May. ?Naci¨®n pluricultural o estado plurinacional?
Para el Estado mexicano los pueblos ind¨ªgenas hemos sido grupos culturalmente diferenciados que debieran integrarse a un proyecto nacional monoling¨¹e
Un fantasma recorre Latinoam¨¦rica. El fantasma del Estado plurinacional. Desde Bolivia hasta Chile, pasa por Ecuador y por Guatemala, da vueltas en Per¨² y en M¨¦xico; este fantasma recorre y se anida en los anhelos del movimiento ind¨ªgena actual, va planteando propuestas de reformas constitucionales, las leyes de las democracias liberales de una buena parte de este continente parecen comenzar a considerar un nuevo pacto federal en el que los pueblos ind¨ªgenas puedan establecer relaciones con el Estado como entidades pol¨ªticas colectivas y no solo como culturas, grupos ¨¦tnicos o reliquias antropol¨®gicas necesarias de ser integradas a los proyectos nacionalistas de cada Estado naci¨®n. La movilizaci¨®n popular que ha tenido como resultado el nombramiento de Elisa Lonc¨®n, ling¨¹ista mapuche, como presidenta de la Asamblea Constituyente que redactar¨¢ una nueva Constituci¨®n para Chile ha enunciado su entusiasmo, en diversos momentos, por la creaci¨®n de un Estado plurinacional. Bolivia, despu¨¦s de la llegada de Evo Morales y del MAS a la titularidad del poder ejecutivo, se convirti¨® en un ejemplo de Estado plurinacional y ha servido de faro para alumbrar los anhelos de otros movimientos en los pa¨ªses de la regi¨®n. Pareciera que hay un consenso m¨¢s o menos generalizado de los movimientos ind¨ªgenas del continente sobre la idea de que el horizonte pol¨ªtico al que podemos aspirar es a la creaci¨®n de Estados plurinacionales que le reconozcan plena autonom¨ªa y libre determinaci¨®n a las naciones ind¨ªgenas.
Estos anhelos de romper la equivalencia que plantea que cada Estado se corresponde a una sola naci¨®n y reconocer la existencia de m¨²ltiples naciones dentro de cada Estado se explica dentro de un contexto hist¨®rico. La creaci¨®n de los pa¨ªses del continente se realiz¨® con la idea liberal de que la entidad pol¨ªtica llamada ¡°Estado¡± establec¨ªa un pacto con los ciudadanos directamente, en este punto utilizo el sustantivo en masculino si consideramos que las mujeres de estos pa¨ªses reci¨¦n creados ni siquiera ten¨ªan derecho al voto. Las garant¨ªas individuales evidencian que la relaci¨®n entre el Estado y las personas se establece de una manera directa y con individuos concretos. Podr¨ªamos decir que la ¨²nica entidad colectiva que reconoc¨ªan estos Estados era la que planteaba como naci¨®n mexicana para nuestro caso. Entre el Estado y los individuos no se reconoc¨ªa ninguna otra entidad colectiva. El hecho de que una persona fuera mixe o zapoteca solo se narraba como diferencia cultural, en muchos casos indeseable, y no como una pertenencia pol¨ªtica a una naci¨®n mixe o zapoteca. Para los lentes del Estado, los pueblos ind¨ªgenas fuimos jur¨ªdica y pol¨ªticamente invisibles. Esto tambi¨¦n se hace evidente con la divisi¨®n de entidades federativas que forman parte del pacto federal, estas entidades federativas no toman en cuenta la existencia de los pueblos ind¨ªgenas, sus l¨ªmites geogr¨¢ficos no respetan los territorios de los pueblos ind¨ªgenas. El territorio del pueblo mixteco que se halla actualmente dividido en tres entidades federativas ¡ªOaxaca, Guerrero y Puebla¡ª podr¨ªa haberse constituido como un Estado de la rep¨²blica mexicana, lo mismo podemos decir para el territorio de la naci¨®n maya que qued¨® seccionado entre Campeche, Yucat¨¢n y Quintana Roo. Dado que la existencia de naciones ind¨ªgenas para el Estado mexicano era inconcebible, los bienes naturales existentes en sus territorios pasaron a ser ¡°propiedad de la naci¨®n¡±, los pueblos ind¨ªgenas no pod¨ªan determinar el manejo ni del aire, ni de la tierra, ni del agua, ni de los minerales y bosques de sus territorios si no pasaba por las determinaciones del Estado. Aun con los cambios jur¨ªdicos de las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, los funcionarios nos siguen repitiendo que bienes naturales como el agua no nos pertenecen aunque se encuentren dentro de nuestros territorios pues para ellos el agua de nuestros territorios es propiedad de la naci¨®n. El hecho de que sea el Estado el que haya concesionado los minerales a las compa?¨ªas mineras en territorios de pueblos ind¨ªgenas sin consultarles siquiera evidencia precisamente que para el Estado mexicano, los pueblos ind¨ªgenas no hemos sido naciones sino, a lo m¨¢s, grupos culturalmente diferenciados integrados por individuos que deb¨ªan integrarse al proyecto de una naci¨®n mexicana monoling¨¹e de manera que pudieran llegar a ser iguales ante la ley.
