Una familia entera infectada de covid: ¡°Esta enfermedad estigmatiza, nadie quiere estar cerca¡±
Marcia relata el sufrimiento para salir del contagio y la muerte de su abuela en una casa de 68 metros cuadrados en el valle de M¨¦xico
¡°Horrible, horrible, horrible¡±, repite Marcia por tel¨¦fono. Una familia de cinco miembros, todos contagiados de covid-19, en un departamento de dos habitaciones y un ba?o, una cocina y un comedor. La abuela muri¨®. Los dem¨¢s han sobrevivido para contarlo. A las dificultades propias del aislamiento en esas condiciones, la hija mayor relata la odisea de conseguir ox¨ªgeno, la angustia para sacar el cad¨¢ver de casa y enterrarlo, los fraudes incesantes por Internet, los tel¨¦fonos de ayuda que nadie descuelga, la corrupci¨®n acechante y la soledad que imponen amigos, vecinos y parientes detr¨¢s de las palabras de apoyo.
En un lapso de tres semanas, la familia de Marcia, que oculta su identidad bajo este nombre, fue v¨ªctima del coronavirus, que se col¨®, quiz¨¢, cuando la madre sali¨® a hacer unas compras. Despu¨¦s salt¨® a la hermana menor, de 21 a?os. Viven en la frontera entre Iztapalapa y el Estado de M¨¦xico, en una de esas unidades habitacionales de ladrillos y mara?a de cables, calles desangeladas con poca luz, mucho grafiti, sin ¨¢rboles, donde familias de clase media sacan adelante sus vidas sin darse muchos caprichos. La madre qued¨® aislada en un cuarto, el otro lo compart¨ªan el padre y la abuela, y Marcia se recostaba cada noche en un colch¨®n inflable en el comedor, donde su hermana dorm¨ªa y segu¨ªa los estudios, a pesar de la enfermedad. ¡°Ha sido muy frustrante que hayamos ido contagi¨¢ndonos todos, porque siempre nos hab¨ªamos cuidado con cubrebocas, distancia, apenas sal¨ªamos. Y cuando enfermaron los primeros limpi¨¢bamos todo, desde las manijas de las puertas hasta el interruptor de la luz, la casa ventilada, las comidas por turnos, pero no hubo forma¡±, dice la estudiante, de 25 a?os, que inicia ahora un posgrado en la UNAM. Los contagios en el valle de M¨¦xico suman ya 624.000 desde que comenz¨® la pandemia, que se ha cobrado unas 48.000 vidas, seg¨²n las cifras oficiales, casi una tercera parte del total del pa¨ªs.
La joven psic¨®loga dej¨® temporalmente sus proyectos becados en la UNAM y un trabajo, todos ellos relacionados con la violencia de g¨¦nero, cuando la madre y la hermana cayeron enfermas y se ech¨® a su espalda el cuidado de la familia. Ella fue la ¨²ltima que dio positivo. ¡°En la UNAM me dijeron que si necesitaba el dinero de la beca me lo segu¨ªan dando, pero me sent¨ª m¨¢s c¨®moda rechaz¨¢ndolo¡±. Han tirado de los ahorros. M¨¦dico a domicilio: 750 pesos por cada paciente, el resto era seguimiento por tel¨¦fono; pruebas r¨¢pidas para detectar el virus: cuatro, a 900 pesos cada una; renta de un concentrador de ox¨ªgeno: 6.500 pesos; medicinas, comida a domicilio; y finalmente, la cremaci¨®n de la abuela.
¡°Al principio, cuando mi madre se contagi¨®, fuimos todos a hacernos las pruebas gratis a los quioscos instalados en las calles. Desde la cuatro de la madrugada hasta las 10 de la ma?ana esperando. Mi abuela no fue, claro, ten¨ªa una pierna amputada por la diabetes, y tambi¨¦n era hipertensa. Todos dimos negativo en aquella ocasi¨®n, pero cuando fueron apareciendo los s¨ªntomas ya no te encuentras bien para pasarte seis horas en la calle, con el fr¨ªo, hac¨ªa fr¨ªo, esperando un diagn¨®stico, as¨ª que las siguientes pruebas las hicimos en un laboratorio privado¡±, relata Marcia.
El m¨¦dico les explicaba c¨®mo seguir el tratamiento en casa y vigilar la ca¨ªda de ox¨ªgeno. La madre, de 61 a?os, dio muestras de necesitarlo y Marcia lo intent¨® por todos los medios, pero no lo consigui¨®. ¡°Una amiga me dec¨ªa que hab¨ªa empresas que lo suministraban, pero llamaba y no agarraban el tel¨¦fono. Por Internet no hab¨ªa m¨¢s que fraudes. Te ped¨ªan depositar hasta 45.000 pesos antes de llevarte un concentrador, no lo hice, a pesar de que en esos momentos est¨¢s desesperada. El ox¨ªgeno gratis lo ofrec¨ªan en Iztapalapa y Ecatepec, pero nosotros vivimos en Los Reyes La Paz, y entonces no pudimos optar a ello. Adem¨¢s necesitas que un m¨¦dico lo certifique, no est¨¢bamos en condiciones¡¡±. Afortunadamente, la madre super¨® las dificultades respiratorias. La hermana siempre fue leve y pudo continuar sus estudios de Arquitectura desde la casa.
