El d¨ªa que la polic¨ªa dispar¨®, tortur¨® y viol¨® a manifestantes feministas en Canc¨²n
Hace un a?o, varios agentes de seguridad torturaron brutalmente a 13 personas y violaron a dos mujeres detenidas ilegalmente. A d¨ªa de hoy, a¨²n no hay ning¨²n culpable, y las v¨ªctimas denuncian un juicio plagado de irregularidades
Lo que m¨¢s recuerda Wendy Galarza de aquel 9 de noviembre es el fuego. El ruido y la furia. Las llamas que los manifestantes ¡ªrabiosos por el feminicidio de Alexis, una joven cuyos restos hab¨ªan aparecido d¨ªas antes en bolsas de basura¡ª prendieron con sus propios carteles y pancartas en varios puntos de Canc¨²n (Quintana Roo), por donde se extendi¨® la protesta. Nadie esperaba los hechos que se sucedieron. Un grupo de m¨¢s de 1.000 personas lleg¨® al Palacio Municipal Benito Ju¨¢rez, cuyas ventanas y puertas estaban protegidas con tiras de madera. Intentaron arrancar los listones para poder entrar. En ese momento la polic¨ªa abri¨® fuego contra la marcha. Las balas alcanzaron al menos a tres personas. Pero la represi¨®n no acab¨® ah¨ª. Una vez detenidas, trece personas sufrieron torturas y dos mujeres fueron violadas por agentes de seguridad, seg¨²n el testimonio de las v¨ªctimas. Un a?o despu¨¦s todav¨ªa no hay culpables, y los afectados denuncian que el juicio no avanza y el proceso ha estado plagado de irregularidades.
¡°Primero las armas apuntaban hacia arriba, pero se hizo una estampida, la gente empez¨® a correr y apuntaron contra los manifestantes¡±, recuerda Galarza a trav¨¦s de la pantalla. Cuando empezaron los disparos, ella y su pareja trataron de huir del lugar en una motocicleta, pero tres agentes les rodearon y tiraron la moto al suelo. ¡°De ah¨ª patadas, golpes con las macanas [porras], ramas que romp¨ªan de los ¨¢rboles, varillas...¡± Solo se detuvieron cuando se acerc¨® un grupo de personas que empez¨® a grabar la paliza con sus m¨®viles. A duras penas consiguieron arrancar la moto y huir del lugar. Galarza a¨²n no lo sab¨ªa, pero hab¨ªa recibido dos disparos. ¡°Una de las balas entr¨® por la pierna derecha, entrada y salida sin comprometer el hueso. La otra entr¨® por mi pompi y sali¨® al lado de mi vulva¡±.
¡°Hasta que no me baj¨¦ de la moto en casa no me di cuenta de que me hab¨ªan disparado. Cuando baj¨¦ sent¨ª una explosi¨®n, un golpe intenso, pas¨¦ mi mano y estaba llena de sangre. Entr¨¦ r¨¢pido a casa, me quit¨¦ mi pantal¨®n y lo vi. No lo reconoc¨ªa como una bala a¨²n¡±. Se fueron a toda carrera a la Cruz Roja. ¡°Cuando me acuestan en la camilla oigo a los param¨¦dicos: ¡®otro impacto de bala, entrada y salida, pierna derecha¡±.
La derivaron a un hospital. All¨ª, curaciones, limpiezas, rayos X. Le confirmaron que, en efecto, ten¨ªa un disparo, y la mandaron a casa. El d¨ªa siguiente, martes, descansaron la paliza. El mi¨¦rcoles fueron a poner una denuncia. ¡°Fuimos a Fiscal¨ªa y cuando empiezo a narrar mis moretones, la m¨¦dica que hay all¨ª ve que es otro disparo. El mi¨¦rcoles. El tiroteo fue el lunes. Sal¨ª del hospital con una bala que ni siquiera ellos hab¨ªan visto¡±. Hubo otros dos heridos por los disparos de la polic¨ªa ese d¨ªa, ambos reporteros que cubr¨ªan la protesta, Roberto Antonio Becerril G¨®mez y Cecilia Sol¨ªs, que en una entrevista con EL PA?S asegur¨® que ¡°la polic¨ªa nunca dispar¨® al aire. Era como si nos cazaran¡±.
