Los ambulantes en Ciudad de M¨¦xico, entre la informalidad, el clasismo y la intolerancia de los vecinos
La retirada de 140 triciclos en una Alcald¨ªa de la capital evidencia la falta de un criterio com¨²n para abordar el trabajo callejero
El ritmo en los alrededores del metro de Polanco, a las nueve de la ma?ana de un mi¨¦rcoles, lo marcan ciudadanos que ocupan el mismo espacio aunque casi no se cruzan. Hay oficinistas que llegan de negro y tacones, vecinos que han salido a correr por el boulevard verde de una de las zonas m¨¢s caras de Ciudad de M¨¦xico, y tambi¨¦n vendedores ambulantes que esperan en las esquinas para ganar, quiz¨¢s, 200 pesos (unos nueve d¨®lares) en todo el d¨ªa. A cientos de trabajadores como ellos, que se ganan la vida en esta colonia y en la vecina Granada, las primeras semanas de agosto les confiscaron sus triciclos ¡ªsus herramientas de empleo y transporte¡ª por salir a trabajar en la pandemia y ¡°no cumplir con el sem¨¢foro naranja¡±, seg¨²n justificaron las autoridades. Sin embargo, detr¨¢s de las razones oficiales, los ambulantes se han convertido en uno de los eslabones m¨¢s vulnerables de una sociedad que empuja sus males hacia abajo: v¨ªctimas de la informalidad, de la falta de una pol¨ªtica clara y del clasismo o la intolerancia de los vecinos, quedan expuestos a abusos y extorsiones mientras intentan subsistir.
No era la primera vez que ocurr¨ªa algo as¨ª en estos barrios, ni en la Alcald¨ªa Miguel Hidalgo a la que pertenecen, ni mucho menos en Ciudad de M¨¦xico. Pero una decisi¨®n as¨ª, en medio de una crisis que ya ha empujado al desempleo a m¨¢s de 1,1 millones de personas en el pa¨ªs, puso en evidencia la falta de un criterio com¨²n para abordar la venta callejera en la capital. Y la vulnerabilidad a la que est¨¢n expuestos quienes salen a buscar el sustento diario con la venta ambulante.
Federico M¨¦ndez, que aguarda en una esquina de Polanco desde la madrugada, tiene todav¨ªa algunos panes dulces en el canasto. Las ventas han bajado, dice, pero sigue despert¨¢ndose a las tres de la ma?ana para salir a trabajar. Su caso es uno de los que engrosa las estad¨ªsticas de la informalidad de M¨¦xico, que ha alcanzado a 22,6 millones de personas con empleos precarios, seg¨²n los datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica y Geograf¨ªa (INEGI). M¨¦ndez, de 28 a?os y padre de dos ni?as, volvi¨® a las calles cuando las autoridades relajaron las medidas de prevenci¨®n contra la covid-19: ¡°Me dijeron que estaba el sem¨¢foro en naranja y pod¨ªa trabajar, y despu¨¦s me dijeron que no¡±. Fue entonces cuando le quitaron el primer triciclo. En total, van tres, asegura.
Uno de estos veh¨ªculos nuevo puede costar entre 3.000 y 7.000 pesos (entre 130 y 320 d¨®lares, aproximadamente), o incluso m¨¢s, dependiendo del modelo. No todos los trabajadores ambulantes poseen uno, sino que a veces los alquilan a ¡°l¨ªderes¡± que les cobran para poder trabajar. Puede ser una cuota mensual o semanal, fija o proporcional a las ganancias. Las autoridades de la Miguel Hidalgo amontonan los que confiscan en un dep¨®sito al aire libre donde se acumulan toneladas de fierro y cachivaches desde hace a?os: sillas, escaleras, ventanas, ollas, culebras, ratas, hasta tlacuaches.
A Gilberto Morales, de 25 a?os, le han decomisado un triciclo y ha tenido que invertir nuevamente en botes de tamales y un nuevo veh¨ªculo. Vend¨ªa entre 80 y 100 unidades de mercanc¨ªa, pero con la contingencia sanitaria ahora no llega ni a 50. ¡°Lo ¨²nico que uno quiere es trabajar para sacar adelante a la familia¡±, comenta. Son pocos los que quieren opinar porque ¡°est¨¢ delicado hablar de m¨¢s o hablar de menos¡±, dice otro vendedor, aunque reconoce que en la zona, que ¡°antes parec¨ªa tianguis [un mercado al aire libre]¡±, es com¨²n ver furgonetas llev¨¢ndose los triciclos de los trabajadores. ¡°Est¨¢ muy grave con nosotros¡±, lamenta.