Cuando la tos, el dolor de cabeza y la fiebre hicieron aparici¨®n en los cuerpos del padre y la abuela, ambos hipertensos, volvi¨® el cambio de habitaciones, el aislamiento incompleto, el m¨¦dico que ense?a los rudimentos b¨¢sicos para atacar a la enfermedad. ¡°Si nos toca estar a todos enfermos a la vez no lo hubi¨¦ramos superado en estas condiciones de hacinamiento. Adem¨¢s, es importante comer bien, estar hidratado, descansado¡ Recibes muchos mensajes de apoyo, que si necesitas algo escribas, te dicen, pero en cuanto ped¨ª ayuda para conseguir ox¨ªgeno te das cuenta de que solo eran mensajes. Empiezas a recibir excusas: no puedo, lo siento, estoy ocupado¡ Nadie quiere venir a traerte comida, por ejemplo, les da miedo, yo lo entiendo, pero esta enfermedad estigmatiza, nadie quiere estar cerca, es dif¨ªcil encontrar redes de apoyo. Nos hemos sentido muy solos¡±.
Mientras la madre y la hermana menor, iban saliendo de sus malestares, el ox¨ªgeno de la abuela ca¨ªa a niveles preocupantes. Marcia rent¨® un concentrador para producirlo en casa, pero la ayuda no fue suficiente. ¡°Una ma?ana amaneci¨® con el ox¨ªgeno muy bajo y llam¨¦ al m¨¦dico. Nos recomend¨® que llam¨¢ramos a Locatel, donde nos informaron de que no hab¨ªa camas de hospital cerca, que marc¨¢ramos al 911 y que alguien viniera a la casa¡±. Para entonces, Marcia ya estaba contagiada. Y la odisea no hab¨ªa hecho m¨¢s que empezar. Salvar la vida en M¨¦xico se ha convertido en algo m¨¢s f¨¢cil que enfrentarse a la muerte tras la covid, como se ver¨¢.
La abuela, a sus 86 a?os y agotada, tom¨® la decisi¨®n de morir en casa. El m¨¦dico tambi¨¦n les dijo que era dif¨ªcil la recuperaci¨®n dadas sus circunstancias, aunque acudiera a un hospital. Y as¨ª lo afrontaron. Decisi¨®n equivocada. ¡°Fue todo horrible, horrible, horrible¡±, repite Marcia, antes de relatar un episodio por el que ahora quiere mantener en el anonimato a toda la familia. Llamaron a un tel¨¦fono para certificar la defunci¨®n, pero solo funcionaba para Ciudad de M¨¦xico y ellos pertenecen al Estado de M¨¦xico. ¡°Nos dieron otro n¨²mero, pero nadie contestaba. En Emergencias del Estado dijeron que enviar¨ªan a la polic¨ªa, pero pasaron 40 minutos y nadie aparec¨ªa, as¨ª que llamamos de nuevo y contestaron que no ir¨ªa nadie, que era un irresponsable quien hab¨ªa sugerido eso. No entend¨ªamos nada. Volv¨ª a marcar al 911 y me dieron otro tel¨¦fono desde el que prometieron una ambulancia. Ya hab¨ªan pasado dos horas¡±.
El param¨¦dico constat¨® que no hab¨ªa signos vitales y les recomend¨® contactar directamente con la funeraria. Nada de polic¨ªa, se expon¨ªan a la corrupci¨®n, les advirti¨®. ¡°Mi padre, en la cama, se estaba poniendo muy mal y las funerarias, una tras otra, nos repet¨ªan que acudir¨ªan, pero solo si certificaban que la muerte no era por covid, porque eso enredar¨ªa mucho los tr¨¢mites. Finalmente acept¨¦. Quer¨ªamos hacerlo todo legal, pero son momentos muy dif¨ªciles. La muerte de mi abuela no est¨¢ en las estad¨ªsticas de fallecidos por covid¡±. Son varias las fuentes, incluido el propio Gobierno, que dicen que las muertes en M¨¦xico deben ser multiplicadas por tres, debido al subregistro en las estad¨ªsticas, sobre todo de aquellos que fallecen en casa.
Algunos m¨¦dicos se enfadaron con ellos por tomar esa decisi¨®n. ¡°Dijeron que pod¨ªamos acabar en el ministerio p¨²blico, que tendr¨ªamos que declarar por haber dejado morir a la abuela en casa. Todo era tan dif¨ªcil¡ todav¨ªa hoy no tenemos el certificado de defunci¨®n, del que se encarga la funeraria¡±. La mujer muri¨® el jueves, 28 de enero. Marcia, la ¨²ltima contagiada de la casa, est¨¢ ya curada, pero comparte las mismas secuelas que el resto de la familia, cansancio, tos. Apura su cuarentena, como el presidente del Gobierno. Cuando estaba enferma recibi¨® la noticia de que le conced¨ªan beca para un posgrado. ¡°Me alegr¨®, pero todo result¨® agridulce¡±.
Los 68 metros cuadrados de la vivienda han dejado al descubierto las dificultades de una familia media mexicana para afrontar un contagio masivo, la angustia de no saber qu¨¦ camino tomar, el laberinto para conseguir ox¨ªgeno y una cama de hospital y la terrible desesperaci¨®n para enterrar un cad¨¢ver entre la mara?a de corruptelas y burocracia. La fiebre parece ser lo de menos.
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