dem¨®crata vio una oportunidad en la gesti¨®n del presidente durante la pandemia. Biden comenz¨® a compartir, desde el sal¨®n de su casa, un mensaje en el que defini¨® una hoja de ruta para enfrentar los pr¨®ximos meses. ¡°Desastrosa¡±, se volvi¨® el adjetivo favorito del dem¨®crata para describir la gesti¨®n del presidente. La mascarilla se volvi¨® un accesorio fundamental de su campa?a y los dem¨®cratas demoraron lo m¨¢s posible su salida a las calles a buscar el voto. Comenz¨®, entonces, una forma singular de hacer campa?a: los autom¨ªtines. La imagen de Biden manteniendo la distancia con sus seguidores, que respond¨ªan con cl¨¢xones en lugar de aplausos a sus proclamas, se convirti¨® en la del puerto seguro; su mayor apuesta, creer en la ciencia.
Pero la campa?a dio un giro inesperado en octubre: Donald Trump y la primera dama dieron positivo por coronavirus. Los focos del mundo se dirigieron a Washington para saber el minuto a minuto de la salud del presidente. Su diagn¨®stico y tratamiento se convirtieron, primero, en una crisis para la Casa Blanca, pero Trump consigui¨® darle un giro a la narrativa: la poblaci¨®n no deb¨ªa huir del virus y prometi¨® poner a disposici¨®n del p¨²blico el c¨®ctel experimental de la firma Regeneron que le fue suministrado. No fue el ¨²nico caso en la Casa Blanca, una decena de colaboradores se vio contagiada por el virus y d¨ªas m¨¢s tarde hubo otro brote en el entorno del vicepresidente Mike Pence. Caer enfermo para Trump se convirti¨® ¡°en una bendici¨®n de Dios¡±. El presidente hizo de su experiencia con el virus otro acto de campa?a. El seguimiento en directo, a trav¨¦s de todas las cadenas de televisi¨®n, de su salida del hospital coron¨® su oportunidad pol¨ªtica.
El coronavirus tambi¨¦n cambi¨® la forma de votar de los estadounidenses. Ante las medidas de distanciamiento social, el voto por correo y el voto anticipado en persona se han convertido en las formas m¨¢s populares de entregar la papeleta. Seg¨²n los ¨²ltimos datos, unos 100 millones de estadounidenses han votado por adelantado, eso representa el 73% de todos los votos que se emitieron en 2016. Un r¨¦cord generado por la necesidad de cambiar los h¨¢bitos frente a una pandemia. Los dem¨®cratas promovieron desde el verano el voto por correo, enfrentados contra un Trump que acus¨® al sistema postal ¨Csin pruebas¨C de propiciar el fraude. El elevado n¨²mero de votos anticipados pueden complicar el recuento en la noche electoral.
Sea por el coronavirus u otros motivos, las elecciones de este a?o han despertado un inusitado inter¨¦s entre la poblaci¨®n motivado tanto por la situaci¨®n social y econ¨®mica generada por la pandemia, como por la creciente radicalizaci¨®n de las diferentes opciones pol¨ªticas. Las urnas atraen en esta ocasi¨®n a m¨¢s ciudadanos que en otras convocatorias. Las im¨¢genes de las mascarillas con el lema ¡®Vota¡¯ y las largas filas con distanciamiento social en los centros de votaci¨®n quedar¨¢n para la historia.
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