El (des)honor de estar con Obrador
Puedo no estar de acuerdo con el tono y algunas o muchas decisiones del Gobierno mexicano pero no tengo duda de que el giro de tim¨®n se ha dado en la direcci¨®n correcta
¡°Puedo leer que cada vez te cuesta m¨¢s trabajo defender a L¨®pez Obrador en tus columnas¡±, me comenta un amigo, en el mismo tenor de algunos mensajes que recibo en redes sociales. La observaci¨®n se qued¨® rondando en mi cabeza unos d¨ªas, pero m¨¢s bien por la perplejidad de que mis textos sugieran alg¨²n hartazgo o un desenga?o que, desde luego, no experimento.
Primero, porque nunca me he asumido como un defensor. La tarea de un periodista no consiste en hablar a favor de un pol¨ªtico, as¨ª coincida con muchas de sus banderas; no hay nada que da?e m¨¢s a un movimiento social que la incondicionalidad a su l¨ªder. Desde el d¨ªa uno he se?alado lo que me han parecido desaciertos de la 4T, particularmente aquellos que, a mi juicio, entran en contradicci¨®n con los ideales que el propio obradorismo se ha planteado: redistribuci¨®n social, combate a la corrupci¨®n, construcci¨®n de una sociedad m¨¢s justa. Y en cada ma?anera hay m¨¢s de una expresi¨®n presidencial que lamento por una raz¨®n u otra. Pero tambi¨¦n en cada ma?anera confirmo la voluntad y las acciones de L¨®pez Obrador de cara a sus convicciones de siempre.
Habr¨ªa un desenga?o si alguna vez hubiera pensado que L¨®pez Obrador es un mes¨ªas o un ser infalible. Pero es un hombre producto de sus circunstancias, con virtudes y defectos, tozudamente empe?ado en impulsar un cambio social que favorezca a los sectores sociales empobrecidos y a las regiones m¨¢s atrasadas. Estar¨ªa decepcionado si el tabasque?o hubiera renunciado a estos ideales una vez llegado al poder; pero a cuatro a?os de sexenio lo que veo es la obsesi¨®n incombustible de sacar adelante la agenda social con la que se ha comprometido. Puedo no estar de acuerdo con el tono y algunas o muchas decisiones (desacuerdos que una y otra vez he descrito en este espacio), pero no tengo duda de que el giro de tim¨®n se ha dado en la direcci¨®n correcta.
?C¨®mo decirse progresista y no estar de acuerdo con la derrama de 800.000 millones de pesos a los sectores empobrecidos, llevar internet o el banco a zonas que el mercado nunca atender¨ªa, mejorar el poder adquisitivo real de los salarios m¨ªnimos, eliminar los abusos del outsourcing en contra de los derechos de los trabajadores, invertir por fin en el sureste abandonado, buscar la salud universal, fundar universidades en zonas atrasadas, hacer obligatorio el registro en el IMSS de los trabajadores dom¨¦sticos, prohibir los escandalosos m¨¢rgenes de evasi¨®n de impuestos del gran contribuyente? ?C¨®mo no coincidir con un movimiento que, a tirones y jalones, intenta revertir la inercia de gobiernos que se hab¨ªa centrado en los intereses de los sectores medios y altos en detrimento de las mayor¨ªas?
A lo largo del sexenio hay muchos errores de apreciaci¨®n y de ejecuci¨®n, sin duda, y en algunos casos, como el del combate al monopolio de las medicinas, con efectos inmediatos contraproducentes. Pero los negros en el arroz, que hay que reconocer y se?alar porque solo as¨ª pueden ser corregidos, tendr¨ªan que ser entendidos como una parte evitable de un esfuerzo may¨²sculo para reorientar los esfuerzos del Estado en favor de los que menos tienen.
Mucho de lo que propone L¨®pez Obrador, se dice, lo hace desde un pasado que hab¨ªamos dejado atr¨¢s. En realidad, lo que dejamos atr¨¢s fue a m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n y a un buen pedazo de la geograf¨ªa del pa¨ªs, que no encontraron sitio en el modelo seguido en los ¨²ltimos treinta a?os. Los sectores medios y altos siguen viendo a la pobreza como un anacronismo que la modernidad y la globalizaci¨®n paulatinamente ir¨ªan reduciendo. No fue as¨ª.
La proporci¨®n de los trabajadores que laboran en el sector informal sigui¨® creciendo a?o con a?o; las diferencias entre el norte y sureste se fueron acentuando; el entramado institucional de organismos aut¨®nomos y de rendici¨®n de cuentas funcion¨® cada vez mejor en el M¨¦xico emergido, pero para la situaci¨®n espec¨ªfica del M¨¦xico sumergido constituy¨® un espejismo que no hac¨ªa sino legitimar el deterioro del poder adquisitivo de las mayor¨ªas o su indefensi¨®n frente a la justicia del m¨¢s rico. No se trata de desmontar el tejido institucional en el que se ha avanzado, pero s¨ª de entender que hab¨ªa sido construido como si todo M¨¦xico cupiese en el tercio m¨¢s pr¨®spero.
Desde la perspectiva de la izquierda moderna habr¨ªa sido deseable que el obradorismo hiciera suyos aspectos de la agenda como el medio ambiente, el feminismo, asuntos de g¨¦nero, derechos humanos, entre otros. Pero es obvio que el presidente prioriz¨® la cruzada en favor de los que menos tienen para concentrar atenci¨®n y recursos a esa tarea. Y, sin embargo, en esto no hay enga?o: primero los pobres. Y quiz¨¢ tenga raz¨®n, para millones de personas para los cuales las alternativas son migrar, trabajar por salarios de hambre en el sector informal o engancharse en la delincuencia, primero es lo primero.
Puedo entender que colegas que se dicen progresistas cuestionen rasgos y actitudes de L¨®pez Obrador. Pero no hab¨ªa razones para que fuera amable o elegante, seg¨²n las convenciones pol¨ªticas a las que nos hab¨ªamos acostumbrado. AMLO representa al M¨¦xico agraviado y mucho de lo que dice y el modo de decirlo producen crujidos y estridencias. Y con todo, est¨¢ enzarzado en un proyecto de cambio con mucha responsabilidad en el tratamiento de las finanzas p¨²blicas, las libertades pol¨ªticas, el respeto a la propiedad privada o a la riqueza acumulada.
Se afirma que habr¨ªa mejores maneras de ayudar a los pobres; quiz¨¢. Pero ciertamente los gobiernos panistas y priistas no lo estaban haciendo. O parafraseando a Churchill sobre la democracia: el de la 4T es el peor Gobierno que hay en materia de combate a la desigualdad y la corrupci¨®n, salvo todos los dem¨¢s que hemos tenido. Y no podemos ignorar que la descalificaci¨®n del obradorismo no sucede en el vac¨ªo. Los periodistas, analistas y comentaristas que se dicen ¡°progres¡±, y ya han desahuciado a la 4T por sus errores, asumen impl¨ªcitamente que el pa¨ªs que propone Claudio X, Alito Moreno, Marko Cort¨¦s, Lilly T¨¦llez o Enrique de la Madrid tiene algo mejor para ofrecerle a las mayor¨ªas que han exigido un cambio.
As¨ª que no, no tengo ninguna dificultad en seguir escribiendo sobre los aciertos y los desaciertos del obradorismo, pero siempre enmarcados en la convicci¨®n de que en este momento es la ¨²nica respuesta genuina a la enorme desigualdad, y al malestar resultante, que vive M¨¦xico. @jorgezepedap
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