La autocondena de planificar los fines de semana de tus hijos
Querer infinito a los ni?os no es incompatible con estar agotado de tanta log¨ªstica o desear que en esas 48 horas intensas hubiera alg¨²n rato para ti y tus gustos
Si de peque?o ve¨ªas la tarde del domingo como el momento m¨¢s deprimente y angustioso de la semana, ahora como padre quiz¨¢ la esperas con un cierto alivio. Porque eso implica que el fin de semana est¨¢ a punto de acabar y que la rutina llega al rescate. Pero, ?qu¨¦ te ha pasado para que se produzca este cambio mental? Pues nada m¨¢s y nada menos que la intensidad de la crianza actual. En concreto, esta absurda competici¨®n en la que nos metemos todos los progenitores para convertirnos en los mejores dinamizadores de nuestros cr¨ªos. El objetivo es que no se aburran un solo momento, al tiempo que est¨¢n estimulados culturalmente, hacen deporte para mantener un cierto ritmo de actividad saludable y cultivan una amplia vida social, porque se supone que los amigos son de lo mejor de la vida.
En resumidas cuentas, un padre o madre actual se autocondena desde el viernes a las cinco de la tarde a ser una especie de gu¨ªa tur¨ªstico de viaje organizado. Siempre mirando el reloj, siempre guiando al grupo de actividad en actividad, de maravilla en maravilla, para que los ni?os disfruten sin parar todo el rato y, sobre todo, no nos protesten en ning¨²n momento.
Porque ya se sabe que a los ni?os, cuanto m¨¢s les dan, m¨¢s quieren. Que si les compras un helado de postre, tambi¨¦n querr¨¢n uno a media tarde. Que si has pasado todo el d¨ªa fuera de excursi¨®n y por la tarde intentas que hagan deberes, te montan una huelga porque ¡°vaya rollo todo¡±. Y que si les pides colaboraci¨®n para la intendencia m¨ªnima de sus cosas (lavar su ropa, preparar sus mochilas, ordenar sus juguetes para que se pueda caminar m¨ªnimamente por el piso), se quejar¨¢n al delegado sindical, porque ¡°es fin de semana y tienen que descansar¡±.
En el fondo, los menores hacen lo que los hemos acostumbrado a hacer y se mantienen dentro de los l¨ªmites que les hemos marcado. Cuando muchos de nosotros ¨¦ramos peque?os, los s¨¢bados eran el d¨ªa de ir al banco y hacer la compra tienda a tienda, todo con sus correspondientes colas. ?Era lo m¨¢s trepidante para un ni?o? No, pero tampoco daba para trauma.
Es posible, pues, que t¨² tambi¨¦n veas los fines de semana como una gran proeza a superar, un L¨ªmite 48 horas para la convivencia forzosa a lo Nick Nolte y Eddie Murphy, y no como un par de d¨ªas de descanso familiar para disfrutar del ocio pendiente o un tiempo bonito y preciado para pasar con tus hijos. Seguro que algunos haters soltar¨¢n lo de ¡°si no quieres pasar tanto tiempo con tus hijos, ?para qu¨¦ los has tenido?¡±. Como si querer infinito a tus hijos fuera totalmente incompatible con estar agotado de tanta log¨ªstica o desear que en esas 48 horas intensas de cada fin de semana hubiera alg¨²n rato para ti y tus gustos. Porque intentar concentrar todo tu ocio entre el rato en que se duermen ellos y cuando te duermes t¨², agotado, no se disfruta con las mismas ganas ni la misma energ¨ªa.
Tambi¨¦n hay quien lo ve muy f¨¢cil: ¡°Pues yo sigo haciendo lo mismo que siempre¡±. Como si cualquier actividad pudiera hacerse con el mismo nivel de atenci¨®n y disfrute mientras vigilas a unas cuantas criaturas que se aburren por todo (los m¨ªos se han aburrido cada a?o en el Sal¨®n del C¨®mic, que m¨¢s est¨ªmulos por metro cuadrado no puede tener.) Y aqu¨ª ya damos por supuesto que los ni?os tienen una cierta edad y son aut¨®nomos, caminan solos y ni se escapan ni se caen¡
As¨ª que la explicaci¨®n de este abismo desde el viernes por la tarde al domingo por la noche es f¨¢cil: antes los fines de semana eran en general para disfrutar nosotros, ahora son para que disfruten los ni?os. Y llega el gran dilema: ?Hay que renunciar a nuestros gustos y planes por los ni?os y adaptarnos por la tranquilidad familiar al men¨² infantil cultural y deportivo? ?O hay que obligar a los peque?os a que disfruten a la fuerza de tus gustos y, quiz¨¢, los acaben odiando? A veces, la respuesta es tan f¨¢cil y obvia como inc¨®moda de plantearla: hay que dividir el tiempo en actividades que les interesen a los peque?os y otras que les interesen a los adultos, adem¨¢s de promover siempre una gran parte de intereses generales para todos.
La consecuencia de este cambio es que as¨ª todos disfrutan un rato de lo que m¨¢s les apetece y nadie se queja demasiado. Y con buena voluntad acaban todos disfrutando de lo que le interesa a los otros. Vendr¨ªa a ser un ¡°hoy por ti, ma?ana por m¨ª¡± m¨¢s o menos consensuado. Y si el plan no acaba de funcionar, es vital organizarse para tener tiempo personal para cada uno (y aqu¨ª tambi¨¦n tenemos que priorizarnos a los adultos, para recargarnos y no abandonar nuestra parte propia, la persona que somos m¨¢s all¨¢ de la crianza). Porque si no, lo que hacemos la mayor¨ªa (desvivirnos por los cr¨ªos y esperar a que se duerman para poder ver media hora de serie en pareja mientras doblas ropa y se te cierran los ojos), a la larga cansa. Si solo acabamos siendo adultos que cr¨ªan, nos convertiremos en adultos quejosos, cansados, que refunfu?an y saltan por todo. Y s¨ª, les montamos un plan fenomenal a los ni?os, pero lo hacemos desde el resquemor en vez de la sonrisa. Y en el fondo, por muchos est¨ªmulos que les generen los planes exteriores, los ni?os lo que m¨¢s agradecen es pasar un rato tranquilo y feliz con su familia tranquila y feliz.