Filadelfia: dura pugna entre republicanos y dem¨®cratas y votos sueltos para terceros partidos
Un recorrido por varios colegios electorales confirma el pron¨®stico de los sondeos en el decisivo Estado de Pensilvania: las preferencias de voto se reparten casi por igual entre los dos partidos
A las siete de la ma?ana de este martes, hora local (seis horas m¨¢s en la Espa?a peninsular), la cola de votantes que aguardaban a las puertas de la iglesia episcopaliana de St Luke & The Epiphany, en pleno centro de Filadelfia, daba la vuelta a la manzana. ¡°Nunca he visto tal aglomeraci¨®n, no recuerdo nada semejante en elecciones anteriores¡±, explica Marcia, coordinadora de los voluntarios de la congregaci¨®n que ayudan a ordenar el trasiego de votantes en el exterior. Dentro de las dos salas de votaci¨®n, las colas a la hora del almuerzo llegaban al patio, y Marcia se lamenta de que ya no quede pizza ni apenas caf¨¦ para agasajar a los visitantes. ¡°Es una alegr¨ªa ver esta afluencia, la democracia es esto: ejercer el derecho, y el deber, del voto¡±, prosigue la mujer, afroamericana, desde la ciudad m¨¢s poblada de Pensilvania, el m¨¢s decisivo de los siete Estados que decidir¨¢n qui¨¦n es el pr¨®ximo presidente (o presidenta) de Estados Unidos.
A la salida del templo, hay divisi¨®n un tanto tensa de opiniones. La presencia de Lee y Sara, dos neoyorquinas que han venido a Filadelfia como voluntarias de la campa?a republicana, y que ondean una pancarta del t¨¢ndem Trump-Vance, crispa los ¨¢nimos de votantes dem¨®cratas, que manifiestan su disconformidad con onomatopeyas o gestos de desagrado como los brazos en aspas. Hasta que sale John Clark, empresario de mediana edad, y se acerca a felicitar a las mujeres, de origen asi¨¢tico y antiguas votantes dem¨®cratas hasta 2016, ¡°por su valent¨ªa¡±. Clark se declara ¡°convencido republicano, de los de toda la vida¡± ¡°No veo contradicci¨®n entre el antiguo Partido Republicano y Trump, aunque su discurso pueda sonar exagerado a veces. Como empresario, s¨¦ que no se puede perder el tiempo en palabrer¨ªa, hay que ir directo al problema, resolverlo sin perder tiempo, y eso fue lo que hizo Trump en su presidencia. No quiero pensar en el da?o que har¨ªa a este pa¨ªs tener a Kamala Harris en la Casa Blanca: ah¨ª tenemos los cuatro a?os de inflaci¨®n de Biden como prueba¡±, explica.
A diferencia de la evidente irritaci¨®n de los votantes dem¨®cratas que pasan a su lado, otros republicanos ¡ªla iglesia est¨¢ en un barrio azul (dem¨®crata)¡ª se quitan la careta al ver la pancarta de las dos mujeres. Como Monk, un joven afroamericano que dice ser ¡°reportero y soldado¡± y asegura haberse ca¨ªdo del caballo, en cuanto a preferencia de voto, durante su estancia en Ucrania, cuya motivaci¨®n no acierta a precisar. ¡°Fui a informar sobre el terreno, pero bueno, un soldado es siempre, ante todo, un soldado¡±. Monk dice haber descubierto en Ucrania que a EE UU no se le ha perdido nada en guerras ajenas, ¡°justo lo que dice Trump, por eso le he votado: ni Ucrania, ni Gaza son asunto nuestro¡±.
Justo cuando el reportero-soldado concluye su curso improvisado de geopol¨ªtica, se acerca Imad, joven palestino con familia en L¨ªbano. Como muchos de sus amigos y familiares, ha escogido una tercera opci¨®n, el Partido Verde de Jill Stein. ¡°No puedo en conciencia apoyar la pol¨ªtica dem¨®crata en Gaza y el L¨ªbano: est¨¢n apoyando un genocidio. No soy el ¨²nico aqu¨ª en Filadelfia, tambi¨¦n gente de mi edad sin lazos familiares con Oriente Pr¨®ximo, censuran el apoyo dem¨®crata a Israel. Aunque pague las cuentas de Biden, a Harris este apoyo no le va a salir gratis. Adem¨¢s, tengo claro que ser¨ªa igual o peor que Biden a la hora de defender a Israel¡±, asegura.
