Los ucranios que se quedaron en M¨¦xico: ¡°Tal vez esto termine cuando Putin muera¡±
A un a?o del inicio de la invasi¨®n rusa a Ucrania, ciudadanos de ambos pa¨ªses que permanecieron en M¨¦xico cuentan sus historias de vida
¡ª?Con qu¨¦ frecuencia mantiene comunicaci¨®n con su familia?
¡ªMi madre est¨¢ en Donb¨¢s, solo hablamos por WhatsApp porque la comunicaci¨®n no es buena. Se preocupa por m¨ª, pero est¨¢ feliz porque estoy bien. No puedo visitarla, no puedo enviarle nada, es imposible, el sistema bancario no funciona. Es dif¨ªcil, no puedo dar m¨¢s detalles. Tengo informacion que no puedo dar por su seguridad.
S. V. prefiere mantener su identidad en secreto pensando en su familia. Si bien la intervenci¨®n militar rusa a gran escala sobre territorio ucranio comenz¨® hace un a?o, para ella la guerra inici¨® en 2014 en Donb¨¢s, en el enfrentamiento entre el Gobierno de Ucrania y las fuerzas separatistas prorrusas. Esta regi¨®n fue su hogar durante 30 a?os de su vida, recuerda ahora en M¨¦xico, donde reside hace casi un a?o fruto del ¨¦xodo masivo que se produjo tanto de Ucrania como Rusia cuando la guerra a gran escala dio inicio.
Durante los meses de marzo y abril, miles de ucranios y rusos llegaron hasta M¨¦xico en busca de un salvoconducto que los lleve a Estados Unidos en calidad de refugiados. Cientos de ellos aguardaron por el visado para cruzar al otro lado del R¨ªo Bravo en un campamento en Iztapalapa, en Ciudad de M¨¦xico; otros en Tijuana, en la frontera con EE UU. Son pocos los que se quedaron. Ilona Dluzhynska, fundadora y presidenta de Di¨¢spora Ucraniana en M¨¦xico A.C., dice que no todos los que llegaron se aproximaron por el Instituto Nacional de Migraci¨®n, por lo que es dif¨ªcil determinar cu¨¢ntos a¨²n permanecen.
Recuerda que junto a otros ciudadanos ucranios en M¨¦xico se desplazaron al aeropuerto para recibir y tratar de orientar a la mayor cantidad posible de sus compatriotas. ¡°La gente ven¨ªa asustada y desconcertada. En Ucrania no existe la inseguridad, ellos confiaban. Esa confianza se prest¨® a muchos abusos. Tuvimos muchos casos de desaparici¨®n y secuestros en Tijuana, muchas situaciones de violaciones de derechos humanos durante esta ola migratoria¡±, cuenta Dluzhynska.
Debido al clima extremo en el campamento de Iztapalapa, calor y fr¨ªo en exceso, de d¨ªa y noche, las condiciones no eran las ideales para mujeres embarazadas, personas de la tercera edad y ni?os que, adicionalmente, con la fluctuaci¨®n clim¨¢tica, el cambio de agua y comida, sufrieron ¡°much¨ªsimo¡± por atenci¨®n m¨¦dica, explica Dluzhynska. La sociedad civil mexicana, recuerda la activista ¡ªcomo en muchas otras situaciones de ayuda humanitaria¡ª, reaccion¨® ¡°muy lindo y r¨¢pido¡±. ¡°Familias mexicanas alojaron a familias ucranias sin conocerse antes. La sociedad civil mexicana abri¨® sus corazones en todo sentido, fue bell¨ªsimo¡±, recuerda la directora de la organizaci¨®n.
¡°Si escuch¨¢bamos una sirena fuerte, nos met¨ªamos al refugio¡±
S. V. es de contextura delgada, mide aproximadamente 1,50 metros y tiene el pelo color rubio platinado. Va acompa?ada de su novio, O. P., de nacionalidad mexicana, que le ayuda a comunicarse en ingl¨¦s. A ra¨ªz de la constante tensi¨®n en Donb¨¢s en 2014, decidi¨® mudarse a Odesa, a m¨¢s de 800 kil¨®metros huyendo de la guerra. Era inicios de 2022 y recuerda que nadie crey¨® que la situaci¨®n iba a escalar como lo hizo. Su novio estaba preocupado y tem¨ªa por el peligro. Ella ten¨ªa un boleto para volver a M¨¦xico en abril. ¡°Le dije ¡®rel¨¢jate, todo va a estar bien¡¯. Pas¨® febrero y comenc¨¦ a escuchar los ruidos nuevamente. Bombas, ataques, para m¨ª fue como vivir una segunda guerra. Si escuch¨¢bamos una sirena fuerte, nos met¨ªamos al refugio¡±, cuenta S. V.
