De los Proud Boys a QAnon: el ej¨¦rcito de Trump
El FBI pide ayuda para identificar a los asaltantes del Capitolio, seguidores de la derecha alternativa y el movimiento supremacista
El FBI ha pedido este jueves la colaboraci¨®n ciudadana, y en concreto la de los testigos del asalto al Capitolio, para identificar a los insurrectos. Cualquier prueba gr¨¢fica o audiovisual del tumulto colgada en las redes sociales puede servir a la agencia del Departamento de Justicia para saber qui¨¦nes fueron los individuos que el mi¨¦rcoles hollaron la sede de la soberan¨ªa popular en un intento incivil de impedir que Joe Biden fuera confirmado como presidente de Estados Unidos.
Los peones, la fuerza de choque, se inscriben en el movimiento MAGA (acr¨®nimo de Make America Great Again, el lema del mandato de Trump) pero la retaguardia ideol¨®gica corresponde a viejos conocidos en el mundo de la extrema derecha, la derecha alternativa, o alt-right, y el movimiento supremacista blanco, como pusieron de manifiesto las banderas de la Confederaci¨®n que algunos manifestantes ondeaban. A esta fuerza de choque pertenec¨ªa Ashli Babbitt, de 35 a?os, una veterana de la Fuerza A¨¦rea que result¨® herida por el disparo de un agente y muri¨® poco despu¨¦s en el hospital. Otras tres personas, cuyas identidades se desconocen y sobre las que no hay informaci¨®n ni siquiera en los cen¨¢culos digitales ultras, requirieron atenci¨®n m¨¦dica de urgencia durante la intentona y fallecieron posteriormente.
Que el FBI pida ayuda para identificar a los revoltosos no es de extra?ar: muchos entraron en el Capitolio disfrazados de personajes a cual m¨¢s peregrino, pero no por capricho del figurinista, que dibuj¨® un reparto a medio camino entre Braveheart y Dersu Uzala, sino por la necesidad de ocultar las armas de fuego que luego desenfundaron en el interior del edificio.
Dado que el espect¨¢culo del mi¨¦rcoles no es el primero ¨Cy para muchos, tampoco ser¨¢ el ¨²ltimo, aun con Donald Trump fuera de la Casa Blanca¨C, la lista de insurrectos orbita alrededor de los sospechosos habituales del trumpismo. En primer lugar est¨¢n los Proud Boys, una banda de la derecha alternativa cuyo l¨ªder, Enrique Tarrio, fue arrestado la v¨ªspera por vandalizar s¨ªmbolos del movimiento Black Lives Matter en una iglesia negra, precisamente durante un mitin anterior de Trump.
El FBI vincula al grupo, al que el mandatario republicano siempre ha evitado condenar, con el nacionalismo blanco y un ejercicio militante de la misoginia. Formado solo por hombres, tras abrevar en las cloacas del odio de Internet cobr¨® protagonismo en los disturbios de Charlottesville en 2017, cuando un neonazi arroll¨® con su coche una protesta antirracista, matando a una persona e hiriendo a una veintena.
Los Proud Boys se fundaron en 2016, el a?o que Trump gan¨® las elecciones. De esa ¨¦poca data el movimiento QAnon, a¨²n m¨¢s viscoso e inespec¨ªfico -es decir, menos articulado- que los Proud Boys. Sus teor¨ªas sobre la existencia de una red ped¨®fila que satisface a las ¨¦lites mundiales y sobre la sustituci¨®n de la civilizaci¨®n blanca por la inmigraci¨®n masiva de otras razas no solo han ido arraigando en el cuerpo y el discurso dominante del Partido Republicano, tambi¨¦n se vinculan a numerosos actos de violencia y compl¨®s de ese terrorismo considerado hasta hace poco de baja intensidad, el dom¨¦stico, pero que ya constituye una amenaza mayor que el islamista.
Proud Boys y QAnon chapotean en la ci¨¦naga del movimiento Boogaloo. A medio camino entre la corriente cultural y la milicia, esta doctrina partidaria de provocar una segunda guerra civil ha vivido su consagraci¨®n en 2020. Porque otra de las caracter¨ªsticas de este magma ultrapopulista es que, durante el mandato de Trump -y tambi¨¦n gracias a ¨¦l-, han dejado de estar relegados a los confines de Internet para alcanzar un protagonismo que incluso se cuela en el horario estelar de la televisi¨®n, como demuestra la retransmisi¨®n en directo del asalto al Capitolio.
Todos ellos comparten la visi¨®n mesi¨¢nica del redentor obligado a impedir los actos de maldad (un supuesto fraude electoral, o el presunto control de una vacuna) en beneficio de una masa inerme ante el poder de las ¨¦lites. M¨¢s que ideolog¨ªa, exhalan un estado emocional, en episodios de radicalizaci¨®n masiva -el 75% de los republicanos cree que ha habido robo de las elecciones- que los retroalimentan tanto como las insidiosas arengas de Trump. ¡°El republicano ha perdido la presidencia, pero tiene todav¨ªa su Ej¨¦rcito¡±, conclu¨ªa este jueves un an¨¢lisis de un blog de informaci¨®n pol¨ªtica en la web de la cadena televisiva NBC.
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