A dos calles de distancia, una animosa charanga recorre las calles pidiendo votos de ¨²ltima hora para Harris; la ley electoral de EE UU permite el proselitismo incluso el d¨ªa de la votaci¨®n. A Mary Hawaz, profesora de 32 a?os, no les hace falta convencerla, pues ha votado a primera hora de la ma?ana en la Chinese Christian Church de Chinatown, tambi¨¦n en el centro. Como en elecciones anteriores, lo ha hecho ¡°muy convencida¡± por los dem¨®cratas, incluso asisti¨® al mitin de cierre de campa?a de Kamala Harris la v¨ªspera, ¡°en un ambiente de optimismo y confianza serenos, sensatos, porque aqu¨ª en Pensilvania el resultado ser¨¢ re?ido¡±. ¡°Tengo la sensaci¨®n de que Kamala va a ganar, desde luego en Filadelfia va a arrasar, de Pittsburgh tengo m¨¢s dudas porque tiene una composici¨®n demogr¨¢fica m¨¢s compleja, y el resto del Estado me temo que se incline por Trump, salvo los hispanos en Allentown y Reading, y no todos¡±.
Un peligro para Estados Unidos
De camino al centro electoral, ante el que ameniza la espera de los votantes un DJ aficionado del barrio, Hawaz se?ala la importancia del voto de la comunidad afroamericana en la ciudad ¡ªella es de origen keniano-et¨ªope, pero se siente una m¨¢s entre los negros de Filadelfia¡ª ¡°porque votar a Trump es de locos, es un peligro para gente de color como yo, para mujeres como yo, para la comunidad LGTBI, para los ni?os de un barrio pobre a los que doy clase, que no tendr¨¢n perspectivas de futuro si vuelve a la Casa Blanca¡ Trump es un peligro para EE UU y tambi¨¦n para el mundo¡±. Su novio, ¡°belga originario de Marruecos que acaba de adquirir la ciudadan¨ªa [estadounidense] ha votado tambi¨¦n a Harris; esta es la grandeza de este pa¨ªs, la grandeza que Trump no quiere ver porque desbarata sus mentiras¡±.
En el centro electoral se ha formado una peque?a cola que los responsables de la iglesia gestionan con diligencia. Alguien ha quitado en segundos un cartel de Donald Trump caracterizado como Terminator que colgaba de una cancela vecina. El registro de votantes es fluido, y tambi¨¦n su distribuci¨®n a una de las cuatro cabinas de votaci¨®n. Al cierre de la jornada electoral, las m¨¢quinas de votaci¨®n ¡ªtodo el proceso es electr¨®nico, desde el registro hasta el sufragio¡ª ser¨¢n trasladadas a un enorme centro de recuento ubicado al noreste de la ciudad, dotado de mayores medidas de seguridad, como una valla y nuevos sistemas de videovigilancia, y que no resulta tan accesible como en Centro de Convenciones, en el centro urbano, que se utiliz¨® para tal fin en las elecciones de 2020.
En la plaza del imponente Ayuntamiento de Filadelfia, tres afroamericanas del grupo BMV Civic Action Fund reparten informaci¨®n y animan a los rezagados a registrarse, solicitar el voto por correo, encontrar ¡°en el acto¡± el centro de votaci¨®n que les corresponde y votar, sobre todo votar para no desperdiciar ni un solo sufragio, como pidi¨® la v¨ªspera Kamala Harris en el mitin de cierre de campa?a. Suscribe tambi¨¦n la convocatoria la web BlackMenVote.org (los hombres negros votan), otro importante caladero de votos en el que Harris espera pescar.
La jornada transcurre sin incidentes rese?ables, con fluidez en las colas y asistencia sostenida y constante de votantes. Solo un falaz comunicado de la campa?a republicana ha intentado empa?ar el proceso, denunciando que cuatro compromisarios de su partido ¡°fueran expulsados ilegalmente¡± de uno o varios centros de votaci¨®n (la declaraci¨®n no precisa), ¡°lo cual constituye un delito¡±. Con la ciudad pr¨¢cticamente tomada por periodistas, ni los medios locales ni las principales agencias han reportado ning¨²n incidente, y la denuncia parece obedecer al intento, nada disimulado, de sembrar dudas sobre la transparencia y la legalidad del proceso en Pensilvania. En Filadelfia el escrutinio se demorar¨¢, lo que acrecienta la posibilidad de que los republicanos planteen nuevas objeciones.
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