Los nuevos rostros del hambre que ha dejado la pandemia en la Ciudad de M¨¦xico
La se?ora del tianguis, el Dj sin fiestas o el trabajador en la industria del pl¨¢stico son los nuevos integrantes de las colas para recibir comida
Comienzan los aplausos cuando llegan los repartidores de comida. Como aut¨¦nticas estrellas del pop sacan los brazos por la ventanilla del carro ante la ovaci¨®n, sin parar de sonre¨ªr detr¨¢s de una careta y un cubrebocas. La gente lleva esperando cerca de dos horas en una fila de unas 600 personas en la calle G¨¦nova, en la colonia Cuauht¨¦moc de Ciudad de M¨¦xico, que a las 20.00 da la vuelta a dos cuadras enteras. La organizaci¨®n civil Sant¡¯Egidio lleva un lustro visitando el sitio para repartir comida, sobre todo a personas sin techo. Pero la pandemia del coronavirus ha transformado a esta obra de caridad. C¨¦sar C¨¢rdenas, uno de los repartidores, asegura que nunca hab¨ªa visto nada igual. ¡°Llevamos cinco a?os viniendo los mi¨¦rcoles y repartiendo unas 200 comidas. Desde marzo son unas 1.200, hemos empezado a venir tambi¨¦n los lunes e incluso estamos pensando venir tambi¨¦n los viernes ante esta necesidad¡±, afirma.
Solo en la Ciudad de M¨¦xico al menos 197.000 personas han perdido su trabajo desde marzo, seg¨²n explic¨® la jefa de Gobierno de la capital, Claudia Sheinbaum. El dato cobra mayor relevancia cuando se habla de las 12 millones de personas que est¨¢n desempleadas en todo M¨¦xico por culpa de la crisis econ¨®mica derivada por la epidemia, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica y Geograf¨ªa (Inegi). La Secretar¨ªa de Inclusi¨®n y Bienestar (SIBISO) de la capital ha aumentado el apoyo en los comedores sociales y comunitarios de la ciudad en un 30%. Actualmente el 70% de las personas que acuden a estos comedores est¨¢n en situaci¨®n de calle. Estos lugares est¨¢n activos en 385 puntos de la capital y abiertos de 11.00 a 15.00 proporcionando 65.000 comidas gratuitas diarias.
La situaci¨®n se sigue agravando tras cinco meses de emergencia sanitaria y las ¡°colas del hambre¡± se agrandan en una ciudad donde el 51% de la poblaci¨®n ya viv¨ªa sin poder satisfacer sus necesidades m¨ªnimas, de acuerdo con un informe realizado por el Consejo de Evaluaci¨®n del Desarrollo Social de la Ciudad de M¨¦xico en agosto del a?o pasado. Seg¨²n el Consejo Nacional de Evaluaci¨®n de Pol¨ªtica Social (Coneval), despu¨¦s de la crisis sanitaria unos 11 millones de mexicanos corren el riesgo de caer en la pobreza extrema.
El Disc-Jockey que se qued¨® sin fiestas
Sergio de la Rosa ense?a con orgullo desde su celular las fiestas donde ¨¦l era cabeza de cartel. Desde peque?o, la m¨²sica ha sido su salvavidas despu¨¦s de una infancia complicada debido a su discapacidad. Sergio naci¨® al rev¨¦s y, seg¨²n cuenta, al jalarle de las piernas le destrozaron la columna. Desde entonces est¨¢ condenado a una silla de ruedas. La afici¨®n por la m¨²sica comenz¨® en su barrio, Tepito, ¡°donde surgieron los primeros sonidos de la capital¡±, explica. Su primo era disc-jockey y mientras le ayudaba con los cables y a preparar todo para su trabajo, Sergio ten¨ªa claro a lo que se quer¨ªa dedicar. Habla de la salsa con la misma pasi¨®n con que ense?a una foto en la que sale junto al famoso cantante puertorrique?o de ese g¨¦nero, Gilberto Santa Rosa.
