Una casa rodeada de sicarios y cinco familiares presos: la violencia persigue a los LeBar¨®n
La comunidad mormona se moviliza junto a fuerzas de seguridad para rescatar a una mujer de un inminente ataque del crimen organizado
El ¨²ltimo episodio de terror que vivi¨® la gran familia mormona de los LeBar¨®n comenz¨® el fin de semana con unas fotos compartidas en Facebook. Unos criminales de la zona sur del Estado de Chihuahua vieron unas im¨¢genes en la red social publicadas por una persona cercana a los LeBar¨®n, donde aparec¨ªa un hombre conocido como Milo, que los delincuentes estaban siguiendo desde hac¨ªa un tiempo. Milo hab¨ªa ayudado a la familia recientemente en una feria local, por lo que decidieron ir a buscarle a la casa de Yoli Johnson LeBar¨®n. El s¨¢bado por la tarde, Juli¨¢n LeBar¨®n recibi¨® una llamada de su prima. Hab¨ªan golpeado a Georgie, uno de los empleados, y le hab¨ªan mandado a decir a ella y a su marido que ir¨ªan por ellos ¡°a menos que entregaran a Milo¡±. A los pocos minutos, la casa estaba rodeada de sicarios y la pareja decidi¨® huir por una puerta trasera con sus hijos menores de edad.
¨DMi marido vino corriendo y me dijo: ¡°Tenemos que irnos ya¡±. Estaban viniendo, estaban en la carretera justo al lado de nuestra casa. Literalmente corrimos, cruzamos zanjas, vallas. Logr¨¦ sacar a mis cuatro hijos [...], pero no s¨¦ si estamos a salvo en este punto.
¨DOkey, vamos a buscarlos ahora mismo, Yoli
En la llamada, se escucha a la mujer muy alterada. La conversaci¨®n original es en ingl¨¦s. La familia, que vive a ambos lados de la frontera, tiene doble nacionalidad: son mexicanos y estadounidenses. Desde que sufrieron la brutal matanza de noviembre de 2019, cuando unos sicarios atacaron y asesinaron a tres mujeres y seis ni?os del clan, los LeBar¨®n se volvieron los principales denunciantes de la violencia generada en esa zona fronteriza controlada por el narcotr¨¢fico, donde opera principalmente el C¨¢rtel de Ju¨¢rez y se pelea algunos territorios con el de Sinaloa. Llevan desde entonces se?alando tambi¨¦n el compadreo entre el crimen organizado y las autoridades locales.
El s¨¢bado por la tarde, cuando la familia se enter¨® de lo que le estaba pasando a Yoli, tomaron las armas de caza que usan en sus ranchos y partieron rumbo a la granja de su prima, en el municipio de Casas Grandes, a menos de dos horas de la frontera con Estados Unidos. Los miembros m¨¢s conocidos de la familia pidieron ayuda a las fuerzas de seguridad federales y a los vecinos de la comunidad a trav¨¦s de sus cuentas de redes sociales, donde cuentan con miles de seguidores.
Iban en grupos separados. En uno iba Juli¨¢n LeBar¨®n con otros familiares, acompa?ados por agentes de la Guardia Nacional, cuenta ¨¦l mismo a este peri¨®dico. En el otro, un poco m¨¢s adelante, iba un primo de 70 a?os con cuatro de sus hijos. Todos iban con sus rifles de cacer¨ªa. Juli¨¢n relata que mientras iban rumbo a Casas Grandes, uno de los muchachos que viajaba en el otro grupo habl¨® con Yoli, que le dijo: ¡°Si no vienen r¨¢pido nos van a matar, porque los puedo ver, viene gente armada¡±.
Ese grupo sigui¨® camino y al llegar a Casas Grandes unas patrullas de polic¨ªa de otro municipio vecino, Nuevo Casas Grandes, les rodearon y les enca?onaron. Se los llevaron arrestados por posesi¨®n de armas de alto calibre. Entre los rifles de caza que llevaban apareci¨® luego una R15, un rifle semiautom¨¢tico. Los LeBar¨®n enseguida dijeron que esa arma no era de ellos, que hab¨ªa sido sembrada por los agentes. ¡°Los forenses hicieron un an¨¢lisis de las huellas en todas las armas¡±, dice Juli¨¢n. C¨¦sar J¨¢uregui, secretario de Gobierno de Chihuahua, afirm¨® el lunes que se estaba evaluando la acusaci¨®n, que finalmente fue absorbida por la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica, y agreg¨® que esperaba que se resolviera pronto. Este peri¨®dico consult¨® a la Fiscal¨ªa estatal y al Ministerio P¨²blico federal, pero no recibi¨® respuesta de ninguno de los dos.
Los LeBar¨®n aseguran que el departamento policial de Nuevo Casas Grandes tiene lazos con el crimen organizado. El actual director de seguridad p¨²blica de ese municipio era antes director de la Polic¨ªa Municipal en Galeana, donde ¨¦l vive. ¡°Es un sicario¡±, dice Juli¨¢n, ¡°nosotros los corrimos a todos esos polic¨ªas [de Galeana] y tenemos meses denunciando que la alcald¨ªa de Nuevo Casas Grandes los contrat¨® para dirigir su corporaci¨®n polic¨ªaca¡±.
Por azar o por suerte, el ¨²ltimo azote de la violencia a la familia LeBar¨®n no dej¨® mayores consecuencias que lamentar. Yoli, su marido y sus cuatro hijos se encuentran bien, pero a¨²n les queda la preocupaci¨®n. ¡°Ellos sent¨ªan el peligro inminente. Afortunadamente, llegamos a tiempo para que se salvaran¡±, dice Juli¨¢n. El segundo grupo familiar lleg¨® a tiempo para defender a los parientes en peligro.
Despu¨¦s de pasar dos d¨ªas detenidos, y gracias a la presi¨®n de la familia, local y nacionalmente, los cinco miembros del clan quedaron en libertad. Ya no enfrentan la acusaci¨®n por armas de uso exclusivo del Ej¨¦rcito ¡ªo de alto calibre¡ª, pero siguen en un proceso por portaci¨®n ilegal de armas, ya que contaban con el registro, pero no con un permiso para portarlas o sacarlas de su propiedad. Sin embargo, comentan, no dudan en volver a agarrarlas para defender a los suyos. A la Polic¨ªa, aseguran, ¡°no se puede ni llamar¡±.
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