Benjam¨ªn Mora, superestrella mexicana del f¨²tbol en el fin del mundo
El entrenador huye de la falta de oportunidades en su pa¨ªs de origen y viaja m¨¢s de 16.000 kil¨®metros para ser tricampe¨®n de la liga de Malasia


?Si a usted le ofrecieran el trabajo de sus sue?os, pero tuviera que viajar 16.000 kil¨®metros para conseguirlo, lo tomar¨ªa? Benjam¨ªn Mora (Ciudad de M¨¦xico, 1979) dijo que s¨ª sin pensarlo. Pregunt¨® de d¨®nde era la oferta, cu¨¢nto le iban a pagar y llam¨® a su esposa. ¡°No sab¨ªamos ni d¨®nde quedaba Malasia, ?qu¨¦ carajos iba hacer yo ah¨ª?¡±, cuenta el entrenador mexicano del Johor Darul Taksim (JDT), ¡°nos imagin¨¢bamos que ¨ªbamos a andar en los palacios y en nuestra cabeza era como las pel¨ªculas que hab¨ªamos visto y ten¨ªamos un poco de miedo, pero sab¨ªamos que no ten¨ªamos nada que perder¡±. A toro pasado, cinco a?os despu¨¦s de meter toda su vida en una maleta y una mochila, todo se ve m¨¢s f¨¢cil. La liga se ha convertido ¡°en una carrera de un solo caballo¡±, en palabras de la prensa del pa¨ªs asi¨¢tico, y su club ha sido campe¨®n por s¨¦ptimo a?o consecutivo, la tercera vez desde que lo asumieron al primer equipo en 2017.
Antes del ¨¦xito en Malasia, Mora ya era un trotamundos. La vida n¨®mada fue un legado de su padre, uno de los promotores m¨¢s importantes de la lucha libre mexicana en la d¨¦cada de los ochentas y noventas. Entre camerinos, hombres por los aires, patadas voladoras y fotos con el m¨ªtico Andr¨¦ El Gigante pas¨® por 14 escuelas y 23 mudanzas cuando era ni?o. Despu¨¦s, el f¨²tbol lo llev¨® desde Tijuana, donde empieza Latinoam¨¦rica, hasta Tapachula, donde cientos de miles de migrantes centroamericanos cruzan cada a?o a M¨¦xico para buscarse un pedazo del sue?o americano.
El joven director t¨¦cnico sabe un par de cosas sobre la falta de oportunidades. Nunca pudo mostrarse como jugador profesional y justo cuando la mayor¨ªa de los futbolistas piensa en el retiro, ya pasada la treintena, su incipiente carrera como auxiliar en clubes del ascenso y entrenador de fuerzas b¨¢sicas estuvo a punto del naufragio. ¡°En M¨¦xico nadie ten¨ªa por qu¨¦ hacerme caso, ni por qu¨¦ voltearme a ver¡±, afirma. No hab¨ªa sido un ¨ªdolo de masas. No ten¨ªa recorrido en la liga local. No ten¨ªa contactos que intercedieran por ¨¦l. No hab¨ªa llamado la atenci¨®n de nadie. ¡°Yo no pensaba que me mereciera una oportunidad, solo quer¨ªa demostrar de lo que estaba hecho¡±, cuenta por videoconferencia. ¡°Creo m¨¢s en los sentimientos que en la raz¨®n y as¨ª me ha ido, con sus altas y sus bajas¡±, agrega.
¡°Mi mayor motivaci¨®n es que me voy a morir y la pregunta que me hago todos los d¨ªas es c¨®mo quiero vivir mientras estoy aqu¨ª, hay mucha gente que parece zombie, yo no quiero ser una de ellas¡±, comenta. Cuando lleg¨® al segundo equipo del JDT perdi¨® cuatro partidos seguidos. Y esa fotograf¨ªa en la que se imaginaba paseando por los jardines del sult¨¢n de Johor se desvanec¨ªa poco a poco y se parec¨ªa m¨¢s a la del pr¨ªncipe heredero, el due?o del equipo, pidi¨¦ndole resultados. ¡°Convencer al pr¨ªncipe que yo val¨ªa la pena como entrenador me cost¨® a?os, fue lo m¨¢s dif¨ªcil porque nunca hab¨ªa venido un mexicano ni un t¨¦cnico joven¡±, recuerda. ¡°Nunca permite un no o un no se puede, esa exigencia me ha ayudado a crecer como persona¡±, dice Mora sobre el pr¨ªncipe Tunkku Ismail Idriss ¡ªmultimillonario, todopoderoso y general del Ej¨¦rcito¡ª y repite, como si no pudiera creerlo: ¡°Un pr¨ªncipe de Malasia me dio la oportunidad a los 35 a?os y sin experiencia de dirigir al mejor equipo del Sureste asi¨¢tico y el mejor equipo de la d¨¦cada en el pa¨ªs¡±. Hoy le cantan Cielito Lindo y la Canciller¨ªa lo ha distinguido como ¡°mexicano distinguido¡±, el primero y ¨²nico que recibe la distinci¨®n tras establecerse en Malasia.
La vida es tranquila en Johor Bahru, la capital de la provincia, que es fronteriza con Singapur. El territorio es amplio, los edificios son muy altos, las carreteras son limpias y hay poca inseguridad. Mora, un vegetariano que no le dice que no a un aguachile o a un buen plato de mariscos estilo Sinaloa, se toma varios minutos para hablar de frutas. Su bit¨¢cora de viaje da cuenta de pl¨¢tanos y mangos gigantes, mangostanes, rambutanes, pitayas rosas y blancas, peras y manzanas que nunca hab¨ªa visto. ¡°Cocino mucha verdura y cosas raras, no soy muy fan de la comida, la verdad¡±, confiesa el entrenador, que cambiar¨ªa varios vasos de agua de sand¨ªa y platos de curry con arroz, por la variedad de la gastronom¨ªa mexicana: ¡°No es lo mismo, son otros sabores¡±.
El entrenador se dio cuenta de que las clases de malayo no le iban a servir de mucho por los dialectos y corta las brechas culturales en ingl¨¦s. Su equipo de trabajo incluye a mexicanos, espa?oles y argentinos, que tienen que ser tolerantes a la observancia de las leyes isl¨¢micas de jugadores que en algunos casos no tragan ni su propia saliva durante el Ramad¨¢n o que, como en todo el mundo, viven realidades trastocadas por la pandemia. El hecho de dirigir en un pa¨ªs donde el deporte nacional es el b¨¢dminton no le quita presi¨®n. Les pide a sus futbolistas que sean agresivos y que salgan con la pelota dominada. Lo van a apretar los comentaristas deportivos. Y los chicos del estrecho, el principal grupo de aficionados, no le perdonar¨ªan que perdiera el cl¨¢sico contra el Pahang, sin importar que su club se haya coronado invicto en la ¨²ltima temporada o que se festeje como un gol que su equipo haya reventado un bal¨®n en la mitad de la cancha.
La graduaci¨®n de Mora lleg¨® en Asia, donde tuvo que aprender a dejar ir a sus padres y ver crecer a sus dos hijas, la menor nacida en Johor. Su trabajo ha levantado inter¨¦s en Emiratos ?rabes, Arabia Saudita, Chipre, Indonesia, Estados Unidos y M¨¦xico, pero su cabeza sigue en Malasia. ¡°Mi sue?o es que me permitan dirigir siempre y donde sea, se llamen como se llamen y est¨¦n en la liga que sea¡±, afirma el m¨ªster: ¡°No mucha gente me entiende, pero eso me da igual¡±.
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