Todos le fallaron a Norma Lizbeth, la chica de 14 a?os que muri¨® tras ser agredida por una compa?era de la escuela
El colegio no atendi¨® los avisos de acoso, el hospital no detect¨® el traumatismo cerebral y sus compa?eros de clase nunca la defendieron
Norma Lizbeth reprob¨® su ¨²ltimo examen de matem¨¢ticas. Sus compa?eros no dejaban de insultarla y cada vez le costaba m¨¢s concentrarse en clase. Aun as¨ª, ella hac¨ªa como si no pasara nada y todos los d¨ªas, al llegar a casa, se sentaba en las escaleras de cemento que dan a las habitaciones de arriba, sacaba sus apuntes y se pon¨ªa a estudiar. ¡°Le voy a echar ganas para pasar esta materia¡±, le dec¨ªa entusiasmada a su hermano, Omar Ramos, de 19 a?os, que este mi¨¦rcoles se?alaba con tristeza aquellas escaleras. De mayor, su hermana quer¨ªa ser enfermera, y ya estaba buscando un lugar donde estudiar la preparatoria. ¡°Pero lamentablemente, pues ya no¡±, dice Omar en un hilo de voz, como si no acabase de creer lo que ha sucedido. Norma Lizbeth muri¨® el 13 de marzo por el traumatismo que sufri¨® tras pelearse con Azahara Aylin, su compa?era de sal¨®n.
En la habitaci¨®n donde estuvo su ata¨²d todav¨ªa quedan algunos restos del velatorio: candelas, ofrendas y una foto de Norma, la ¨²nica que han guardado. El resto de sus cosas, libros, apuntes, ropa, juguetes, los enterraron con ella. La noche anterior a la entrevista, el cristal de la foto se rompi¨®. ¡°Se rompi¨® sin que nadie la tocara¡±, asegura Omar. ¡°Es su forma de decirnos que todav¨ªa est¨¢ con nosotros¡±, dice el joven. Su abuela, una se?ora peque?a y delgada, merodea por el patio de la casa. Lleg¨® aqu¨ª hace una semana para el entierro y para ayudar a su familia estos d¨ªas. Ahora limpia los cubiertos y los platos en una tinaja mientras observa de reojo a los extra?os que han entrado a preguntar por Norma. Habla muy poco, y rompe a llorar en cuanto se la pregunta por su nieta.
Todo empez¨® a torcerse el 21 de febrero, cuando Azahara ret¨® a Norma a la que ser¨ªa su primera y ¨²ltima pelea. ¡°Ella nom¨¢s quer¨ªa que la dejaran en paz¡±, dice Omar. Sus compa?eros se met¨ªan con su color de piel, le dec¨ªan naca, fea, india. La pelea fue antes de entrar a clase, alrededor de la una y media de la tarde, en un predio cercano a su colegio, la escuela secundaria Los Jaguares, en San Juan Teotihuac¨¢n, al norte del Estado de M¨¦xico. Una de las alumnas que les rodea graba con una mano, mientras con la otra sujeta una maqueta de un ¨¢tomo.
Delante de ella se produce una pelea muy desigual. Una fuente conectada con el colegio asegura que Azahara, adem¨¢s de la piedra que parece sostener en la mano derecha, portaba un boxer, un pu?o de metal que rodea los dedos por encima de los nudillos. Norma, que se defend¨ªa solo con sus manos, comienza pronto a perder. Azahara la da siete golpes en la cabeza y la deja de rodillas en el suelo. Ella intenta levantarse, pero Azahara la tira del pelo hacia abajo y la sigue pegando. La da al menos otros 12 golpes, todos en la cabeza y en la cara, con sa?a, sin dar un respiro a su contrincante. A su alrededor, sus compa?eros parecen disfrutar de la paliza. Gritan ¡°?Dale m¨¢s fuerte!¡± y ¡°?En la cara, en la cara!¡± mientras se r¨ªen con cada nuevo pu?etazo.
El v¨ªdeo de la pelea incendi¨® las redes sociales muchos d¨ªas despu¨¦s, el 13 de marzo, cuando Norma Lizbeth falleci¨® por un traumatismo craneoencef¨¢lico. Las autoridades determinaron que presuntamente hab¨ªa sido causado por los golpes que recibi¨®. Sin embargo, lo ¨²nico que detect¨® Protecci¨®n Civil momentos despu¨¦s de la pelea fue la nariz rota y sangrante de Norma. Le realizaron una cura r¨¢pida y la mandaron al colegio, con su compa?era Azahara. La directora, como castigo, suspendi¨® a las dos chicas durante un mes.
