Los aprietos de Uber para entrar al jugoso negocio tur¨ªstico del Caribe mexicano
El conflicto entre el sector del taxi, fuertemente agremiado, y la plataforma digital ha derivado en bloqueos de carreteras y agresiones callejeras que han trasladado el asunto hasta la Fiscal¨ªa y el Gobierno estatal
Entre palmeras y aguas cristalinas libran estos d¨ªas una fea pelea los taxistas de Canc¨²n contra la empresa Uber, que tambi¨¦n quiere disfrutar del millonario negocio caribe?o. Lo que en otros pa¨ªses del mundo ser¨ªa una cuesti¨®n puramente laboral, en tierras mexicanas la l¨®gica est¨¢ atravesada por factores oscuros que han derivados en bloqueos de carreteras y agresiones callejeras que han trasladado el asunto hasta la Fiscal¨ªa y obligado al gobierno estatal de Quintana Roo a intervenir para que no se desborden las aguas en uno de los lugares m¨¢s tur¨ªsticos del mundo. Les va en ello la imagen y los ingresos. Agitados los ¨¢nimos y muy encontradas las posiciones, en algo coinciden todos: esto se ha convertido en un problema social que compromete el futuro de la Riviera Maya y perturba a diario a la poblaci¨®n. La se?al de peligro inminente la dio el Gobierno de los Estados Unidos, cuando al inicio de la semana advirti¨® a sus compatriotas del riesgo de verse envueltos en un peligro inadvertido por el simple hecho de solicitar el servicio de un Uber.
El Destino, le llaman a esta zona de la Riviera Maya donde el a?o pasado se rebas¨® el ¨¦xito de turistas, con 30 millones de visitas, 12 de ellas para Canc¨²n. Uber lleva desde 2016 queriendo formar parte de la red de taxistas, pero siempre encontr¨® la f¨¦rrea resistencia de los trabajadores del volante, hasta ahora, cuando la multinacional ha ganado un amparo judicial que permite a sus conductores desempe?arse en esta ciudad hotelera de forma privada, sin pasar por el sindicato gremial ni contar con la obligada concesi¨®n p¨²blica para dar el servicio. Los veh¨ªculos de la banda verde taponaron la v¨ªa que va del aeropuerto a la zona tur¨ªstica ocasionando un ca¨®tico tr¨¢fico en la ciudad, y se produjeron agresiones a los conductores de Uber y a sus usuarios, a quienes sacaron con violencia de los autom¨®viles. El presidente del Gobierno, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, se apresur¨® a decir que hab¨ªa m¨¢s ruido medi¨¢tico que nueces, pero nadie era ajeno al riesgo de que la gallina de los huevos de oro saliera lastimada. El Gobierno de Quintana Roo envi¨® de inmediato a la segunda de la gobernadora, la abogada Cristina Torres, quien ya se ha visto con ambas partes por separado y espera reunirlas el lunes para hacerles ver que no hay m¨¢s remedio que permitir la entrada de Uber en la zona, pero tambi¨¦n que son necesarias algunas regulaciones en el sector, algo que reconoce el amparo judicial, donde se otorga al legislador ¡°un margen de configuraci¨®n amplio para elegir las formas en que han de operar las personas que intervienen en la prestaci¨®n del servicio¡±.
¡°Hay mercado para todos¡±, concilia Cristina Torres, secretaria del Gobierno estatal, en un austero despacho cancunense desde donde conduce las negociaciones. Ya todos saben que la entrada de Uber en el negocio es irrevocable. ¡°Si no lo regulamos vendr¨¢ otro amparo¡±, reconoce la secretaria. Ahora se trata de ver c¨®mo lo hacen para que todos queden satisfechos. Los taxistas dicen que han de pagar la concesi¨®n p¨²blica para operar el servicio, pero la resoluci¨®n judicial deja claro que pueden hacerlo de un modo privado. Por tanto, el Gobierno se conforma con implementar algunas medidas que eviten las malas ma?as. ¡°Queremos que Uber acepte que monitoreemos a todos sus conductores para saber qui¨¦n pertenece a la plataforma y qui¨¦n no. Que entiendan que no pueden ser solo un prestador de plataforma. Tambi¨¦n est¨¢n pensado un cobro a la empresa y una revisi¨®n de los veh¨ªculos. Uber pide un seguro del veh¨ªculo para entrar a trabajar en la plataforma, pero no vigila su cumplimiento¡±, dice Torres. En M¨¦xico, millones de veh¨ªculos p¨²blicos y privados no disponen del seguro reglamentario.
