La FIL, fobias y filias
La FIL no es un foro exclusivo de conservadores, pero arroja un saldo que termina por parecerlo
No ayuda a nadie el desencuentro cada vez m¨¢s profundo entre el grupo de la Universidad de Guadalajara, que entre otras cosas organiza la afamada Feria Internacional del Libro, y el presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. A las tensiones reiteradas de los ¨²ltimos a?os se suman ahora las declaraciones del mandatario de este mi¨¦rcoles en la ma?anera: ¡°Es un foro del conservadurismo, all¨¢ van todos los intelectuales a hablar mal de nosotros¡ ?Qui¨¦n organiza la FIL?: (Ra¨²l) Padilla, exactamente. ?Cu¨¢ntos a?os lleva Padilla manejando la Universidad de Guadalajara? De (Carlos) Salinas para ac¨¢, 27 a?os¡±. El duro se?alamiento del presidente, aunque no es el primero que ha hecho sobre Padilla, obedeci¨® en este caso al abucheo que recibi¨® de parte de los estudiantes la intervenci¨®n de la empresaria Patricia Armend¨¢riz, diputada de Morena, al defender en una mesa de an¨¢lisis las pol¨ªticas del gobierno de la 4T.
M¨¢s all¨¢ de las circunstancias puntuales que podr¨ªan haber generado el abucheo, la declaraci¨®n presidencial apunta a un tema de fondo. ?Es, como dice, un foro del conservadurismo? S¨ª y no. Desde luego la FIL es mucho m¨¢s que eso. Asistir¨¢n 800.000 personas a lo largo de nueve d¨ªas a un evento que se ha transformado en la segunda feria literaria m¨¢s importante en el mundo; se dan cita miles de autores y editores de todas las corrientes y de todas las ¨¢reas del conocimiento y las artes procedentes de muchas naciones. La mayor parte de los que participan, en tanto lectores o miembros de la industria del libro, lo hacen al margen de cualquier consideraci¨®n pol¨ªtica o ideol¨®gica.
Sin embargo, L¨®pez Obrador tiene parcialmente la raz¨®n en m¨¢s de un sentido. Entre las muchas mesas de discusi¨®n que se realizan en paralelo, en aquellas que tienen que ver con temas socio pol¨ªticos predomina la presencia de expositores que critican al gobierno de la 4T. Pluralidad existe, desde luego, desde la invariable presencia de Paco Ignacio Taibo, por ejemplo, hasta el homenaje a Saramago o la asistencia de figuras internacionales de izquierda del ¨¢mbito pol¨ªtico e intelectual. El problema es la proporci¨®n.
La misma noche en que abuchearon a Patricia Armend¨¢riz, particip¨¦ en un panel de cinco expositores bajo un t¨ªtulo que en s¨ª mismo era un editorial: ¡°El Estado y las audiencias contra los medios. C¨®mo el discurso desde el poder legitima la violencia hacia el periodismo¡±. Los otros cuatro tundieron a L¨®pez Obrador de manera implacable, con ep¨ªtetos como aut¨®crata, autoritario, populista o victimario de la ¡°prensa libre¡±; unos lo hicieron de manera burda otros m¨¢s elegante y sofisticada. En mi turno, y a pesar de disentir con algunas actitudes del presidente en su pol¨¦mica con los medios, me sent¨ª obligado a defender el sentido de las banderas del gobierno de la 4T en favor de los desprotegidos y a explicar la naturaleza de muchas de sus estrategias pol¨ªticas. Lo cual lleva a una reflexi¨®n de fondo: ?c¨®mo es posible que se ofrezca un 20% de tiempo de exposici¨®n (uno de cinco panelistas) a una visi¨®n de pa¨ªs que es apoyada por dos tercios de la poblaci¨®n, seg¨²n encuestas, y 80% del tiempo de exposici¨®n a las versiones contrapuestas y que representan al otro tercio? Se me dir¨¢ que es imposible que cada mesa de an¨¢lisis se dise?e a partir de cuotas de equilibrio; cierto, pero algo dice el hecho de que invariablemente el desequilibrio opera en favor de una perspectiva cr¨ªtica al obradorismo. La mesa de Patricia Armend¨¢riz, otra en la que particip¨® Martha Delgado, subsecretaria de la SRE, o la m¨ªa, por hablar de solo de esa velada, mostraban el mismo desbalance. No, la FIL no es un foro exclusivo de conservadores, pero arroja un saldo que termina por parecerlo.
Los organizadores dir¨¢n, con cierta raz¨®n, que la composici¨®n de las mesas no es un reflejo de los sentimientos de la poblaci¨®n, pero s¨ª de la comunidad intelectual y acad¨¦mica del pa¨ªs. Y sin duda, como lo ha se?alado el propio presidente, es un sector predominantemente cr¨ªtico de su gobierno, lo cual no significa que no existan posibilidades de pluralizar estos paneles.
