El clasismo clim¨¢tico y la Ciudad de M¨¦xico. N??wenp
La vulnerabilidad a los efectos de la crisis clim¨¢tica ser¨¢ tambi¨¦n desigual
La emergencia clim¨¢tica es el mayor problema que enfrenta la humanidad en la actualidad. Cualquiera que sea tu lucha, tu inter¨¦s o tu preocupaci¨®n, esta ser¨¢ trastocada y atravesada por la crisis clim¨¢tica. La crisis clim¨¢tica es un gran tsunami en cuyas aguas estar¨¢n inmersas todos los fen¨®menos sociales en donde nuestras existencias se entretejen. Ante este tsunami, las grandes ciudades como lo es la Ciudad de M¨¦xico se erigen como gigantescas estatuas f¨¢cilmente vulnerables. Para lograr ciudades de este tama?o, el capitalismo demand¨® mano obra barata que provino del campo, de modo que la mayor parte de la poblaci¨®n dej¨® de ser rural para convertirse en poblaci¨®n urbana. Se proyecta que en los pr¨®ximos 50 a?os incluso la poblaci¨®n ind¨ªgena ser¨¢ mayoritariamente urbana. Quienes eran campesinos se convirtieron en asalariados urbanos en precarias condiciones. La mano de obra barata que necesitan las megal¨®polis es constantemente expulsada a las periferias de las ciudades desde donde son transportadas hacia el centro de nuevo durante largos trayectos para satisfacer la demanda de bienes y servicios en los nodos econ¨®micos cada vez m¨¢s gentrificados. Las megal¨®polis del mundo son un producto peculiar del capitalismo sin el cual no habr¨ªan alcanzado sus dantescas proporciones, pero tambi¨¦n son una evidencia de las m¨²ltiples resistencias que se le oponen.
La Ciudad de M¨¦xico demanda una cantidad de recursos energ¨¦ticos impresionante, aunque estos recursos se reparten de una manera muy injusta. La ciudad es una reflejo de las desigualdades que ha generado el sistema econ¨®mico que causa la crisis clim¨¢tica. El Sistema Cutzamala que provee el 25% del agua que se consume en la ciudad, necesita cada d¨ªa la misma cantidad de energ¨ªa para su funcionamiento que la ciudad de Puebla completa. En contraste, cuatro de diez habitantes de la Ciudad de M¨¦xico recibe menos agua de la necesaria para sobrevivir, y tener el agua necesaria para la vida es un derecho humano fundamental reconocido en marcos legales nacionales e internacionales. Las ¨¢reas verdes de la ciudad tienen tambi¨¦n una distribuci¨®n clasista, entre m¨¢s pobre sea la colonia, tendr¨¢ menos ¨¢reas verdes que mejoren la calidad del aire. La mitad m¨¢s pobre de la Ciudad de M¨¦xico tiene solo el 23% de las ¨¢reas verdes de la ciudad. Las zonas arboladas se han convertido en marcas de estatus social y poseer un jard¨ªn o un patio arbolado, que en el campo es de lo m¨¢s normal, se vuelve un privilegio de las clases m¨¢s ricas. Aun cuando la mayor parte de la poblaci¨®n empobrecida utiliza los sistemas de transporte colectivo, la infraestructura sigue privilegiando a los coches, el 42% de la superficie construida de la Ciudad de M¨¦xico se ha destinado a estacionamientos de veh¨ªculos particulares. En cuanto al manejo de desechos, la situaci¨®n se invierte, los desechos de la ciudad son expulsados hacia las periferias en donde habita las personas que han sido convertidas en mano de obra barata para las ¨¦lites urbanas. El problema con esta ciudad no es solo su tama?o, sino la desigualdad social, el problema no es la poblaci¨®n urbana en situaci¨®n de pobreza, es la minor¨ªa m¨¢s rica que demanda cada vez m¨¢s para su beneficio mientras precariza al resto de la poblaci¨®n.
Lamentablemente, el reparto clasista de los bienes naturales y los recursos necesarios para la subsistencia en la Ciudad de M¨¦xico se refleja en que la vulnerabilidad a los efectos de la crisis clim¨¢tica ser¨¢ tambi¨¦n desigual. Ante esto, hay respuestas desde distintas iniciativas. Pero ?c¨®mo organizarnos desde las periferias si trasladarse por horas a los centros de trabajo deja a las personas sin ¨¢nimos ni energ¨ªas para pensar siquiera en alternativas? ¡°Las ciudades destruyen las costumbres¡± nos dice ese peculiar fil¨®sofo mexicano que fue Jos¨¦ Alfredo Jim¨¦nez. Acostumbramos pensar que las grandes ciudades son una especie de estructura monol¨ªtica gigantesca en donde las iniciativas colectivas se ahogan y triunfa el individualismo. Sin embargo, mi experiencia en la Ciudad de M¨¦xico durante los a?os en los que viv¨ª ah¨ª fue bastante distinta. A pesar de los efectos de la explotaci¨®n de las clases bajas, diferentes iniciativas y organizaciones est¨¢n plant¨¢ndole cara a la desigualdad y a los efectos desiguales que trae la emergencia clim¨¢tica. En Iztapalapa, una alcald¨ªa con gran migraci¨®n desde pueblos ind¨ªgenas, han surgido organizaciones y esfuerzos con ¨¦nfasis en lo colectivo para resolver temas relacionados con el acceso al agua y con el manejo de residuos. En otras alcald¨ªas en donde se concentran las colonias menos privilegiadas surgen proyectos de movilidad urbana que se alimentan con energ¨ªas renovables, en otros espacios, la apuesta por los huertos urbanos crece. La productora La Corriente del Golfo y Pablo Monta?o, especialista en emergencia clim¨¢tica, me invitaron a participar en la grabaci¨®n de una serie de cortos documentales sobre la manera en la que la emergencia clim¨¢tica est¨¢ impactando en la Ciudad de M¨¦xico, esta serie se llama El Tema CDMX; adem¨¢s de conocer los retos, durante la grabaci¨®n y el recorrido aprend¨ª que ya hay en proceso iniciativas esperanzadoras que evidencian que la Ciudad de M¨¦xico no es un monolito, son muchas entidades en donde la fuerza de lo colectivo puede tener lugar, donde la costumbre de organizarse no ha sido totalmente destruida. En esas peque?as c¨¦lulas de esperanza que pueden multiplicarse cada vez m¨¢s est¨¢ la promesa de otra ciudad posible. El clasismo aliado a la emergencia clim¨¢tica est¨¢ amenazando la vida de los habitantes de la Ciudad de M¨¦xico, pero la respuesta colectiva desde diversos lugares de esa misma megal¨®polis est¨¢ apostando por la vida. Los episodios de El Tema CDMX tratan de dar cuenta de esas apuestas y es por eso que les invito a verlos. Doblemos, pues, la apuesta.
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