¡°En este pa¨ªs se muere mal¡±: la falta de opioides en M¨¦xico condena a los enfermos terminales a una muerte dolorosa
Sin educaci¨®n sobre el tema entre pacientes y m¨¦dicos y con el desabasto de medicamentos tan esenciales como la morfina, miles de personas est¨¢n condenadas a morir con dolor
El dolor empieza en la parte derecha del vientre y se extiende lentamente al resto de su cuerpo, hasta dejarla casi paralizada. Nora Robles Villase?or, de 66 a?os, tiene un c¨¢ncer terminal en el ri?¨®n derecho que los m¨¦dicos intentaron combatir con tres tipos diferentes de quimioterapia. Ninguno de los tratamientos funcion¨®. Para paliar el dolor, lo normal ser¨ªa acudir regularmente a un hospital para recibir inyecciones de morfina l¨ªquida o cualquier otro opioide, pero en Guadalajara, Jalisco, como en muchas otras partes del pa¨ªs, apenas quedan existencias. Guillermo Arechiga, su m¨¦dico y presidente de la Asociaci¨®n Jalisciense de Medicina Paliativa (AJMP), ha lanzado una alerta para advertir sobre la falta de estos medicamentos. El Gobierno federal ha reducido, seg¨²n la asociaci¨®n, en un 40% desde 2017 la compra de opioides, necesarios para atender a los m¨¢s de 600.000 pacientes que sufren dolor cr¨®nico en el pa¨ªs. El resultado es que, como dice Arechiga: ¡°En este pa¨ªs se muere mal¡±.
Ante la ausencia de morfina en bolsa, Arechiga le recet¨® a Robles una de las alternativas: parches de morfina que cuestan alrededor de 1.770 pesos la caja con cuatro unidades. Ella, con una pensi¨®n de profesora de universidad jubilada, no pod¨ªa pagarlos, y ha tenido que recibir la ayuda de su familia. ¡°En navidad le dije a mis hijos y a mis hermanos que no me regalaran nada, que mejor juntaran dinero para comprarme unos parches¡±, dec¨ªa Robles, con voz cansada, al otro lado del tel¨¦fono.
Los parches funcionaron durante unos meses, pero el cuerpo de Robles ha generado tolerancia a la medicaci¨®n y eso, unido al aumento de la masa cancer¨ªgena, ha provocado la vuelta del dolor. Arechiga, especialista en cuidados paliativos, la atend¨ªa la semana pasada en el Hospital General Occidente, en Guadalajara, Jalisco. Para aliviar un poco el dolor que la tiene agonizando, ahora le est¨¢ suministrando oxicodona. ¡°Es lo que tenemos en estos momentos, de un donativo que nos hicieron y que caduca en agosto¡±, dec¨ªa por tel¨¦fono.
Este caso, lejos de ser la excepci¨®n en M¨¦xico, revela las fallas que existen desde hace a?os en el sistema de salud, incapaz de aliviar el dolor cr¨®nico de sus enfermos. La asociaci¨®n de Arechiga denuncia que el desabasto de opioides afecta a todo el pa¨ªs. ¡°Hemos estado en contacto con Sinaloa, Baja California y otros estados que confirmaban las mismas carencias¡±, lamentaba el m¨¦dico. La soluci¨®n, hasta ahora, es una pol¨ªtica no escrita que consiste en prescribir el medicamento que hay disponible en la farmacia, en vez de aquel que m¨¢s puede beneficiar al paciente. Al momento de publicar este art¨ªculo, la Secretar¨ªa de Salud no ha respondido a los intentos de contactar de este peri¨®dico. El doctor ?ngel Manuel Ju¨¢rez, presidente de la Asociaci¨®n Mexicana para el Estudio y Tratamiento del Dolor (AMETD) cuenta que, en muchas ocasiones, ¨¦l receta un opioide a sus pacientes y, a las pocas horas, estos vuelven a la consulta porque en la farmacia no ten¨ªan existencias. ¡°Un mes no hay buprenorfina [un opioide muy utilizado] y les tengo que cambiar la receta a oxicodona o lo que haya ese mes en las farmacias¡±, cuenta el doctor.