El fondo del asunto es la manga ancha con la que han trabajado los taxistas en la Riviera Maya durante a?os, acogidos a un sindicato al que deben afiliarse obligatoriamente y pagar una cuota. Hoy se quejan de que el Estado, donde operan unos 25.000 taxistas, 8.600 en Canc¨²n, no ha sacado durante a?os nuevas concesiones p¨²blicas ni ha actualizado las tarifas que se deben cobrar por los diferentes trayectos. El resultado son abusos en los arbitrarios precios que imponen a los turistas y un ninguneo a la poblaci¨®n local que les ha granjeado la enemistad con los cancunenses, reflejada estos d¨ªas en v¨ªdeos particulares viralizados donde les llaman ¡°perros¡± y ¡°corruptos¡±. Los locales se quejan adem¨¢s de pr¨¢cticas delictivas. Montar en un taxi p¨²blico no es cuesti¨®n de alzar la mano en la calle para detenerlo. En pr¨¢cticamente todo el pa¨ªs, usuarios de este transporte han sido v¨ªctimas de secuestros y abusos sexuales, sobre todo las mujeres.
En el aeropuerto de Canc¨²n operan un pu?ado de empresas locales que cobran por el trayecto hasta la Zona Hotelera unos 35 d¨®lares por persona. Una vez en el pueblo, un taxista se detiene, por la ventanilla se le indica el trayecto requerido y el conductor dice: ¡°Eso le cuesta 120 pesos [unos 6,50 d¨®lares, parecida cifra en euros]¡±. Por la misma ruta, otro pide 100 y otro 200 pesos, lo que les parezca en el momento y en funci¨®n del acento de quien lo solicita. Cuando lo requieren los cancunenses a veces el taxi ni se detiene. Muchos no ofrecen ni una nota por el importe recibido y el tax¨ªmetro es en M¨¦xico un aparato desconocido. El presidente del sindicato estatal, Eliazar Sagredo Ord¨®?ez, acusa de esa arbitrariedad al gobierno de Quintana Roo, ¡°que durante el sexenio anterior no actualiz¨® las tarifas, y todo ha subido mucho, el combustible, las reparaciones. Adem¨¢s, no se han otorgado m¨¢s concesiones. Y en el anterior mandato, de las que se otorgaban, una parte era para el sindicato y la otra para los compromisos personales de los pol¨ªticos¡±. Este asunto tambi¨¦n es conocido por todos los lugare?os.
Los taxistas no son enemigos de las empresas que operan en el aeropuerto, ¡°la entrada de Uber afectar¨¢ a todos¡±, dicen. Y tambi¨¦n los hoteleros piden calma para que el turismo no se vea afectado. ¡°Lo que pedimos es piso parejo, que todos paguemos impuestos, la concesi¨®n estatal y otros gastos¡±, solicita Sagredo Ord¨®?ez. ¡°El Estado debe regular, es su responsabilidad legislativa, las multinacionales se est¨¢n llevado el dinero a para¨ªsos fiscales, nada para el Estado¡±, a?ade el l¨ªder sindical, quien ya se est¨¢ reuniendo con los diputados locales para negociar la nueva Ley de Movilidad llamada a organizar el sector. Otras plataformas, como Cabify y Didi han entrado a operar bajo las condiciones que dicta el sindicato, pero tienen medio territorio vedado. Nada de entrar a los hoteles a recoger clientes. Cuando se solicita un viaje por la plataforma varios taxistas lo toman y lo cancelan. Por fin, uno de ellos acepta, pero recoge al usuario una calle m¨¢s all¨¢ del hotel, para no entrar en conflicto con los taxis sindicados, que est¨¢n por todas partes. Y tampoco dejan al cliente en el destino exacto, sino unos metros m¨¢s all¨¢. Nadie quiere enfrentarse al sindicato. No es de extra?ar. Cuando se le menciona a un taxista cualquiera la pelea de estos d¨ªas con Uber, responde sin aspavientos: ¡°No se enga?en, aqu¨ª como en todas partes manda el cartel. Es dinero. Si ellos se meten con este negocio van a ir matando a uno tras otro. Va a correr la sangre¡±.
