Rabia y dolor en casa de los Oca?a
La misteriosa muerte del actor Octavio P¨¦rez Oca?a, de 22 a?os, tras una persecuci¨®n policial ha cimbrado a una familia que solo se mantiene en pie por una creencia: a ¡®Tavo¡¯ lo asesinaron
Octavio P¨¦rez se mueve muy r¨¢pido. Entra y sale de la cocina de su hija Bertha, una de las hermanas gemelas del fallecido actor Octavio P¨¦rez Oca?a. Es incapaz de aguantar un minuto en silencio sin ahogarse. La rabia le quema por dentro. Esa sensaci¨®n es la ¨²nica que lo ha mantenido de pie siete d¨ªas. Y mientras el resto de su familia avanza lento, a ritmo de ansiol¨ªtico y l¨¢grimas, ¨¦l no se detiene. Despu¨¦s de que viera el pasado 29 de octubre en su celular las im¨¢genes de su hijo moribundo en su camioneta, moviendo todav¨ªa la mano con un balazo en el cr¨¢neo, de que tomara un coche de madrugada desde la otra punta del pa¨ªs y un vuelo para llegar a encontrarse con ¨¦l; de que cada d¨ªa salga un v¨ªdeo nuevo humillando al m¨¢s peque?o de todos, traga saliva y dispara furia como una metralleta. La ¨²ltima vez que se despidi¨® de ¨¦l, tir¨® un pu?o de tierra sobre su ata¨²d y le hizo una promesa: ¡°Voy a vengar tu muerte, hijo. As¨ª me cueste la vida¡±.
El abogado de la familia, Rafael Vargas, trata de calmarlo. Le hace gestos con las manos para que desacelere las ganas que tiene de incendiarlo todo. ?Pero c¨®mo se le pide a un padre que se calme cuando acaba de enterrar a su hijo? En un ambiente tenso con las autoridades ¡ªa las que ha insultado ante cualquier micr¨®fono, desde el ¨²ltimo polic¨ªa hasta al mism¨ªsimo Estado¡ª el abogado necesita m¨¢s diplomacia de la que la casa de los Oca?a se puede permitir.
Hace exactamente una semana que Octavio no est¨¢. Que sali¨® de su casa en Cuautitl¨¢n Izcalli (Estado de M¨¦xico) para recoger a dos amigos, un sastre y un mec¨¢nico, y salir hacia Villa del Carb¨®n a una comida. En el trayecto, unos polic¨ªas municipales les dieron el alto. Ellos no se detuvieron. La Jeep de Octavio sal¨ªa disparada por las calles del Estado de M¨¦xico con una patrulla pis¨¢ndole los talones. Las im¨¢genes de la persecuci¨®n corrieron en los celulares de todo el pa¨ªs unas horas m¨¢s tarde. Tambi¨¦n, las capturas de uno de los agentes sentado en la ventanilla del veh¨ªculo apuntando a la camioneta de Octavio con un arma.
Lo que sucedi¨® despu¨¦s sigue siendo un misterio. M¨¦xico asisti¨® at¨®nito a una versi¨®n oficial e inveros¨ªmil de la muerte del conocido actor, ni?o estrella de Televisa, a quien muchos se siguen refiriendo por su personaje en el programa Vecinos de 2005, Benito Rivers. Y las dudas que gener¨® en la opini¨®n p¨²blica la primera reconstrucci¨®n policial de lo sucedido evidencian las grietas de un sistema de justicia tocado por una impunidad rampante ¡ªel 97% de los delitos en este Estado no se resuelve¡ª.
La presi¨®n medi¨¢tica apret¨® a la Fiscal¨ªa a ofrecer respuestas a las im¨¢genes macabras. Un joven ensangrentado en el asiento del piloto de la camioneta, chocada contra un muro de una autopista federal, agonizando con una bala en la cabeza. Sus amigos y acompa?antes boca abajo en el suelo, esposados. Mientras todo esto suced¨ªa, los videos grabados presuntamente por los mismos agentes que lo alcanzaron, mostraban adem¨¢s la parte inhumana de la violencia que azota al pa¨ªs. Unos polic¨ªas entraban y sal¨ªan del veh¨ªculo de Octavio mientras ¨¦l se debat¨ªa entre la vida y la muerte, impasibles, como si ah¨ª dentro no hubiera un joven a punto de morir. Cuando despu¨¦s lleg¨® un param¨¦dico con un botiqu¨ªn, ya era tarde.