Sobre todo despu¨¦s del levantamiento zapatista, el Estado mexicano se vio obligado a hacer una serie de cambios jur¨ªdicos para colocarse lente legales que pudieran ver a los pueblos ind¨ªgenas como naciones pol¨ªticas que pod¨ªan tener autonom¨ªa y libre determinaci¨®n sobre su vida y sus territorios. La firma de los Acuerdos de San Andr¨¦s plante¨® la posibilidad de que el Estado mexicano pudiera reconocer la existencia de naciones originarias dentro del Estado. Fueron muchos los pol¨ªticos que se lanzaron en contra y argumentaron que estos acuerdos ten¨ªan como objetivo ¡°balcanizar¡± M¨¦xico, como si el hecho de negar la realidad de la existencia de m¨²ltiples naciones preexistentes a la creaci¨®n del pa¨ªs los desapareciera autom¨¢ticamente. Como sabemos, tanto la izquierda como la derecha partidista traicionaron estos acuerdos y se plante¨® a cambio una reforma constitucional al art¨ªculo segundo bastante descafeinada. M¨¢s que consignar que dentro del Estado mexicano hay naciones originarias, esta reforma sostuvo que M¨¦xico es una sola naci¨®n, aunque pluricultural. Como ha dicho el periodista mapuche Pedro Cayuqueo, decir que el pa¨ªs es pluricultural es enunciar lo obvio, no tiene ninguna potencia pol¨ªtica pues todas las sociedades son diversas culturalmente hablando. La naci¨®n mixe, por ejemplo, no es culturalmente homog¨¦nea, nuestras pr¨¢cticas culturales van cambiando en las tierras medias altas y bajas de nuestro territorio. Antes que aceptar que M¨¦xico es un Estado plurinacional, la reforma plante¨® aferrarse a la idea de que M¨¦xico es una sola naci¨®n, solo que con diversidad cultural. Esta postura sigue tratando a los pueblos ind¨ªgenas como culturas distintas, como si las sociedades del pa¨ªs que no son ind¨ªgenas no evidenciaran diferencias de sus pr¨¢cticas culturales.
En contraste, reconocer que M¨¦xico es un Estado con muchas naciones tiene una potencia pol¨ªtica muy distinta, por un lado reconoce este pa¨ªs no es una sola naci¨®n, sino un Estado y que por lo tanto no es necesario la aculturaci¨®n para incluir a los pueblos ind¨ªgenas a ese ideal de naci¨®n mexicana ¨²nica, por otro, el Estado mexicano podr¨ªa establecer un pacto federal con las entidades pol¨ªticas colectivas que son las naciones originarias. No ser¨ªa yo, como ciudadana la que establecer¨ªa una relaci¨®n directa con el Estado, mi primera pertenencia pol¨ªtica reconocida ser¨ªa a la naci¨®n mixe que a su vez establecer¨ªa una relaci¨®n pol¨ªtica con el Estado mexicano. Los lentes del Estado comenzar¨ªan a poder ver y leer otras naciones y aceptar¨ªan su existencia. Cada una de las naciones dentro del Estado mexicano podr¨ªan tomar decisiones en libre determinaci¨®n sobre su vida en com¨²n, sobre sus territorios, sobre su futuro, sobre sus bienes naturales y sobre su modo de vida, su sistema educativo, su sistema de impartici¨®n de justicia, su sistema de salud y todos los asuntos que ata?en a la res publica de las naciones. Visto de esta manera, no es de extra?arse que la lucha de los movimientos ind¨ªgenas vea al Estado plurinacional como un horizonte hacia el cual caminar. Sin embargo, desde ciertas voces, sobre todo de mujeres ind¨ªgenas, se escuchan alertas sobre este modelo porque sabemos que, despu¨¦s de todo, lo que el Estado registra, lo controla, pero, de esto y otros granos de sal con los cuales tomarse el modelo de Estado plurinacional platicamos la siguiente columna.
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