¡®Si yo fuera rico¡¯: ¡°Se?or, ?me compra un n¨²mero para un sorteo?¡±
Tres ni?as peque?as han aparecido cu¨¢l ninja y, antes de verbalizar cualquier amenaza, me han plantado en los morros el arma del crimen: un talonario de n¨²meros para un sorteo
Esta semana me han atracado¡ pero he entregado el dinero r¨¢pido y con alegr¨ªa. Tres ni?as peque?as han aparecido cu¨¢l ninja y, antes de verbalizar cualquier amenaza, me han plantado en los morros el arma del crimen: un talonario de n¨²meros para un sorteo.
Seg¨²n su entusiasta discurso, declamado por las tres con una cierta verg¨¹enza, como no queriendo emocionarse demasiado porque daban la venta por perdida, el sorteo estaba muy bien porque pod¨ªan tocarte cosas como un vale de algo, un lote de no s¨¦ qu¨¦ y algo m¨¢s que tampoco se entend¨ªa. Daban tanta ternura que les compr¨¦ un boleto al momento, sin que tuvieran que insistir. Su cara de ilusi¨®n fue tan bestia que ya compens¨® los euros perdidos.
S¨¦ que no me tocar¨¢ nunca, nadie conoce a nadie que le haya tocado ninguna rifa de algo infantil. Todos sabemos que estos papeles acabar¨¢n arrugados en un bolsillo del abrigo y los descubriremos al a?o siguiente cuando lo saquemos del armario.
La paradoja en un pa¨ªs donde muchos esperan solucionar su vida con un cup¨®n o un boleto premiado con millones es que nadie est¨¢ pendiente de qu¨¦ n¨²mero toca en estos sorteos infantiles, pero comprar un par de n¨²meros es una tradici¨®n que equilibra el universo. Porque todos nos hemos visto en esta situaci¨®n de loter¨ªa low cost, como ni?os y como padres que han tenido que colocar esos n¨²meros antes de que acabara el plazo, y hemos esperado que un alma caritativa nos librara de esa tortura con un billete de 50 euros.
Alg¨²n d¨ªa llegar¨¢n los coches voladores de Blade Runner y nosotros seguiremos vendiendo n¨²meros de un viaje final de curso, de una excursi¨®n, de unas colonias, de una cesta de Navidad, con esa mirada culpable y esa esperanza de ¡°no te viene de dos euros, no me preguntes mucho, acabemos r¨¢pido que es algo doloroso para todos¡±.
Ya puestos, me pregunto: si nos pasamos la vida dici¨¦ndole a los ni?os que vigilen con los desconocidos y que no se f¨ªen de nadie que les haga regalos, ?por qu¨¦ de repentes los invitamos a salir a la calle a buscar dinero de cualquiera?
?Qu¨¦ cortocircuito mental tendr¨¢n cuando su cerebro tenga que procesar estas dos ¨®rdenes contradictorias: ¡°desconf¨ªa¡± pero al mismo tiempo ¡°muestra simpat¨ªa para sacar dinero de los dem¨¢s¡±?
Claro que buscarse la vida desde peque?os les puede dar mejor perspectiva de c¨®mo van las cosas, y valorar m¨¢s esas excursiones o viajes que ahora pagan m¨¢gicamente transferencias invisibles para ellos.
Tambi¨¦n les ayudar¨¢ a perder la verg¨¹enza, a adquirir o mejorar competencias comunicativas, a hacerse escuchar y a venderse mejor, que es algo que no ense?an en la universidad y que se necesita toda la vida.
Aunque al final, para bien o para mal, descubrir¨¢n el recurso de muchos ni-nis: si pones carita tierna y sableas a la familia, los mayores te sacan las casta?as del fuego.
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