El mes que hizo saltar por los aires la pol¨ªtica estadounidense
Del atentado contra Trump al ascenso de Harris: el desastroso debate que descarril¨® el 27 de junio la campa?a presidencial de Biden fue el comienzo de unas semanas sin precedentes en la historia del pa¨ªs
Hay a?os que duran un siglo, y semanas que se esfuman en un segundo. Han sucedido tantas cosas en la pol¨ªtica estadounidense en el mes que ha transcurrido entre este s¨¢bado y el 27 de junio pasado, d¨ªa del debate entre Joe Biden y Donald Trump que hizo saltar todas las alarmas sobre la candidatura a la reelecci¨®n del primero, que si usted hubiera despertado este viernes de un coma con la noticia de que los Obama dan su apoyo a la campa?a de Kamala Harris hacia la Casa Blanca seguramente habr¨ªa tenido que pedir ayuda para entender c¨®mo pudo pasar todo lo que pas¨®.
Demasiado acontecimiento hist¨®rico para tan corto espacio de tiempo. La lista incluye, entre otros sensacionales sucesos: la primera renuncia de un presidente en medio siglo a optar a un segundo mandato; un atentado contra Trump que resucit¨® los peores fantasmas de la historia de la violencia pol¨ªtica estadounidense; y la campa?a de una candidata a priori impopular, pero que en cuesti¨®n de horas logr¨® demostrar que a¨²n hay partido a algo m¨¢s de 100 d¨ªas de la cita con las urnas.
Aquel jueves del debate en Atlanta, a¨²n faltaban 131 para las elecciones, que eran entonces la lucha, un tanto aburrida por lo que ten¨ªa de d¨¦j¨¤ vu, entre un presidente poco querido y anciano (81 a?os) y un expresidente criminal convicto y tambi¨¦n muy mayor (78 a?os). El desastroso papel de Biden durante los noventa minutos que dur¨® el cara a cara ¨Dlos lapsus, los hilos perdidos, las frases sin terminar¨D provoc¨® que, incluso antes de que terminara un escalofriante espect¨¢culo televisivo que siguieron algo m¨¢s de 50 millones de espectadores, ¡°p¨¢nico¡± pasase a ser la palabra m¨¢s repetida entre las filas dem¨®cratas. Con un candidato as¨ª, acosado por las serias dudas acerca de sus capacidades f¨ªsicas y mentales, pareci¨® repentinamente imposible ganar en noviembre.
Ah¨ª empezaron los movimientos en el seno del partido para convencer a Biden de que hab¨ªa llegado la hora del sacrificio pol¨ªtico, mientras este se empe?aba infructuosamente en demostrar que todo iba bien, y que una mala noche la tiene cualquiera. Dio un mitin en¨¦rgico en Carolina del Norte y confi¨® en que una entrevista en televisi¨®n ser¨ªa suficiente para despejar las dudas sobre sus capacidades. No logr¨® convencer a casi nadie, pese a que intensific¨® su presencia en los medios, y se prest¨®, cosa rara en ¨¦l, a una conferencia de prensa con preguntas de los periodistas. Fue al final de la cumbre del 75¡ã aniversario de la OTAN en Washington; y la mala noticia es que confundi¨® al presidente ucranio, Volod¨ªmir Zelenski, con el ruso Vlad¨ªmir Putin y a Trump con Harris.
Ambos deslices engordaron una bola de nieve que hab¨ªa echado a correr con los primeros art¨ªculos de opini¨®n, cargados con munici¨®n de fuego amigo, que le pidieron, ya en la noche del debate, que se lo pensara mejor; con el editorial de The New York Times que al d¨ªa siguiente exigi¨® su renuncia; y con las sucesivas deserciones entre los suyos.
El primero en pedir p¨²blicamente que se hiciera a un lado fue el congresista de Texas Lloyd Doggett el 5 de julio. El goteo se hizo despu¨¦s constante: cuatro miembros de la C¨¢mara de Representantes un d¨ªa; el primer senador al siguiente... La jornada con m¨¢s bajas fue la del 19 de julio, al final de la semana en la que se supo que los l¨ªderes del partido en el Congreso (Hakeem Jeffries) y el Senado (Chuck Schumer) hab¨ªan advertido al presidente en sendas reuniones privadas de que su empe?o estaba haciendo peligrar la suerte no ya de su candidatura, sino de la de todos los representantes de distritos decisivos que tambi¨¦n renuevan sus puestos en noviembre.
Al frente de la Operaci¨®n sustituir a Biden se coloc¨® la expresidenta de la C¨¢mara de Representantes Nancy Pelosi, una de las dem¨®cratas m¨¢s poderosas de Washington y una mujer tan creyente en el poder del dinero bien usado para ganar elecciones como poco amiga de perderlas. Fue su firmeza ante Biden, seg¨²n las reconstrucciones de los medios de lo que sucedi¨® entre bambalinas, lo que inclin¨® al presidente a rendirse ante la evidencia.