Torturas y violencia sexual
La brutalidad policial de aquella jornada no acab¨® con los disparos. Lo que m¨¢s recuerda Mar¨ªa Elena Garc¨ªa es la furia de los manifestantes y la violencia con la que se encontraron. El caos, los gritos, la confusi¨®n del momento. ¡°Entr¨¦ en shock. Me di cuenta de que podr¨ªa ser un blanco m¨¢s f¨¢cil si corr¨ªa. Me tir¨¦ al suelo como en las pel¨ªculas americanas. Y vi a un grupo de chicas chiquitas, como de 18 a?os. Me un¨ª a ellas. Bast¨® un instante para darme cuenta de que fue un error grav¨ªsimo. A los segundos est¨¢bamos rodeados por diez polic¨ªas. Me dieron con un palo cuadrado muy grueso, y sent¨ª un golpe en la espalda muy fuerte. Cuando volteo la mirada, veo que estamos siendo enca?onadas¡±.
Los agentes comenzaron a ensa?arse con ella y el grupo de chicas. Garc¨ªa empez¨® a gritar, intentando llamar la atenci¨®n de alguien, pero todo el mundo corr¨ªa. ¡°En ese momento me di cuenta de que acab¨® mi vida. Me pusieron las esposas, empezamos a forcejear, me hirieron en la mu?eca con el metal. Cuando me levantan se abre la blusa por atr¨¢s. Yo no ten¨ªa sost¨¦n. Me empezaron a golpear m¨¢s. Me dieron pu?etazos en la cara, patadas en la panza, pu?etazos entre pecho y costillas. En el ¨²ltimo, en el ojo, veo blanco y pierdo estabilidad¡±. En ese momento los polic¨ªas comenzaron a arrastrarla hacia la parte trasera del Palacio Municipal, un parque a oscuras. ¡°Me amordazan, me dan en el seno derecho con el pu?o cerrado y en las costillas, vuelvo a perder el aire y me desvanezco un poco¡±.
Garc¨ªa habla sin prisa, pero de carrerilla. No hacen falta preguntas. Ella lo prefiere as¨ª, narrar en sus tiempos. No es f¨¢cil recordar ciertas cosas. Hace un par¨®n, bebe agua, prosigue: ¡°Como yo ten¨ªa la blusa rota, el polic¨ªa comenz¨® a tocar mis senos. Meti¨® su mano dentro de mi vagina y mi ano, yo sent¨ª perfecto como meti¨® dos dedos delante y dos dedos atr¨¢s. Tra¨ªa un leggin deportivo, y me hizo tanto da?o con la tela¡±. El agente la llev¨® as¨ª durante dos metros, ¡°iba carg¨¢ndome, pero masturb¨¢ndome. Alrededor, los dem¨¢s elementos le empezaron a decir ¡®g¨¹ey, dej¨¢mela a m¨ª¡¯. Ah¨ª consigo tirarme al piso con todas mis fuerzas, me patean la espalda a pesar de que me hab¨ªa hecho bolita, me jalaron del cabello y cuando estaba hincada me jalaron de la esposa y me hicieron caminar como un perro¡±.
Los golpes continuaron. Tambi¨¦n el terror psicol¨®gico, las amenazas, los ¡°vamos a dejarte peor que Alexis¡±. Los quejidos de otras mujeres a su alrededor tambi¨¦n siendo torturadas. La sangre en el suelo y en la ropa. De ah¨ª las llevaron al interior del Palacio Municipal. ¡°Escuch¨¦ m¨¢s gritos y entre golpes y empujones me percato de que a otra mujer [Naomi Quetzaly Rojas Dom¨ªnguez] la someten igual que a m¨ª. Le dije al de Derechos Humanos que me hab¨ªan hecho eso a m¨ª tambi¨¦n, ten¨ªa al lado al que era el culpable¡±. Horas despu¨¦s, cuando finalmente las soltaron gracias a la presi¨®n exterior, se fue a poner la denuncia.