La conclusi¨®n oficial ¡ªque ¨¦l mismo se dispar¨®¡ª no convenci¨® a mucha gente, incluida su familia, que ha agitado las redes y los programas de televisi¨®n estos d¨ªas. Desde ese viernes, las hip¨®tesis se multiplicaron. Y cada ciudadano se convirti¨® en un perito, criminalista y abogado defensor de unos y de otros con las im¨¢genes de las c¨¢maras de seguridad y de los m¨®viles en la mano. El caso de Octavio se ha convertido en un espejo de la credibilidad del pa¨ªs hacia las fuerzas de seguridad, donde la polic¨ªa municipal es, despu¨¦s de los agentes de tr¨¢nsito, la peor valorada, la m¨¢s corrupta y poco confiable, seg¨²n la ¨²ltima encuesta de percepci¨®n de confianza del Instituto Nacional de Estad¨ªstica.
El informe de la Fiscal¨ªa se?al¨® que el actor huy¨® de una patrulla municipal que le orden¨® que parara el veh¨ªculo y, como tra¨ªa un arma ¡ªla ley mexicana permite la portaci¨®n de algunas armas cortas para defensa propia¡ª, esta se dispar¨® en marcha, o se le dispar¨® cuando choc¨® contra el muro de contenci¨®n atraves¨¢ndole la bala el lado derecho del cr¨¢neo. El calibre del arma encontrada en la camioneta coincid¨ªa con el de la bala que lo mat¨®, seg¨²n el primer dictamen pericial.
¡°Ese cuento no se lo traga nadie. Y voy a hacer todo lo que sea posible para llegar hasta el final y lo voy a lograr, aunque sea con mis propios medios¡±, se?ala P¨¦rez enojado. Antes de que se conocieran los detalles del primer avance t¨¦cnico de la Fiscal¨ªa, ¨¦l ya estaba convencido de que a su Tavo lo hab¨ªan matado. ¡°Al principio, cuando me enter¨¦, me val¨ªa gorro c¨®mo hab¨ªa sido. Yo solo quer¨ªa verlo. Pero luego me topo con todo esto¡ Y viene la rabia¡±, a?ade. ¡°No es ning¨²n secreto que la polic¨ªa de ac¨¢ son delincuentes disfrazados, son rateros, son asesinos¡¡±, el abogado le pide de nuevo que modere sus palabras. Pero P¨¦rez insiste: ¡°Mi hijo no se par¨® porque hace dos a?os se detuvo y le sacaron 15.000 pesos [unos 740 d¨®lares], la misma polic¨ªa de Izcalli. As¨ª de f¨¢cil. Mi hijo no se iba a volver a parar para que lo robaran. ?Y por eso lo mataron?¡±.
Se han reunido todos, incluidos los dos abogados, en la casa de Bertha. Todos asienten al escuchar las palabras de uno de ellos, Vargas, que desgrana algunos de los cabos sueltos de la investigaci¨®n de la Fiscal¨ªa. ¡°Tanto ¨¦l, como los otros dos acompa?antes, salen negativo en el test de rodizonato de sodio, que es la prueba cient¨ªfica m¨¢s fiable para saber si alguien dispar¨® un arma. ?C¨®mo pueden presentar ese resultado y a la vez concluir que ¨¦l se dispar¨®? Encontramos muchas incongruencias¡±.
El abogado cuestiona adem¨¢s la propia persecuci¨®n: ¡°Octavio no hab¨ªa cometido ning¨²n delito en flagrancia y la sospecha de que lo fuera a cometer, la ¨²nica excepci¨®n para que lo persiguieran de esa forma, no la han justificado. Nos lleva a pensar que lo persiguieron sin ning¨²n motivo¡±. La Fiscal¨ªa se ha acercado estos d¨ªas a la familia y ha abierto otras carpetas de investigaci¨®n por posibles actos de corrupci¨®n de los agentes, adem¨¢s de la que se encuentra en marcha sobre el homicidio del joven.
La madre de Octavio, Ana Luc¨ªa Oca?a, observa muda la escena. No puede ni quiere hablar de lo que vive en la casa de su hija estos d¨ªas. Ella y su marido viven en Tabasco, donde sepultaron al joven el lunes pasado y ahora duermen todos en la casa de su hija mientras el caso avanza. Ana Luc¨ªa, gemela de Bertha, vive en Veracruz. Y Bertha y Octavio eran los ¨²nicos que hab¨ªan decidido quedarse entre la Ciudad de M¨¦xico y el Estado de M¨¦xico, pegado a la capital.
¡°Nosotros est¨¢bamos muy unidos. ?ramos los ¨²nicos que viv¨ªamos ac¨¢ en la ciudad y nos cuid¨¢bamos mucho. Era mi beb¨¦¡±, cuenta su hermana con las l¨¢grimas sali¨¦ndole de los ojos como un grifo roto. Como Octavio no se hab¨ªa casado todav¨ªa con Nerea God¨ªnez, su actual pareja, fue la ¨²nica familiar que tuvo que ver el cuerpo desnudo sin vida de su hermano sobre la fr¨ªa plancha del forense. Decir que ese joven acribillado era Tavo y tratar de no derrumbarse durante m¨¢s de 12 horas en las oficinas del Ministerio P¨²blico. En medio de la pol¨¦mica por su misteriosa muerte, se han difundido cruelmente esas im¨¢genes de su cad¨¢ver.