Cuando lleg¨® a casa golpeada, los padres de Norma la llevaron al Hospital General Axapusco, para que la revisaran bien. All¨ª le dieron paracetamol para los dolores y naproxeno para la inflamaci¨®n. La familia refiere que en ning¨²n momento se plante¨® la posibilidad de hacer un esc¨¢ner a Norma para comprobar si ten¨ªa alg¨²n da?o interno en el cerebro. Despu¨¦s la mandaron a casa, donde pasar¨ªa los pr¨®ximos d¨ªas intentando recuperarse.
¡°Esp¨¦rame tantito¡±, dice Omar, que detiene su relato, se levanta de la silla, camina hasta la puerta de la entrada, abre la verja y recoge una bolsa. ¡°Es de la gente que viene a apoyarnos¡±, explica. Desde que falleci¨® su hermana, las muestras de cari?o han sido constantes. Mexicanos de Estados Unidos y Canad¨¢ le han llamado para darle ¨¢nimos. Adem¨¢s, los vecinos del pueblo se acercan de vez en cuando a la casa, a las afueras del municipio, a traer comida, agua y veladoras para prender en nombre de la joven fallecida.
La ausencia de Norma se percibe en toda la casa. Est¨¢ en el hueco que dejaron sus cosas y en los restos del altar que hicieron en su nombre. Tambi¨¦n est¨¢ en las miradas largas de sus familiares o en los silencios inc¨®modos de su padre, Braulio, que prefiere no hablar con la prensa. Ese silencio que lo ensombrece todo est¨¢ en la mirada distra¨ªda de Jorgen (se pronuncia ¡°yorguen¡±), de tres a?os, el hijo de la hermana de Norma. Est¨¢ sentado en las escaleras, distra¨ªdo, viendo v¨ªdeos en el m¨®vil de Omar, haciendo como que no escucha la entrevista.
Despu¨¦s de que expulsaran a Norma pasaron los d¨ªas y ella, en vez de recuperarse, se puso cada vez peor. Comenz¨® con mareos y v¨®mitos, se pasaba el d¨ªa en la cama y apenas pod¨ªa concentrarse para hacer los trabajos de clase. Unos d¨ªas despu¨¦s, se desmay¨® mientras paseaba con su madre, y decidieron llevarla de nuevo al Hospital General de Axapusco, a treinta minutos en coche. All¨ª la hicieron un esc¨¢ner, pero los m¨¦dicos no detectaron nada anormal en su cerebro. Volvieron a casa, pero la chica no mejoraba. El lunes 13 de marzo se desmay¨®, pero esta vez ya no se volvi¨® a despertar. La autopsia revel¨® que ten¨ªa un traumatismo craneoencef¨¢lico, causado ¡°presuntamente¡±, dice la Fiscal¨ªa, por los golpes.
Azahara Aylin, de 14 a?os, fue detenida el 17 de marzo y vinculada a proceso por el probable delito de homicidio ¡°calificado¡± ¡ªcuando se comete con ventaja, traici¨®n, alevos¨ªa, sa?a¡ª. Espera a ser juzgada en la Quinta del Bosque, una c¨¢rcel para menores. La joven fue detenida en su casa, en el municipio de Santa Mar¨ªa Cozotl¨¢n, cercano al colegio donde estudiaba. La pena m¨¢xima que puede cumplir una menor por este delito es de cinco a?os, seg¨²n anunci¨® el poder judicial del Estado de M¨¦xico. Este peri¨®dico ha intentado contactar con la familia para conocer su versi¨®n de los hechos, pero no ha recibido respuesta.
El silencio rodea tambi¨¦n al colegio, que hasta ahora se consideraba el m¨¢s prestigioso de la zona. All¨ª, las clases nunca se detuvieron despu¨¦s de la muerte de su alumna, y desde la direcci¨®n no han emitido ning¨²n comunicado. El ayuntamiento de Teotihuac¨¢n asegura que la directora fue sustituida, y que est¨¢n esperando a nombrar a un nuevo director para hacer un homenaje a la joven. Los intentos de este peri¨®dico por contactar con el colegio han sido en vano.