¡ª?Cu¨¢l es el opioide que m¨¢s prescribe?
¡ªEl que m¨¢s prescribo es el que hay. Pero no deber¨ªa ser as¨ª. Es un desastre, una medicina basada en la existencia, en vez de la evidencia.
Las dificultades en el acceso a opioides genera una epidemia del dolor en M¨¦xico que afecta en silencio a millones de personas. Hay 600.000 mexicanos que sufren dolores agudos y graves, y solo el 5% tiene acceso a cuidados paliativos, seg¨²n las cifras recabadas por la AEMTD. El Instituto de Estudios Avanzados de las Am¨¦ricas, en una investigaci¨®n realizada junto con la Universidad de Miami, determin¨® que m¨¢s de 500.000 mexicanos mueren cada a?o con sufrimiento derivado de sus problemas de salud. Los expertos defienden que si no se hace algo para arreglar el desabasto, esta cifra seguir¨¢ aumentando, sobre todo si se toman en cuenta otros problemas estructurales. ¡°Pero no se hace nada¡±, dice Arechiga, ¡°porque el dolor ajeno es el mejor tolerado, hasta que te toca a ti¡±.
Ju¨¢rez, que empez¨® en la especialidad de anestesiolog¨ªa antes de especializarse en cuidados paliativos, enumera hasta quedarse sin aire los problemas que existen. En las escuelas de medicina no se ense?a cuidados paliativos, la regulaci¨®n del gobierno es demasiado estricta, la mayor¨ªa de hospitales no tienen cl¨ªnicas del dolor ¡ªmuchas cerraron con la pandemia y no han vuelto a abrir¡ª, en las provincias, aparte de Guadalajara, Monterrey y Ciudad de M¨¦xico, no hay farmacias que suministren los medicamentos, as¨ª que los pacientes tienen que desplazarse a las capitales para conseguirlos, pero si tienen mucho dolor, esta simple tarea puede convertirse en una quimera¡ y un largo etc¨¦tera. ¡°La gente se muere con dolor y nosotros muchas veces no podemos hacer nada. Es como si yo me dedicara a escribir y no hubiera liberar¨ªas en todo el pa¨ªs¡±, dice Ju¨¢rez.
Mar¨ªa Elizabeth de los R¨ªos Uriarte, doctora en filosof¨ªa y profesora en bio¨¦tica en la Universidad An¨¢huac, explica que el error fundamental est¨¢ impreso en la ley. El art¨ªculo 166 de la Ley General de Salud determina, en lo referente a cuidados paliativos, que el enfermo terminal es aquel que tiene un pron¨®stico de vida ¡°inferior a los seis meses de vida¡±. ¡°Pero los cuidados paliativos no son cuidados al final de la vida. Cuando te diagnostican una enfermedad que no tiene cura, como puede ser un c¨¢ncer terminal, pero tambi¨¦n una diabetes o un VIH, hay que intervenir desde el principio para que el paciente pueda tener una vida digna y sin dolor durante el mayor tiempo posible¡±, defiende la doctora. ¡°En M¨¦xico hemos avanzado mucho, pero todav¨ªa queda mucho por hacer¡±, sentencia De los R¨ªos.
¡ª?C¨®mo reaccionan los pacientes cuando alivias su dolor?
¡ªEs bonito¡ªdice Arechiga¡ª, los familiares siguen record¨¢ndote como alguien que acompa?¨® al paciente, aunque este haya fallecido. Se trata de tener un acercamiento compasivo, me preocupo por ti y te escucho y te doy la mano y creamos juntos en Dios, si eso es lo que necesitas. Cuando la gente muere bien, con sus familiares, sin sufrimiento, arreglando los pendientes¡ es distinto. Y lo lamento si protestando y pidiendo medicamentos ofendemos a los poderosos, pero lo hacemos en el nombre de los que sufren.
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