Hegel Cort¨¦s, director general de Gobierno de la Alcald¨ªa Miguel Hidalgo, dijo esta semana que 140 triciclos hab¨ªan sido retirados en Polanco y Granada y estaban en uno de esos almacenes municipales para ser destruidos pr¨®ximamente. El tuit, con dos fotos, bast¨® para encender las redes sociales. ¡°Se levantaron los que no tienen permiso bajo la queja o denuncia ciudadana¡±, dijo el funcionario en entrevista con EL PA?S. En las colonias Polanco y Granada, donde se hacen estos operativos de retiro de comerciantes, hay registradas 3.652 quejas ciudadanas en lo que va del a?o, seg¨²n Cort¨¦s.
Muchos de los vendedores ambulantes de los que se quejan los vecinos en estas colonias acomodadas, explicar¨¢ despu¨¦s la soci¨®loga Paloma Villag¨®mez, son la fuente de alimentaci¨®n para personas de sectores populares que mantienen las casas o atienden comercios u oficinas que pertenecen a esos mismos vecinos.
La ambig¨¹edad, la extorsi¨®n y la sanci¨®n
La decisi¨®n de la Alcald¨ªa Miguel Hidalgo de confiscar los triciclos parece diferir, al menos en las intenciones, con el discurso del Gobierno capitalino, que no ha respondido a las consultas de este peri¨®dico ¡°porque es un tema de la Alcald¨ªa¡±. Antes de la pol¨¦mica, sin embargo, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, hab¨ªa defendido el ¡°derecho al trabajo¡± de quienes ¡°hist¨®ricamente han trabajado en v¨ªa p¨²blica¡±.
¡°Est¨¢ el discurso m¨¢s abierto y m¨¢s dispuesto al di¨¢logo de la jefa de Gobierno y luego est¨¢n estas actitudes de funcionarios de mandos medios mucho m¨¢s arbitrarias, dr¨¢sticas e inflexibles¡±, analiza Paloma Villag¨®mez, que se especializa en alimentaci¨®n, pobreza y desigualdad. ¡°Tiene que haber un mensaje unificado de la Administraci¨®n p¨²blica porque si no parece simulaci¨®n y da la impresi¨®n de que hay un discurso hacia afuera y otro hacia adentro¡±, analiza.
Estas acciones contra los comerciantes ambulantes no son exclusivas de una sola Alcald¨ªa. Los ejemplos contin¨²an m¨¢s all¨¢ de Miguel Hidalgo: fue sonada la agresi¨®n a la vendedora muxe LadyTacos en la Alcald¨ªa de Cuauht¨¦moc el pasado diciembre, y este jueves la polic¨ªa nuevamente intent¨® confiscarle sus mercanc¨ªas y su bicicleta (despu¨¦s le han pagado los tacos y le han asignado otro espacio para vender, en Pino Su¨¢rez, seg¨²n escribi¨® la trabajadora en sus redes sociales). Durante la pandemia se han visto im¨¢genes de polic¨ªas echando a artesanos del Z¨®calo, en el centro de la capital, y al cierre de este reportaje circulaban im¨¢genes de una vendedora de hortalizas llorando en la calle tras un decomiso. Cuando no se esgrime la pandemia como pretexto, los argumentos son que a los vendedores les faltan permisos o que las autoridades pretenden debilitar a mafias que extorsionan a los trabajadores.
Luis Enrique Hern¨¢ndez, director de El Caracol, una organizaci¨®n que trabaja con personas que viven en las calles de la Ciudad de M¨¦xico, critica que los vendedores se conviertan en ¡°una presa f¨¢cil de la extorsi¨®n porque las Alcald¨ªas no est¨¢n dando permisos para que la gente pueda vender¡±. Las autorizaciones para operar en la v¨ªa p¨²blica cuestan 300 pesos (unos 14 d¨®lares) y tienen que ser renovadas cada tres meses. Para obtenerlas, los vendedores deben pagar a las Alcald¨ªas y entregarles una serie de documentos identificatorios, un croquis del ¨¢rea donde vender¨¢n, una descripci¨®n de su mercanc¨ªa y dos fotograf¨ªas recientes. Si las autoridades les retiran sus veh¨ªculos, los trabajadores tienen que pagar una multa de 250 pesos (11 d¨®lares) para tenerlos de regreso. Sin embargo, varios vendedores aseguran que, adem¨¢s, hay funcionarios municipales que les cobran entre 50 y 200 pesos semanales, seg¨²n la zona. ¡°Lo que pueda significar eso para un servidor p¨²blico que no te da un recibo¡±, incide Hern¨¢ndez. En un pa¨ªs donde m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n es pobre, ¡°la ¨²nica alternativa¡± para millones de personas es el comercio informal, se?ala el director de la ONG. Los problemas, cree, llegan en parte por la falta de regulaci¨®n del comercio ambulante: ¡°No lo han podido hacer nunca¡±.
