Ellas hablan
La pel¨ªcula y la obra cuestionan, a trav¨¦s de sus protagonistas, el mundo y un sistema creado por los hombres y para los hombres donde fueron violadas estas mujeres
En la pasada edici¨®n de los Oscar la cineasta estadounidense Sarah Polley se subi¨® al escenario del teatro Dolby de Los ?ngeles para recibir el premio a Mejor Guion Adaptado. Su sorpresa y felicidad eran notorias. Agradeci¨® a la Academia por no ofenderse por el juego de palabras de la pel¨ªcula que dirigi¨®, Women Talking (mujeres hablando, en espa?ol). El t¨ªtulo del filme, para Latinoam¨¦rica, fue presentado como Ellas hablan, una adaptaci¨®n de la novela escrita por la autora canadiense Miriam Toews, sobre una serie de abusos cometidos en una colonia menonita contra una decena de mujeres.
Si bien la pel¨ªcula menciona que la historia est¨¢ basada en hechos reales, no entra en detalles sobre d¨®nde ocurri¨®. Los horrores a los cuales hace referencia sucedieron en la colonia Manitoba, en el departamento de Santa Cruz, en Bolivia, hace 15 a?os. A 150 kil¨®metros de la ciudad. Durante a?os, m¨¢s o menos desde 2005 hasta 2008, cientos de mujeres, entre ancianas, adultas y adolescentes, fueron sistem¨¢ticamente drogadas y violadas mientras dorm¨ªan. Los abusos fueron cometidos por un grupo de hombres de su propia comunidad, de entre 20 y 40 a?os, que utilizaban potentes somn¨ªferos en atomizador para sedar a sus v¨ªctimas, a los varones de la casa e incluso a los perros durante la noche. De ese modo proced¨ªan a cometer estos actos violentos.
De inicio, las agresiones fueron atribuidas a ¡°fantasmas o demonios¡±. Algunos miembros de la comunidad se atrevieron a afirmar que Dios o Satan¨¢s las estaba castigando por sus pecados. Otros las acusaron de ¡°imaginaci¨®n femenina salvaje¡±. Todo se destap¨® cuando el padre de uno de los violadores comenz¨® a tener sospechas respecto a la forma de comportarse de su hijo, ya que no despertaba temprano como antes y desaparec¨ªa de su hogar por la noche. Hasta que finalmente lo sigui¨® y descubri¨® las atrocidades que comet¨ªa. Fue llevado ante el consejo de ancianos de la colonia y el joven confes¨® todo. Las casas donde hab¨ªa entrado, las v¨ªctimas y sus c¨®mplices, seg¨²n dio a conocer el fiscal a cargo del caso en ese entonces.
Nueve hombres fueron puestos a disposici¨®n de las autoridades bolivianas, entregados por el consejo de ancianos y las autoridades religiosas de la colonia que, en este tipo de comunidades anabaptistas, acostumbran a solucionar sus problemas y administrar las colonias sin intervenci¨®n de autoridades externas. Los hombres fueron sentenciados por la justicia boliviana a 20 a?os de prisi¨®n, pero como le explic¨® Toews ¡ªconocedora de la cultura menonita por su ascendencia¡ª, en una entrevista con EL PA?S, en estas colonias aut¨®nomas no hay ayuda externa disponible cuando ocurren este tipo de delitos. As¨ª que, por supuesto, para ella no fue una sorpresa o de extra?ar que continuaran durante tanto tiempo.
¡°El n¨²mero de incidentes de violencia machista en los hogares de estas colonias es alt¨ªsimo y, en su mayor parte, el mundo es indiferente, que es justo lo que les gusta a los ancianos y l¨ªderes religiosos. Cuando el mundo exterior empieza a mostrar inter¨¦s por estos cr¨ªmenes, la colonia hace las maletas y se marcha a lugares a¨²n m¨¢s remotos del mundo donde quedar¨¢n solos y libres para actuar con impunidad¡±, agreg¨® la escritora.
Y esto no podr¨ªa ser m¨¢s cierto. Apenas el pasado a?o se dio a conocer que, imitando lo sucedido la d¨¦cada anterior, otros seis hombres, entre adultos y adolescentes, fueron detenidos por la violaci¨®n de 40 mujeres menonitas. Las agresiones ocurrieron, esta vez, en las comunidades de Belice y Piedra Dos, a unos 100 kil¨®metros al este de Santa Cruz. Seg¨²n confesaron los detenidos a la Fiscal¨ªa, las mujeres eran dopadas con una mezcla de anestesia y estimulantes sexuales para animales, que les administraban con un pulverizador.