Su vida antes de la pandemia era estable. Acud¨ªa a eventos y animaba a decenas de personas con m¨²sica tradicional mexicana al ritmo de grupos como Magneto o Timbiriche. A sus 47 a?os vive con su madre y con su hermana en su barrio de toda la vida. Todos los fines de semana ten¨ªa trabajo. ¡°Sobre todo trabajaba para particulares y me ganaba unos 1.000 pesos la noche, no me pod¨ªa quejar porque siempre hab¨ªa chamba¡±, comenta. A partir de abril empezaron a cancelarse todos los eventos que ya ten¨ªa programados. ¡°Me vi en una situaci¨®n bien fea, nunca hab¨ªa tenido que pedir comida. Un d¨ªa pasando por aqu¨ª pregunt¨¦ para qu¨¦ era la fila y ya me contaron¡±, asegura. Desde hace tres meses, la vida de Sergio gira en torno a conseguir comida. Sin ingresos, el futuro lo ve negro, sobre todo para su gremio. ¡°No va a haber eventos masivos en mucho tiempo, yo ni tengo pensi¨®n ni nada. S¨¦ que me queda un buen rato en esta situaci¨®n pero espero que todo se solucione pronto para volver a trabajar¡±.
En la calle por primera vez
Jorge Camacho, de 34 a?os, ganaba antes de marzo cerca de 1.200 pesos semanales. Se dedicaba a hacer botellas de pl¨¢stico en una f¨¢brica que, cuando comenz¨® la pandemia, prescindi¨® de ¨¦l y de muchos compa?eros. Este joven originario del Estado de Morelos, que lleva ya a?os afincado en la capital, viv¨ªa en un departamento que rentaba en la delegaci¨®n Gustavo Adolfo Madero, al noreste de Ciudad de M¨¦xico. La falta de un sueldo fue acabando poco a poco con sus ahorros, hasta que despu¨¦s de dos meses sin pagar la renta, el casero lo ech¨® a la calle. ¡°Es la primera vez que vengo a un lugar a pedir comida y la primera vez que vivo en la calle. La situaci¨®n est¨¢ muy complicada pero no me queda de otra porque al ser de otro Estado, no tengo ninguna ayuda¡±, lamenta.
Camacho, que duerme ahora a un costado del hospital Balbuena, en el centro de la capital, se enter¨® por un amigo de que repart¨ªan comida en esta zona. ¡°Desde que supe vengo, cuando el guardia del metro me permite pasar gratis, vengo en metro, cuando no, pues me vengo andando como una hora para al menos comer algo¡±, subraya. Camacho espera encontrar pronto ¡°chamba de lo que sea¡±, aunque tiene fe en que cuando todo se reactive volver¨¢ a trabajar en el sector de los pl¨¢sticos, donde lleva ya a?os y seg¨²n ¨¦l, se gana bien. ¡°Es muy duro estar en la calle de repente, pero conf¨ªo en que todo pase y vuelva a rentar un piso para salir de esto¡±.
La se?ora del tianguis
¡°Ay mijo, yo vend¨ªa en los tianguis de mi barrio juguetitos y me sacaba unos pesitos para comer que me ayudaban con la pensi¨®n. Pero este problema del virus me ha dejado sin esos ingresos¡±. Socorro Barroso tiene 78 a?os y un hilito de voz que apenas se puede distinguir tras el cubrebocas. Anda despistada de fila en fila preguntando d¨®nde se debe poner, ya que nunca hab¨ªa tenido que recurrir a la solidaridad para recibir comida. El viaje desde la alcald¨ªa Gustavo A. Madero en el Metrob¨²s lo hace con precauci¨®n, pero sin miedo. ¡°Me dijeron que no salga por el virus, pero no me queda de otra porque tengo que comer. Unas vecinas me dijeron que aqu¨ª daban comida y pues a eso vengo. Al final a mi edad, ser¨¢ lo que Dios quiera¡±, cuenta.
Barroso explica en voz baja c¨®mo sac¨® adelante limpiando casas a sus tres hijas sin ayuda de un marido que las abandon¨®. Ahora cobra una pensi¨®n de 1.340 pesos y paga una renta de 1.200. Le quedan algo m¨¢s de 100 pesos con los que hac¨ªa malabares junto a su venta en los tianguis. ¡°Prefiero poder pagar la renta a tenerme que ir a la calle a mi edad¡±, aclara. Solo una de las hijas de Barroso vive en la capital y trabajaba vendiendo dulces a la salida de los colegios, pero con el cierre de las escuelas se encuentra en la misma situaci¨®n. ¡°Una va luchando, ahorita con esta situaci¨®n solo me queda venir a estos lugares. Todo mejorar¨¢ y podr¨¦ ir al tianguis pronto para que todo siga normal¡±.
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