Tiana Baki? Hayden, investigadora de Estudios Urbanos en el Colegio de M¨¦xico, explica que desde la segunda mitad del siglo XX las autoridades establecieron ¡°una relaci¨®n de tolerancia muy inestable e impredecible¡± como pol¨ªtica hacia los trabajadores informales, que termina resultando ¡°da?ina¡±. ¡°Se permite que sigan funcionando en un estado semiformalizado (con permisos) o se restringe su actividad, muchas veces como respuestas a presiones de grupos de vecinos sobre todo en barrios de ¨¦lite o gentrificados¡±, explica la doctora en Antropolog¨ªa.
¡°Los vecinos de este tipo de zonas consideran que los vendedores se ven mal, que son sucios y que se ven feos o poco acordes a las fachadas de sus edificios¡±, asegura Tania Espinosa S¨¢nchez, representante en M¨¦xico de la organizaci¨®n Wiego (sigla en ingl¨¦s de Mujeres en empleo informal globalizando y organizando). El estigma, dice, se gesta desde las autoridades locales. ¡°Lo que hace la Alcald¨ªa es lavarse las manos, pero no se?ala que no hay sustento jur¨ªdico para quitarle sus herramientas¡±, dice Espinosa, quien asegura que lo que ha hecho la Alcald¨ªa est¨¢ prohibido por ley.
De acuerdo con el art¨ªculo 54 del Reglamento de Trabajadores no Asalariados de Ciudad de M¨¦xico (que incluye a los comerciantes informales), los agentes locales ¡°en ning¨²n caso podr¨¢n recoger los utensilios o instrumentos de trabajo a los no asalariados¡±. ¡°Los vecinos reclaman a trav¨¦s de grupos de WhatsApp que se quite a los comerciantes, y los funcionarios notifican a los residentes cuando se hace [el retiro]¡±, se?ala la representante de Wiego.
Tras la publicaci¨®n del controvertido tuit el pasado s¨¢bado, el funcionario que lo escribi¨® se retract¨® y dijo que la expresi¨®n ¡°destruir¡± hab¨ªa sido ¡°desafortunada¡± y que los veh¨ªculos se someter¨ªan a ¡°un proceso apegado a la normatividad administrativa¡±. Prometi¨® tambi¨¦n ¡°mil trabajos¡± en la Alcald¨ªa y ¡°di¨¢logo¡±. Hasta mediados de semana, se hab¨ªan devuelto 37 veh¨ªculos tras el pago de la multa.
Esta ¡°ambig¨¹edad¡± entre la tolerancia y la sanci¨®n p¨²blica, explica Villag¨®mez, tiene que ver con que estos trabajadores ¡°est¨¢n haciendo parte del trabajo [del Estado]¡±. Los trabajadores informales aportan el 22% del PIB del pa¨ªs, pero adem¨¢s, dice la soci¨®loga, los vendedores ambulantes ¡°cumplen con la funci¨®n de alimentar a sectores populares que no tendr¨ªan otra manera [en zonas caras de la capital]¡±.
El caf¨¦ con pan dulce que ofrece Federico M¨¦ndez en una esquina de Polanco cuesta 16 pesos; en un supermercado cercano, solo el caf¨¦ cuesta 18 pesos, y en una cadena de cafeter¨ªas, el triple. Aunque el traj¨ªn no se frena alrededor del metro de Polanco, los vendedores ambulantes solo tienen permitido permanecer con sus triciclos hasta las diez de la ma?ana. A M¨¦ndez todav¨ªa le quedan algunos panes y agua en su termo, pero prefiere retirarse a encontrar problemas con las autoridades. Regresar¨¢ ma?ana, antes de que amanezca, para intentar ganar 200 pesos.
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