Antes del anuncio de que no perseguir¨ªa la reelecci¨®n ¨Del domingo pasado, por sorpresa y en X¨D, a¨²n lanz¨® una ¨²ltima se?al un par de d¨ªas antes, qui¨¦n sabe si al despiste, de que estaba listo para regresar a la carretera durante esta semana que termina. Y regres¨®, s¨ª, pero no a la campa?a, sino, reci¨¦n recuperado de un covid que lo tuvo aislado en su casa de la playa, al Despacho Oval para dar el discurso m¨¢s dif¨ªcil de su larga vida pol¨ªtica, en el que justific¨® este mi¨¦rcoles su decisi¨®n como un acto en ¡°defensa de la democracia¡± con la idea de ¡°pasar el testigo a una nueva generaci¨®n¡±.
Los dos mensajes de Biden en X ¨Del de la renuncia y el de su respaldo a Harris como candidata¨D sirvieron inmediatamente para que los dem¨®cratas recuperaran el ciclo de las noticias, tras semanas desastrosas para ellos y favorables a los intereses de Trump.
Mientras los rivales se sacaban los ojos, el expresidente recibi¨® a principios de julio un regalo del Tribunal Supremo, que fall¨® en favor de ampliar la inmunidad presidencial. Los nueve magistrados, tres de los cuales nombr¨® Trump, terciaban en una reclamaci¨®n de los abogados del expresidente al hilo del caso de Washington, uno de los cuatro abiertos contra ¨¦l, por sus intentos de revertir el resultado electoral de 2020 y por su implicaci¨®n en el asalto al Capitolio.
La decisi¨®n favorable del Supremo tuvo dos consecuencias pr¨¢cticas: retras¨® ese juicio, que, casi con toda seguridad, ya no empezar¨¢ hasta despu¨¦s de las elecciones, y aplaz¨® del 11 de julio al 18 de septiembre la lectura de la sentencia en el caso Stormy Daniels, en el que un jurado lo hall¨® culpable en Nueva York de 34 delitos graves relacionados con el pago en negro a una actriz porno para que callara sobre una relaci¨®n entre ambos que ¨¦l niega. Despu¨¦s, la jueza del caso de los papeles de Mar-a-Lago, as¨ª conocido por los documentos confidenciales que se llev¨® sin permiso de la Casa Blanca, lo desestim¨® la semana pasada, una decisi¨®n pol¨¦mica que ha sido recurrida por el fiscal especial, Jack Smith. El inicio del cuarto proceso tambi¨¦n est¨¢ pendiente en Atlanta, donde lo acusan de intento de pucherazo electoral en el Estado de Georgia.
La Convenci¨®n Nacional Republicana, celebrada en Milwaukee la semana pasada, fue para Trump un desfile triunfal; la escenificaci¨®n de que lidera un partido sin disidencia posible y que est¨¢ enteramente a sus pies. Dos d¨ªas antes de ese c¨®nclave, el candidato hab¨ªa sobrevivido a un atentado en un mitin en Pensilvania, consecuencia de una actuaci¨®n del Servicio Secreto tan desastrosa que desemboc¨® en la dimisi¨®n este martes de su jefa, Kimberly Cheatle. La investigaci¨®n sobre las motivaciones del atacante, un joven de 20 a?os llamado Thomas Crooks, a¨²n sigue abierta.
Los delegados de la convenci¨®n, que tambi¨¦n sirvi¨® para aclamar a J. D. Vance como el candidato republicano a la vicepresidencia, solo hallaban una explicaci¨®n posible a que Trump hubiera sobrevivido: que se hubiera producido una ¡°intervenci¨®n divina¡±. El candidato pareci¨® durante toda la semana, entre llamamientos a la unidad del pa¨ªs, un hombre cambiado. Pero entonces cogi¨® el micr¨®fono para dar su discurso de aceptaci¨®n de la candidatura y regres¨® el Trump de siempre: en¨¦rgico, divisivo y listo para la pelea.
La rapidez con la que Kamala Harris logr¨® aglutinar (y entusiasmar) a los dem¨®cratas en torno a su figura parece haber cogido desprevenida a la campa?a de Trump, que se prepar¨® durante demasiado tiempo para derrotar a un contrincante anciano con mala memoria. Y de pronto, la elecci¨®n de Vance empez¨® a parecer una mala idea cuando ya es demasiado tarde.
Harris ya tiene el respaldo de los pesos pesados del partido, primero fue Pelosi, luego Schumer y Jeffries y por ¨²ltimo, los Obama. Ha logrado cifras r¨¦cord de recaudaci¨®n para la campa?a y se ha lanzado a la carretera con br¨ªo y un mensaje claro: presentar su lucha con Trump como la de una fiscal (lo fue en California antes de ser senadora y vicepresidenta) contra un criminal convicto.
En otro capricho del calendario, este domingo marcar¨¢ justamente el l¨ªmite de los 100 d¨ªas hasta las elecciones de noviembre. La gran pregunta es saber si Harris lograr¨¢ mantener el entusiasmo que ha despertado esta semana y si ese entusiasmo ser¨¢ suficiente para ganar a Trump en los seis (o siete) Estados decisivos en los que se decidir¨¢ la presidencia. Hay 100 d¨ªas que duran una eternidad y otros que pasan en un parpadeo. Visto lo visto, lo ¨²nico seguro es que todo es posible en la campa?a electoral m¨¢s impredecible de la memoria reciente.
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