La primera en enterarse la tarde del viernes 29 de octubre de lo que hab¨ªa sucedido fue God¨ªnez. Octavio le hab¨ªa pedido matrimonio hac¨ªa unos meses y estaban organizando una boda ¡°a lo grande¡± para diciembre del a?o que viene. Esa tarde, en v¨ªsperas del puente del D¨ªa de Muertos, God¨ªnez volv¨ªa a su casa con su hijo de cuatro a?os cuando del otro lado de la autopista vio estrellada la camioneta de su pareja.
¡°Cuando vi la Jeep no me lo pod¨ªa creer. Sab¨ªa que era la nuestra, la reconoc¨ª por los rines [llantas]. Aunque solo la vi chocada y ah¨ª no hab¨ªa ya nadie. Yo iba por el otro carril, en sentido contrario. Lo primero que hice fue llamar a mi abogado¡±, cuenta God¨ªnez. Los dos corrieron a la Fiscal¨ªa. Durante horas creyeron que hab¨ªan tenido un accidente. Nunca se imagin¨® que el muerto era su prometido.
As¨ª fue c¨®mo la familia se enter¨® de todo. Ninguna autoridad los llam¨®. Una peregrinaci¨®n de dependencia en dependencia hasta que por fin dieron con el cuerpo. Terminaron a las 10 de la ma?ana del d¨ªa siguiente agotados. Pero la pesadilla acababa de comenzar.
¡°Cuando escuch¨¦ que la Fiscal¨ªa aseguraba que ¨¦l se hab¨ªa disparado no lo pod¨ªa creer. Yo lo conozco bien, s¨¦ que ¨¦l jam¨¢s, jam¨¢s, hubiera hecho algo as¨ª. Y no me lo imagino manejando con una pistola en la mano¡±, cuenta God¨ªnez. Ella tiene un negocio de alimento para reptiles, que hered¨® de sus padres bi¨®logos. Y la pareja ten¨ªan a dos escoltas desde hace un a?o que hacen las veces de ch¨®feres, que incluso se encargan de recoger al ni?o de God¨ªnez de la escuela. Ese d¨ªa no viajaban con Octavio.
Aunque el tema del arma es pol¨¦mico y el abogado prefiere esquivarlo, la familia reconoce que ¨¦l ten¨ªa permiso para poseer una. Lo que se guardan para la investigaci¨®n y el juicio es si la que se encontr¨® en el veh¨ªculo era la suya o la polic¨ªa la pudo haber ¡°sembrado¡±, insin¨²a su padre. Una pr¨¢ctica policial probada en muchos casos en M¨¦xico. Esa prueba clave la utilizar¨¢n para la revisi¨®n del caso que les han prometido las autoridades.
La gran inc¨®gnita estos d¨ªas es el testimonio de los dos acompa?antes de Octavio. El mec¨¢nico y el sastre que iban con ¨¦l a la comida en Villa del Carb¨®n. Los dos permanecieron detenidos 48 horas. Y la familia, que habl¨® con ellos tras su liberaci¨®n, asegura que fueron torturados para que confirmaran la versi¨®n oficial. Estos d¨ªas se encuentran escondidos, saben que su declaraci¨®n ser¨¢ fundamental.
P¨¦rez no ha dormido desde aquella llamada de tel¨¦fono. La rabia le permite moverse, articular palabra, contar una y otra vez lo que sabe sobre la muerte de su hijo menor. ¡°S¨¦ que un d¨ªa me voy a quebrar. Pero ser¨¢ cuando logre justicia¡±, advierte. Vive pegado a su celular, al que le llegan de vez en cuando mensajes de aliento y otros con v¨ªdeos bochornosos de su hijo consumiendo drogas, disparando un arma al aire. ¡°?Sabe qu¨¦? S¨¦ que eso lo hacen para desprestigiar lo que ¨¦l era. Me resbalan. Nada de eso fue ahora, todos lo hicimos de chavos y no por esas cosas se merec¨ªa morir¡±, cuenta.
Y se pone muy serio: ¡°Esto es el pan de cada d¨ªa de todos los padres que pierden a un hijo as¨ª en este pa¨ªs. Y gracias a Dios el m¨ªo apareci¨® embarrado en la carretera. Hay otros que no saben, que se lo llevaron los polic¨ªas y se lo entregaron a unos delincuentes y ya no aparecen. Yo tuve la fortuna de que por lo menos apareciera su cuerpo¡±.
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