Pero el tema es m¨¢s de fondo. En los ¨²ltimos a?os el grupo pol¨ªtico que encabeza Ra¨²l Padilla, que en alg¨²n momento lidere¨® la presencia del PRD en Jalisco, paulatinamente se distanci¨® del obradorismo, del que nunca form¨® parte pero tampoco se asumi¨® como rival. Supongo que esta deriva tiene que ver con la inercia de su estrecho v¨ªnculo con referentes intelectuales como Aguilar Cam¨ªn, Enrique Krauze y Vargas Llosa que asumieron posiciones cada vez m¨¢s cr¨ªticas frente al lopezobradorismo; en parte tambi¨¦n tendr¨ªa que ver con el ambiente pol¨ªtico de Jalisco, m¨¢s conservador que el resto del pa¨ªs. Pero me parece que obedece, sobre todo, a las decisiones pol¨ªticas del propio grupo que en alg¨²n momento decidi¨® apostar por la alternativa de Ricardo Anaya (de la cual Ra¨²l Padilla fungi¨® como vocero en temas culturales durante la campa?a).
Esta inclinaci¨®n pol¨ªtica de la dirigencia de la UdG no deja de ser parad¨®jica trat¨¢ndose de una universidad p¨²blica. Es el equivalente de la UNAM para el occidente del pa¨ªs. Eso significa que en lo esencial no est¨¢ financiada por fondos privados o cuotas de los alumnos, sino por partidas del gobierno federal y, en menor medida, del gobierno estatal. Apostar por una opci¨®n pol¨ªtica incurre en el enorme riesgo que representa el triunfo de la opci¨®n contra la cual se combati¨®. Resulta extra?o asociarse a una fuerza, el conservadurismo, dif¨ªcilmente emp¨¢tico con las causas populares a las que remite una universidad p¨²blica. Los hijos de los sectores acomodados no van a la Universidad de Guadalajara (UdG) sino a las muchas opciones que ha tra¨ªdo la explosi¨®n de las universidades privadas. El grueso de los 330.000 alumnos de la UdG corresponden a sectores sociales que no pueden pagar sus estudios en el mercado abierto.
El longevo liderazgo de Ra¨²l Padilla est¨¢ marcado por la pol¨¦mica. Imposible hacer un balance en este espacio, pero habr¨ªa que insistir que su figura no acepta una etiqueta simplista. Soy egresado de esta universidad y me tocaron los duros tiempos en los que la gangsteril federaci¨®n de estudiantes somet¨ªa por violencia los designios de la instituci¨®n, hasta que el grupo de Padilla logr¨® erradicarla. Desde entonces la UdG pudo escapar de la inestabilidad pol¨ªtica y acad¨¦mica que caracteriz¨® a tantas universidades estatales y en el proceso construy¨® una vasta obra cultural y acad¨¦mica imposible de resumir. La FIL, el Festival de Cine y la ambiciosa descentralizaci¨®n regional no son las ¨²nicas muestras. El costo fue el f¨¦rreo liderazgo de Padilla, cacique pol¨ªtico o caudillo benigno, seg¨²n se enfoque. La revisi¨®n con lupa exhibir¨ªa las muchas maniobras maquiav¨¦licas para asegurar la preeminencia en el poder de este grupo o para promover sus ambiciones pol¨ªticas.
Lo que en verdad importa de todo esto es no perder de vista lo que est¨¢ en juego. La FIL y, sobre todo, la UdG son un patrimonio que trasciende a los actores pol¨ªticos. Para complicar las cosas, el grupo est¨¢ en guerra con el gobernador del Estado y simult¨¢neamente confrontado con el Gobierno federal. Parecer¨ªa una actitud suicida para una universidad p¨²blica. Podr¨ªa entenderse que existieran condiciones coyunturales para una apuesta moment¨¢nea, pero me parece una posici¨®n insostenible para un escenario que podr¨ªa alargarse, en el caso federal, los siguientes ocho a?os.
En teor¨ªa habr¨ªa coincidencias entre un gobierno que busca favorecer a los sectores populares y una universidad p¨²blica comprometida con su comunidad. La construcci¨®n de un pa¨ªs mejor para las mayor¨ªas, en el que est¨¢ empe?ado el obradorismo, no tiene porque prescindir o afectar una feria de libro de esta magnitud y lo que representa la UdG para tantos hogares de escasos recursos. Y parecer¨ªa absurdo que un proyecto social y cultural como el de Guadalajara viva de espaldas a la esperanza de cambio que abriga la mayor¨ªa de los mexicanos. Habr¨ªa que explorar condiciones para una neutralidad en la militancia pol¨ªtica y una colaboraci¨®n cultural y social. No se piden complicidades vergonzantes, pero s¨ª entender que, por el bien de muchos, es tiempo de revisar prioridades, dome?ar la pasi¨®n, construir puentes para dejar atr¨¢s una fobia tan kafkiana como da?ina.
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