Sin embargo, esta vez fueron las mujeres quienes sentaron la denuncia ante las autoridades bolivianas, quienes intervinieron las comunidades. El foco, la molestia y la atenci¨®n general de la poblaci¨®n boliviana volvi¨® a ponerse sobre estas agresiones, en un momento en el que el sistema judicial es cuestionado y que distintas voces piden su reestructuraci¨®n, por su falta de efectividad, cumplimiento y actos corruptos. El pasado a?o sali¨® a la luz la existencia de una red de mafias judiciales que, a cambio de dinero, liberaron de la c¨¢rcel a feminicidas y violadores sentenciados.
Fue de ese modo que se dio a conocer que uno de los condenados por abusar a m¨¢s de 150 mujeres en Manitoba se encontraba en libertad sin cumplir su condena, tras haber pagado 25.000 d¨®lares a un juez. El Gobierno boliviano recaptur¨® al convicto y el juez que lo liber¨® est¨¢ siendo procesado.
Una investigaci¨®n de Mujeres Creando dio a conocer una lista de al menos 500 casos irregulares, entre los que figuraban 84 sentenciados por violaciones y feminicidios que se encontraban en libertad condicional en Bolivia. Este colectivo ve necesario pensar en una justicia feminista que funcione paralelamente a la ordinaria y a la ind¨ªgena originaria, que es reconocida en la Constituci¨®n Pol¨ªtica de ese pa¨ªs.
La pel¨ªcula y la obra cuestiona, a trav¨¦s de sus protagonistas, el mundo y el sistema donde se cometen este tipo de abusos que, a fin de cuentas, es regulado y fue creado por los hombres y para los hombres. En ese sentido, lo que Polley dijo en su discurso de aceptaci¨®n de la estatuilla es fundamental: ¡°Miriam Toews escribi¨® una novela extraordinaria sobre una democracia activa donde las mujeres defienden su futuro libre de violencia, y lo hacen no solo hablando entre ellas, sino tambi¨¦n escuchando. La ¨²ltima l¨ªnea de la pel¨ªcula la recita una joven a un beb¨¦ y le dice: ¡®Tu historia ser¨¢ diferente a la nuestra¡¯. Es una promesa y un compromiso¡±.
La imagen de la semana: Beatriz vs El Salvador
Por Noor Mahtani
Este mi¨¦rcoles, todas las feministas latinoamericanas ten¨ªan los ojos puestos en un sitio: la sede de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. All¨ª, en Costa Rica, tuvieron lugar los dos d¨ªas de audiencia del caso Beatriz vs El Salvador, un juicio en el m¨¢s alto tribunal regional para discutir por primera vez las consecuencias de la penalizaci¨®n absoluta del aborto. El litigio lo encarna una joven con lupus que falleci¨® por ver ¡°extremadamente¡± debilitada su condici¨®n m¨¦dica como consecuencia de un embarazo inviable que el Estado le oblig¨® a llevar a t¨¦rmino.
81 d¨ªas despu¨¦s de su petici¨®n de interrupci¨®n y tras las medidas cautelares de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que inst¨® a que el Estado terminara el embarazo, a Beatriz le practicaron una ces¨¢rea. El feto muri¨® a las cinco horas y la salud f¨ªsica y mental de la joven ¡°nunca volvi¨® a ser igual¡±, como explic¨® su madre en la audiencia. ¡°Para mi hija, tomar la decisi¨®n de querer seguir viviendo fue una tortura¡±, dijo.
Un fallo a favor de Beatriz puede cambiar la legislaci¨®n menos garantista de Am¨¦rica y servir de precedente para los otros cuatro pa¨ªses que contemplan el aborto como un delito: Nicaragua, Honduras, Hait¨ª y Rep¨²blica Dominicana. El derecho al aborto, como expres¨® Tania Renaum, secretaria ejecutiva de la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos, ¡°no es una conversaci¨®n nueva, es una conversaci¨®n pendiente¡±. La conversaci¨®n y el fallo hist¨®rico est¨¢n en manos de los siete magistrados de la Corte. La decisi¨®n podr¨ªa conocerse a finales de este a?o.
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