Irregularidades en el juicio
El 10 de noviembre, Alberto Capella, el secretario de Seguridad P¨²blica de Quintana Roo, dimiti¨® por ¡°responsabilidad moral¡±, como dijo en declaraciones a este diario. La defensa pide que se le investigue por delitos de homisi¨®n de los Derechos Humanos. El director de la polic¨ªa municipal, Eduardo Santamar¨ªa, tambi¨¦n fue relevado de sus funciones. Pero no ha habido m¨¢s responsabilidades. El 30 de noviembre de 2020 la Comisi¨®n de los Derechos Humanos del Estado de Quintana Roo abri¨® un expediente donde acredita que ¡°la Polic¨ªa Municipal hizo uso desproporcionado de la fuerza, perpetr¨® detenciones arbitrarias y actos que pueden considerarse como tratos crueles¡±. En el informe daba varias recomendaciones judiciales, pero seis meses despu¨¦s, se le dio carpetazo habiendo cumplido solo una de ellas, seg¨²n la Comisi¨®n del 9N.
El juicio empez¨® en febrero de 2020, y fueron imputados 11 agentes de la Polic¨ªa Municipal de Canc¨²n por delito de abuso de autoridad, robo y lesiones, explica Lizbeth Lugo Hern¨¢ndez, abogada de Galazar, Garc¨ªa y Naomi Quetzaly Rojas Dom¨ªnguez. Entre los acusados, se encuentra Santamar¨ªa, al que el informe de Derechos Humanos de Quintana Roo sit¨²a como el hombre que dio la orden de disparar. ¡°Vamos a solicitar la reclasificaci¨®n de las carpetas de Quetzaly y Mar¨ªa. Estamos solicitando delito de torturas por tratos crueles e inhumanos en la hip¨®tesis de violencia sexual¡±, expone Lugo Hern¨¢ndez.
Desde el primer momento, los abogados de la defensa se encontraron con un muro. Las pruebas que presentaban, como casquillos de bala, v¨ªdeos, o la ropa que vest¨ªan los manifestantes aquel d¨ªa, no eran aceptadas. ¡°Hubo una limpia de la escena, nunca vamos a saber qu¨¦ casquillos son los que usaron, m¨¢s que los que se quedaron incrustrados en las compa?eras. Hay p¨¦rdida de videos, cortes en las grabaciones, lo que significa que est¨¢n editadas, y ni siquiera sabemos si est¨¢n entregando el listado de elementos policiales que realmente particip¨® en el operativo¡±. Adem¨¢s, a trav¨¦s de recursos y amparos, los acusados han logrado posponer una y otra vez las audiencias, por lo que a¨²n no se ha llegado a nada.
En el lugar tambi¨¦n estaba la Guardia Nacional y Polic¨ªa Estatal. Los disparos ven¨ªan de los agentes locales, pero los otros no hicieron nada para detenerlos. ¡°La Guardia Nacional estuvo presente y nunca hizo ninguna intervenci¨®n para que cesaran los actos violentos contra la ciudadan¨ªa desarmada, eso es un acto de omisi¨®n¡±. ¡°El patr¨®n de las detenciones¡±, concluye Lugo Hern¨¢ndez, ¡°es que iban dirigidas al movimiento feminista, todas las mujeres que fueron detenidas portaban distintivos. Tambi¨¦n hubo un factor racial porque el perfil de las chicas que detuvieron son todas mexicanas, y tambi¨¦n hab¨ªa mujeres extranjeras manifest¨¢ndose. Adem¨¢s, hay varios testigos que dicen que vieron l¨¢seres apunt¨¢ndolos. Eran ataques dirigidos, lo que explicar¨ªa que solo haya lesionadas por debajo de las caderas¡±.