Adelant¨® su boleto a¨¦reo a marzo, cruz¨® la frontera por Moldavia y regres¨® a M¨¦xico. Admite que los primeros tres meses fueron dif¨ªciles, ya que es una cultura diferente. Ya hab¨ªa estado antes, pero por turismo. Dice que se tiene esa idea de que M¨¦xico es un pa¨ªs peligroso. Ahora recuerda, con un poco de humor y risas, que cuando comenz¨® a caminar sola por la ciudad se sent¨ªa ¡°muy asustada¡±, a pesar de que se encontraba en colonias como la Condesa, un exclusivo barrio de la capital. ¡°Este pa¨ªs me cambi¨® la vida¡±, afirma con una sonrisa tenue.
Es arquitecta de profesi¨®n y volvi¨® el pasado septiembre a Donetsk. La ¨²ltima vez que estuvo en Donb¨¢s fue en agosto de 2021. Recuerda que era de una ciudad creciendo, con f¨¢bricas, negocios e incluso como una de las sedes de la Eurocopa que coorganiz¨® Ucrania junto a Polonia en 2012. Ya no queda nada de eso. ¡°Mi sue?o es ver a mi madre en carne y hueso, no se est¨¢ haciendo m¨¢s joven. Puede ser que esto termine cuando Putin muera, puede que cambie algo. Necesitamos ocupar nuestro territorio. Es nuestro pa¨ªs y volver¨¢ a serlo, pero no s¨¦ cu¨¢ndo¡±, anhela S. V.
¡°Much¨ªsima gente est¨¢ viviendo en la pobreza¡±
Era el 24 de enero de 2023. Sania Gallyamova, una joven rusa de 28 a?os, se encontraba en el bosque de Chapultepec en una concentraci¨®n, cerca del Monumento a los Ni?os H¨¦roes, contra la invasi¨®n rusa a Ucrania. Lleva puesta encima de sus hombros una bandera con los colores amarillo y azul. Lleva casi un a?o fuera de Rusia. Anteriormente estuvo en Georgia, India y Turqu¨ªa. Durante las manifestaciones en San Petersburgo contra la intervenci¨®n militar del Kremlin, fue arrestada hasta en dos ocasiones. Le hicieron firmar un documento explic¨¢ndole que si la volv¨ªan a aprehender en una manifestaci¨®n, iba a ser encarcelada permanentemente.
Su ingl¨¦s no es fluido y no habla espa?ol, pero para comunicar sus ideas se ayuda de la traducci¨®n de Tetiana Tsvyk, de 45 a?os, una residente ucrania en M¨¦xico desde hace 14 a?os. Gallyamova tiene el ce?o fruncido, ojos verdes y la mirada desafiante, como si no le temiera a nada. ¡°La mayor¨ªa de las personas solo escuchan la propaganda rusa sobre la guerra, pero cada d¨ªa mucha m¨¢s gente que no se quer¨ªa involucrar en pol¨ªtica, comienza a ser cr¨ªtico¡±, afirma.
Mientras Gallyamova reparte volantes que informan sobre la situaci¨®n ucrania, una pareja joven mexicana se le acerca para discrepar sobre el maniqu¨ª que la acompa?a, que lleva una camiseta con la leyenda ¡°Putin y Rusia. Terroristas¡± y como cabeza la m¨¢scara de un payaso de apariencia t¨¦trica. Uno de ellos cree que el presidente ruso es un ¡°buen mandatario e innovador¡±. Con la ayuda de Tsvyk, la rusa argumenta lo contrario.
¡°A pesar de tener muchos recursos naturales como gas, solo en ciudades grandes como Mosc¨² o San Petersburgo se vive bien, pero much¨ªsima gente est¨¢ viviendo en la pobreza y todav¨ªa no tiene ni luz, ni gas, vive sin nada¡±, agrega Gallyamova con cierta frustraci¨®n.