?gueda Esperrilla es quien da estos d¨ªas voz a los taxistas de Uber en Canc¨²n. Lleva seis a?os trabajando en la ciudad, cuando se lo han permitido y siempre con precauciones. Acusa al Gobierno y al sindicato de estar coludidos para repartirse los millones que dejan las ¡°cuotas diarias de 500 pesos que se cobra a cada taxi agremiado a diario por trabajar en la Zona Hotelera¡±. Aunque sea menos no deja de ser un negocio boyante. Cuenta que en el bulevard Kukulk¨¢n, donde desahogan sus instintos los turistas m¨¢s nocturnos, los de Uber recogen a los clientes en los aparcamientos subterr¨¢neos de los grandes y ruidosos locales de fiesta loca. ¡°Dicen que estos antros pertenecen al narco y que ellos no quieren que los taxistas tengan aqu¨ª enfrentamientos con nadie para no estropear el negocio¡±, afirma Esperrilla a las puertas de una de las salas m¨¢s emblem¨¢ticas de la ciudad, el Coco Bongo. La avenida es infernal para los o¨ªdos, all¨ª se mueve la coca y a saber qu¨¦ otros negocios ilegales. En fin, alto voltaje para cualquier orificio.
Que el narco est¨¢ metido en Canc¨²n no es una novedad para nadie. El a?o pasado se dieron ataques a balazos que acabaron con la vida de varias personas en Tulum, Playa del Carmen y el propio Canc¨²n, en las zonas m¨¢s concurridas y tur¨ªsticas, en elegantes restaurantes que dejaron a la luz el mercado de drogas que se mueve en este territorio y la delincuencia que la atraviesa, de la que los taxistas tampoco est¨¢n exonerados. Ni ellos ni casi nadie de los que venden cualquier cosa en estos lugares.
El monitoreo que ofrecen las plataformas es un factor de seguridad para los usuarios de los taxis, y la competencia, dicen algunos, no est¨¢ dem¨¢s. El problema es que ¡°los taxistas agremiados no saben usar las nuevas tecnolog¨ªas¡±, asegura un ch¨®fer de Didi que no quiere dar su nombre. El l¨ªder de los agremiados en Canc¨²n, Luis Mis, tiene su propia versi¨®n. Afirma que ellos tambi¨¦n disponen de una plataforma para solicitar el servicio de taxi, pero que ¡°no se le ha dado suficiente campa?a p¨²blica¡±. Ahora el Gobierno se plantea dise?ar una plataforma p¨²blica, estatal, para todos los agremiados de Quintana Roo y regular definitivamente un negocio que circula libre. Para ello tendr¨¢n que hacer un estudio de mercado. Pero primero han de instaurar de inmediato la paz en El Destino, donde cada a?o recalan millones de estadounidenses, canadienses, colombianos y espa?oles, entre los mayoritarios. Esta semana est¨¢n llamados todos los implicados a negociar. ¡°Creo que la paz podremos comunicarla el lunes¡±, afirma la secretaria Torres.
La tensi¨®n es palpable a¨²n entre los ch¨®feres, no es f¨¢cil acercarse a una parada de las decenas que hay por la zona tur¨ªstica y tomar unas fotos. Los taxistas no quieren ver ni en pintura a los periodistas a quienes les acusan de malinformar sobre lo que sucede. Y no dudan en amenazarlos de muy malas maneras. Tambi¨¦n les toman fotos con sus celulares y les avisan de que tengan ¡°cuidado¡±. En M¨¦xico las amenazas no son bromas. El presidente del sindicato en Canc¨²n condena las agresiones de algunos taxistas, pero menciona ¡°las provocaciones de los conductores de Uber, que no pueden trabajar y salen a las calles¡±. Lo har¨¢, seg¨²n la interpretaci¨®n del Gobierno, cuando se haya regulado todo. ¡°Amamos a esta ciudad y no queremos afectar al turismo¡±, dice sosegado Mis.
El Caribe siempre fue mar de piratas. Hoy las cosas no parecen haber cambiado mucho, aunque los turistas no se enteren de casi nada metidos en sus resorts de lujo. Y en el gremio del taxi el asunto no es del todo claro tampoco. ¡°En los destinos tur¨ªsticos mucha gente finge ser operador y no tenemos herramientas para decir si lo son o no, por eso queremos monitorear a los conductores¡±, dice Torres. Y zanja. ¡°Hay taxis piratas y Uber piratas¡±.
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