Secuelas f¨ªsicas y psicol¨®gicas
Despu¨¦s de la tragedia, llega el trauma. Las consecuencias f¨ªsicas y psicol¨®gicas. Wendy Galarza dice que no puede llevar una vida normal, que no puede caminar como antes porque llega un momento en que su pierna se inflama de dolor. Que tambi¨¦n tiene estr¨¦s postraum¨¢tico, que es como un ¡°foquito¡± que se tiene que atender. Que ha pensado mil veces en irse de Canc¨²n, que la ciudad es otra, ella es otra, y hasta el mar se ve de distinta manera. Pero que se queda. Que quiere ser congruente, lo que para ella significa seguir al pie del ca?¨®n. Junto con el resto de afectados fund¨® el Comit¨¦ de V¨ªctimas del 9N, del que ahora es portavoz.
Galarza cuenta que al principio ten¨ªan una ¡°chispita¡± de esperanza de que se hiciera justicia, pero ya no. ¡°A d¨ªa de hoy creo que estoy esperando otro tipo de justicia. Hemos sentido hasta que nos acecha la polic¨ªa¡±. El sentimiento de acoso es tal que incluso ha cambiado de empleo: dej¨® de trabajar con un ni?o al que cuidaba por miedo a exponerlo. Ahora es maestra. ¡°Para sobrellevar esta situaci¨®n busco peque?as recompensas en otras situaciones, como peque?os logros del comit¨¦ o poder visibilizar otras convocatorias. Me siento fuerte a pesar de lo vulnerable¡±, sentencia.
Mar¨ªa Elena Garc¨ªa cuenta que los primeros meses vivir era una pesadilla. Que se neg¨® a s¨ª misma todo, que no era capaz de nombrarlo como una violaci¨®n. Que todo lo que quer¨ªa hacer era estar en la cama llorando o irse a su pueblo y no volver nunca. Pero decidi¨® quedarse, empezar a hacer activismo, integrarse en el comit¨¦. Y dice que se arm¨® de ¡°una carcasa de valor¡±. Que, entonces, se dio cuenta de lo fuerte que era, y de que pod¨ªa liberar el coraje y la rabia, todo ese odio. Que ella, que siempre hab¨ªa cre¨ªdo en dialogar como soluci¨®n a todo, descubri¨® que a veces tambi¨¦n es necesario rebelarse y protestar.
En la primera audiencia, la jueza ley¨® todas las declaraciones de las v¨ªctimas. ¡°Cuando empez¨® a leer la m¨ªa me di cuenta que no era algo que estaba inventando en mi cabeza. De repente se me vino el mundo encima y comenc¨¦ a sentir que nada ten¨ªa sentido. Esa tarde me dio una crisis de ansiedad de seis horas. En ese momento no encontraba respuesta ni consuelo en nada, y a partir de ah¨ª una crisis de ansiedad tras otra. S¨ª fui abusada, s¨ª fue tortura sexual, s¨ª lo nombro como lo que es¡±.
¡°Termin¨¦ con todos los sistemas de mi cuerpo da?ados, neur¨®logo, estr¨¦s postraum¨¢tico, psic¨®logo, enfermedad extrema gastrointestinal, ciclos de cuatro reglas en un mes... Voy al psiquiatra, tengo prescripciones de varios medicamentos porque llegu¨¦ al punto de quererme suicidar. No por cobard¨ªa, termin¨¦ queriendo no pensar, quer¨ªa parar la mente¡±. ¡°Despu¨¦s de un a?o de resignificacion total¡±, a?ade, ¡°un a?o completo de protestas, de torturas, de omisi¨®n, hoy me siento m¨¢s valiente que ese 9 de noviembre¡±. En sus compa?eras ha encontrado una nueva familia, dice, que hace que no se sienta sola, que la ayuda a seguir adelante.
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