La familia asegura que los profesores sab¨ªan del acoso que sufr¨ªa su hija, pero decidieron no actuar. Tanto Omar como su hermana, Alma Delia, y personas del colegio que conoc¨ªan a Norma, aseguran que la clase entera se hab¨ªa puesto en su contra. ¡°Todo el sal¨®n la molestaba, y apoyaban a Azahara, que era la jefa. A mi hermana, que no era muy sociable, la hicieron a un lado¡±, cuenta Omar. Su madre habl¨® con la directora, pero la dec¨ªan ¡°s¨ª, lo vamos a ver¡±, y no hac¨ªan nada.
¡°El espectador es el combustible¡±
El tr¨¢gico final de Norma Lizbeth ha obligado a M¨¦xico a enfrentar un problema largamente ignorado: las peleas de menores a la salida de los colegios. Antonio Gonz¨¢lez Ochoa, director de la organizaci¨®n Stop Bullying M¨¦xico, asegura que el acoso ¡°ocurre todos los d¨ªas en M¨¦xico¡±. Lo achaca a la ¡°cultura de la violencia¡± que permea la sociedad y se ve reflejada en los m¨¢s peque?os, en esas sociedades en miniatura que son los colegios.
Los datos son difusos, pero todos apuntan en la misma direcci¨®n: el nivel de violencia en las escuelas de M¨¦xico no es normal. La Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE) se?ala que el 20% de los estudiantes sufre alg¨²n tipo de acoso por parte de sus compa?eros. Adem¨¢s, en M¨¦xico, m¨¢s de 18 millones de alumnos soporta bullying, lo que coloca al pa¨ªs en el primer lugar a nivel internacional.
Ochoa explica que para que exista el acoso hacen faltan tres elementos: ¡°V¨ªctima, acosador y espectador¡±. Sin este ¨²ltimo elemento, siempre olvidado, no existe el acoso. ¡°El espectador es la parte m¨¢s macabra de este escenario¡±, asegura. El acosador busca poder y aprobaci¨®n, pero eso no lo puede conseguir sin un p¨²blico que le aplauda. ¡°Quien marca la pauta es el espectador, es el combustible en toda esta din¨¢mica¡±, sentencia. ¡°Para m¨ª lo m¨¢s grave son las personas que est¨¢n grabando, ellos tambi¨¦n son verdugos, porque no detienen la pelea¡±.
Juan Mart¨ªn P¨¦rez Garc¨ªa, de la Red de Infancia, una organizaci¨®n latinoamericana por los derechos de los menores, es a¨²n m¨¢s cr¨ªtico en su reparto de responsabilidades. ¡°Tenemos un pa¨ªs ba?ado en sangre, y esto afecta al entorno escolar, que est¨¢ reproduciendo la din¨¢mica de violencia que atenaza al pa¨ªs¡±, asegura, y sentencia: ¡°Los ni?os no nacen violentos¡±. Tambi¨¦n apuntala los errores cometidos tras la pelea: se castiga a las dos alumnas, no se reporta el conflicto a las autoridades, el hospital no hace una tomograf¨ªa para comprobar que no hab¨ªa da?o cerebral. ¡°Es un reflejo del pa¨ªs en el que vivimos¡±.
En la casa de Norma no entienden la tragedia como algo colectivo. A ellos, eso de que refleja un problema social les trae sin cuidado. En su casa todav¨ªa se siente la presencia de la hermana, la hija, la nieta, como una losa que tienen que arrastrar con cada movimiento, cada vez que se levantan. La madre y la hermana, Alma Delia, salen a cada rato de casa para visitar a los abogados y ver lo que va a suceder con todos aquellos que les fallaron.
Omar cuenta que todos intentan hacer un esfuerzo, seguir adelante. ¡°Porque mi madre tiene otros dos hijos y hay que echarle ganas¡±, dice. ¡°Pero est¨¢n tristes, estamos muy tristes¡±, expresa con un deje cansado en la voz. ¡°Yo me siento incompleto, ya no soy la misma persona¡±, dice Omar. Ahora quiere meterse al ej¨¦rcito, por ella, porque Norma quer¨ªa verle all¨ª adentro, gan¨¢ndose la vida. ¡°S¨ª est¨¢ dif¨ªcil, pero ni modo, pienso hacer lo imposible por entrar ah¨ª dentro, por mi hermana¡±. Jorgen sigue enganchado a su m¨®vil mientras Maura, la abuela, que ya termin¨® de fregar, se sienta t¨ªmidamente sobre las escaleras, coloca las manos en el regazo y mira a la nada. ¡°Ya no va a volver¡±, susurra.
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