No tiene una hoja de ruta fija durante su permanencia en M¨¦xico, m¨¢s que en su posici¨®n de cineasta y activista seguir apoyando a la causa ucrania. Le duele no poder estar en Rusia a causa de la censura a la que podr¨ªa enfrentar. ¡°La guerra terminar¨¢ muy pronto. Espero que Ucrania crezca de nuevo. Rusia tambi¨¦n va a renovarse, pero va a tardar much¨ªsimo tiempo¡±, afirma afligida, casi quebr¨¢ndose, mientras Tsvyk la calma y consuela.
¡°Ten¨ªa una foto con la gente que trabajaba, la mitad de ellos est¨¢n muertos¡±
Yelyzaveta Voroniuk, de 28 a?os, es una artista de circo. Es parte del elenco del show musical Querida ¡ªes una acr¨®bata a¨¦rea en el espect¨¢culo¡ª, una puesta en escena que homenajea a Juan Gabriel en el teatro San Rafael, en Ciudad de M¨¦xico. A diferencia de muchos de sus compatriotas, tuvo la fortuna de conseguir trabajo mientras permanec¨ªa en Suiza. Admite, un poco sonrojada, que cuando lleg¨® no ten¨ªa idea lo grande que era El Divo de Ju¨¢rez, pero ahora lo escucha todos los d¨ªas y ya conoce su m¨²sica.
Para ella, la guerra tambi¨¦n comenz¨® nueve a?os atr¨¢s. Recuerda que desde junio de 2021 hab¨ªan fuertes rumores de que las cosas iban a empeorar. Era un febrero habitual. Despert¨® a las 6.20. ¡°No s¨¦ c¨®mo describirlo, como cuando tu vida cambia ni bien abres los ojos y ya no importa¡±, cuenta. Las notificaciones de su celular la despertaron, a pesar de tener el sue?o profundo. No fueron las sirenas o las explosiones.
¡°Mi celular ten¨ªa miles de mensajes, de conversaciones grupales de mi familia, del trabajo, las noticias. Aqu¨ª en M¨¦xico tienen un sistema de alerta para los sismos, como notificaciones. En Ucrania las tenemos para los bombardeos¡±, dice con una risa nerviosa.
Cuando dej¨® Ucrania lo primero que consider¨® fue la seguridad. Lo segundo fue c¨®mo pod¨ªa mantenerse y enviar dinero a su familia, primero en Suiza y despu¨¦s en M¨¦xico. ¡°En Suiza estaba como refugiada, tengo otros derechos. Aqu¨ª no tengo esa condici¨®n, es mucho m¨¢s sencillo ser un humano normal a ser un refugiado¡±, afirma.
Todav¨ªa batalla con el espa?ol, aunque lo practica bastante. Se siente agradecida con M¨¦xico y su gente por darle la oportunidad de estar en un lugar seguro. Es dif¨ªcil para ella abrir el Facebook u otra red social y caer en cuenta que alguno de sus amigos ya no existe m¨¢s. ¡°Cada d¨ªa vuelan sobre mi pa¨ªs 60 misiles y eso no es malo, porque otro d¨ªa pod¨ªan ser 500, 430, pasaba cada 10 a 15 d¨ªas. Antes trabajaba en una cl¨ªnica en Kiev. Un misil la impact¨® directo. Ten¨ªa una foto con la gente que trabajaba, la mitad de ellos est¨¢n muertos¡±, dice con un nudo en la garganta.
Una vez que su contrato concluya, descansar¨¢ unos meses en alg¨²n lugar con mar y playa. Ver¨¢ si se queda o si busca otra oportunidad laboral fuera de M¨¦xico. En su hogar en Kiev aguardan por ella, pero saben que no pronto. ¡°No es la primera vez que Rusia nos invade. No s¨¦ si una soluci¨®n vendr¨¢, pero s¨ª pienso que si se busca solucionar esto, no ser¨¢ por la v¨ªa democr¨¢tica o la paz que Europa pide, porque ya recorrimos este camino en 2014 y no funciona. Se firman papeles y a Rusia no le importa¡±, finaliza con resignaci¨®n.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S M¨¦xico y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este pa¨ªs
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.