El extraordinario env¨ªo de 29 capos criminales de M¨¦xico a Estados Unidos reformula la relaci¨®n entre ambos pa¨ªses
El ins¨®lito traslado de Caro Quintero, los l¨ªderes zetas y dem¨¢s narcos marca un parteaguas en la pol¨ªtica de seguridad y trata de despejar la amenaza arancelaria

El asesinato hace 40 a?os de un agente estadounidense en M¨¦xico ha cobrado actualidad esta semana con el traslado de uno de sus presuntos asesinos, Rafael Caro Quintero, a Estados Unidos. El env¨ªo ¡ªque no extradici¨®n, como ha aclarado este viernes el fiscal general mexicano, Alejandro Gertz¡ª ha sido parte de un extraordinario operativo, realizado entre el mi¨¦rcoles y el jueves, que involucr¨® a 3.500 polic¨ªas y militares y ha acabado con 29 capos criminales mexicanos en suelo estadounidense. Queda por ver si el operativo despeja por completo la amenaza arancelaria que se cierne sobre el Estado mexicano o si, al menos, la pausa a medio o largo plazo.
El movimiento de los capos devuelve la iniciativa a la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, al menos por un tiempo. Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, el 20 de enero, la relaci¨®n bilateral ha consistido en contener las amenazas del republicano, ap¨®stol de las negociaciones agresivas, siempre con el mazo en la mano. El combate al tr¨¢fico de fentanilo se ha convertido en uno sus lemas principales. En ese contexto, Trump usa la econom¨ªa regional para forzar cambios en el paradigma de seguridad de Norteam¨¦rica.
Enrique Kiki Camarena es el agente mencionado arriba. Perteneciente a la plantilla en M¨¦xico de la agencia antinarc¨®ticos de Estados Unidos, la DEA, Camarena muri¨® asesinado en 1985, en Jalisco, acci¨®n perpetrada por el extinto Cartel de Guadalajara, que integraron, entre otros, el propio Caro Quintero. Las torturas infligidas a Camarena, su secuestro, el asesinato final, elevaron su figura a la categor¨ªa de mito y s¨ªmbolo para las agencias de seguridad de aquel pa¨ªs, comprometidas desde hace d¨¦cadas en combatir el tr¨¢fico de drogas ilegales.
Tanto tiempo despu¨¦s, ha sido extra?o ver a Caro Quintero, esta semana, en un avi¨®n militar camino del norte, espacio m¨ªtico, tan querido como odiado por los operadores log¨ªsticos del narcotr¨¢fico. Estados Unidos, el gran mercado, pero tambi¨¦n la amenaza de encierro final. Con Caro Quintero, su pelo gris, un anciano, en realidad, la historia se mueve. Sus primeras pisadas en Estados Unidos cambian el relato binacional, enganchado desde el asesinato de Camarena a una sensaci¨®n de injusticia. Al menos as¨ª ha sido al norte del r¨ªo Bravo.
El traslado de Caro y de otros tantos hampones, caso destacado de los l¨ªderes de Los Zetas, Omar y Miguel ?ngel Trevi?o Morales, conocidos como Z-40 y Z-42, entierra adem¨¢s un periodo de desconfianza entre ambas naciones, inaugurado con el caso Cienfuegos. En octubre de 2020, la justicia estadounidense detuvo en Los Angeles al general Salvador Cienfuegos, jefe del Ej¨¦rcito durante el Gobierno de Enrique Pe?a Nieto (2012-2018), por narcotr¨¢fico. La captura provoc¨® una intensa ofensiva diplom¨¢tica del Gobierno mexicano, dirigido entonces por Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador (2018-2024). El Departamento de Justicia accedi¨® a retirar los cargos y Cienfuegos volvi¨® a M¨¦xico, donde no ha tenido m¨¢s problemas.
Aunque M¨¦xico gan¨® aquella batalla, L¨®pez Obrador insisti¨® en revisar el papel de las agencias de seguridad extranjeras y su injerencia en los asuntos del pa¨ªs. El mandatario forz¨® incluso una reforma de la Ley de Seguridad Nacional, que limitaba el actuar de agentes extranjeros en territorio nacional, reforma que provoc¨® la protesta del vecino del norte. Finalmente, los cambios se aprobaron, aunque con alguna rebaja. Enrarecida, la relaci¨®n apenas ha cambiado estos a?os. M¨¦xico hab¨ªa asumido su papel de perro guardi¨¢n frente a los flujos migratorios de Centro y Sudam¨¦rica, gran preocupaci¨®n de la Casa Blanca. La calma y la rutina conven¨ªan a ambas partes.
Pero la vuelta de Trump ha sacudido los engranajes de la relaci¨®n. Empe?ado en imponer su narrativa en los medios, el relato de que M¨¦xico permite el tr¨¢fico de drogas y la llegada de migrantes al norte, poco importaban los hechos. A su llegada, el mandatario dijo que gravar¨ªa las importaciones que llegaran de M¨¦xico un 25%, si el pa¨ªs vecino no actuaba contundentemente contra las mafias. Nunca explic¨® qu¨¦ criterios emplear¨ªa para valorar el desempe?o mexicano. Hace una semana, dijo, por ejemplo, que no estaba contento con el vecino. No explic¨® por qu¨¦.
As¨ª empezaba esta semana de v¨¦rtigo. Desde el lunes, el diablo impositivo se colaba en las conversaciones. La moratoria arancelaria que Trump hab¨ªa decretado a principios de febrero entraba en su recta final. El Gobierno de Sheinbaum anunciaba reuniones en Washington. El Gabinete de Seguridad tomaba la delantera al equipo econ¨®mico. El jueves, el coordinador de la estrategia nacional de seguridad, Omar Garc¨ªa Harfuch, present¨® los resultados en la materia al Secretario de Estado, Marco Rubio, en Washington. Mientras eso ocurr¨ªa, los aviones militares que hab¨ªan trasladado a los 29 capos a EE UU volaban de vuelta a casa.
Muchas han sido las dudas alrededor del traslado, para empezar la misma palabra, traslado. Este viernes, el fiscal Gertz, reconvertido de repente en un extraordinario vocero del Gobierno de Sheinbaum, desplegaba un nudoso repertorio de respuestas ante los reporteros, ¨¢vidos de informaci¨®n. Gertz asegur¨® que las explicaciones de Harfuch hab¨ªan convencido a Rubio, igual que las presentaciones de los jefes del Ej¨¦rcito y la Armada, trasladados igualmente a Washington. No queda claro, sin embargo, cu¨¢nto importaron los miles de detenciones realizadas estos meses en M¨¦xico, los miles de kilos de droga decomisada y de armas incautadas, ante el bombazo medi¨¢tico de los 29.
De la comparecencia de Gertz, ha importado m¨¢s lo que no ha dicho, pr¨¢cticamente todo, virtud de un fiscal afecto al regate y la gambeta. M¨¦xico sigue sin saber c¨®mo se gest¨® la entrega de 29 capos del narcotr¨¢fico a EE UU, m¨¢s all¨¢ de que no ha sido una extradici¨®n, modalidad procesal sujeta a una serie de normas, que en la pr¨¢ctica descarta la pena de muerte para los procesados. Gertz ha explicado que M¨¦xico entrega a los capos por una cuesti¨®n de seguridad nacional, misma raz¨®n por la que Estados Unidos podr¨¢ mandarlos al pared¨®n. La entrega, ha dicho, casi aburrido, se dio por una petici¨®n del Gobierno vecino.
La intrahistoria de todo este asunto, el c¨®mo, el cu¨¢ndo, el qui¨¦nes, queda de momento en las sombras, reino al que pertenecen tambi¨¦n los futuros movimientos de Trump. La broma en M¨¦xico este viernes se?alaba la falta de activos para negociar a futuro. Porque, ahora que el Gobierno ha vaciado sus c¨¢rceles, ?qu¨¦ podr¨¢ ofrecer ante la pr¨®xima rabieta del republicano? El pa¨ªs de momento cambia de tema. Este viernes, Sheinbaum ha presidido los funerales de Estado por el tlatoani Cuauht¨¦moc, asesinado hace ahora 500 a?os, en alg¨²n lugar del sur novohispano. La presidenta ha recordado la importancia de pedir perd¨®n. El p¨¦ndulo se aleja del r¨ªo Bravo y mira el oc¨¦ano Atl¨¢ntico. Por una vez, resulta un alivio.
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